lunes, 25 de mayo de 2020

Dos tipos de soberbia

Publicado en El Espectador, Mayo 28 de 2020
Columna después de los memes






Las presiones de la cuarentena exacerbaron los conflictos familiares. En algún momento les dije a mis dos hijos mayores que dejaran la soberbia y lo tomaron mal. Me sorprendió la molestia por un término que mucha gente ha usado conmigo y en general con los economistas. Reflexionando sobre mi gaffe concluí que hay dos soberbias bien distintas: una laboral o profesional y otra profunda, vital.

La economía contemporánea pretende tener la mejor teoría del comportamiento humano: la elección racional. Activos predicadores pretenden colonizar territorios buscando imponer su visión de los mercados y de la sociedad. La prepotencia dentro de la profesión es notoria. “Yo pensaba que los físicos eran la gente más arrogante del mundo. Los economistas lo son aún más”, anota un segundón. Los sanguinarios enfrentamientos en ciertos seminarios universitarios de economía son legendarios.

Pero la intolerancia entre colegas es juego infantil al lado del llamado imperialismo económico. O piensan como nosotros o no existen, parece ser el lema que varios economistas expresan sin rubor. “Mientras la economía aplica sus herramientas a una amplia gama de asuntos sociales, se transformará en sociología, antropología y ciencia política. Mientras estas disciplinas se hacen cada vez más rigurosas no simplemente se asemejarán sino que serán economía”.

Jack Hirshleifer, economista experto en conflicto es transparente. “Crimen, guerra, política, la lucha por la apropiación, son un continente intelectual en el mapa de la actividad económica… los economistas encontraremos un número de tribus nativas -historiadores, sociólogos, psicólogos, filósofos, etc.– que, con sus primitivos métodos intelectuales, nos han precedido. Una vez que los economistas consigamos implicarnos, ¡por supuesto que barreremos estos a-teóricos aborígenes!”. Según Hirshleifer, los principios económicos enmarcan incluso la biología. “El enfoque evolucionista sugiere que el propio interés es en últimas el principal motivador de los seres humanos y todas las formas de vida”.

Abundan afirmaciones en esas líneas.  “El enfoque económico proporcionará un marco en el que se basarán las ciencias sociales… las demás disciplinas carecen de paradigmas… Los historiadores y los politólogos no han (compartido) una teoría general para explicar todos los acontecimientos… Los demógrafos nunca han contado con un enfoque que pueda explicar cambios en fertilidad, en tasas de mortalidad o patrones de matrimonio… Los sociólogos reconocen que su disciplina carece de paradigma… Todas las ciencias sociales se definirán como el campo que explora el ajuste del comportamiento humano a cambios en las circunstancias, con maximización racional, y todos los científicos sociales serán economistas”.

En un debate sobre consecuencias fiscales de los fallos constitucionales, un economista colombiano se exasperaba por la ignorancia de los magistrados hasta el punto de llamarlos “burrisconsultos”. Fuera de infundir un temor reverencial entre economistas jóvenes para desafiar verdades aprendidas, una consecuencia de la arrogancia es la incomprensión y desinterés por fuera del reducido auditorio endogámico de estudiantes y colegas. La formalización matemática, en últimas, es una liturgia que sirve de barrera contra la crítica de otras disciplinas, reforzando la soberbia.

La gran ironía de la disciplina económica es la escasa, casi nula, destreza para llevar a la práctica su principal predicamento: maximizar la riqueza individual. Economista es casi siempre sinónimo de torpe para los negocios. La formación típica es para recomendarle “política pública” al soberano.

La soberbia idealista y progre es taimada, menos explícita. Se presenta como abierta, respetuosa e incluyente siendo bastante intolerante y mandona. No se limita al conocimiento sino que llega al “cómo debería ser la realidad”. Cuando Ignacio Sánchez-Cuenca, socialista español y profesor universitario, leyó una alusión a la superioridad moral de la izquierda, decidió mostrar que eso no era un manido cliché sino la verdad verdadera. De ahí salió un opus con ese modesto título que detalla por qué las ideas de izquierda son, efectivamente, moralmente superiores a las de derecha.

En una entrevista sobre su obra, el autor despacha sin rubor opiniones que cualquiera que haya conocido gente con esa orientación política digiere con dificultad. “Las personas de izquierdas tienden a ser más abiertas intelectualmente… La izquierda tiene una noción de libertad más potente, pero más difícil de transmitir: la libertad como autorealización y autogobierno de la persona, como capacidad de actuar autónomamente… nuestras ideas son la expresión más pura de la mejor forma de vida en sociedad, aquella donde no hay explotación ni dominación y los hombres, las mujeres, son, como diría Rosa Luxemburgo, completamente iguales, humanamente diferentes, totalmente libres”.

Cual estudiante de bachillerato después de su primer ensayo sobre el mejor mundo posible, Sánchez-Cuenca sueña que la lectura de su libro lleve a que todos y todas abracen las ideas de izquierda.


La gran ironía de esta soberbia es que apenas el izquierdismo más covencido de sus ideales llega al poder le tuerce el pescuezo a la igualdad, a las diferencias y a la libertad. Entre una y otra soberbia, que entre el diablo y escoja. Amén.



REFERENCIAS

Brenner, Reuven (2000). “Economía: ¿una ciencia imperialista?” en Roemer (2000) pp. 91 a 101

Hirshleifer, Jack (1993).  “El lado oscuro de la fuerza”. Discurso Presidencial pronunciado ante la Western Economic Association. Versión en español en  Textos selectos de Economía, http://www.eumed.net

Hirshleifer, Jack (1997). “Economics from a biological viewpoint”, Journal of Law and Economics, Vol 20, nº1, April

McCloskey, Deirdre (2000). How to be human, though an Economist. Ann Arbor: michigan University Press

Roemer, Andrés (2000) Compilador. Derecho y Economía: una revisión de la literatura. México: ITAM, FCE

Rubio, Mauricio (2007). Economía Jurídica. Una introducción al Análisis Económico del Derecho Hispano. Bogotá: Universidad Externado de Colombia. Versión digital

Sánchez-Cuenca, Ignacio (2018). La superioridad moral de la izquierda. Colección Contextos de Lengua de Trapo

Simón, Ana Iris (2018). “Por qué la izquierda se cree moralmente superior” Entrevista a Ignacio Sánchez-Cuenca. Vice, Julio 4

lunes, 18 de mayo de 2020

La gran familia de izquierda


Publicado en El Espectador, Mayo 21 de 2020
Columna después de los memes










Una secuela del coronavirus, asociada a la necesidad de más pragmatismo, será desprestigiar la charlatanería anticientífica. Una de esas fábulas activistas tiene que ver con la familia.

Para seguidores de Engels, la estructura familiar es perversa y prescindible. Menosprecian biología, historia, antropología, literatura y un largo etcétera. Contradicen ciencia, sentido común y la observación de cualquier sociedad, sobre todo en épocas de crisis. Su retórica, taimada y contradictoria, la manipulan tanto como cualquier dinastía oligárquica.

Marcela Iacub, feminista francesa, propuso hace años que la familia tradicional desapareciera y el Estado se encargara de la crianza. Pregona que la maternidad y la prole son “los principales enemigos de las mujeres”. Cuando le preguntaron si tenía hijos respondió: “no, tengo un perrito”. Como ella, abundan à gauche quienes consideran la familia un dogma religioso, un artificio cultural superable. Millones de personas buscando afanosamente confinarse con los suyos demostraron exactamente lo contrario: es una institución universal y natural. En su afán por hacerse propaganda, Claudia López colgó un video que subliminalmente respalda la crianza estatal: bebés recién nacidos en un hospital público con la familia encerrada en casa.

Feministas soñadoras han propuesto la sororidad, una asociación solidaria de mujeres contra el patriarcado. Aunque desde los sesenta militantes gringas proclamaban “sisterhood is powerful”, el término siempre fue controversial. El “síndrome de la abeja reina” se refiere a mujeres poderosas detestables con sus congéneres. Una encuesta del 2015 mostró que 22% de las francesas prefieren trabajar únicamente con hombres mientras que el entorno sororo, exclusivamente femenino, lo aprecian solo 4% de ellas. Antes, en 1973, un estudio norteamericano encontró que las jefas o directoras tendían a “tratar mal a sus subordinadas, incluso a sabotearlas para proteger sus privilegios”. En Colombia tampoco hay acuerdo. Carolina Sanín, considera nefasto un concepto que elimina la crítica entre mujeres, a la que no le tiene agüero: según ella, el día de la madre es “para recordar que el logro más grande de todo ser humano es sobrevivir a (esas) garras”. Cándidamente, Catalina Ruiz-Navarro anota que "hacemos parte de un sistema que nos tiene jodidas y nos vamos a aliar para enfrentarlo". Sin Rosas Blancas, por supuesto.

Los regímenes totalitarios siempre buscaron control estatal temprano de la educación. Al iniciarse, la dictadura cubana estimuló el embarazo adolescente para reclutar y adoctrinar simpatizantes incondicionales desde la cuna. Pero para ejercer su tiránico poder, los hermanos Castro se aferraron a la estructura tradicional, con vínculos de sangre. El tirano mayor murió admirado por la gran familia progre.

El M-19 utilizó intensamente la retórica parental. Antes de irse al monte, su máximo líder  ilustró el sentido de la familia para la política armada.
- Oiga compadre -dijo Jaime Bateman mirando los postes de la calle- es que no van a alcanzar para colgar oligarcas
- Ajá, compadre, ¿y yo caigo ahí?
- Usted se salva porque usted es mi compadre

El mismo comandante pregonaba la cadena de afectos “de la mamá, las hermanas, la amante… que defiende de la muerte, del peligro”. Lina, colegiala reclutada en Bogotá encontró en la militancia “una forma de vida familiar que no había disfrutado en su infancia”. Su peculiar parentela la entrenó para la guerra, para luego ser destacada por sus aportes a la paz. 

Un afán de las Farc después del bombardeo a Raúl Reyes fue encontrar las caletas que, además de las que financiaban la guerra, reservaba para su familia. Esa previsión pensional fue común entre comandantes que manejaban finanzas con doble contabilidad. Al mejor estilo narco, los subversivos comunistas les dieron a sus hijos educación en colegios privados de élite y en el extranjero. Esa generación profesional habría presionado el fin de la guerra para disfrutar en paz y en familia su dinero sucio. Con retórica igualitaria, que muchos intelectuales creyeron a pie juntillas, esos patriarcas rentistas, siempre preocupados por la injusticia social, enmudecieron ante los recientes desatinos y atropellos contra familias desprotegidas. No serán ellos quienes ayuden al pueblo en esta crisis. La política solo les interesa cuando afecta el patrimonio familiar. El populismo lo dejan a  los narcos.

La incongruencia más flagrante de la fraternidad izquierdista fue machacar miseria y desigualdad como causas del conflicto para luego menospreciar, incluso aplaudir, las caídas de producción y empleo que dejaron en la ruina a millones de personas no emparentadas. Allá ellas por vivir tan lejos, habrán pensado en su cuarentena privilegiada con teletrabajo, libros a domicilio y demasiada distancia social. Algunas empleadas domésticas sí fortalecieron lazos con el hogar que las emplea: la “de por días” fue ascendida a interna. No importó separarla de sus hijos, que siempre vivieron del rebusque, y saben subsistir sin nada. Por fortuna, la gran familia progre, rigurosa y sin prejuicios, sabe que quienes causan esos horrores votaron No en el plebiscito.


REFERENCIAS


Baron-Bradshaw, Michèle (2017) “La sororité est-elle possible ?”. Sysiphe, Nov 2

BBC (2018) "Sororidad, la palabra que plantea una especial forma de apoyo entre las mujeres". BBC Mundo, Marzo 9

Blanc, Aurélia (2018). "Sororité et ta soeur!". Causette #88, Avri

Castro, Juanita (2016). Fidel y Raúl, mis hermanos. La historia secreta. Penguin Random House

Chaparro, Camilo y Eccehomo Cetina (2016). El Dorado de las FARC. El banco secreto de la guerrilla en la selva. Bogotá: Grupo Zeta

Cibercuba (2019). “Las "patrullas click": el gobierno cubano pone a niños a vigilar el consumo de combustible en los barrios”. Sep 18

Domenech, Dan (2017). “A look at Cuba's education system: high literacy rates, free college come at a price”. AASA, May 3

Duzán, María Jimena (2016). “El guerrillero del San Viator”. SemanaSep 27

López Villeda, Martha Eugenia (2017). “Hazañas de la Revolución Cubana: Niños y niñas de hoy, pueblo del mañana”. Resumen LatinoamericanoDic 21

Medellín Pérez, Iris (2018). La gente del sancocho nacional: Experiencias de la militancia barrial del M-19 en Bogotá, 1974-1990. Bogotá: Opera Prima - Editorial Universidad del Rosario

Rubio, Mauricio (2019) "Cuba, M-19 y reclutamiento de menores". El EspectadorSep 26

____________________ "El M-19 y la muchachada del barrio". El Espectador, Dic 12

Villamizar, Darío (1995). Jaime Bateman. Profeta de la paz. Bogotá: Compaz

______________ (2007). Jaime Bateman. Biografía de un revolucionario. Bogotá: Intermedio

https://www.bluradio.com/salud/el-canto-de-excombatientes-farc-para-sobrellevar-aislamiento-por-coronavirus-245530-ie435

jueves, 14 de mayo de 2020

Un boom mafioso

Publicado en El Espectador, Mayo 14 de 2020
Columna después de los memes







Ante grandes incertidumbres, lanzo algunas conjeturas lúgubres, de las que ya hay anticipos.

Coronavirus debilitará al Estado social de buenas intenciones e intensa presión sobre el gasto público. Se fortalecerá el pragmatismo más crudo, sobre todo ilegal. El manejo de la epidemia se asemeja al proceso de paz en que una dirigencia voluntarista tomó decisiones funestas al menospreciar el país real, sobre todo el bajo mundo. Por imitar socialdemocracias europeas como Italia, donde también se ignoraron mafias que acabaron beneficiadas, encerraron millones de personas que vivían de la calle sin seguridad social. Para sobrevivir, mucha gente se arrimará a organizaciones criminales sin restricciones ni impuestos.

La historia de regiones controladas hace décadas por mafiosos podría repetirse y ampliarse sin mayor retórica: capitalismo salvaje, con talento y mecánica nacionales. Grandes capos han sido más populares que rebeldes y políticos no lo por repartir dádivas sino por resolver problemas sin predicar ni pedir ayuda estatal. Antes de narcos y paras, los esmeralderos fueron personajes decisivos en ciertas comunidades. Efraín González, explotador de minas ilícitas, era buscado por campesinos como su juez supremo. Dirimía sin trámites ni abogados cualquier pleito familiar, de tierras o penal. Lo consideraban su patrón y le atribuían dotes sobrenaturales.

Carlos Lehder fundó su movimiento político con obras sociales y actos excéntricosEl estilo bonachón y generoso le dio gran credibilidad entre sectores populares. Era un populismo con mucho dinero “para planes de vivienda, préstamos, servicios médicos, becas…”. Virginia Vallejo sucumbió ante Pablo Escobar acompañándolo a visitar familias de recicladores a las que les construía casas. Sus rivales de Cali tenían en nómina 300 taxistas. Estas acciones no eran altruísmo ni sentido comunitario sino consideraciones pragmáticas de seguridad personal que traían respaldo popular.

Además del pueblo, los mafiosos se embolsillaron clase dirigente. La táctica directa fue asociar o financiar empresarios y políticos. Pero también se ganaron a personas ávidas de lujos prohibidos anicipándoles los beneficios de la apertura comercial. Griselda Blanco, la Viuda Negra, exportaba maletas con cocaína y traía “mercancía para las putas de Lovaina y damas de la sociedad paisa. Una distinguida fiscalrecuerda que la clase alta de Medellín le compró ropa a Griselda. Nos traía carteras y perfumes finos por encargoNosotras estudiábamos derecho y le sacamos, por cuotas, las primeras carteras Louis Vuitton y Givenchy que se vieron por Medellín”. El interés no era solo tener amigas elegantes sino lavar dinero.

El acceso a mercados globales cautivó a personas solventes que podían viajar a San Andrés o al extranjero. Aún s contundente fue el impacto de la oferta internacional de manufacturas y luego de tecnología, comunicaciones y entretenimiento puestas al alcance de jóvenes que vivían bajo la línea de pobreza, también para blanquear dólares. En contravía del idealismo que pregona la redención del pueblo con cultura, acción estatal y desarrollo agrícola, Gustavo Duncan ha destacado la fortaleza política del narcotráfico basada en facilitar la democratización del consumo suntuario, tan demandado como los libros por intelectuales. Esa estrategia, opuesta al discurso sobre “repensarnos“, al “marxismo con perfume de Coelho” y otras utopías reaccionarias en boga, tendrá gran acogida, proporcional al perjuicio sufrido con la crisis.

Por ahora, los poderes paralelos han vigilado a la brava el confinamiento, repartido mercados y contrabandeado medicamentos, pero ahí no van a parar. Ante la magnitud del desastre, incumplir la ley, evadir impuestos, atender mercados negros, permitirá dar empleo y manipular la acción colectiva de familias arruinadas ciles de reclutar por su bandera, el trapo rojo, y su rabia contra el establecimiento cuyas acciones palpables han sido el encierro forzado, policías acosándolas con sevicia y comparendos confiscatorios.

Resultarán averiadas la paz con subsidios a la oferta agrícola la recesión es urbana- y la verdad verdadera del conflicto reconstruída por una magistratura costosísima e inocua. El constitucionalismo modelo 91, iluminado y entrometido, deberá reinventarse: obsesionado por los derechos individuales de minorías dejó a toda la ciudadanía desprotegida e impotente ante tiranos parroquiales que confinaron masivamente familias con hambre, provocaron pánico, clausuraron discrecionalmente negocios y decretaron a su antojo hasta toques de queda. Saldrá desprestigiada la funciónblica basada en prohibir, regular, pedir licencias y poner multas, que en Bogotá alcanzó su paroxismo con declaraciones apocalípticas cotidianas para justificar alcaldadas. El poder ejecutivo arbitrario, que está desbocado, es terreno fértil para la corrupción y atraerá mafias: querrán participar en los festines, garantizar impunidad e incluso coordinar la evasión fiscal.

Por fortuna para algunos y desgracia para el resto, hay mucho emprendedor colombiano sin cortapisas legales, agüeros ni entrañas, que hará lo que sea por sacarle partido a una emergencia con gente caída en la miseria. Pescarán con atarraya en río revuelto. Los comandantes farianos sesentones también lo harán en familia: el campesinado solo les importó para reclutar y la tropa reinsertada, que tampoco está pasando apuros, recibe subsidios oficiales. 



REFERENCIAS

- Lucas Calderón es el autor de una oportuna y contundente crítica a la "retahíla moral contra el consumo". Él acuñó el "marxismo perfumado con Coelho"

-  La Silla Vacía hilo sobre combos repartiendo marcados en Medellín

- Bogotá Firme  ha recopilado abusos con tufo dictatorial de la alcaldesa Claudia López 

Asmann, Parker, Chris Dalby & Seth Robbins (2020). “Six Ways Coronavirus is Impacting Organized Crime in the Americas”. InSight Crime, May 4

Castillo, Fabio (1987). Los  Jinetes de la Cocaína. Bogotá: Ediciones Periodísticas. Versión Digital 

EE (2020) “Gobierno crea apoyo económico para desmovilizados que no reciben otros subsidios”. El Espectador, Abril 16

Duncan, Gustavo (2014). Más que plata o plomo. El poder político del narcotráfico en Colombia y México. Bogotá: Penguin Random House

Gaviria, Pascual (2012). “Medellín con tugurios”. UniversocentroNº 32, Marzo


Salazar, Alonso y Ana María Jaramillo (1992). Medellín. Las Subculturas del Narcotráfico. Bogotá: CINEP

Semana (1992). "“Los taxis del cartel de cali”. Sep 21

Soho (2018). “Un cobarde que enfrentó sólo a 1.200 soldados”. Oct 13

Soto, Martha (2013). La Viuda Negra. Intermedio Editores

Vallejo, Virginia (2007). Amando a Pablo. Odiando a Escobar. Bogotá: Grijalbo







jueves, 7 de mayo de 2020

Idealismo, necesidades y lujos

Publicado en El Espectador, Mayo 7 de 2020
Columna después de los memes







Mi confinamiento es campestre, con espacio suficiente para un taller. Aún así, me atormenta el sinsentido reinante.

Al no poder comprar materiales me volví reciclador, pero hace poco me hizo falta una pieza. Fui a buscarla al hipermercado que visito esporádicamente, en un centro comercial a 30 km. Cuando voy, aprovecho el viaje para pasar por la librería, mirar vitrinas y curiosear una enorme ferretería. Esta vez me golpeó ver todo cerrado.

Palpé lo absurdo del encierro. El hipermercado tenía bastante movimiento. Menor al habitual pero con mucha más gente por m2 de la que nunca he encontrado en cualquiera de los comercios clausurados. El chance de contagio era varias veces superior al que habría en cualquiera de esos locales si los dejaran funcionar. Me irritó de nuevo que una burocracia ansiosamente intervencionista asumiera la prerrogativa de decidir quiénes sobreviven, hasta hacen su agosto vendiendo necesidades, y quiénes deben pasar dificultades o quebrarse, por ser mercaderes de lujos. Esa decisión ya no es epidemiológica: es política autoritaria con pésima microeconomía y peor organización industrial.

Cualquier hipermercado ofrece bastante más que alimentación. Sin mencionar bancos, grandes beneficiarios del despotismo son monstruos del comercio minorista. Se les permitió robarles clientela a pequeños negocios, incluso a quienes vendían en la calle jugos o empanadas y quedaron sin ingresos. Los mismos protocolos sanitarios de lugares autorizados a vender se han debido extender hasta los informales. Eso requería esfuerzo mental y administrativo, era más laborioso y menos expedito que mandar cerrar, pero habría evitado mucho daño a personas vulnerables, sumado a irresponsables compromisos fiscales.

Regresé a compartir mis inquietudes en familia pero recibí un pedagógico sermón de conformismo, reforzado con el dogma que en el confinamiento toca alimentarse pero todo lo demás es accesorio. Sentí de inmediato el “en casa de herrero, azadón de palo”: un pragmático empírico que crió idealistas irredimibles. Papá y mamá economistas no lograron transmitirle a la prole, con posgrado francés en administración, elementos básicos de micro, ni antídotos contra la mentalidad medieval y religiosa que separa tajantemente necesidades de lujos. Solamente Ana, adolescente, rebelde visceral aún inmune a la retórica oficial, anotó que “para mí sí son necesarios los buenos zapatos”. Feminista light, la aburren los almacenes no especializados en moda, de poco surtido y pésimo gusto. Con el lamentable ambiente que dejará la pandemia no será fácil formarla como ciudadana defensora de la sociedad abierta, laica y democrática, capaz de protestar ante cualquier asomo de tiranía.

No sorprende que los marxistas ignoren consumo, demanda, preferencias y  gustos personales: así los formatearon. Pero es demencial que la tecnocracia económica, o personas acostumbradas a elegir minuciosamente todas sus compras, avalen el exabrupto de autoridades repartiendo mercados, favoreciendo ciertos oficios y asignando poder oligopólico a gigantes de la distribución. La necesidad de decisiones individuales descentralizadas en los mercados, la imposibilidad de acopiar y procesar tanta información, que pensábamos eran principios aceptados y asimilados, se esfumaron. Como si la medicina volviera a las epidemias como castigo divino, los malos aires o los cuatro humores. Los estruendosos fracasos planificadores soviético y cubano parecerían no haber ocurrido.

Buscando camas hospitalarias, el atropello burocrático colombiano está quebrando clínicas privadas. Mientras tanto, al dejar de pagar todo tipo cirugías, las EPS están de plácemes. Tocará remendar esos entuertos y otros que les sigan en la colcha de retazos dirigista.

En regímenes totalitarios, un sabio comité central conoce las necesidades del pueblo. Decide qué bienes básicos se producen y con qué tecnología. Cuando en 1949 los comunistas chinos llegaron al poder, usaban ropa estandarizada que no diferenciaba rango ni sexo. En aldeas remotas la gente recibía sus vestidos en tela de algodón azul copiados del uniforme militar. Se consideraba antipatriótico vestirse de otra manera, cualquier toque personal implicaba desperdicio de recursos. Los líderes chinos superaron ese idealismo generador de descontento y miseria. Todavía se autoproclaman comunistas pero fue gracias al pragmatismo que se tomaron muchos mercados mundiales. Comprendieron el juego: satisfacer la demanda.

Fidel Castro pregonaba no “estimular jamás el espíritu de derroche, el egoísmo de poseer lo que no necesitamos, la vanidad del lujo y la insaciabilidad de las apetencias”. Como buen tirano, él sí se daba gustos: playa privada, yate e infinitos caprichos. También lo entusiasmaba definir qué darle al pueblo. Estrenando revolución la población comería malangas. Después montó proyectos de gandul, espirulina, zapatos kikos plásticos, café con chícharo, plátano microjet, pasta de oca y vacas enanas.

Los déspotas siempre han recibido apoyo de intelectuales iluminados, expertos en arreglar actividades ajenas y reeducar a todo el mundo. Esta semana, un académico bogotano propuso “diferenciar los sectores que podrían crecer y aquellos que deberían decrecer drásticamente por conducir al desbordado consumismo… viajes innecesarios y consagrados al lujo y al derroche, preservación de viajes básicos, necesarios y sostenibles”. Para alcanzar tan loables objetivos, intriga saber si una dictadura será esencial o suntuaria. 




REFERENCIAS


Bonachea, Roberto (2008). Así habló Fidel Castro. Ediciones Idea

Cante, Fredy (2020). “Actividades económicas no esenciales y pandemia”. La Silla Llena, Abril 27


Chang, Jung & jon Halliday (2005). Mao. The Unnown Story. New York, Alfred A. Knopf

Cossío, Miguel (2016). “Los grandes disparates de Fidel Castro”. El Nuevo Herald, Nov 26