lunes, 27 de julio de 2020

Sexo y amor

Publicado en El Espectador, Julio 30 de 2020
Columna después de los memes







La prueba ácida de cualquier teoría es soportar distintos tipos de evidencia: testimonial, estadística, histórica… Así ocurre con el planteamiento de diferencias naturales en la sexualidad. 

Christian Rudder fundó OkCupid, un sitio de encuentros actualmente utilizado por más de 10 millones de personas al año para encontrar su media naranja. Rudder analiza el big data que genera su compañía. Según él, esa información es aún más reveladora que las encuestas anónimas pues ante el computador la gente actúa como si nadie la observara.

Una de sus principales conclusiones es que al buscar pareja los hombres y las mujeres realizan “cálculos sexuales” radicalmente distintos. Básicamente, ellas “lamentan el sexo que tuvieron  mientras ellos añoran el que no lograron”.

Difícil concebir una descripción más gráfica de lo que la teoría de la selección sexual viene repitiendo desde Darwin en contra de la pretensión idealista de que la sexualidad femenina y masculina son idénticas. Las repercusiones del sexo, sobre todo con personas desconocidas, son totalmente asimétricas y recaen de manera desproporcionada sobre la mujer, que no puede darse el lujo de ser irresponsable.  Muchas militantes, que exigen derecho al aborto y piden controlar la violencia sexual contra la mujer, respaldan implícitamente esa abismal discrepancia que por otro lado insisten en negar.

La diferencia entre los altos costos que asumen las mujeres, por el riesgo de quedar embarazadas, versus los nimios inconvenientes enfrentados por los hombres, que pueden largarse inmediatamente después de tener sexo, es lo que lleva a la necesidad de preámbulos, incluso engaños, a los que recurren ellos para seducirlas y a sofisticados filtros para detectarlos por parte de ellas.

Geoffrey Miller ha empujado al extremo el argumento que la mayor parte del cerebro humano es redundante para la suppervivencia y que buena parte de actividades ausentes en otras especies, como literatura, música o pintura aparecieron precisamente para el juego de la seducción. Si componer una sinfonía no da ninguna ventaja para conseguir recursos o evitar depredadores, ¿de dónde y por qué surgió esa capacidad tan apreciada por muchísimas personas? Creer que la mente sirve sólo para resolver problemas prácticos materialistas, anota Miller, ha impedido que se investigue la evolución de la creatividad, la moralidad y el lenguaje.

Francesco Alberoni, terapeuta y ensayista, cita a un pintor japonés, para quien “el objeto sexual en los hombres está dirigido a muchas mujeres; en la mujer este se dirige hacia pocos y determinados hombres… (Para ellos) la finalidad es el placer del sexo; en las mujeres, alcanzar la felicidad y mantener una relación dulce y de colaboración”. Alberoni se refiere luego a un sexólogo italiano que tras haber atendido a un centenar de mujeres jóvenes concluye que si bien en técnicas sexuales le podrían dar lecciones, “no entienden sus propios sentimientos ni tampoco los del hombre… y ello las conduce a tener experiencias conflictivas y desastrosas, a consumir drogas y terminar en manos del psicólogo”.

Sería reconfortante saber que se trata de mujeres analfabetas que con un poco de educación superarían sus problemas, pero es todo lo contrario: son precisamente las mujeres pertenecientes a las clases sociales favorecidas, las que tal vez han tomado cursos y seminarios de género, las más obsesionadas por desconocer diferencias innatas entre sus actitudes hacia el sexo y las masculinas. Y, como hace siglos muestran la biología y la medicina, desconocer la naturaleza humana acaba pasando factura.

Nada más diferente en costumbres sexuales que la cultura japonesa y la italiana, pero el mensaje básico es similar. Muchísimos testimonios de usuarias de sitios de encuentro en los países más diversos apuntan también en esa dirección: con todo tipo de artimañas los hombres buscan sexo mientras que las mujeres deben desplegar un arsenal de exigencias y filtros para evitar hacerlo con quien no deben. Las únicas que no ponen obstáculos para que el sexo fluya sin preámbulos por las redes sociales son las escorts que captaron el potencial de portales como Tinder para ofrecer sus servicios.

Señalar tendencias naturales en la sexualidad no implica afirmar que estas sean inmodificables con cultura o educación.  En el amor romántico, movimiento idealista francés del siglo XII, “el auténtico caballero servía a su dama generosa y exclusivamente, y con la misma dedicación que los vasallos debían a su señor o las esposas a sus maridos. La dama llevaba a cabo una completa transformación en el caballero al conducirlo a la perfección espiritual, mientras que ella permanecía hermética”. Este sofisticado entrenamiento y control de la sexualidad varonil era orquestado por poderosas damas aburridas de sus matrimonios de conveniencia, y de sus esposos. Buscaban aventuras sexuales, pero en términos minuciosamente definidos e impuestos por ellas: con mucho preámbulo, romance, delicadeza  y exclusividad. Nada que ver con las múltiples, variadas y efímeras aventuras que mantenían sus esposos con doncellas de cualquier origen social.


REFERENCIAS


Ackerman, Diane (1995). A Natural History of Love. Vintage Books

Alberoni, Francesco (2005). Sexo y Amor. Editorial Gedisa

Bergström, Marie (2019) Les nouvelles lois de l'amour. Sexualité, couples et rencontres au temps du numérique. Paris: La Découverte

Miller, Geoffrey (2000). The Mating Mind. How Sexual Choice Shaped the Evolution of Human Nature. Doubleday

Rubio, Mauricio (2019). "Prepagos en Tinder". El Espectador, Agosto 21

Rudder, Christian (2014). Dataclysm. Who we are. When We Think No One´s Looking. London: Fourth State

Yalom, Marilyn (2003).Historia de la esposa. Barcelona: Salamandra

lunes, 20 de julio de 2020

Ser honesto entre corruptos

Publicado en El Espectador, Julio 23 de 2020
Columna después de los memes





El viernes pasado murió Raimundo Rivas de Zubiría, amigo entrañable durante medio siglo. Su vida ilustra peculiaridades de la vieja aristocracia bogotana y los obstáculos para que personas íntegras como él le sirvan al país.

Rai era menor que yo y nos juntó una casualidad. Después del bachillerato en el Liceo Francés, donde se mezclaban clases sociales, hice un año adicional de matemáticas, física y química para poder irme a estudiar becado a Francia.  Él iba a ser abogado. Le importaban un pepino las materias científicas, actitud compartida con una patota divertida a morir pero antipática y elitista con terceros que algún envidioso del mismo curso literario –eufemismo francés para segregar a quienes les aburren los números-  bautizó el Grupo Piloto.

Ese fue el año más estimulante, divertido y atípico de mi vida. A la tranquilidad de que me iría a estudiar a Europa se sumaban la calidad de las clases casi particulares que recibía con profesores de primera línea, generosos e informales cursos de protocolo y buenos modales mezclados con la irreverencia, mamadera de gallo y planes excéntricos del Grupo Piloto. Muchísimo antes de los restaurantes gourmet en Bogotá, las madres elegantes y refinadas de nuestras compinches femeninas nos transmitieron sus saberes culinarios y el arte de la mesa. Encima, nos querían y consentían. Tal vez pensaban que como chichipatos preuniversitarios no atentábamos contra ningún futuro buen partido. Ingenuamente preveían que la memoria del abuelo de Rai, homónimo, historiador y canciller de la Generacion del Centenario, le bastaría para una brillante carrera política.

Fuimos invitados a los Juegos Panamericanos de Cali alojados en una mansión campestre, con minuciosa agenda desde el desayuno y boletas para los eventos deportivos. Por un par de meses jugamos ping pong todas las noches en una casona desocupada del barrio el Nogal, con receso para disfrutar un exquisito roast beef y luego contemplar el amanecer en la vía a la Calera, o desayunar en una hacienda sabanera. Como locos bajábamos desde el retén de Patios a casi 100 km/h en los vehículos de una embajada que nuestro agente, hijo de diplomático, se robaba cuando el chofer se iba al final del día. Las noches de luna llena paseábamos con las luces apagadas alrededor de la represa de Sesquilé o  subíamos a pie hasta la laguna de Guatavita.  Poco trago, nada de droga, de vez en cuando un cacho que nunca pude aspirar. Y Raimundo mucho cigarrillo, el que lo acabó matando.

Con inevitables confusiones, el flirteo se hacía por fuera del Grupo Piloto, ellas con tipos mayores, nosotros con “viejas” menores. Siempre le tuve envidia a Rai por su éxito con las mujeres de distintas edades. No era un Don Juan tradicional que se esforzara para conquistarlas, simplemente se dejaba querer por féminas enternecidas con su figura menuda y su carita infantil.

Desde aquella época, y a diferencia del resto del grupo, o cualquiera de esa edad, a Rai le fascinaba la política electoral y en concreto el desempeño del gran partido liberal. La guacharaca subió al cielo, metáfora que usó su hija para anunciar que se había ido, fue tal vez influencia de Alfonso López Michelsen. Ante Rai, nadie podía criticar al fundador y líder del MRL sin meterse en una álgida e interminable discusión. Algo similar le pasaba con varios pupilos del Pollo vallenato también convencidos de la infalibilidad del trapo rojo tras volver al redil oficialista.

Los contactos precoces con el establecimiento político le permitieron a Rai empezar temprano su carrera de servidor público. Más de una vez, al bajarse del carro oficial en algún evento, los organizadores le preguntaron por qué el importante funcionario que esperaban había mandado a un jovencito como él para representarlo.

Nunca se lo mencioné, pero Rai fue definitivo en mi decisión de no hacer la tesis y devolverme de los EEUU con lo que por aquella época pasaba por un diploma, el  “PhD Candidate”. Él era la prueba viviente de que para ser doctor y tener un buen puesto no eran necesarios muchos pergaminos sino buenos contactos.

Aprendimos después que muchas de esas carreras públicas en Colombia tienen un techo no de cristal sino de inmundicia. En algún momento, el partido empezó a exigirle a Rai contraprestaciones por su apoyo. Trabajar duro, hacer bien las cosas, ser responsable y tratar de sacar una organización adelante se convirtieron en objetivos secundarios ante la prioridad absoluta de apoyar la maquinaria proselitista. Rai no ascendió más en la burocracia por una razón bien simple: no era corrupto. Y en Colombia, desde hace varias décadas, esa característica no la perdona una clase politica ya bien alejada de Los Elegidos del mismo López Michelsen.

Aunque muchas cosas cambiaron, el Grupo Piloto sobrevivió. Estamos al tanto de todo, nos apoyamos y mantenemos un chat muy activo. Así seguiremos, hasta que la muerte nos separe.


Silva, Miguel (2009). “El buen día y la buena noche de Nicolás Rivas de Zubiría”. El Espectador, Mayo 23




domingo, 12 de julio de 2020

Romances y sueños confinados

Publicado en El Espectador, Julio 16 de 2020
Columna después de los memes





La cuarentena afectó los sitios de encuentro por internet de manera desigual para mujeres y hombres.  

Cuando hace unos años fui invitado al ICESI de Cali para hablar sobre clientes de la prostitución,  el tema interesó mucho más a las estudiantes feministas que a otros grupos. Presenté mucha información de la Encuesta Nacional de Demografía y Salud. Por provocador y por torpe, en la diapositiva final puse una pequeña imagen de Charles Darwin, para tímidamente sugerir que la biología importa. Quién dijo miedo. Jamás había enfrentado un auditorio tan indignado con lo que yo decía. En ámbitos militantes, la libertad de opinión es una quimera. Un argumento de aquellas energúmenas era que las mujeres inscritas en Tinder eran más numerosas que los usuarios masculinos. Ignoraban olímpicamente que unas y otros recurren a esa red con objetivos bien distintos. Básicamente, los hombres buscan sexo mientras que las mujeres esperan enamorarse.

Covid-19 impicó un incremento superior al 20% en el envío de mensajes pero el negocio se ha resentido. Tinder y otros portales similares aumentaron las suscripciones gratuitas.  Plataformas como Zoom no permiten acercamiento sexual más allá de hablar. Es un golpe duro para hombres poco interesados en los preámbulos y ganancia neta para las mujeres, como bien lo ilustra el comentario de una usuaria gringa: “las citas han sido mejores que en la vida real porque tenemos que comunicar más”. O sea, cortejo charlado, sin pasar a las manos. “Seguiré haciendo lo mismo cuando todo esto acabe” dice otra sugiriendo que para ella se acabó la pesadez del flirteo con extraños que acosan.

Según otro reportaje, algunas mujeres manifiestan que del sexo les interesa prioritariamente tener hijos, actitud etiquetada por el feminismo como imposición cultural. “La soledad empezó a golpear. Tengo amigos pero me sigue faltando una relación y quién sabe cuándo estaré de nuevo funcionando. Mentiría si dijera que mi reloj biológico no me preocupa. Si esto se prolonga, habrá una larga espera antes de eventualmente tener un bebé”. Querer hijos como reflejo natural, no un artificio patriarcal, es lo que revelan las muchas guerrilleras que arriesgaron su vida por ser madres.

Un amigo madrileño, casi sesentón, sufrió hace poco un arrebato feminista de su esposa de varias décadas que parecía asesorada directamente por Nosotras Podemos y Pablo Iglesias. Ante un divorcio emancipatorio exprés, fue incapaz de volver a los bares que frecuentaba de joven para ligar y se inscribió en un sitio de encuentros entre mayores de 50 años por internet. Por fortuna es curioso y observador. No ha encontrado nada, y duda poder coronar, pero se ha divertido montones. Algunas mujeres, me cuenta, ni siquiera ponen su foto ni hacen explícito lo que buscan. Otras cuelgan imágenes de atardeceres, flores o playas. A las preguntas específicas responden “prefiero no decirlo”. Esperan una idílica mezcla de amor cortés con magia, un ser sobrenatural capaz de percibir que ella sí vale la pena para una “relación seria”. Muchas exigen antesala para hablar por teléfono; tomar un café requiere paciencia y persistencia. Y eso que para evitar confusiones y desconfianza él hizo explícito que buscaba pareja estable y no “rollos de una noche”.  También ha coleccionado perlas.

Desde Castilla profunda recibió un like de Genara, separada con dos hijos.  
-       Hola. Espero que planees pronto un viaje a Madrid, comentó él
-       Depende de si voy para encontrar allá al hombre adecuado
-       ¡Caramba! ¿Y cómo podríamos movernos en esa dirección? ¿Prefieres charlar o escribir?
-       Escribir
-       Podríamos intentar hablar. Mi whatsapp es…
-       ¿Qué es whatsapp? Yo solo uso correo electrónico. Además, nos acabamos de encontrar y apenas te conozco. Pero puedes contarme tu vida por acá

“Me encantaria volver a ilusionarme y compartir bonitos momentos con alguien que defienda honestidad, fidelidad  y respeto. Abstenerse príncipes azules.....”, proclama una gallega. Otra divorciada de un mujeriego que le ponía los cuernos con una vecina, amiga íntima,  le dijo "a mí realmente no me interesa tener sexo con alguien que conozca por redes…. Claro que si es un caballero que me hace tener ganas de sexo, eso sería otra cosa".

Rumiando tales testimonios, él concluye que muchas de esas mujeres son hijas de la dictadura franquista y por ende en extremo mojigatas. Dice que tratará de hacerle el quite al pudor femenino con ex alumnas de colegios extranjeros. Yo le advierto que no se entusiasme mucho. Le recuerdo que Wolinski, el genial caricaturista de Charlie Hebdo, se enamoró de una francesa liberada por la época en que bailaba desnudo con Reiser en las mesas de los restaurantes y después salían a ver al otro haciendo el amor con una joven recién conocida.  Al final de su vida, a Wolinski lo criticaba su ex esposa, feminista implacable, llamándolo misógino porque seguía dibujando cuerpos de mujeres. C’est la vie!


REFERENCIAS

Costa, Cameron (2020). “How singles are meeting up on dating apps like Tinder, Bumble, Hinge during coronavirus pandemic” .Tech Drivers, CNBC

Cullinane, Sophie (2014) “Meet The Tinder Prostitutes”. GraziaAug 27


Dockterman, Eliana (2020). “The Coronavirus Is Changing How We Date. Experts Think the Shifts May Be Permanent”. Time, April 11

Rubio, Mauricio (2015). "Wolinski y las mujeres". El Espectador, Enero 15

_________________ (2018). "Los clientes de la prostitución en Colombia Análisis con la Encuesta Nacional de Demografía y Salud 2015". Academia

_________________ (2019). "Prepagos en Tinder". El Espectador, Agosto 22

Silver, Shani (2018). “Women Of Tinder: What Should We Charge For Sex?” medium.com, Oct 21

Sirgalt (2018) “Not a prostitute - just wants money for sex”. Reddit




lunes, 6 de julio de 2020

Desencuentros sexuales de cuarentena

Publicado en El Espectador, Julio 9 de 2020
Columna después de los memes





Una posible fuente de conflictos durante el confinamiento debió ser la actividad sexual. 

Una fábula militante es que no existen diferencias significativas entre la sexualidad de hombres y de mujeres, aunque toda la evidencia disponible sugiera que hay discrepancias apreciables. Además, no se trata de esa noción moderna y etérea del género sino de asuntos atávicos, biológicos: sexo, cromosoma XY, testosterona... Los nacidos hombres que en algún momento de su vida dejan de identificarse como tales para sentirse mujeres trans son, con respecto a las nacidas así y en situación equivalente, verdaderos torbellinos sexuales. Las diferencias entre actividad sexual gay y lesbiana son abismales.

Por muchos años, los inhibidores de  testosterona han sido utilizados para tratar las parafilias y la delincuencia sexual, que afectan principalmente a los hombres. La castración química, que la reduce y es reversible, es un tratamiento utilizado contra los violadores. La testosterona es la principal hormona sexual masculina cuya concentración es varias veces superior en los machos que en las hembras de muchas especies. Como otros andrógenos, modula casi cualquier aspecto del comportamiento sexual: no solo las funciones autonómicas sino asuntos emocionales, motivacionales y cognitivos. 

Los niveles de testosterona son variables entre los hombres y tendrían un componente hereditario: un estudio con gemelos y mellizos adolescentes en Holanda reveló que la correlación de esos niveles es mayor en los primeros. Se estima que, a esa edad, 60% de la varianza en testosterona se hereda. 

No parece un despropósito plantear que, encerrado, un macho con mucha testosterona tendrá un comportamiento sexual radicalmente distinto del de, por ejemplo, un eunuco o castrati cuya producción de la hormona masculina es prácticamente nula. Por algo a los primeros los encargaban de cuidar el harem del sultán. Cualquiera que tenga mascotas o sepa algo de cría de animales se sorprenderá que haya quienes afirmen que, hormonalmente, hombres y mujeres somos extraterrestres.

Como lo más probable es que la cuarentena haya aumentado los conflictos por controlar la rutina del hogar, territorio femenino con un intruso desafiando las normas, también es factible el incremento de la manipulación sexual de las mujeres, algo del tipo “por portarse mal, ahora no se lo doy”. Quienes hemos convivido largos años con una misma pareja fuimos sometidos , con más frecuencia que la deseable, a ese chantaje o castigo basado, precisamente, en las diferencias en sexualidad que mitos culturalistas insisten en negar. 

Se puede hilar más fino. La cuarentena debió dejar totalmente fuera de base a los hombres que tradicionalmente evitan esa manipulación femenina con aventuras fuera de casa. Por lo que he observado en mi entorno durante muchos años, prácticamente desde niño, tengo la firme convicción de que los hombres mujeriegos, inmunes al chantaje sexual, no sufren cantaletas de la esposa y aburridores regaños pedagógicos como Ramona con Pancho en “Educando a papá”. Amigos y conocidos polígamos son los reyes del mambo. El gran sirvengüenza de mi familia por el lado materno, que tuvo varias amantes de distinta duración, era consentido y atendido por una esposa que ingenuamente pensaba que así lo reconquistaría. Esa tía, a su vez, era muy criticada por un linaje de matronas empeñadas en tratar duro a sus fieles y sumisos esposos cuya inhumana retaliación era llamarlas “tatas”, por su semejanza con las culebras tatacoas. 

Así, una gran paradoja de las relaciones de pareja en sociedades empeñadas en la monogamia es que los hombres que requerirían mayores esfuerzos de civilización para la vida hogareña -no poner cuernos, asistir a cumpleaños o celebraciones familiares, no dilapidar recursos en trago y sucursales etc…- son los que menos reciben instrucciones y orientaciones permanentes de sus cónyuges. El símil con el sistema escolar es inmediato: quienes más necesitan educación, los potenciales pandilleros, amenazan siempre con abandonar el colegio. La diferencia es que los vagos escolares sí dejan de estudiar apenas pueden mientras que a los esposos sinvergüenzas los tienen que echar. Si sólo dependiera de ellos seguirían disfrutando múltiples aventuras combinadas con las mieles del hogar. 

Ante situaciones prolongadas de estrés, la producción de testosterona disminuye, puesto que otras hormonas como el cortisol son más útiles ante el peligro. Pero sería apresurado asegurar que el confinamiento implicó una continua sensación de miedo: tal vez fue lo contrario, la gente se sentía más segura en casa. Puede ser ilustrativo observar lo que ocurre en situaciones de encierro forzado y prolongado, como una prisión. Allí también hay diferencias importantes entre sexos. Un trabajo realizado en cárceles norteamericanas muestra que los hombres, mucho más que las mujeres (70% contra 29%), reportan incidentes que terminan con relaciones sexuales forzadas, que podrían calificarse de violación. 

Un corolario tan simple como preocupante es que la cuarentena pudo implicar un incremento en la violencia sexual dentro de la pareja. 





REFERENCIAS

Jordan, Kirsten, Peter Fromberger, Georg Stolpmann & Jürgen Leo Müller (20119) “The Role of Testosterone in Sexuality and Paraphilia—A Neurobiological Approach. Part I: Testosterone and Sexuality”. The Journal of Sexual MedicineVolume 8, Issue 11, November, Pages 2993-3007

Reza Afrisham et. al. (2016) “Salivary Testosterone Levels Under Psychological Stress and Its Relationship with Rumination and Five Personality Traits in Medical Students” Psychiatry Investigation, Nov; 13(6): 637–643.

Rubio, Mauricio (2011). "Sexo en Colombia: ellos lo piden, ellas lo dan". La Silla Vacía, Agosto 30

Struckman-Johnson, Cindy (2006) “A Comparison of Sexual Coercion Experiences Reported by Men and Women in Prison”. Journal of Interpersonal Violence, Volume 21 Number 12, December

van Anders, Sari M (2012). “Testosterone and Sexual Desire in Healthy Women and Men” Archives of Sexual Behavior 41:1471–1484