Publicado en El Espectador, Noviembre 6 de 2025
- ¿En qué momento pensó que las armas eran lo que tocaba?
- Uno podía ser hippie o guerrillero… como la gente que encontré era muy distinta, era gente alegre… no tan radical ni tan fuerte… era descomplicada, no era dogmática… Había un entorno, la revolución cubana, el Che Guevara, símbolos muy poderosos. Eso me marcó, no porque me gustaran las armas…
- Había cierto romanticismo… ¿está reconciliada con la decisión o hay algún arrepentimiento?
- Sería deshonesto decir que hay arrepentimiento… Somos de una época. Uno actúa de acuerdo con ese momento… menos mal llegó la paz. Todos los días le agradezco a Carlos Pizarro que de manera pronta… (terminara) 16 años de vida (guerrillera). El ELN lleva 60
- La guerra la llevó a la cárcel y a la tortura… ¿le cuesta recordarlo?
- Lo asumí como parte de lo que nos podía pasar
- ¿Cómo hizo para resistir? ¿Para no cantar?
- Pues recurrir a mis afectos. Decía Jaime Bateman que a la hora de la tortura no vale la ideología ni el pensamiento político sino las lealtades
- ¿Volvió a ver a sus torturadores?
- En Urabá iba con Navarro en campaña, pasó un militar y lo reconocí… ese estuvo en la tortura e hizo el papel del bueno… lo que hice fue esculcar mis sentimientos… no había odio, ni rabia ni resentimiento
- ¿Hubo perdón?
- Sí
- Usted estuvo en combate; ¿pudo haber matado?
- No, no creo. Por el lugar que tenía, ahí no me mandaban mucho…
- Usted manejaba ametralladora, ¿quién le enseñó?
- (Sonrisas) Yo no era buena para lo militar. Tenía un lugar raro, era parte de la dirección pero no me mandaban a dirigir tropa
- ¿Estuvo enterada de los planes para tomarse el Palacio de Justicia?
- Como eso se manejaba en un círculo muy chiquito… nunca nos enteramos. Estábamos en Antioquia armando un grupo con el EPL
A mitad de 2024, Yolanda Ruiz y Maria Elvira Samper entrevistaron a Vera Grabe de manera prudente, casi terapéutica. La única vez que se mencionan las víctimas es cuando ella, jefa de la delegación del Gobierno en los diálogos con el ELN, recuerda que “hoy estamos en el encuentro de víctimas. Por fin el ELN aceptó ese tema”. La charla destacó las circunstancias en las que la ex comandante, parte de la dirección y “secretaria general y responsable de relaciones internacionales del M19”, pudo ser víctima. Del entorno que la llevó, casi obligó, a tomar las armas. O del alejamiento de su familia y la clandestinidad. O del machismo de los guerreros: la conversación daba para preguntarle cómo la trató en Libia Muammar Gadafi, reconocido misógino, cuando, siendo embajadora del movimiento bolivariano continental, lo visitó en 1981.
Con aspavientos, las entrevistadoras indagan por los sufrimientos ocasionados por carceleros y torturadores cuando estuvo detenida tras el robo de armas del Cantón Norte. Hubiese sido interesante sugerirle comparar su angustiosa situación con la de José Raquel Mercado unos años antes y, sobre todo, por qué empezaron y cómo terminaron esas dos detenciones involuntarias. Ni hablar de incomodarla con los muchos rehenes y familias afectadas por secuestros del M19. Todavía menos que, aunque numéricamente la contribución de las FARC o el ELN a esa lacra es mayor, el liderazgo de su grupo para expandir la tecnología fuera crucial.
Un cenit de la charla es cuando esta superviviente del régimen turbayista relata la visita que le hizo su padre, refugiado alemán de la Segunda Guerra, en las instalaciones militares. “Llegó con frutas y comida” y la vio magullada por los golpes. Tras confirmar los rumores que ella era del M19, le habría dicho “me siento muy orgulloso. Has podido luchar, lo que nosotros no pudimos hacer… (y has sufrido) los mismos comportamientos de los nazis”.
El tema de las acciones militares se despachó rápido:
En el año 2000 Vera Grabe reveló que “los mágicos nos prestaban sus fincas donde hacíamos las reuniones de la dirigencia M19-EPL en Antioquia”. En 2007, Virginia Vallejo publicó que su amado Pablo le había dado un avance en dólares a Iván Marino Ospina, comandante del M19, “para recuperar mis expedientes y meterles candela”. Esos detalles no bastaron para una réplica escéptica de tan curtidas periodistas. Es realmente inverosímil que alguien de la cúpula del grupo no supiera nada sobre un evento de esa envergadura y minuciosa preparación.
En su discurso de aceptación del Premio Simón Bolívar a la Vida y Obra de un periodista (2010), María Elvira Samper reflexionó sobre la ética del oficio y acuñó una frase que se hizo célebre: "¿cómo evitar que el periodista perro guardián acabe convertido en perro faldero?”. Aunque parezca desacertado y machista, vale plantear que la menopausia inclina a lo faldero ¡Y qué!