lunes, 28 de diciembre de 2020

El año de la conspiración

 Publicado en El Espectador, Diciembre 31 de 2020

Columna después de los memes








Termina un año maldito y plagado de contradicciones. Fuera de los estragos en salud -física y mental- salen fatalmente aporreados el sentido común, la sindéresis y la capacidad para contrastar verdades, razonar y dialogar.  


La influencia corrosiva y tóxica de idealismos y militancias hizo metástasis para convertirse en un sartal de fábulas que hábiles propagandistas difunden por Youtube. Anuncian lo que nos espera: estamos en el pico de la biopolítica y el control estatal del cuerpo. 


Los objetivos que persiguen estos pervertidos, que abusan de los muchos menores de edad que anualmente desaparecen en los EEUU, son reducir en 15% la población del mundo y, con técnicas de reconocimiento facial y dinero virtual, controlar a quienes sobrevivan.


Miguel Bosé explica en su tuiter que la vacuna covid-19 incrustará bajo la piel microchips que permitirán someter a la humanidad. A las videocámaras ya ubicuas en grandes ciudades se sumará geolocalización con señales de este diminuto emisor. Un gran hermano vigilante 24 horas al día acumulará información sobre desobediencia a estrictas pautas de comportamiento. La próxima generación de cajeros automáticos permitirá administrar una economía de puntos para el rebaño de borregos. 


Una variante alemana del complot señala que el Museo Pérgamo de Berlín es un templo de Satán del que “irradian todos los males del mundo”, incluyenod el coronavirus. Allí se cometen sacrificios humanos y violaciones de niños en los que participa Angela Merkel.


Elemento común a estos relatos es la teoría del 5G, según la cual el covid-19 se extiende por estas redes. Algunas versiones le suman extraterrestres al escenario.  La única persona en el mundo capaz de detener esta diabólica alianza es Donald Trump. 


Versiones de este escenario son defendidas por personas del más diverso nivel educativo, algunas con diploma universitario. Las réplicas al escepticismo son reproches como ser demasiado cerebral, sin ninguna empatía y escaso apego a la espiritualidad o a saberes alternativos, como el Reiki y los chakras. 


Quienes predican el apocalipsis cibernético tienen tres cosas en común: creen que una fuerza interesada y superior intenta dominar el mundo, se sienten los últimos ciudadanos libres de la tierra y, algunos de ellos, una franca minoría, son peligrosos por su capacidad destructora. Numerosos objetos del Museo Pérgamo y otras galerías de Berlín han sido dañados intencionalmente y el rechazo al 5G llevó en Reino Unido a la destrucción de cien antenas de telefonía móvil incluyendo una que proveía servicios a un hospital. La demanda por el know-how y las justificaciones del ELN parece crecer en el mundo.


El 50% de la población alemana cree en “organizaciones secretas malignas” que afectarán el orden mundial. Tres cuartas partes de la ciudadanía inglesa duda de las explicaciones oficiales sobre la pandemia y la mayoría piensa que fue creada en un laboratorio. Además, culpan de ella a judíos, a musulmanes o a Bill Gates y el 21% cree que es “un arma alienígena para destruir a la humanidad”.


No es difícil argumentar que la verosimilitud de una conspiración encabezada por Soros y Gates es bastante baja. Se puede recordar que durante la Guerra del Vietnam, una organización hermética, la más poderosa del planeta, The US Army, cometió atrocidades contra una población considerada enemiga que fueron reveladas y luego interrumpidas gracias a un puñado de periodistas independientes, o que Richard Nixon cayó por la terquedad de dos valientes testarudos del Washington Post. También conviene destacar que la tecnología disponible permite manipular videos como sólo se lograba con Photoshop.


Es arduo ofrecer argumentos racionales y científicos para desvirtuar varios elementos que se mezclaron hábilmente para esta conspiración, como la existencia de fenómenos esotéricos aún inexplicables, la relevancia de ciertas sabidurías ancestrales no occidentales, incluso la posibilidad de visitas extraterrestres. Tampoco se puede hacer caso omiso de la opacidad de algunas alianzas tras la vacuna Covid,  como la tripleta grandes farmacéuticas, OMS y burocracia china.


Lo que resulta imposible ignorar son el autoritarismo, la ramplonería y la absoluta falta de humanidad –con la tercera edad, la infancia o el sector infromal- en el manejo del confinamiento por gobernantes y políticos de pacotilla que se escudaron en la epidemiología para dar rienda suelda a la arbitrariedad envuelta buenas intenciones y un insultante paternalismo. 


Ante la tragedia política de este año sin precedentes, solo queda un pite de ánimo para honrar las tradiciones. Escribo estas líneas el Día de los Inocentes. Recuerdo que, por fortuna, en Colombia no habrá que preocuparse por esta temible amenaza. Contamos con muchos chamanes avalados por célebres intelectuales, una sabia constitución que protege nuestros derechos y el Acuerdo de Paz con enfoque de género que desactivará cualquier ataque. Resultado de un franco diálogo coordinado por la JEP, la verdad verdadera retrasará la llegada de la diabólica vacuna al país. 


Les deseo un 2021 más saludable y menos confinado


https://elpais.com/ciencia/2020-11-14/solo-el-24-se-vacunaria-lo-antes-posible-contra-la-covid.html?utm_source=Facebook&ssm=FB_CM#Echobox=1605430315


https://elpais.com/opinion/2020-08-14/la-conspiracion-de-los-conspiranoicos.html?event_log=oklogin&o=cerrado&prod=REGCRART


https://elpais.com/ideas/2020-12-19/el-relato-conspirativo-que-no-cesa.html


domingo, 20 de diciembre de 2020

Infidelidades repentinas

Publicado en El Espectador, Diciembre 24 de 2020

Columna después del meme

Historias reales con nombres cambiados



Me disculpo con las personas creyentes, pero desde joven pensé que la Virgen María embarazada significaba José cornudo. Algunas infidelidades toman por sorpresa a todo el mundo, hasta a sus protagonistas. 


El matrimonio con Catalina andaba mal, según Ricardo, cuando apareció Adriana, una despampanante estudiante de derecho asistente del despacho donde él trabajaba. El ambiente era peculiar: un senior partner, Don Juan empedernido, terminaba reuniones con sesión de chistes machistas o recuento de hazañas extra conyugales.


Nelly, secretaría de Ricardo, la más organizada y eficiente que tuvo en su vida, era incómodamente servicial. Su tono paisshita lo ponía nervioso: alguna vez le alcanzó a susurrar tomándolo del brazo: “vea doctóoor, yo, aquíii, estoy para atendéeerlo”. Por fortuna ella mantenía un romance con el antiguo jefe. Así, los cafés sin azúcar pero con mucha dulzura no pasaron a mayores. En esa división trabajaban con Ricardo sólo mujeres, cinco en total. Una era tan poco agraciada, tan agria e insoportable que lograba resaltar cotidianamente la juventud, frescura y belleza de Adriana, quien acababa de cortar con el novio. Hubo, él lo reconoce, amagos mutuos de flirteo. Adriana, emprendiendo entusiasta -“¡claro, esto me fascina!”- cualquier tarea y riéndose de los apuntes más bobos. Él, evitándole trabajo aburrido, calibrando sus chistes y dejándola irse temprano.


Una tarde, Ricardo salía del parqueadero y Adriana estaba esperando taxi. Nunca se supo si ese encuentro fue coincidencial o premeditado. Le pareció lógico preguntarle si la acercaba. Ella se subió sin dudarlo, no habló mucho en el camino pero le propuso que tomaran algo. Con el capuchino al frente, el coqueteo fue frontal. A la salida, el gesto galante de abrir la puerta derecha dio pie para que acabaran besándose.


Ricardo quedó fuera de base. No sabía si sentirse mal o agradecer ese ciclón de aire fresco. Dejó a Adriana en la casa y se fue a su apartamento. Catalina no estaba, pero era obvio que los nervios, el cosquilleo y rubor que no cesaban lo pondrían en aprietos. Cuando entró la cornuta ma non troppo Ricardo puso cara de acontecimiento. “me acabo de besar con otra, tenemos que hablar”. Fue la primera vez que Catalina tomó en serio la crisis matrimonial. El romance con Adriana fraguó en medio de papeleos, sociedades conyugales y terapista.


Joaquín fue jefe de Ricardo en su paso por la burocracia estatal. “Su horario era demencial. Reuniones, comités, Congreso y asuntos protocolarios todo el día. El jefe llegaba a trabajar a las seis de la tarde. La trasnochada era casi cotidiana”. Cuando el documento “urgente para mañana a las nueve” era corto, al terminarlo Joaquín sacaba una botella de whisky y empezaban a jugar Diplomacy. Los participantes eran cinco o seis hombres, todos casados, ninguna mujer. En  las respectivas casas, Aracely la secretaria de Joaquín ya había avisado que el doctor llegaría tarde otra vez. Algunas esposas debieron sospechar que las demoras se debían a juegos más picantes. Ricardo sonríe: “nada más zanahorio que esas trasnochadas”. 


Joaquín compartió casi dos años de almuerzos, reuniones, viajes cortos y largas charlas con Ricardo. que nunca se sintió ante el macho que aprovecha su posición para conquistar. Siendo bien plantado, jamás se le oyó un chiste pesado o echar una mirada coqueta a ninguna de las mujeres que trabajaban con él. Benavides, chofer de Joaquín, no tenía registrada ni una sóla dirección sospechosa. Aracely, que supervisaba los recorridos de ese carro oficial desperdiciado, ponía su mano en el fuego por el jefe, llamaba con toda tranquilidad a su casa varias veces al día. 


Años más tarde, en el juego más arriesgado de su vida, Joaquín le dejó un corto mensaje a su esposa de más de treinta años. “Sabes que siempre fui apostador. Este juego se acabó”. Y se fue con una joven costeña. 


Carlos y Paula se conocieron empezando universidad. Ella, de familia rica, vivía en el exterior y pasaba vacaciones en Bogotá. No era atractiva, más bien callada, introvertida y cero coqueta. Había que explicarle muchos chistes. Tenía incluso un deje de acento gringo por su high school. El noviazgo a distancia funcionó durante años y Carlos lo manejó sin deslices. Apenas graduado se casó y vinculó laboralmente con la familia política. Vivieron en una casa sabanera. Trabajador y muy buen papá, era él quien se levantaba a hacerles desayuno a los hijos y llevarlos al colegio. Con el desorden del Caguán decidieron emigrar. El sueño de muchas parejas de esa edad, construir una gran casa suburbana a la medida de sus caprichos, con jardín y piscina, con el respaldo de una buena chequera, terminó siendo la pesadilla de Carlos. Sin saber a qué horas, Paula se enamoró del contractor, despachó a su esposo y empezó una nueva vida. 


Feliz Navidad, cuando tanto duelen las infidelidades

 

domingo, 13 de diciembre de 2020

Llegar antes de tiempo (II)

Publicado en El Espectador, Diciembre 14 de 2020
Columna después de los memes




Como muchos “asuntos de género”, el acelere sexual masculino se debe diagnosticar rigurosamente, contar con evidencia y el estado del arte en neurociencias antes de recurrir a medidas drásticas inspiradas por la charlatanería.  


El interés por la ejaculatio praecox apareció en Europa a finales del s. XIX. Los psicoanalistas argumentaron que se trataba de la manifestación adulta de un exceso de narcisismo durante la infancia. Aunque desde los años cuarenta se reconoció que podía haber factores tanto psicológicos como fisiológicos, los tratamientos se centraron en la técnica del estrangulamiento (squeeze) propuesta por Masters y Johnson. La percepción de que se trataba de un comportamiento aprendido en los afanes juveniles, que se transforma en hábito y luego en ansiedad persistió hasta cuando empezaron a utilizarse drogas psicoactivas. Desde hace un par de décadas, con el reconocimiento del rol crucial de los receptores de serotonina, se abrieron paso las teorías con base neurológica.


En lugares tan alejados como Brasil y Turquía, se ha encontrado mayor propensión a la eyaculación precoz entre quienes se orinaron hasta tarde en la cama. Una investigación hecha con gemelos finlandeses sugiere que podría haber factores hereditarios. Los biólogos y psicólogos evolucionistas han sugerido que se trata de un rasgo adaptativo -lo denominan survival of the fastest- y recuerdan que entre los primates ese atributo se asocia con menor agresividad. Se ha observado que el IELT -sigla en inglés del “Tiempo de Latencia de Eyaculación Intravaginal”- es siempre menor que sus primos cercanos, el OELT (sexo oral) o el MALT (masturbación). En síntesis, como para cualquier asunto que involucre órganos, cerebro y entorno, el menú de causas es extenso y variado. Consecuentemente, los remedios propuestos también son muchos.


Encabezan la lista de curas las que se mercadean por internet. Allí hay esencialmente de dos tipos: las terapias manuales o psicológicas, individuales o de pareja y, por otro lado, los fármacos. Las multinacionales están empeñadas en encontrar la fórmula mágica que compita con las pastillas azules para la disfunción eréctil que revolucionaron el sexo en la tercera edad. Se han ensayado incluso métodos de estimulación magnética.


Existe la creencia de que la marihuana ayuda a la buena cadencia en el sexo. Se dice que una de las razones por las que Gamal Abdel Nasser quiso abolir la circuncisión parcial de clítoris que se practicaba en Egipto fue controlar el tráfico de cannabis. Las mujeres víctimas de ablación requerían un ritmo más pausado e invitaban a sus parejos a consumir hashish antes de hacerlo. Obviamente, los fanáticos de la guerra contra las drogas reviraron con firmeza. La evidencia científica que ofrecen, un estudio realizado entre australianos, es casi graciosa. Se descubrió que los consumidores empedernidos de hierba, los que se traban a diario, son un desastre en la cama y también, algo que se sabe desde el colegio, que los marihuaneros tienen más sexo que los nerdos.


Los remedios colombianos para el orgasmo prematuro van de lo inocuo a lo drástico. La frutoterapia recomienda “consumir medio aguacate con una cuchara sopera de panela y otra de germen de alfalfa”. La cura más radical fue sin duda la adoptada en 1999 por Wilmer Gómez un campesino de San Pedro, en la Sierra Nevada. A sus 23 años, no había podido “mantener un contacto sexual con una mujer porque con sólo tocarla me sobrevenía la eyaculación y eso me mantenía muy mal”. Lo peor eran los fines de semana, cuando bajaba de parranda con sus amigos al pueblo y no podía “intimar” con ninguna prostituta. Desesperado, cortó por lo sano y se extirpó los testículos.  “Decidí castrarme como lo hago con los animales porque creía que con esto me iba a curar”. A diferencia de Abelardo, quien fue castrado por acostarse con Eloísa, su joven discípula, a Wilmer nadie le colaboró.


No todos los casos de descoordinación son tan desesperados como el de este drástico campesino. Pero se sabe que la eyaculación precoz es, en el mundo, la principal queja de los hombres sobre su vida sexual. Aunque a las feministas el tema parecería no interesarles, esta dolencia podría ser la causa silenciada de muchas supuestas frigideces. Sorprende que este eunuco nacional haya generado tan pocos comentarios. Tal vez porque no encajaba del todo en el discurso contra el patriarcado. A decir verdad, tranquiliza que el caso no recibiera más atención. Como visitante asiduo y frustrado de burdeles pueblerinos, el de Wilmer podría haber sido tomado por el prohibicionismo más radical como ejemplo de lo que se debería hacer para atacar la prostitución: castigar al cliente. La fábula en boga es que los hombres son totalmente responsables de las decisiones de algunas mujeres infantilizadas por iluminadas que afirman, sin conocerlas ni hablar con ellas, que las congéneres que venden sexo son necesariamente víctimas de la trata. 




REFERENCIAS
   
Bering, Jesse (2010) “Not so fast … What´s so premature about premature ejaculation?”. Scientific American, Nov 15. http://www.scientificamerican.com/blog/post.cfm?id=not-so-fast--whats-so-premature-abo-2010-11-15 Bullough, 

Vern (1976). Sexual Variance in Society and History. Chicago & London : The University of Chicago Press 

 Ciftci, Halil,  Abdurrahman Altindag, Murat Savas, Ercan Yeni & Ayhan Verit (2010). “Enuresis in childhood and premature ejaculation in adult life: An enigmatic similarity” International Journal of Psychiatry in Clinical Practice, Vol. 14, No. 1 , pp. 3-7  

 Hartmut. Porst, Francesco. Montorsi, Raymond C.. Rosen, Lisa. Gaynor, Stephanie. Grupe, Joseph. Alexander (2009). “The Premature Ejaculation Prevalence and Attitudes (PEPA) Survey: Prevalence, Comorbidities, and Professional Help-Seeking” European Urology, Volume 51, Issue 3, Pages 816-824

 Hong, Lawrence (1984). “Survival of the Fastest: On the Origin of Premature Ejaculation”  The Journal of Sex Research, Vol 20 Nº 2, pp 109-122   Kinsey, Alfred, Wardell Pomeroy & Clyde Martin (1948). Sexual Behavior in the Human Male. Philadelphia : W.B. Saunders .

lunes, 7 de diciembre de 2020

Llegar antes de tiempo

 Publicado en El Espectador, Diciembre 10 de 2020

Columna después de los memes



Una aflicción varonil que afecta a las mujeres, además de poco estudiada, es atípica en Colombia.

Apenas bachiller, el estreno sexual de Camilo fue fugaz. Ella, como Mrs Robinson, era casada con hijos. Tras los preliminares en cine, fueron al grano en la incomodidad de un carro y repitieron a los pocos días. Ambas veces la faena duró segundos y Camilo nunca entendió nada. Años más tarde, con una novia, la celeridad y descoordinación mermaron. No es el único de mis amigos cuyo incontrolable acelere cedió con la práctica. 

El esposo de Marcela tuvo menos suerte. “Desde novios nunca quedé satisfecha. Pensaba que era por hacerlo a escondidas, cuando se descuidaban mis padres y hermanos. Pero me casé y seguimos en las mismas”. Ignorando casos como este, mis recuerdos y los de amigos, siempre creí que llegar antes de tiempo era una contrariedad de primíparos.

Me sorprendió encontrar que el ritmo masculino en el sexo no es tan simple como aprender haciendo.  De acuerdo con la encuesta sobre sexualidad hecha hace más de una década, 13% de los hombres colombianos manifiesta padecer eyaculación precoz. De esta cifra tan baja sorprende, sobre todo, el perfil por edades de los acelerados. El 21% de los sesentones reporta sufrir apresuramientos. Para los menores de 24 años, la proporción es apenas del 7%. Claramente hay jóvenes mentirosos o inconscientes del problema. Una amiga que siempre le preguntó a sus parejos veloces cuál era el apuro me dice que ninguno de ellos, algunos ya maduros, aceptó tener problemas y mucho menos hablar de eso. 

Entre expertos, hay desacuerdo al definir esta afección. En los cuarentas, Alfred Kinsey, zoólogo obsesionado por la sexualidad, observó que 75% de los americanos tenían su orgasmo en dos minutos. Propuso que eyacular antes se considerara prematuro. Entre fanáticos del cronómetro, se impuso como medida el IELT, -sigla en inglés del “Tiempo de Latencia de Eyaculación Intravaginal”- y se definió precoz cualquier lapso inferior a un minuto. Con la liberación femenina, el IELT promedio aumentó, con grandes variaciones regionaless. Una muestra de 500 hombres en cinco países arrojó que varía entre 0.1 y 52 minutos, con una media de 6. Las diferencias geográficas son enormes, siendo los turcos, por ejemplo, mucho más veloces que los flemáticos ingleses. Las británicas tienen más suerte, o know-how, que las mediterráneas. Sea como sea, este tema crucial para el bienestar de las mujeres no es común en la literatura feminista. 

Hay quienes insisten que la definición debe ser subjetiva, estar basada en falta de control y darse con malestar en la pareja. Para Masters y Johnson, era problemático si él llegaba al climax antes que ella en más de la mitad de sus encuentros. La prevalencia basada en percepción subjetiva, como los datos colombianos, es del orden del 30% a nivel mundial. A estos resultados se llegó encuestando cerca de 14 mil varones en 29 países. Por lo antotado atrás, la subestimación podría ser considerable. 

A diferencia de Colombia, internacionalmente la cifra no varía mucho entre mayores de 24 años.  Ante estos datos, surge la inquietud de si los colombianos se están desempeñando satisfactoriamente en la cama, o si lo que tienen son unos estándares de pacotilla. También queda la duda de si los cincuentones criollos son más veloces que los jóvenes –algo atípico en el mundo- o es que sus parejas son más sofisticadas y conscientes de su derecho al sexo con orgasmo, un supuesto heroico dada la mojigatería reinante basada en el igualitarismo.

En la red abundan curanderos. Sugieren causas que aún conllevan el mensaje que prácticas pecaminosas -masturbación, pornografía, sexo a escondidas, o iniciación en burdel- predisponen a la desdicha. Un  paciente de un centro de terapia virtual confiesa que su problema surgió por onanismo restringido. “Desde pequeño, por falta de espacio en casa, estaba obligado a dormir en una habitación con dos hermanos. Me masturbaba en la ducha y tenía que apurarme para dejarle agua caliente a los demás”. Ante este testimonio surge el temor de que, a la colombiana, analistas progres planteen que la eyaculación precoz es otra desafortunada secuela de la pobreza. 

Así pensaba Kinsey, para quien el problema básico era la falta de educación. Según él, la clase obrera siempre llegaba antes de tiempo y sólo la élite culta se las arreglaba para “aplazar el gustico”. La encuesta mundial corrobora que la educación es un buen antídoto contra los polvos express. Pero los datos de la encuesta colombiana muestran que en el país del Sagrado Corazón la incidencia del trastorno es más elevada en los estratos altos. 

En un país tan machista nadie discutirá esta dolencia. Los hombres porque no saben ni aceptan que la padecen y las mujeres porque al hacerlo estarían exponiendo al amor de su vida. Continúa


DATOS PARA COLOMBIA


ENCUESTA  “Cómo viven los colombianos su sexualidad”. Caracol Radio, El Espectador, y Canal Caracol


REFERENCIAS

 

Bering, Jesse (2010) “Not so fast … What´s so premature about premature ejaculation ?”. Scientific American, Nov 15.



Bullough, Vern (1976). Sexual Variance in Society and History. Chicago & London : The University of Chicago Press


Ciftci, Halil,  Abdurrahman Altindag, Murat Savas, Ercan Yeni & Ayhan Verit (2010). “Enuresis in childhood and premature ejaculation in adult life: An enigmatic similarity” International Journal of Psychiatry in Clinical Practice, Vol. 14, No. 1 , pp. 3-7

 

Hartmut. Porst, Francesco. Montorsi, Raymond C.. Rosen, Lisa. Gaynor, Stephanie. Grupe, Joseph. Alexander (2009). “The Premature Ejaculation Prevalence and Attitudes (PEPA) Survey: Prevalence, Comorbidities, and Professional Help-Seeking” European Urology, Volume 51, Issue 3, Pages 816-824

 

Hong, Lawrence (1984). “Survival of the Fastest: On the Origin of

Premature Ejaculation”  The Journal of Sex Research, Vol 20 Nº 2, pp 109-122

 

Kinsey, Alfred, Wardell Pomeroy & Clyde Martin (1948). Sexual Behavior in the Human Male. Philadelphia : W.B. Saunders


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