martes, 24 de mayo de 2022

De los paras del M-19 a Petro el Grande

Publicado en El Espectador, mayo 26 de 2022 


Una insólita alianza que mantuvo el M-19 por varios años fue con Ariel Otero y Henry Pérez, líderes de las Autodefensas Unidas del Magdalena Medio. 


Los vínculos de esta audaz guerrilla tanto con Pablo Escobar como con los paramilitares de Puerto Boyacá sobrevivieron al enfrentamiento entre ellos. Muerto Rodríguez Gacha, tanto Otero como Pérez, enemigos viscerales de la subversión, se distanciaron de Escobar por sus devaneos con la izquierda para volverse informantes de la DEA. Enterado de esta traición, Escobar mandó matar a Pérez dándole impulso a los Pepes, la alianza que lo liquidaría.



El origen de la asociación M19—paras había sido Diego Viáfara, militante del Eme que desde los ochenta llegó al Magdalena Medio para auxiliar a las FARC y luego volverse paramilitar. Después desertaría para convertirse en informante de las autoridades. La versión de María Jimena Duzán a principios de los noventa es que Viáfara ingresó a las autodefensas forzado. Según Fabio Castillo, el mismo personaje habría definido su misión: “infiltrar las organizaciones paramilitares para descubrir todo su aparato y, ante todo, la fuente de financiación”. 


La información que manejaba este doble agente muestra su importancia entre las mafias. Por él se supieron los tentáculos del narcotráfico en el ejército, la contratación de mercenarios extranjeros, las rutas de salida de droga y llegada de armas, incluso, según la Duzán, “Viáfara conocía con anticipación las masacres y los atentados” de los paras. 


No queda claro si Viáfara mantuvo sus contactos con los del Eme que siguieron acercándose a Pérez y Otero. Sorprende la absoluta falta de curiosidad de un par de agudos periodistas sobre los vínculos del nuevo paramilitar con sus antiguos compañeros.  


Está por otro lado una frustrada reunión con narcotraficantes de Medellín, bloqueada por Fidel Castaño, y un “encuentro de los Estados Mayores de las autodefensas del Magdalena Medio y del M-19” en territorio del Mexicano, tal vez el principal narco de entonces, quien reunió a cuatro Emes con quince capos. “Recuerdo a Nelson Lesmes, el Zarco, también a un ex alcalde de Puerto Boyacá de apellido Rubio… También Henry Pérez y Ariel Otero. Y como anfitrión nada menos que Gonzalo Rodríguez Gacha”.


El loable propósito de semejante cónclave era destacar la importancia de la paz. “El reto era construir otra visión, una mirada diferente, un nuevo escenario para nosotros y para las generaciones por venir”. El mismo relato revela detalles sustanciosos, esos sí verosímiles, sobre aquella asamblea de guerreros. “Pensaban que éramos muy eficientes en ciertas operaciones armadas, que manejábamos técnicas y tácticas muy novedosas. Demostraban gran respeto por nuestra historia militar. Nos preguntaron con insistencia por una operación que hicimos por allá en 1984 o 1985, en el Quindío … Estaban muy interesados en operaciones de infiltración con pequeños comandos”.


A partir de allí, de manera reservada, se inició una larga relación entre los líderes de las autodefensas y la cúpula del M-19, cuyos enviados reportaban directamente al comandante Pizarro, quien ordenó “atender las relaciones con las autodefensas. Cree que hay que persistir y profundizar esa relación. Me recomienda discreción y prudencia… El secreto de la misión se mantiene”.


¿Por qué algo tan loable y políticamente pertinente tuvo que mantenerse bajo estricto sigilo? Sobre la cercanía, un testimonio de Alvaro Jiménez es diáfano. “Me vuelvo asiduo visitante de Puerto Boyacá. La confianza, de parte y parte, es cada vez mayor. Decido seguir yendo sólo, y ya no me alojo en el hotel sino en la casa de Henry… En Puerto Boyacá tenían un radio que pusieron a mi servicio. Me dejaban solo mientras buscaba mi frecuencia… Estos gestos iban creando un ambiente de confianza mutua… especialmente con Lucho (Ariel Otero)”.


Estos contactos continuaron hasta el asesinato de Henry Pérez. Los subversivos buscaban, según ellos, conocer a fondo las autodefensas para involucrarlas en el propósito de la paz. “Una solución civilizada al problema del narcotráfico había que encontrarla entre todos… La misión de Alvaro Jiménez consistía en adentrarse en el mundo de las autodefensas, en su retaguardia; se trataba de conocer y comprender ese fenómeno, ya no para destruirlo sino para transformarlo”. 


Con selectos mensajeros, Carlos Pizarro pretendía redimir a los paras y reformar el narcotráfico. Son comunes entre sus pupilos características asociadas al narcisismo del que él fue plusmarquista mundial: manipular la verdad, no rendir cuentas, mesianismo y prerrogativas especiales, como incumplir la ley o aliarse con paras.


Que el candidato favorito para las próximas presidenciales es egocéntrico lo recalcan quienes han trabajado con él o lo conocen de cerca. “Lo que más me preocupa de Petro es su trastorno narcisista de personalidad y la mitomanía compulsiva”. Aunque repetido hasta el cansancio, el castrochavismo es el menos probable de los daños que puede causar un gobernante que sólo se respeta a sí mismo, con recurrentes y faraónicos delirios. Todo en detrimento de las instituciones democráticas que aprovechó para florecer.





REFERENCIAS


Castillo, Fabio (1991). La Coca Nostra. Bogotá: Editorial Documentos Periodísticos


COPP (2002) Corporación Observatorio para la Paz. Las verdaderas intenciones de los paramilitares. Bogotá: Intermedio  


Duzán, María Jimena (1993). Crónicas que matan. Bogotá: Tercer Mundo


Lukowitsky , Mark  (2009). “Pathological Narcissism and Narcissistic Personality Disorder” Annual Review of Clinical Psychology


Strong, Simon (1996). Whitewash. Pablo Escobar and the Cocaine Wars. London: Pan Books


Villamizar, Darío (1995). Compilador. Jaime Bateman: Profeta de la Paz. Bogotá: COMPAZ

domingo, 15 de mayo de 2022

¡Alfaro Vive Carajo!: el imperialismo del M-19

Publicado en El Espectador, Mayo 19 de 2022 


Los hábiles propagandistas del Eme nunca permitieron calibrar su papel crucial en la internacionalización y el deterioro del conflicto armado colombiano. 


La primera generación de alfaristas provenía de partidos políticos, sindicatos y organizaciones sociales. Surgidos antes del triunfo sandinista, para sus militantes marxistas “el socialismo era un objetivo histórico irrenunciable”. Sin embargo, criticaron sus raíces de izquierda. Desconfiaban de los partidos, incapaces de promover grandes transformaciones sociales. 


La segunda generación, atraída por Cuba y Europa, surgió del entorno estudiantil, básicamente la facultad de sociología de la Universidad Central. Juan Cuvi estudió en Francia y antes de volver a Ecuador pasó por Nicaragua. Santiago Kingman estuvo en Bélgica. Los impresionaron las prácticas sandinistas así como la actitud audaz y renovadora del M-19. Para ellos “la democracia era un objetivo legítimo de lucha armada, las acciones bélicas debían tener significado político inmediato y altamente visible, la formación militante debía basarse en la cultura nacional y el discurso desprenderse de categorías ideológicas”. Parte de esta cohorte salió de intelectuales que en 1980 habían publicado el documento “Mientras Haya que Hacer Nada Hemos Hecho", que inspiró un pacto inquebrantable de estirpe tupamara: actuar, actuar, actuar cotidianamente. Unos partieron al Salvador buscando destrezas de combate. 


Personaje clave de este grupo fue Arturo Jarrin quien mantenía vínculos con cuanta organización armada clandestina operara en la región. Kingman describe las destrezas de este personaje con “todo el carisma de un cristero. Mesiánico, sin decir mucho, la cara triste, sacrificada, el cuerpo mismo dispuesto a cualquier tortura. Un cristero no duda: tiene fe, en los ojos se le ve”. 




La efectividad de Jarrin fue impresionante. Contactó “militantes de organizaciones socialistas, comunistas, troskistas y cristianas. También mantuvo encuentros con la organización comandada por Kléber Gía, que había secuestrado al industrial Antonio Briz; con los grupos de apoyo logístico al M-19 que operaban en Ecuador; con fracciones del Movimiento de Izquierda Revoluciona (MIR). Con La O, que asaltó el Consejo Provincial del Guayas en 1976; y con los Chiribogas que crearon un foco guerrillero en los setenta”. 


A principios de 1983, en Esmeraldas, se reunieron 60 activistas para fundar el Frente Revolucionario del Pueblo Eloy Alfaro (FRPEA). Era un conjunto disperso de movimientos clandestinos entre los cuales el de Jarrin se destacaba por canalizar recursos del secuestro. Aunque los demás permanecieron “ubicados en zonas distintas, manteniéndose autónomos entre sí, sin coordinación efectiva, recelando unos de otros e intentando sobrevivir”, el membrete bastó para darles impulso. Jarrin, muy amigo de Jaime Bateman, fundador y líder del M-19, empezó a darle visibilidad al grupo con acciones espectaculares que culminaron con el robo de espadas de Eloy Alfaro en un museo de Guayaquil. El ataque concluyó con el grafiti usual y quedaron bautizados ¡Alfaro Vive, Carajo! (AVC) por los medios. 


Poco después Jarrin y dos compañeros ofrecieron una rueda de prensa clandestina anunciando el nacimiento de AVC. Los documentos iniciales de FRPEA fenecieron. Se fue alejando la izquierda partidista para moldear ideológicamente a los nuevos combatientes con costumbrismo ecuatoriano y “enviándolos a Libia donde serían impactados por Gadaffi”. Allí se reunieron con un frente del M-19 y uno del MRTA peruano. Formarían la unidad Jaime Bateman Cayón para liberar el continente. 


Al morir Jarrin en 1986 no solo desapareció el líder carismático sino que AVC “adquirió tantas ideologías como comandantes”… Entre los distintos grupos que reivindicaban sus prácticas como acciones alfaristas, uno logró apropiarse de la vocería pública… Eran los auténticos continuadores del "comando histórico", los entendidos en el significado de la “democracia en armas, los combatientes sin rezagos izquierdistas ni veleidades marxistas”. 


Kingman, su novia, Patricia Peñaherrera, Cuvi y Juan Carlos Acosta, de la élite quiteña, militaron formalmente en el M-19 desde principios de los 80.  La estrecha amistad de Bateman y Jarrín facilitó que los alfaristas recibieran instrucción militar en Colombia así como asesoría para “acciones político-militares, estrategias de implantación y accionar de la guerrilla, además de cargamento bélico”. El M-19 apoyó varios operativos de AVC como el secuestro a mediados de 1985 del banquero Nahím Isaías que terminaría con todos los guerrilleros y el rehén muertos. Este incidente ocurrió en Guayaquil mientras se preparaba la Toma del Palacio de Justicia en Bogotá. 


La alianza del M-19 con los ecuatorianos incluía al FSLN nicaragüense, al MRTA peruano,  tecnología tupamara y contactos con Manuel Piñeiro, Barbarroja, zar de la inteligencia cubana. El objetivo era formar una red latinoamericana de guerrillas, el Batallón América. En Colombia, mientras tanto, los pupilos mimados del castrismo convencieron a todo el mundo que con el ataque insurgente más sangriento y definitivo del conflicto colombiano buscaban simplemente hacerle un “juicio armado” al presidente Betancur para sellar la paz. 



REFERENCIAS


Dávalos, Isabel (2007). "¡Alfaro Vive Carajo! Del sueño al caos". Documental: Parte 1Parte 2, Parte 3


EE (2015). “AVC robó las espadas de Eloy Alfaro”. El Emprendedor, Febrero 12


EP (1985) “Asesinado por sus captores el banquero secuestrado en Guayaquil”. El País, Septiembre 3


EU (2010). "M-19 capacitó a alfaristas y participó en sus asaltos", El Universo, Junio 20 


Navarro, Antonio y Juan Carlos Iragorri (2004). Mi guerra es la paz. Bogotá: Planeta


Rodríguez Flores,  Ana Karen (2019) “Propaganda política e insurgencia: El movimiento insurgente Alfaro Vive Carajo en el período de 1983 – 1991”. Trabajo de Grado, Universidad Central del Ecuador, Facultad de Comunicación Social


Terán , Juan Fernando (2006). “¡Alfaro vive carajo! y la lucha por el olvido”. Ecuador, Debate No 67

domingo, 8 de mayo de 2022

Oligarca, cristiano, narcisista y violento

Publicado en El Espectador, Mayo 12 de 2020

Carlos Pizarro Leongómez era hijo de un almirante de la Armada Colombiana y, por el lado materno, nieto de un coronel edecán de presidente. Un hermano y una hermana también fueron guerrilleros. 


Durante la dictadura de Rojas Pinilla, el padre estuvo en Washington como Agregado Naval y  subdirector de la Junta Interamericana de Defensa. Allí, Pizarro estudió en el Saint Patrick School. Al regresar la familia a Cali en 1959 lo matricularon en el colegio Berchmans, de padres jesuitas. Frecuentaba el Club San Fernando y la finca de su familia. 


Por una fugaz vocación Pizarro entró al seminario de La Ceja, para hacer 3° y 4° bachillerato. “Voy a ser sacerdote porque así puedo trabajar para los pobres”. Un familiar, cura conservador, fue crucial en esa decisión. Durante las vacaciones, Charly Boy, volvía a Cali y a la finca. La madre hacía voluntariado con niñas abandonadas y madres solteras. El futuro comandante anota: “Yo no nací en el seno del pueblo. Pero tengo una formación cristiana muy profunda, dentro de los ideales muy verticales de mi familia”. Después los flexibilizaría. 



Un condiscípulo de adolescencia recuerda: “El arribo de Carlos al seminario fue un suceso… se regó la noticia de que llegaba un muchacho de Cali que hablaba inglés y era muy rico, dos cosas que generaban gran expectativa porque la mayoría veníamos de zonas rurales y casi todos éramos bastante arrancados. La decepción inicial es cuando dice que vivió en Estados Unidos de chiquito, pero que del inglés es bien poco lo que se acuerda. No se pudo negar que era rico porque en el seminario estaba prohibido tener plata y ni tienda había para gastarla; pero tampoco se confirmó, porque no le mandaban mayor cosa de la casa. La decepción mayor fue cuando se puso en la portería con soberbio buzo negro, guantes y rodilleras y le marcaron 9 goles. A los pocos días Carlos parecía ser un cristiano como todos”. 


Un compañero de colegio anota: “Fui amigo de Carlos en La Salle y hacíamos lo de todo el mundo: deporte, estudiar, hablar, soñar con novias bien queridas… Recuerdo dos cosas muy precisas: una pasión desbordante en el deporte y un sentido grande de la amistad… Me llamó mucho la atención verlo a lo último, tan igual y tan distinto a como lo había conocido. Era bien parecido, mirando la foto del grado sí es verdad que el apodo de Clark Kent le cayó como anillo al dedo” . 


Desde esa época abundaban en Cali las barras juveniles o pandillas. Pizarro perteneció a una de las más inofensivas. Según un amigo “siendo oligarca, es orgulloso, petulante y vanidoso. Egocentrista, narcisista, ególatra y buen mozo. Es el Dios de las mujeres, el favorito del dinero, el sol de los burgueses, el adorno del árbol navideño, el conquistador del mundo. Es erudito en muchas ciencias que se compran con dinero, el Don Juan de la República pues no hay mujer que se resista a ese conquistador que brota como un manantial de amor de sus cabellos. Su mirada es penetrante, por eso a mirar solo se atreve a través de un lente oscuro para no fundir las cosas que contempla” . También aporta de su archivo un poema dedicado a PIZARRO CARLOMAGNO

 

He aquí al hijo de Pipino el almirante, 

al rey de los francos oligarcas, 

al bachiller de los billetes y al soberano burgués de los hermosos. 

Es él... Don Carlos... el príncipe azul de las mujeres“


Pizarro se trasladó a Bogotá y entró al Little American School, propiedad de una tía materna; después pasó por Nuestra Señora del Pilar y finalizó secundaria en el Instituto de La Salle, de los Hermanos Cristianos, gracias a un tío abuelo que había sido profesor. Obtuvo su bachillerato en 1968 para ser admitido en la Facultad de Derecho de la Universidad Javeriana, en donde el padre Giraldo elegía a dedo y formaba la dirigencia del país. Por pura casualidad 68era encontró en la Pontificia el caldo de cultivo para su rebeldía con el movimiento estudiantil bogotano, manifestaciones, pedreas y cierre de universidades o facultades problemáticas.


En toda Latinoamérica hubo elitistas seductores con estricta formación católica y capacidad de liderazgo mediocre. Algunos añoraron el populismo de héroes idealizados y abrazaron con júbilo la revuelta estudiantil francesa adobada con nacionalismo, son cubano, sandinismo y la consigna incendiaria de Camilo Torres: el deber de todo buen cristiano es hacer la revolución. Muy silenciados en Colombia fueron los ecuatorianos de ¡Alfaro Vive Carajo!, pupilos militares del M-19. Al envejecer, los alfaristas mejor educados superaron la trascendencia revolucionaria para condenar la violencia burlándose de su locura y soberbia juveniles. Pizarro, el Comandante Papito, murió vilmente asesinado sintiéndose prócer, apóstol de la paz, con una hinchada realmente insólita para el daño que causó. 





REFERENCIAS


Bautista, Myriam (2015). “Margoth Leongómez de Pizarro, una madre coraje”. El Tiempo, Enero 21


Bolaños Martínez, Arturo (2014) . “Carlos Pizarro Leongómez : de guerrillero a candidato presidencial”. Tesis - Universitat Pompeu Fabra. Institut Universitari d'Història Jaume Vicens i Vives


Semana (1985) “Los Pizarro somos así. Después de una generación de militares, una generación de guerrilleros”. Revista Semana, Julio 7 


DOCUMENTAL ISABEL DÁVALOS

Sobre Alfaro Vive Carajo !












lunes, 2 de mayo de 2022

Oligarcas rebeldes

Publicado en El Espectador, Mayo 5 de 2022 

La criminología analiza por qué unas pocas personas delinquen. Pero no ayuda a entender a quienes sin ser criminales apoyan la violencia y disfrutan privilegios de la élite social, económica o intelectual. 


“Cuando el M19 inició la búsqueda de diálogo y se pactó la tregua, se instaló en mi casa; vivían en el piso de abajo y era muy divertido porque para que Liborio no notara su presencia, tan pronto se aproximaba la hora de su llegada o sonaba el pito del carro, volaban por toda la casa desocupando ceniceros, recogiendo vasos, todo el desorden, era muy tierno, no te logras imaginar a los monstruos que describe el establecimiento limpiando ceniceros, barriendo, arreglando las sillas y demás para que todo quedara en orden y luego en absoluto silencio se encerraban en su cuarto”.


La frase anterior podría ser de una joven militante pero es de una elegante dama bogotana, elegida del sistema, a quien le parecía divertido colaborar con quienes tomaron las armas y cometieron crímenes graves dizque para cambiar el mundo. 


Casada con un conservador laureanista, típico representante de la extrema derecha, María Mercedes Araújo tuvo dos hijas que estudiaron en el colegio Nueva Granada, el más costoso de Colombia, para luego instalarse en EE.UU. con sendos maridos norteamericanos. Era lo más cercano al prototipo de mamerta que se pueda imaginar. Anti militarista visceral, replicó que “a un militar no se le puede creer” cuando le explicaron que las amenazas contra su amigo guerrillero Ricardo Lara Parada provenían del cura Pérez del ELN, no como “todos pensábamos que se trataba del ejército“. Con sinceridad conmovedora acepta que deploró la Operación Jaque en la que las FFAA liberaron a Ingrid Betancourt y otros secuestrados de las FARC porque "se había cerrado la opción de diálogo y triunfado el militarismo … descorazonaba tener que reconocer el éxito de la política de seguridad democrática”. 


Su oposición al establecimiento y su extrema aversión a denunciar la llevó a cubrir un partícipe en el secuestro de Álvaro Gómez. Momia, un “gamín que tenía cuarenta años, y era una especie de dirigente callejero que mantenía organizados a los chicos” conocía el lugar de cautiverio del célebre rehén: 

  • Yo sé exactamente dónde está, qué hace, qué come y cómo lo tienen
  • Por Dios Momia, eso no es posible, debe estar confundido
  • ¿Quiere que le dé pruebas? - me respondía


Camilo Torres Restrepo fue hijo de un prestigioso médico casado con Isabelita, “compañera fiel y perenne de las causas de su amado hijo”. A pesar de su origen aristocrático, desde pequeño sintió “especial inclinación hacia los pobres y sus dificultades”. Su formación y educación fueron privilegiadas. “A la edad de dos años lo llevamos a Europa, donde vivió por espacio de tres años en Bélgica y España (Barcelona). Allí adquirió una escarlatina, y su padre, preocupado por su salud, le prodigó múltiples cuidados razón por la cual contrató una institutriz que le enseñó a leer y escribir”. 





De regreso a Bogotá, con ocho años, ingresó al Colegio Alemán donde cursó la primaria hasta que el establecimiento cerró a causa de la guerra. El primer día de clases un compañerito alemán habló mal de Colombia y Camilo “le contestó a puñetazos tumbándole los dientes”. Gracias a este incidente temprano de matoneo ganó mucho respeto entre sus camaradas. “Joven inteligente, brillante, lúcido, ya en cuarto de bachillerato editaba un periódico, El Puma. Excelente deportista, no hubo deporte que no practicara”. Ingresó luego al Seminario Mayor en donde tuvo un desempeño brillante. Las autoridades eclesiásticas le adelantaron la ordenación sacerdotal para que fuera a estudiar sociología a la Universidad de Lovaina, en Bélgica. 


En su época de seminarista estuvo en contacto con dos curas franceses que tuvieron gran influencia sobre él. Después de estudiar en Lovaina regresó al país cuando cayó Rojas Pinilla. Luego volvió a Europa para graduarse y en París entró en contacto con revolucionarios argelinos que luchaban contra la colonización francesa. 


De nuevo en Bogotá fue nombrado capellán y profesor de la Universidad Nacional. Por su activa participación en el movimiento estudiantil lo destituyeron. Se acercó a organizaciones que pregonaban la lucha armada. Participó en varios seminarios internacionales contra las estructuras de poder y redactó una plataforma de acción revolucionaria. Abogaba por “la necesidad de una revolución para dar de comer al hambriento, vestir al desnudo y realizar el bienestar de las mayorías de nuestro pueblo”. Consideraba necesario “quitarles el poder a las minorías privilegiadas para dárselo a las mayorías pobres… la revolución es no sólo permitida, sino obligatoria para los cristianos que vean en ella la única manera eficaz y amplia de realizar el amor para todos”. Tomó las armas con el ELN y murió en un enfrentamiento con el ejército. Su mensaje  cristiano pero violento tuvo enorme influencia entre intelectuales de Colombia y toda América Latina.  



REFERENCIAS


Hernández, Milton (2006). Rojo y Negro. Historia del ELN. Txalaparta


Maya, Maureen (2008). La oligarca rebelde. Conversaciones con María Mercedes Araújo. Bogotá: Debate


Villamizar, Darío (2018). Las guerrillas en Colombia: Una historia desde los orígenes hasta los confines. Debate