domingo, 25 de octubre de 2020

La Bella Otero: seducción y poder

 Publicado en El Espectador, Octubre 29 de 2020

Columna después de los memes






Un ejemplo paradigmático del ilimitado alcance de la seducción es extremo, arbitrario e irrepetible. Pero no deja de ser ilustrativo. El personaje, símbolo de la Belle Époque, se llamó Agustina, luego Carolina, pero se inmortalizó como la Bella Otero sin ser particularmente hermosa. 

Su insólita carrera la resume bien una escena el 4 de Noviembre de 1898. En una habitación del lujoso Hotel Casino Paris en Montecarlo, se reunieron con ella varios miembros de la realeza europea. Asistieron el zar Nicolás II de Rusia, Leopoldo II de Bélgica, Eduardo de Gales -heredero de la reina Victoria- Alberto I de Mónaco y Nicolás de Montenegro. El propósito de tan exclusiva cumbre: celebrarle los 30 años a la Bella Otero, amante de todos ellos.

Hija de una madre soltera con siete hijos de distinto padre, Agustina Otero fue violada a los once años por el zapatero de Valga, un pequeño pueblo de Galicia. Sin haber pasado un solo día por la escuela se fugó a los 14 años con Paco Colli, un vividor catalán que fue su amante, su maestro de danza y su proxeneta. En algún momento, Paco cometió el error de enamorarse, proponerle matrimonio y, según ella, estropearlo todo. De todas maneras, siguió actuando en cabarets de mala muerte y atendiendo los clientes que él le conseguía. Paco se preocupó por buscarlos cada vez más pudientes. A los pocos años, cuando las cosas parecían marchar, insistió en convencerla que dejara el oficio. Él ya podría mantenerla, pero ella se negó de nuevo. En Montpellier ya había recibido una buena oferta matrimonial de un industrial de Lyon y la había rechazado. Fue en esas andanzas que, en Marsella, conoció a quien crearía una leyenda a su alrededor.

Ernest Jurgens, un nativo de Chicago y empresario del espectáculo en Nueva York tenía 36 años, estaba casado y con tres hijos cuando quedó cautivado por Carolina. En la Petite Poupée, salió al escenario la mujer más deseable que había visto, y que cambiaría su vida. Esa misma noche ya estaba en su cama. Aunque la Otero diría después que fue gracias a sus dotes para el baile que conquistó a Jurgens, lo que realmente impresionó al empresario, con olfato y experiencia, fue la manera como, a pesar de su desempeño mediocre en el escenario, lograba tal impacto en los hombres que la observaban. Desde que la vió cayó locamente enamorado. Carolina tenía, en dosis descomunales, verdadero sex appeal.

La Otero, desprendida desde niña, no tuvo reato para cambiar a Paco por Jurgens, quien se la llevó para París. Allí la presentó al Maestro Bellini, uno de los más afamados directores de music-hall de Europa. Le pidió que preparara en un par de meses a su amada para lanzarla en Nueva York. Con mucha franqueza, Bellini, tal vez homosexual, le dijo que no se podría, ni en un año ni tal vez nunca. "No sabe bailar, no sabe cantar y no tiene estilo”. Ese pesimismo no desanimó a Jurgens. Contrató al maestro, no con fondos de la compañía, que tenía más socios, sino con sus propios recursos. Gracias a Jurgens y Bellini, se empezaron a crear mitos alrededor de Carolina, esa misteriosa bailarina española. Se dijo que era una condesa andaluza, la hija secreta de Eugenia la emperatriz de Portugal, que se había escapado de un harem turco. Bellini armó un grupo de catorce personas para apoyar a Carolina. Todas cantaban y bailaban mejor que ella. Un famoso escenarista que la entrevistó diría: “todo lo que hay que hacer es raspar con na navaja la superficie para quedar al frente de una descontrolada y lujuriosa pantera en celo”.

Al llegar a Nueva York, los mitos alrededor de la diva se consolidaron. Jurgens había invertido toda su riqueza personal e hipotecado su casa para financiar la formación de Carolina y montar el primer espectáculo. El debut fue un éxito impresionante. En contra de los temores de Bellini y como lo intuyó Jurgens, todos quedaron cautivados. “Baila con vigor y abandono. Todos sus músculos se coordinan y sus contorsiones son maravillosas”. Tan sólo algunos conocedores –probablemente gays- señalaron sus debilidades. Uno de los principales críticos de espectáculos anotó someramente: “anoche vimos cantar, y oimos bailar a la señorita Otero”.

Luego de tres semanas en la Gran Manzana, el multimillonario William Vanderbilt la invitó a cenar. A la primera cita le llevó un brazalete de diamantes en forma de serpiente. El romance duraría años. También en Nueva York la Bella inspiró un poema de José Martí.  Al volver a Europa, se cree que fue amante de Gaudí y de Gustave Eiffel.  Con más de cincuenta años, calmaba los bríos de Aristide Briand, político francés precursor de la unidad europea y tan aficionado al placer como ella. Continúa. 

 

REFERENCIAS


Lewis, Arthur (1968). La Belle Otero. A Biography. New York: Pocket Books

Posadas, Carmen (2002). La Bella Otero. Planeta-De Agostini. (2002)

Prioleau, Betsy (2003). Seductress. Women Who Ravished the World and Their Lost Art of Love. Penguin

 Tournier, Paul (2003). Las cortesanas. Barcelona: Manontropo

http://biografiasiniestras.blogspot.com/2010/05/la-bella-oter0.html

https://www.lavozdegalicia.es/noticia/cultura/2015/04/02/bella-otero-estrella-primera-victima-censura-cine/0003_201504G2P33991.htm

https://www.elidealgallego.com/articulo/coruna/reportaje-mujer-mas-bella-mundo-salio-valga-deslumbrar-paris/20180929210843385621.html

https://www.cibercuba.com/noticias/2019-10-04-u199370-e199370-s27315-bella-otero-bailarina-espanola-inspiro-jose-marti


Nota: Hay discrepancias con relación al lugar de celebración del 30 aniversario de La Bella Otero. Prioleau dice que fue en Maxim´s, en Paris. El nombre del sitio "Hotel Casino Paris" se presta para confusiones. Todo parece indicar que si fue en Montecarlo. 

martes, 20 de octubre de 2020

Asesinos de intelectuales

Publicado en El Espectador, Octubre 20 de 2020

Columna después de los memes




Con alta dosis de cinismo, un dizque honorable senador confesó que las Farc ordenaron el asesinato de Álvaro Gómez y el de Jesús Antonio Chucho Bejarano.

Sobre el primer atentado ha habido debate y críticas a la JEP por ayudar a que presuntos involucrados en un crimen de Estado en pleno proceso 8.000 lavaran su imagen. Sobre el segundo hay menos dudas. Siempre se sospechó que las Farc habían planeado y ejecutado a mansalva su infame ataque cuando, en septiembre de 1999, Chucho se dirigía al salón de clases, en la Universidad Nacional de Colombia.

Al igual que otros grupos dedicados en el mundo al terrorismo –“ sucesión de actos de violencia ejecutados para infundir terror”- las Farc-Ep no le perdonaron a un intelectual de la talla de Bejarano atreverse a criticarlos como hizo con todos los “actores armados” del conflicto colombiano. No podían reprocharle pertenecer a la oligarquía tradicional. Tatiana Acevedo hizo la tarea de revisar su impecable trayectoria y cuenta que él había dicho: “Soy un hombre de provincia… de una tierra de paz… una tierra que sabe cuánto cuesta la guerra.. no son ya necesarios los apellidos y los padrinazgos para desempeñar funciones en el Gobierno”. Lo mataron cobardemente en lo que debía ser un territorio libre de violencia, la universidad, por tener claridad sobre “el proceso de deslegitimación que a lo largo de los años 80 vivió no solo el Estado, sino también la subversión armada”. 

Un proceso similar de reacción violenta contra quienes fueron sus aliados en la lucha contra la dictadura franquista lo tuvo “la banda terrorista ETA”, como se denomina sin ningún aspaviento en España a esa organización criminal, cuando ”eligió intelectuales antifranquistas como blanco”. A partir del 2000 esta “socialización del sufrimiento”, el cínico lema etarra para la nueva estrategia del terror, dejó 23 personas asesinadas, con ataques concentrados en “la intelectualidad socialista y antifranquista”. 

Un ícono de esta sangrienta campaña fue José Ramón Recalde, dueño de la Librería Lagun, situada en el casco antiguo de San Sebastián, que primero fue símbolo de resistencia contra el franquismo para luego convertirse en bastión de la lucha antiterrorista. Los fanáticos de la violencia no toleran críticas y mucho menos a quienes consideran traidores, como las Farc veían a Bejarano. Así, el célebre centro de reunión de intelectuales vascos que buscaban defender la cohesión, la pluralidad y los valores democráticos se convirtió tanto en un referente ético de la ciudadanía como en objetivo militar de la banda, siendo objeto de numerosos ataques de kale borroka, la violencia callejera para apoyar el nacionalismo extremo. 

En Zucule, el boletín interno de ETA, se señala a finales del 2000 que aunque el librero Recalde había sido “militante antifranquista” se había convertido en enemigo “por su militancia contraria a la liberación de Euskal Herría”. Años antes los políticos socialistas del PSOE ya eran considerados objetivo militar. Haber militado en contra de la dictadura dejó de ser obstáculo para matar. A ETA “le preocupaba mucho la influencia intelectual de los constitucionalistas procedentes del antifranquismo”. Se sentían poco amenazados  por la la élite pensante “sofisticada, dirigida a minorías”. Los verdaderos enemigos eran “los intelectuales generadores de pensamiento que lo socializaban en los medios de comunicación”, tal como lograba hacer Chucho Bejarano. 

El 14  de septiembre de 2000, al llegar a su casa, Recalde recibió un tiro de frente disparado por un joven que salió corriendo. Su esposa lo llevó al hospital. La bala le destrozó la cara pero la inexperiencia del terrorista le salvó la vida por unos milímetros. 

Menos suerte corrió Samuel Paty, el profesor de historia en un colegio de secundaria francés al que un hombre armado con un cuchillo de 32 centímetros esperó hace unos días a la salida del establecimiento, lo siguió hasta su casa y lo decapitó.  Tras el ataque, el asesino fotografió el cadáver y subió la imagen a twiter con una nota dirigida al presidente Macron. “En el nombre de Alá, el todo misericordioso… he ejecutado a uno de los perros del infierno que han osado rebajar a Mahoma”. 

Paty educaba futuros ciudadanos. “Era sonriente y alegre, próximo a los alumnos y orgulloso de ellos” anota una joven de 14 años. Expuesto a inmigrantes de las procedencias y religiones más diversas, en una clase que acabó mal había discutido con sus alumnos los atentados de 2015 contra el semanario Charlie Hebdo. El docente advirtió que quien no quisiera mirar las caricaturas del profeta del Islam que iba a mostrar podía “cerrar los ojos, desviar la vista o salir de clase”. El padre de un alumno protestó y activó en redes sociales una campaña furibunda contra Paty acusándolo de difundir pornografía. Cinco años después del “Je suis Charlie” nace en Francia otra consigna solidaria: “Je suis prof”, como Chucho. 




https://elpais.com/espana/2020-10-16/las-piezas-de-caza-mayor-de-eta.html


https://elpais.com/internacional/2020-10-17/un-golpe-al-nucleo-de-la-republica-francesa-la-escuela.html


https://www.eltiempo.com/opinion/columnistas/maria-isabel-rueda/honorable-asesino-columna-de-maria-isabel-rueda-542664


https://www.elespectador.com/opinion/antologia/

sábado, 10 de octubre de 2020

La vacuna de Montesquieu

 Publicado en El Espectador, Octubre 15 de 2020

Columna después de los memes






Un escenario ilustrativo de la importancia de separar poderes fue la ceremonia en la Casa Blanca con que Donald Trumpo oficializó la nominación de Amy Coney Barrett como juez de la Corte Suprema. 


Las pesquisas apuntan a que el Covid-19 le cayó al señor presidente el día de esa irresponsable reunión en los jardines de su mansión, con casi 100 personas codo a codo y sin mascarilla. El engreído líder ignoró las recomendaciones para prevenir el contagio. Algunos eufóricos republicanos se abrazaron celebrando la victoria sobre la máxima instancia judicial. La exasesora  de comunicación del ejecutivo, el exgobernador de Nueva Jersey y un senador resultaron positivos junto con Trump, su esposa y varias personas más. Un asistente lamentó públicamente su “error de juicio” por no usar tapabocas. 


España también sufre dolencias similares. Al preguntarse si la arquitectura normativa del poder judicial lleva a los políticos a inmiscuirse en asuntos que no deberían, un constitucionalista añora la época en la que los jueces eran, como recomendaba Montesquieu en el Espíritu de la leyes, “poco menos que invisibles, unos anónimos funcionarios que aplicaban las leyes aprobadas por el Poder Legislativo”. Lamenta la carga ideológica de muchas sentencias judiciales contemporáneas, que ocupan lugar destacado en los medios de comunicación y se critican públicamente como si fueran manifiestos políticos y no “resoluciones derivadas de aplicar el ars iuris a unos hechos concretos”.


Las quejas españolas sobre politización de la rama judicial se basan en una especie de puerta giratoria en la que los jueces que prestan “servicios especiales” pueden ocupar puestos públicos y luego retornar a la judicatura. A diferencia de los militares, que para dedicarse a la política deben renunciar a su profesión, los jueces, al igual que otros funcionarios públicos, pueden volver a ejercerla. Está por otro lado la elección de los integrantes del Consejo General del Poder Judicial escogidos “según cuotas de partidos, con la coda de su presidente también pactado”. 


Estos síntomas de disfunción institucional tienen poco que ver con la injerencia en las tareas legislativas y ejecutivas que de manera arbitraria y contraria al principio de separación de poderes, fue auto asignándose la justicia constitucional colombiana. Cual contagioso virus, la tutela contaminó y prácticamente paralizó todas las jurisdicciones. Las megatutelas han sido actos de magistrados soberbios fungiendo de líderes populistas. Sigue faltando un diagnóstico idóneo para controlar tales excesos. Cual Trump ante el coronavirus, se optó por ignorar los efectos perversos de una justicia politizada, incluso totalitaria. 


Por la puerta trasera, sin que jamás se diera una discusión amplia y democrática al respecto, un pequeño grupo de constitucionalistas de la capital fue configurando un verdadero esperpento judicial que se entromete en la política y la administración pública sin que prácticamente nadie cuestione su desproporcionada interferencia en decisiones estatales y privadas. 


El irresponsable y contagioso evento con el que Trump celebró la llegada de la juez Barrett –católica y tradicionalista- a la Corte Suprema norteamericana ni siquiera fue invento suyo. Como buen demagogo, reprodujo el que había montado Bill Clinton para presentar en 1993 a la célebre magistrada progresista Ruth Bader Ginsburg, que acaba de fallecer. Pero el giro ideológico en el alto tribunal no implica ningún atentado contra las reglas del juego previamente establecidas para las relaciones entre el ejecutivo y la rama judicial. En Colombia, por el contrario, la abusiva injerencia presidencial en el diseño mismo de la administración de justicia ha sido una práctica común que no corrigió la Constitución del 91. Un ejemplo reciente y protuberante de atentado contra la división de poderes fue la creación de la JEP por el régimen santista. Lo que se empieza a saber sobre décadas de estrechos vínculos de las Farc, amnistiadas por fast track, con los carteles de la droga produce efectos como de  coronavirus: falta de aire, dolor en el pecho, algo de rebote.


Hasta ahora, la interferencia de la Corte Constituicional sobre los otros poderes y la manipulación del ejecutivo sobre la justicia se han justificado con razones nobles, como la paz o la defensa de derechos fundamentales manufacturados. Por eso la mermelada es terca y la corrupción se olvida. Pero la captura de una corte por la derecha, que hoy celebran Trump y los republicanos, también podría ocurrir en Colombia. Este giro ideológico provocará espasmos en un constitucionalismo sesgado, acrítico y parroquial. Cuando un petit comité se dedique, por ejemplo, a legalizar con jurisprudencia el porte de armas, la guerra frontal contra la dosis personal, la prohibición definitiva del aborto, la inmunidad para militares y policías por razones de orden público o la vigilancia privada sin control, la misma élite jurídica se rasgará las vestiduras sin reconocer que semejantes boquetes los abrió el irresponsable idealismo que ignoró nuestra tradición legislativa. Ahí sí evocarán a Montesquieu. 



https://elpais.com/internacional/elecciones-usa/2020-10-03/un-domino-de-contagios-en-torno-a-la-casa-blanca.html


https://elpais.com/opinion/2020-10-02/volvamos-a-montesquieu.html


https://www.eltiempo.com/unidad-investigativa/alvaro-gomez-mafia-de-cali-pidio-a-farc-rechazar-extradicion-542403


https://www.lv16.com.ar/sg/nota-96666/disuelven-parlamento-venezolano-y-acusan-a-maduro-de-autogolpe

martes, 6 de octubre de 2020

Mafaldas y Susanitas colombianas

 Publicado en El Espectador, Octubre 8 de 2020

Columna después de los memes






Acaba de morir Quino, el genial caricaturista argentino. No ha perdido vigencia la división básica de las mujeres propuesta por él hace varias décadas. 


Están por un lado las Mafaldas, que le dan prioridad a la educación y a su carrera, se preocupan por la política, el medio ambiente, la justicia social y buscan arreglar el mundo. En el otro extremo están las Susanitas, obsesionadas por casarse y tener hijos, sin importarles mucho lo que ocurra más allá de su hogar. 


Hace años, en Colombia hubo debate público entre unas y otras. En 1982, por ejemplo, para el Día de la Mujer, una ama de casa defendía su posición: "el hogar debe ser el objetivo vital, sacar los hijos adelante y darles bases sólidas para que, en un mañana, sean profesionales honestos". Una Mafalda, a su vez, criticaba al feminismo colombiano por haberse centrado en la liberación sexual. 


Posteriormente, el debate se convirtió en monólogo y después en regaño, como dejó claro el rechazo a Marta Lucía Ramírez, la vicepresidenta. Las Mafaldas intensas no la quisieron aceptar en su club por ser de derecha, aunque no hayan podido encajarla en el estereotipo de Susanita. “Soy mujer y no me representas… Tus ideas no llevan la bandera de todas las mujeres jóvenes ni del feminismo ni de la comunidad LGBTIQ”. 


En el 2005 construí con la Encuesta Colombiana de Valores (ECV) un indicador para identificar a las Mafaldas y a las Susanitas en Colombia. Es una lástima que esta encuesta no tenga información sobre asuntos de pareja. La variable clave para el índice fue el acuerdo o desacuerdo con la idea de que ser ama de casa es tan satisfactorio como tener un empleo pagado. Con base en esta y otras cuatro variables de la ECV –si en épocas de crisis el empleo masculino debe ser prioritario, el número deseado de hijos y la importancia de estos para realizarse como persona y el interés por la política- calculé un indicador que agrupa a las compatriotas en tres categorías: las Mafaldas, las intermedias y las Susanitas. 


La variable construida no tiene nada que ver con que la mujer tenga un empleo. No es algo tan burdo como “Mafalda trabaja, Susanita es ama de casa”. Es lo que piensan y opinan las mujeres, son sus valores. Esta versión de la ECV no da información sobre la situación laboral, allí debe haber Susanitas con empleo y, también, Mafaldas sin trabajo. Lo que sí se se pregunta es qué tan felices se sienten las mujeres con sus vidas.


El ejercicio de comparar este índice con otras variables de la ECV arroja resultados interesantes. Las feministas, y en general las intelectuales, le deberían poner más atención a todas las colombianas, y no sólo a las que piensan de determinada manera. En estado puro o mezcladas, las Susanitas  no sólo son mayoría en el país sino que en promedio se sienten más satisfechas con sus vidas que las Mafaldas. El trillado cuento de que una mujer con valores tradicionales es siempre una víctima toca revaluarlo. O, tal vez, agregarle que el sistema patriarcal ha desarrollado sofisticados mecanismos de lavado cerebral para las mujeres hogareñas.


Un resultado nítido es que ser Mafalda es una característica que ha ganado terreno con el tiempo. El feminismo tiene cada vez más seguidoras. Entre las jóvenes, las Susanitas no alcanzan una de cada cinco mujeres. Entre las cincuentonas ya casi son mayoría. La atracción que ejerce el hogar ha ido decayendo sin cambios bruscos: más o menos 1% de las mujeres dejan de ser Susanitas cada año. Las Mafaldas, por el contrario, aumentan hasta que dejan de estudiar. A los 30 empiezan a ser menos que las Susanitas y al borde de la tercera edad son casi un tercio de sus contrincantes.


Con la explosión y mediatización del feminismo light, al que adhirieron actrices, cantantes y hasta reinas de belleza, las dogmáticas de la vieja guardia se han atribuído todo el mérito de este avance. Menosprecian una variable clave y es el número de hijos que tiene una mujer. Mientras entre quienes no los tienen la proporción de Mafaldas es casi la mitad, para las mujeres con familia grande, 4 hijos o más, el porcentaje es inferior al 10%. El avance del feminsimo ha sido más una secuela de la contracepción y la transición demográfica que de la ideología. 


Además, como cualquiera que ha criado lo sabe, tener mucha prole es una carga demasiado pesada. No sorprende que la felicidad reportada por las Susanitas, y las Mafaldas que se aventuraron a dejar descendencia, disminuya con el tamaño de la familia. En mi casa era común una frase cuando se oía alguna feminista demasiado soberbia: “esa no sabe lo que es ser madre”. 






https://pacifista.tv/notas/marta-lucia-ramirez-soy-mujer-y-no-me-representas/

Encuesta Colombiana de Valores 2005

Metodología del índice Susanitas y Mafaldas