lunes, 24 de mayo de 2021

¿Quién dió de baja a Santrich?

 Publicado en El Espectador, Mayo 27 de 2021




Las disidencias de las Farc afirman que el comandante ayudado por la JEP murió en una emboscada del ejército colombiano en Venezuela. Hace poco, militares de Maduro bombardearon esos grupos. 


Probablemente nunca se sabrá quién mató al fugaz congresista amnistiado. Hay varias hipótesis: “unos dicen que murió en un enfrentamiento con otro grupo de la disidencia de las FARC, otros que fue abatido por mercenarios y también se habla de que cayó en una operación del Ejército venezolano”.


El comunicado de las disidencias dió detalles del operativo contra Santrich, integrante de la dirección de las Farc-EP, Segunda Marquetalia. “Sucedió en la Serranía del Parijá, zona binacional fronteriza… dentro del territorio venezolano. Hasta ese lugar penetraron comandos colombianos por orden directa del presidente Iván Duque… La camioneta donde viajaba fue atacada con fuego de fusilería y explosiones de granadas… Consumado el crimen, los asesinos le cercenaron el dedo meñique de su mano izquierda. Unos minutos después, cerca del lugar, rápidamente, los comandos fueron extraídos en un helicóptero de color amarillo rumbo a Colombia”.


A principios de mayo, las autoridades colombianas informaron  que varios grupos criminales estaban detrás de la violencia y el vandalismo, infiltrando protestas que podrían ser pacíficas. Se mencionaron disidentes de las Farc, el ELN y el movimiento juvenil M-19. Posteriormente, fueron detenidos un comandante eleno y un disidente de las Farc. Los jóvenes milicianos que bloquean vías incluirían venezolanos aún no identificados.


Antes de las protestas de finales de 2019, Diosdado Cabello, el político venezolano que mejor maneja a los militares, habló de una “brisa bolivariana” que fluye desde ese lado de la frontera. Y a principios de abril en su programa radial, refiriéndose a la situación en Colombia, afirmó que “vamos a hacer la guerra en su territorio”. 


Este ha sido un objetivo de la estrategia de seguridad nacional desde los inicios de la Revolución Bolivariana. En 2005, tras presentar su “Nuevo Mapa Estratégico”, Hugo Chávez hizo un llamado a “un esfuerzo para comprender las ideas, conceptos y doctrina de la guerra asimétrica”. Trató de legitimar la transformación del ejército con un referéndum que fracasó y lo llevó a dictar un decreto ejecutivo con ese propósito. El cambio incluía milicias civiles y otros grupos de crimen organizado repartidos en 24 Zonas de Defensa Integral conocidas como ZODIs. Así “rompería las cadenas ... de la vieja geografía conservadora, imperial y colonial de Venezuela".


A partir de 2013, Nicolás Maduro expandió esta estructura sumando grupos armados de Colombia. Sin embargo, desde el año pasado sus militares combaten núcleos de las disidencias de las Farc, liderados por Gentil Duarte, que controlan el narcotráfico transfronterizo.


Tras la firma del Acuerdo de Paz de 2016, algunas facciones de las Farc se negaron a deponer las armas y buscaroń refugio en Venezuela. Iván Márquez, anunció en 2019 una segunda Marquetalia. Mientras tanto, las disidencia comandadas por Duarte, continuaron sus actividades ilícitas en Colombia, pero el 21 de marzo pasado, atacaron al ejército de Maduro con enfrentamientos en el estado de Apure. La confusión es grande: se habla de luchas internas entre narcoterroristas o de una fractura parcial de las relaciones de las Farc con Maduro quien en todo caso tiene un pretexto para aumentar su presencia en la zona. Esta movida estratégica la venía preparando desde hace meses al creaŕ un grupo de trabajo antidrogas para acusar a Colombia de tráfico y poder emprender operaciones transfronterizas del ejército venezolano. 


Las protestas en Colombia abren nuevas oportunidades para las Farc y el ELN que coincidencialmente manda el mensaje que, como siempre, tiene disposición al diálogo.  El puerto de Buenaventura permite enviar contenedores de droga con riesgo mínimo de encautación a casi cualquier parte del mundo. Cali, muy cerca de este lugar estratégico, ha experimentado los mayores niveles de violencia y vandalismo en el país. No es insensato pensar que buena parte de la violencia de la capital del Valle está organizada y dirigida por organizaciones criminales. 


A principios de mayo los militares venezolanos publicaron el mapa de la Capitanía General de Venezuela, creada en 1777, que plasma la mirada del régimen de Maduro sobre el territorio de la revolución bolivariana. 


Ante tales acontecimientos y semejante desconcierto, sólo cabe esperar a que algún novelista colombiano admirador de Chávez, que entienda a fondo su filosofía bolivariana anti imperialista y su genuino interés por la democracia y el pueblo dé algunas luces sobre lo que realmente está pasando tanto en la frontera con Venezuela como en Cali y Buenaventura. Con base en esos valiosos insumos de memoria histórica ficción, unas cuantas declaraciones expertas de la pazología santista con reflexiones juídicas, constitucionales y neopenalistas, la JEP podrá dilucidar la verdad sobre la muerte de Santrich. 

lunes, 17 de mayo de 2021

Una fábula sobre las protestas

Publicado en El Espectador, Mayo 20 de 2021

Para algunos defensores de la paz santista, la violencia que sufre actualmente Colombia viene de lejos: nada menos que del 2016. Con descaro ignoran los desatinos del mejor acuerdo posible. 

En una memorable “Historia del incendio”, Juan Gabriel Vásquez sentencia que el problema comenzó a gestarse “por la indolencia de un partido de gobierno más dedicado a sabotear los acuerdos de paz que a prevenir el surgimiento de nuevas guerras”. Insiste en que “el estallido de ahora es el resultado inevitable de los descontentos y las frustraciones acumulados durante meses”. Según él, la desigualdad y los desmanes de las autoridades armadas se habrían iniciado justo después de la firma del acuerdo con las Farc, por el asesinato impune de cientos de líderes sociales. La muerte de Dilan Cruz habría generado un nuevo bogotazo. Para matizar su exabrupto, Vásquez reconoce de pasada la existencia de una “conspiración de violencias que salen de lo más profundo de nuestras fallas como sociedad”. 




Algunos periodistas extranjeros que no son hinchas del flamante Nobel tienen una visión menos miope de las protestas recientes. De manera recurrente mencionan como foco importante del levantamiento popular en Cali el distrito de Aguablanca y en particular el barrio Siloé -considerado territorio inexpugnable- fundados hace décadas por campesinos migrantes, donde “la criminalidad es alta, también su estigma”. Un vecino de 52 años les pidió a los muchachos no exponerse a los disparos de la policía. Aún así, en estos días, ya han muerto cuatro. Cuando dos cayeron abatidos, “los manifestantes asaltaron una comisaría y liberaron a 40 detenidos. Incendiaron otro puesto de vigilancia policial. Los antidisturbios tuvieron que replegarse”. 


Una reportera que sí habló con la gente de Cali destaca “la violencia entramada, que durante décadas se fue gestando por la ausencia de inversión social y las enormes brechas de desigualdad de la ciudad”. Describe una violencia juvenil urbana que podría haber ocurrido en varios lugares colombianos desde los ochenta. Protestan, entre muchos otros, jóvenes citadinos indignados, sin futuro, que han sido analizados, estudiados, entrevistados y etnografiados hasta la saciedad. La principal solicitud en Puerto Resistencia, Cali, es una universidad pública en el distrito de Aguablanca. Nada que ver con el problema de la tierra que concentró artificial y obsesivamente la atención en la mesa de La Habana. Son los mismos jóvenes de barrios de invasión, excluídos y estigmatizados, que ignoró olímpicamente la paz santista. 


Se necesita algo de mala fe para para hacer caso omiso de los abusos policiales cometidos bajo el presidente promotor de la nueva constitución y alcahueta con los Pepes, vergonzosa y criminal alianza entre la Fuerza Pública, las agencias antidroga gringas y el Cartel de Cali. Los actuales excesos antidisturbios palidecen al lado de los escuadrones de la muerte que con sevicia asesinaron familias enteras a mansalva y marcaron para siempre el resentimiento de los barrios populares colombianos con la policía. 



Conocí de cerca, durante las negociaciones con las Farc, el odio visceral que le tienen los pandilleros colombianos a la autoridad y, de rebote, el desespero que sentían porque desde Cuba los iluminados los excluían de un proceso centrado en desarrollar el campo. “Nos hubiera ido mejor si en lugar de atracar hubiéramos secuestrado con brazalete, profe” me decía con sorna su líder. Su mayor queja era la amnistía e indulto a los comandantes guerrilleros mientras ellos continuaban penalmente encartados y no podían encontrar trabajo. Haciéndole eco, un tecnólogo en administración de empresas caleño que no ha logrado su primer empleo anota hoy que “nadie me quiere volver a dar una oportunidad. Yo ya pagué mi deuda con la justicia, pero ahora estoy pagando una condena social”.


Que la violencia larvada y el resentimiento vienen de lejos nadie lo duda. Lo lamentable es que ahora están aupados por un resurgimiento taimado de la teología de la liberación que impulsó la lucha guerrillera en América Latina. Una patética élite intelectual, la misma que desconoció el resultado del referendo pues impedía alcanzar la tan anhelada paz estable y duradera, se las arregla para sacar de nuevo a la palestra el viejo principio premoderno e ilegal de que algunos fines nobles justifican ataques y agresiones.  


Sobre memorias amañadas, como la de Vásquez, Peter Brown, reconocido historiador que no suele mezclar sus investigaciones con ficción, un tic estándar en Colombia, advierte que "peor que olvidar la historia es retorcerla para avivar el resentimiento… el problema son los recuerdos a medias… Hemos disminuído nuestra capacidad de interponernos y criticar las falsas memorias históricas” como la manufacturada por el círculo de Santos. Las secuelas no son despreciables, concluye Brown, así pasó “en los países fascistas, en los nazis, en los comunistas, hoy en día también en los países islámicos”. Deformar con novelas, cuentos y fábulas la historia es aún más pernicioso que olvidarla. 



Juan Gabriel Vásquez "Historia del incendio" El País Mayo 9 de 2021

https://elpais.com/opinion/2021-05-09/historia-del-incendio.html


Juan Diego Quesada "Colombia estalla" El País Mayo 9 de 2021

https://elpais.com/internacional/2021-05-08/colombia-estalla.html


https://elpais.com/babelia/2021-05-08/peter-brown-peor-que-olvidar-la-historia-es-retorcerla-para-avivar-el-resentimiento.html


https://www.elespectador.com/colombia2020/territorio/cali-sitiada-por-la-incertidumbre-y-la-zozobra/


https://www.bbc.com/mundo/noticias-america-latina-57110382

lunes, 10 de mayo de 2021

Maduro, las disidencias y la paz

Publicado en El Espectador, Mayo 11 de 2021



 Las Farc han aceptado que usaron el secuestro para financiarse y atemorizar. Algo tan obvio tuvo menos cubrimiento mediático que un verdadero enigma: la implacable persecución del ejército venezolano a las disidencias farianas. 


En un detallado, redundante e inconducente escrito, la JEP anota que la cúpula de las Farc reconoce haber secuestrado de manera sistemática durante la guerra. Salvo idealistas biempensantes, difícil imaginar alguien que celebre semejante recalentado. Las víctimas de una organización guerrillera mundialmente célebre por ese crimen atroz esperan justicia hace décadas. Se sentirán insultadas otra vez por ese supuesto avance en la comprensión del conflicto armado. 


Comandantes convertidos en congresistas e intelectualidad progre han guardado silencio sobre el radical giro de Nicolás Maduro con los subversivos de las Farc que siguieron en armas. El amable anfitrión durante el proceso de paz dió el volantín a implacable verdugo. En efecto, a finales de abril, inició “la mayor operación militar del país en décadas para tratar de echar de su territorio a una facción disidente de las Farc” anota El País español. Esos grupos y el ELN se instalaron durante años en territorio venezolano, sobre todo en el Estado de Apure, limítrofe con Colombia. 


De esa candente zona fronteriza tuvo que huír un informático treintañero que una vez al mez cruzaba en barca un río de la selva para comprar datos de internet que luego revendía en su país. Por ser pequeño y virtual, su negocio se libraba del impuesto paraestatal sobre cualquier mercancia de contrabando. Acostumbrado a los hombres armados, se sorprendió cuando un militar lo amenazó con un fusil preguntándole si en su pueblo había guerrilleros. Ese mismo día, el ejército venezolano registró varias casas buscando insurgentes sin uniforme.  “El Gobierno decidió combatir el actor armado que más le molestaba”, aclara un analista del International Crisis Group. Las alianzas entre disidencias colombianas y fuerzas de seguridad venezolanas en este corredor de cocaína fueron comunes por muchos años. Terminaron de manera abrupta con la persecución a sospechosos reforzada con bombardeos. 


No es fácil entender el origen de este quiebre contundente en las relaciones del ejército venezolano con las Farc no reinsertadas, pero alguna información dispersa permite conjeturas. 


Desde mediados de 2018 aparecieron en Caracas los llamados bodegones: supermercados con productos que habían desaparecido de los anaqueles y de la capacidad de compra de la mayoría de la población. Repletos de marcas gringas bajo un supuesto bloqueo económico, empezaron a ofrecer mercancía que antes hacía parte del consumo cotidiano de la clase media empobrecida por la devaluación. Primero localizados en zonas de estrato alto y hoteles de lujo, se abrieron luego en centros comerciales y otros espacios en donde ahora todo se paga en dólares.


Acosados por gobiernos extranjeros y el sistema financiero internacional, los grandes capos de la corrupción chavista terminaron buscando refugio para sus divisas ilícitas. Millonarios tradicionales, favorecidos por una devaluación exponencial, también decidieron repatriar capitales. Hábilmente, el heredero de Chávez supo aprovechar esos monumentales flujos monetarios. En Febrero de este año, BBC News mencionaba el “plan de Maduro para llenar de dólares los bancos de Venezuela”. Tras varios años de estricto control cambiario, los bancos procedieron a “recibir depósitos en divisas y facilitar su uso para el pago de bienes y servicios”.


En paralelo a la dolarización, desde 2018 hubo un drástico quiebre en la evolución de la violencia venezolana: los homicidios se redujeron a una fracción de lo que fueron. Un activo comercio en divisas, con un boom en la construcción de vivienda lujosa y en bodegones bien surtidos, exigían pacificar el país. El nuevo capitalismo requiere un ambiente menos caótico. Las reglas del juego mínimas para hacer negocios surgieron gracias a los estrechos vínculos de los inversionistas  emergentes con el poder militar. 


Así, los ataques y bombardeos de Maduro a sus antiguos aliados de las Farc podrían ser un paso adicional en el reacomodo del socialismo siglo XXI a las exigencias del gran capital. Como ocurrió hace décadas en Chile con Pinochet, y ahora en China o Rusia, para garantizar seguridad y atraer inversionistas un régimen dictatorial puede ser más pragmático, astuto y eficiente que los manuales del marxismo leninismo. 


Las disidencias de las Farc acosadas por el ejército venezolano volverán a guerrear y traficar en el país de gobiernos débiles encartados con la tarea básica de cobrar tributos. Sobre todo cuando en Colombia tienen compinches de vieja data con tesoros encaletados pero tan impunes y tranquilos que se dedican a recordar lo que todo el mundo sabe.  Para su memoria histórica, Nicolás el eficaz, pupilo castrista ya Maduro, jamás pensará desperdiciar recursos en un tribunal de cuentas sin dientes a donde los corruptos acudan a contar, sin ningún riesgo de represalias, cómo hicieron sus fortunas. 


https://elcooperante.com/el-capitalismo-salvaje-se-instala-en-venezuela-de-manos-de-los-nuevos-millonarios-chavistas/

https://www.bbc.com/mundo/noticias-america-latina-55847721

https://elestimulo.com/climax/la-venezuela-paralela-de-los-bodegones/

https://gestion.pe/mundo/caracas-surge-repentino-auge-inmobiliario-236695-noticia/




lunes, 3 de mayo de 2021

Cólera e intelectuales macondianos

Publicado en El Espectador, Mayo 4 de 2021








 La pandemia disparó el descontento popular. Sin calibrar los riesgos, algunos intelectuales atizan un estallido social sin precedentes. 


La desigualdad y el escepticismo con los gobiernos y las grandes empresas son monumentales. La gente protesta indignada, los fanatismos reclutan adeptos y la polarización se dispara. Ante una crisis política, económica y sanitaria nunca vista, algunos pensadores que podrían contribuír a calmar los ánimos juegan con candela. De manera irresponsable e improcedente, insultan a un oponente político con liderazgo e influencia sobre casi la mitad de la población colombiana.    


El cordón sanitario es como se conoce la barrera que evita el contagio de una enfermedad infecciosa. También se usa para medidas contra la expansión de una ideología indeseada, como las políticas hacia la Unión Soviética incluso antes de la Guerra Fría. Fue el ministro francés George Clemenceau quien acuñó el termino en 1919 cuando exhortó a los países recién separados de la URSS a frenar el comunismo. Esa alianza la denominó cordón sanitario. En política se usa a menudo la misma metáfora para la negativa de los partidos convencionales a pactar con grupos considerados extremistas. 


Ante la pueril enemistad observada en Madrid entre Rocío Monasterio de Vox y Pablo Iglesias de Unidas Podemos, y la eventual alianza del primer partido con Isabel Díaz Ayuso del PP, surgió la duda de si es legítimo y eficaz aislar a los partidos ultras con cordones sanitarios. 


La respuesta no es simple. “No veo posible aislar a la extrema derecha. Sus ideas están ya en el corazón de muchas sociedades”, anota el politólogo Cas Mudde. “Hay que debatir con ellos: sería una perversión politica hacerles el vacío” agrega su colega Ignacio Sánchez Cuenca. Es precisamente al aislarlos que “se alimenta esa pulsión antisistema que les da tantos votos” concluye un profesor de políticas en Cornell. Si estas dosis de realismo son pertinentes cuando la extrema derecha, a pesar de su considerable avance, sigue siendo minoritaria, a veces marginal como Vox, parecería prudente tenerlas en cuenta en Colombia, donde la derecha ha estado cerca, o por encima, de la mayoría de votantes. 


En materia de tolerancia, sentido común y astucia política, algunas voces pensantes del país están décadas atrás de la metáfora del cordón sanitario: ni se molestan en dar razones para no dialogar, ni negociar, con la derecha. Su discurso no ofrece argumentos: sigue anclado en la estigmatización de enemigos irreconciliables. No ha habido aislamiento suficiente para las cloacas de redes sociales. 


Julio César Londoño, escritor, crítico literario y columnista, afirma que “nadie ignora que la línea gruesa de la reforma (tributaria) fue dictada por Uribe y que los detalles los precisó el minhacienda Carrasquilla; ambos bailando al son de la batuta de Sarmiento, claro, y desoyendo las recomendaciones de los gremios y los partidos e incluso las observaciones de la comisión internacional de expertos”. Como autor de ensayos de divulgación científica con los que se ha ganado varios premios, Londoño podría tener un mínimo de rigor para manejar la evidencia. 


Tras esbozar en un párrafo una propuesta fiscal diseñada por él y anotar que la bomba de tiempo colombiana no ha estallado gracias a diversas revoluciones criminales, el intelectual aporta su grano de arena al artefacto a punto de explotar. “La pandemia es un catalizador que multiplicó por mil la presión de la caldera. Para rematar, el líder número uno del país es un pirómano delirante y el número dos es una bomba él mismo”.


En la misma línea pendenciera, con mayor formación científica y responsabilidades académicas, José´Fernando Isaza funge de cuentista para insultar de frente al lobo feroz que desvela obsesivamente a todo el rebaño de la izquierda colombiana. Su imaginativo relato ocurre en Raglas, capital de Navid. El Consejo de Gobierno busca preservar las buenas costumbres y la salud de los habitantes del reino. El heredero del trono dice: “tenemos que combatir la producción de sustancias que afecten la salud, estimulen las reuniones que puedan desestabilizar el reino o alienten prácticas que puedan incomodar a la Virgen, nuestra patrona. Si es necesario, recurriremos a la fuerza… Si atacamos los medios de producción de estas dañinas sustancias, nos enfrentaremos a una gran oposición de los dueños, (que) han sido generosos en donaciones al reino. Mucho mejor fumigar campos de hoja de coca, a sus campesinos y fuentes de agua, pues viven lejos de nuestros castillos y son apáticos”.


Si personajes cultos, respetados y económicamente establecidos rehúsan servir de ejemplo, promover el diálogo, la reflexión y la tolerancia para dar rienda suelta a un surrealismo político explosivo, mejor ni pensar en su eventual impacto sobre estudiantes llenos de hormonas, angustiados por su futuro en una sociedad corrupta y clasista devastada por la pandemia. Difícil precisar quiénes necesitan un cordón sanitario que proteja a los demás. 



https://elpais.com/politica/2019/11/26/actualidad/1574783537_176785.html


https://www.elespectador.com/opinion/el-paro-y-los-hijosdalgo/


https://www.elespectador.com/opinion/prioridades/