domingo, 26 de mayo de 2019

¿Victoria feminista?

Publicado en El Espectador, Mayo 30 de 2019
Columna después de las gráficas




Victoria Sandino rodeada de feministas, acogida por el establecimiento político, mediático y académico, muestra que el tránsito de la insurgencia al activismo fue fluido.

Esta metamorfosis no afectará la oposición al sistema, que ha evolucionado pero persiste. La segunda ola feminista desafió al capitalismo. Con otros movimientos marxistas radicales, aquellas militantes buscaban transformar la sociedad desde las raíces. Identificaron contradicciones de la economía de mercado que exigían revolcón total. Posteriormente, las “energías utópicas” declinaron. Hoy se reconoce que feminismo es igualdad de derechos, empoderamiento de la mujer y liberación femenina, pero no necesariamente revolución ni estatismo.

Las feministas que fueron insurgentes sí mantienen la voluntad de cambios profundos y un poder central fuerte, “en consonancia con las luchas anticapitalistas, antipatriarcales, antiimperialistas, antihomófobas y antirracistas”. Arrancan cómodamente colinchadas: despotricando del sistema que ahora disfrutan, las protege y hasta las subsidia. Sus diagnósticos son acertados y rigurosos: “Farc-Ep fue para las mujeres rurales una opción de vida diferente, una oportunidad para escapar de una realidad de exclusión, discriminación y opresión”. Plantean objetivos realistas concordantes con sus luchas “contra la violencia de género, la violencia obstétrica, el derecho a una educación sexual integral”, que han garantizado “los derechos sexuales y reproductivos que respeten la toma de decisiones de las mujeres sobre sus vidas y sus cuerpos”. Esta pretensión la refutan algunas víctimas a quienes menosprecian por actuar al servicio de la extrema derecha, un insólito volantín cuando también provienen de la subversión armada.

Sus propuestas son concretas y puntuales “en contra de imaginarios, discursos y prácticas que han agudizado las discriminaciones, violencias y desigualdades en mujeres, hombres y divergencias sexuales y construcciones identitarias que sufren la división clasista, racista y sexista, entre otras consecuencias derivadas del capitalismo”. Buscan reinsertarse para redimir incluso a congéneres educadas y profesionales, pero atrapadas en la trampa ideológica del sistema que las engaña con un falso sentido de la libertad. “Ellas, a pesar de salir al campo productivo y recibir los ascensos sociales, realmente han sido sometidas a la triple jornada laboral, a la criminalización de su cuerpo por la decisión sexual y no reproductiva”.

Su lenguaje es directo y accesible. “El feminismo insurgente comprende que la transformación entre la estructura y la superestructura está ligada dialécticamente”. Y sus intenciones para cuando lleguen al poder son atractivas para todas y todos. “Deben erradicarse frases, chistes y comentarios que por su contenido subvaloren, ridiculicen o denigren a las personas por el hecho de ser hombres o mujeres, o por sus condiciones étnicas, físicas o de orientación sexual y su construcción identitaria”.

Lo que resulta bien difícil de digerir es que un feminismo de estas características haya logrado cautivar aliadas no insurgentes y formadas con valores republicanos y democráticos. Difícil no percibir que, en el fondo, existen similitudes metodológicas o estratégicas entre el feminismo radical y la militancia marxista, totalitaria.

La Sandino conoce bien una tecnología eficaz para uniformizar mentalidades y obtener apoyo incondicional: inculcar dogmas desde edades tempranas y hacer compartir experiencias emotivas en rebaño. Una imagen impactante de las marchas de mujeres el 8 de marzo fue una participante maquillando con consignas a su pequeña hija, que sostenía una pancarta. Googlear “niñas feministas” fue como un presagio: la militancia posconflicto cultivará la adhesión temprana, pasando de las universidades donde ya tiene acogida a colegios y centros preescolares. “Debe ser una preocupación permanente en la formación y actuación de nuestra militancia educar con perspectiva de género”; preparar a las jóvenes “en nuevas masculinidades contrahegemónicas”. La obsesión se extenderá a revisar otras disciplinas, arte, literatura y cuentos infantiles. Ya abundan anticipos de esta “inquisición de género”, por fortuna con lúcidas críticas locales.

Este movimiento será aún menos pragmático que el marxismo añejo. Desconfiará de reformas puntuales que retrasen la caída del capitalismo. Como la izquierda colombiana, tendrá menor apoyo electoral que influencia en el debate público. La acusación de misoginia o guerrerismo se utilizará para acallar disidencias. Menos mal ya existe un remedio homeopático contra las molestias causadas por ideas demasiado claras: Rosa Blanca. No requiere goticas, ni infusión, basta una alusión.

Sin ser experto en millennials me atrevo a vaticinar dificultades para cautivar a esa generación. Superarlas exigirá realismo, sentido común, cordialidad, un discurso menos trascendental, más atención a las feministas científicas y menos a las plañideras o regañonas, profundizar el humorismo feminista, dejar de estigmatizar al sector privado que emplea mujeres, así sea en coworking, dejar la ofuscación por la agenda feminista como “herramienta útil al capitalismo” e imaginar más propuestas “rock and roll: rápidas, efectistas, que se entiendan”. Una tuitera anota que el feminismo anticapitalista “nos quita a las mujeres el poder de tener independencia económica, ser empresarias y generar riqueza, no gracias”. Tomen nota, Victoria Sandino y aliadas: para hacer política también se necesitan votos.

REFERENCIAS

Duque Tatiana (2017) “No somos víctimas, somos sobrevivientes”. Entrevista a  Victoria Sandino. La OrejaRoja, Julio 26

EE ( 2019). “La charla de Victoria Sandino que causó revuelo en la Universidad de los Andes”. El Espectador, Feb 16

Farc (2017) “Tesis de mujer y género FARC-EP CONGRESO CONSTITUTIVO DEL PARTIDO. Feminismo Insurgente” Versión Digital

Fraser, Nancy (2012) "Feminism, Capitalism, and the Cunning of History: An Introduction", Fondation Maison des sciences de l’homme , FMSH-WP-2012-17, August

Jerez, Daniel (2018). “La acusación que lanzó una víctima a senadora de Farc en pleno debate”. RCN RadioOct 24

Peiró, Claudia (2019). “Inquisición de género: Caperucita Roja censurada por sexista”. InfobaeAbr 13

Reyes, Yolanda  (2019) “Caperucita bajo censura”. El TiempoAbr 22

Rubio, Mauricio (2019). “Una militante desmemoriada”. El Espectador, Feb 14

Sánchez Baena, Guadalupe (2019) “Mi manifiesto para el 8M: contra el uso y abuso político del feminismo”. Disidentia, Marzo 8

Tufano, Sara  (2019). “La vicepresidenta no me representa”. El TiempoMayo 28

lunes, 20 de mayo de 2019

Fotonovela de la justicia

Publicado en EL Espectador, Mayo 23 de 2019
Texto de la columna después de las gráficas




La crítica más demoledora que he visto a la estrella judicial colombiana es una fotonovela realizada por una profesora norteamericana.

Fácil de leer y asimilar, el “viaje a través del desafío del diseño de la tutela de la Corte Constitucional Colombiana” es obra de Margaret Hagan, directora del “Legal Design Lab” de Stanford y conferencista en la escuela de leyes de esa universidad. 

Hagan vino a visitar a Santiago Pardo, un exalumno suyo que montó en la Universidad de los Andes un laboratorio semejante. Este constitucionalista está trabajando con Santiago de Francisco, profesor de diseño, en un proyecto con la Corte Constitucional (CC) para redefinir “cómo las personas interactúan con esta y cómo se procesan los casos”. Lo hacen para una clase de derecho y la CC les da amplio acceso para observar, hacer entrevistas, revisar, elaborar prototipos y pruebas in situ.

Definitivamente “una imagen vale más que mil palabras”. La primera fotografía es del plácido entorno, con vista panorámica sobre Bogotá, donde se conciben ideas geniales para arreglar problemas nacionales. Al bajar al mundo real se ve un camión con los bultos de expedientes que llegan desde todo el país y que nadie volverá a mirar. Dentro de la sede de la CC se aprecia el gigantesco espacio en dónde estudiantes de derecho en pasantía, necesariamente de Bogotá y probablemente de Uniandes y otras facultades de élite, hacen una selección de las tutelas que serán revisadas por la CC. Ahí se alcanza a sospechar cómo llegan las modas intelectuales del exterior a la jurisprudencia y por qué muchos debates se centran en las preocupaciones intensas de unas cuantas mentes brillantes, que convencen a los medios y a la opinión pública ilustrada de que se trata de asuntos fundamentales para el futuro de Colombia. No sorprendería que en el futuro la CC atribuya la congestión causada por la tutela en todas las jurisdicciones a la falta de Design Labs y ordene construírlos.

No extraña que la autorización para entrometerse en sus dominios y observar de cerca su funcionamiento haya beneficiado a Uniandes, bastión y cuna de la CC, de donde jamás saldría una verdadera crítica, una objeción seria. Además, el proyecto abordará el revolucionario tema del “diseño legal”, no temas espinosos como la falta de transparencia o la concentración de poder.

Como buen proyecto de vanguardia, se parte de la pretensión de estar abriendo fronteras, cuando el diseño espacial, logístico y administrativo de los juzgados, la adecuación de los flujos de expedientes y de la “clientela” estuvo hace años de moda en las agencias mutilaterales, cuyos ingenieros pretendieron mejorar así la eficiencia de la justicia latinoamericana. 

La visitante y sus anfitriones no parecen conscientes de que el principal, principalísimo insumo de la justicia, casi el único pertinente, son los jueces. Y que aquellos con los que sueña desde hace tres décadas el constiucionalismo criollo, los del common law, los mismos de las series gringas de TV, los que la profesora de Stanford conoce y tal vez supone universales, no tienen absolutamente nada que ver con aquellos formados en la tradición civilista continental, como  en Colombia, incluso para despachar tutelas.

Estos especialistas no han calibrado la importancia de ese monstruo que los constitucionalistas abominan: el derecho procesal. Explícitamente han ensalzado la informalidad y la avalancha de tutelas que se suponen indicio de popularidad. Tal vez creen que los rituales de las cortes del Common Law son espontáneos, ignorando siglos de entrenamiento y trabajo en los juzgados, no en las universidades, con depuración de prioridades, control del acceso y lucha contra la improvisación que se  asimilaron en la jurisprudencia. 

Difícil no anotar que el diseño, normalmente, viene antes de la construcción de inmuebles o instituciones y no décadas después, cuando los problemas hacen metástasis y la emergencia ya atañe a otras especialidades. 

Es una lástima que el Design Lab de Stanford aún no se interese por la JEP cuyo accidentado funcionamiento se basa en un mamarracho concebido bajo presión por la pazología urgente, excomandantes guerrilleros y un abogado comunista español, ninguno de los cuales se destaca por su refinamiento en arquitectura institucional. Como el diseño legal según Hagan, esta variante de la justcia “se ha convertido en una cosa pero todavía no sabemos exactamente lo que podría ser”.

La novel JEP y su hinchada, tan soberbias que pretenden contar con métodos infalibles e inmodificables, cometen el mismo error de menospreciar el factor humano. Suponen alegremente que Colombia cuenta con especialistas en justicia restaurativa, un arte comunitario, y que toda la ciudadanía clama que el castigo no sirve y toca reconciliar a las víctimas con los victimarios.

La fotonovela finaliza con una eufórica declaración. “¡Manténgase atento a la próxima publicación con más propuestas sobre cómo rediseñar partes del Sistema Tutela!”. Of course, we love gringo design!


Referencias

Hagan, Margaret  (2018) “Making Legal Design a Thing — and an Academic Discipline”. Medium, Dec 14

Hagan, Margaret (2019). “A Journey through Colombia’s Constitutional Court’s tutela design challenge”. Medium, May 7

jueves, 9 de mayo de 2019

Feminismo, biología y vejez

Publicado en El Espectador, Mayo 16 de 2019






Abad Faciolince, Héctor (2019). “Los viejos verdes y las intocables”. El EspectadorAbr 7 

Lagrave, Rose-Marie (2009). “Ré-enchanter la vieillesse”. Mouvements, Nº 59, pp. 113-122

Rubio, Mauricio (2018). “Los clientes de la prostitución en Colombia. Análisis con la Encuesta Nacional de Demografía y Salud 2015”. Academia.edu

Soh, Debra (2019). “Science Denial Won’t End Sexism”. Quillette, March 11

Thomas, Florence (2016). “Desnudarse”. El Tiempo, Junio 14

domingo, 5 de mayo de 2019

Solemne novatada de la JEP

Publicado en El Espectador, Mayo 9 de 2019

En una ceremonia memorable, la JEP anunció una orden de captura contra El Paisa. Todo fue acartonado y postizo: escenario, fotos, declaraciones, lectura de la providencia. 


Con un pronunciamiento que pasará a la historia del derecho probatorio, se informó que faltaba “la contribución de la verdad y reparación, pues no compareció a los múltiples llamados de la jurisdicción”. 


El conocimiento y la experiencia vienen normalmente respaldados por una actitud serena. La novatada, que exige disimulo, abunda en arandelas, solemnidad y soberbia, manifiestas en el evento. Como dirigiéndose a un auditorio estudiantil, evidenciando su inseguridad, una novel togada aclaró que el fugitivo no atañe a la justicia ordinaria pues la JEP es su juez natural. 


Convendría superar el debate sobre la ideología de quienes integran esta instancia y centrarse en lo más elemental: su idoneidad para investigar y juzgar delincuentes de cualquier orientación política, labor que exige conocimiento y destrezas que normalmente se adquieren con formación especializada y experiencia en el terreno. La JEP, con perfil académico burocrático, parecería incapaz de armar expedientes penales sólidos. La lentitud e inacción no siempre surgen de sesgo politico o corrupción, puede ser de algo tan simple como no saber qué hacer. El encarte ha sido palpable con El Paisa y Santrich. Mejor ni pensar en las dificultades con crímenes atroces lejanos, sin testigos, pruebas irrecuperables y mucha especulación. 


Inspirada en la justicia restaurativa, la JEP tal vez esperaba audiencias en las que victimarios arrepentidos hacen revelaciones cruciales. Sin embargo, esto podría ocurrir en otros escenarios. Es falaz sugerir que testimonios inculpatorios, como el de Hernán Gómez Naranjo sobre los falsos positivos, requerían una nueva instancia judicial. La justicia ordinaria, incluso los medios, también pueden fungir de confesores cuando conceden recompensas. El desafío son los criminales retrecheros, que exigen embadurnarse con minucia probatoria, ajena a la JEP. Tener insumos de una justicia penal eficaz que la apoye le será fundamental. 


Las dificultades con El Paisa ilustran las limitaciones de diseños grandiosos, elaborados por eminencias toderas, al estrellarse con la realidad. La deficiente concepción de la JEP ha quedado al desnudo con la vaguedad de sus funciones  y una parafernalia de eventos insólitos: escogencia de magistrados por un quinteto internacional de burócratas que inicialmente incluía al papa Francisco, “amplias facultades” para autorregularse, escándalos de corrupción antes de operar, súbitas renuncias y casos irresolubles que presentará un folclórico “Comité de Presos por la Verdad de Colombia”. 


Cándidamente, la JEP preveía que “las víctimas y los criminales se reintegren a sus comunidades, se reconcilien y restauren la confianza entre ellos” pero le tocó lidiar con un curtido violador asesino alérgico a las personas afectadas por sus crímenes. Tratándose de un reincidente acusado de ataques sexuales en serie, las mujeres violentadas de la Rosa Blanca están bien lejos de querer restaurar vínculos él. Piden algo escueto, universal y milenario: un castigo. “Da rabia e impotencia, mal genio, ver que el gobierno va a apoyar a una persona que le ha hecho tanto daño a muchísimas niñas. ¿Y no va a pasar ni siquiera una hora en la cárcel? Es injusto” sostiene una de ellas. Qué infamia sugerir que buscan protagonismo político. 


La JEP privilegia el colectivismo y la identidad grupal que, encima de un revoltijo de conductas punibles, van en contra de la responsabilidad individual de los criminales o la tipificación rigurosa de delitos intrínsecas al derecho penal y la criminología. Sin referentes conceptuales, lograr un balance entre estos enfoques será difícil. 


No habría motivo de preocupación si, para reconstruir la memoria del conflicto, este engendro judicial-sociológico-histórico-humanitario utilizara recursos académicos y asistentes con más vocación que pretensiones pecuniarias. Lo que aterra es que esta magistratura definirá sanciones alternativas y, encima, podrá ordenar gasto, con injerencia sobre recursos de los sistemas de seguridad y justicia estatales. En el show del Paisa, una enfática magistrada ordena a la Policía Nacional que, ¡abracadabra!, lo capture y lo traiga. Sería lamentable que se vuelvan rutinarias esas instrucciones tajantes de quienes, cual Corte Constitucional, no saben cómo se ejecutan, ni definen prioridades, ni reparan en costos. 


Contra este prófugo existen 128 procesos por desplazamiento forzado, abuso sexual, terrorismo, secuestro y homicidio. Es inevitable inquietarse por los policías y operadores judiciales que se invirtieron y arriesgaron en ese voluminoso prontuario, tuvieron que abandonarlo y ahora reciben desde un olimpo capitalino mandatos de personas ajenas a la rama, que ojalá dejen de darlas con tanta publicidad, solemnidad y arrogancia. Sería un suicidio institucional que, como pregonan sus hinchas más irresponsables, la JEP pretendiera sustituír, o menospreciara, la justicia penal en lugar de complementarla. La modestia y conciencia de sus propias limitaciones serán fundamentales para lograr actuaciones coordinadas con la jurisdicción ordinaria, la tradicionalmente ineficaz, la que requiere fortalecimiento, la que no aguanta otro puntillazo por una utopía. 






Akerman, Yohir (2019). “La JEP funcionando”. El EspectadorMay 5

EE (2017) “Los 18 elegidos para ser magistrados de las salas de la JEP”. El EspectadorSep 26

EE (2019) "La JEP ordena la captura de El Paisa". El EspectadorAbr 26

EE (2019). “Martha Lucía Zamora renunció a la JEP”. El EspectadorMar 8

ET (2018). “Las razones de Yesid Reyes para renunciar a la JEP”. El TiempoJun 22

Hernández Mora, Salud (2017). “El 'Paisa’ me violó a los 11 años y me obligó a abortar tres veces”. El TiempoDic 12


LSV (2018). "Nilson Elías Pinilla Pinilla". Quién es quién. La Silla VacíaNov 22 

Rueda, María Isabel (2019) “¿Se repetirá pelea Corte vs. Presidente que hubo en el gobierno Uribe?” Entrevista al exmagistrado Nilson Pinilla. El TiempoMarzo 26

Ruiz-Navarro, Catalina (2019) “Mujeres por la JEP”. El EspectadorMay 2

Semana (2016). “Así se elegirá a los magistrados de la Jurisdicción Especial para la Paz”. Semana.com, Dic 8 

Semana (2019). “Paras, sicarios, bacrim y narcos: ¿quién da más por entrar a la JEP?”. Semana.com, Marzo 28

miércoles, 1 de mayo de 2019

Paz de santos, nadaístas y neoliberales

Publicado en El Espectador, Mayo 2 de 2019

Trinos recientes de Humberto de la Calle reviven el escepticismo sobre el inmodesto “mejor acuerdo posible”.


Desconcierta su papayazo con quienes usan Transmilenio sin pagar: “economistas: qué tan viable es asumir vía tributos la tarifa del transporte masivo para que sea gratuito? Quitarnos de encima el fenómeno incontrolable de los colados”. 


En este mensaje hay varios yerros: suponer un barril fiscal sin fondo, ver la economía como suma y resta de recursos, no como obsesión por los incentivos, enfoque que magnifica el desatino. Si fuera solo un tuitero irresponsable, vaya y venga. Pero el principal negociador con las Farc sí prende alarmas retrospectivas sobre eventuales concesiones para apaciguar como sea, “quitarnos de encima” algo “incontrolable”.


Un trino posterior refuerza la desazón. “La tragedia de Allan García: su suicidio puede ser prueba de inocencia o culpabilidad… fue un hermoso acto de dignidad”. La declaración revela condescendencia selectiva con ciertos pillos. Si esa decisión la hubiera tomado un conservador corrupto, su motivación no suscitaría inquietud. Otro tweet invita a no creer en la inocencia de Fujimori. Los delitos de algunos políticos populistas permiten dudas, otros no. 


La cuenta twitter @DeLaCalleHum ayuda a entender una paz santista económicamente ilusa y con incentivos perversos. Todavía orgulloso nadaísta, de la Calle joven padeció fiebre antisistema, con Mula Revolucionaria y castrismo desbordante que pudieron moldear cierta candidez con la criminología política de Santos. El manifiesto inicial del movimiento es diciente. “Aspiramos a que el Nadaísta sea un Escritor-Delincuente. Que al elegir la belleza pueda elegir también el crimen, sin que haya contradicción. Su pasión por la belleza puede conducirlo a su pasión por el delito, sin remordimientos. Para nosotros no existen los muros coercitivos del código penal”. Esa filosofía concuerda con el rechazo a las sanciones de la justicia restaurativa que inspiró la JEP. 


La erudición, sindéresis y lucidez de otro nadaísta, Eduardo Escobar, crítico de la laxitud ante cualquier violencia, habrían fortalecido principios en las filas del equipo habanero. Igualdad ante la ley y paz con otros guerreros no causaron desvelo. A pesar de toda la dedicación, buenas intenciones y honestidad, menospreciaron los incentivos del Acuerdo para grupos armados que no lo firmarían. Desestimaron la intervención de Cuba y la dimensión internacional del conflicto, que hacen metástasis. Se contagiaron de la ignorancia fariana sobre el funcionamiento de los mercados: no lograron estimular el empleo privado de reinsertados, aún menos con enfoque de género. Creyeron suficiente “asumir vía tributos” el posconflicto. Estos deslices pasan factura. La situación es tan delicada que la FIP, el think-tank que personas desinformadas consideran propiedad de Sergio Jaramillo, ya admite “la continuidad de la confrontación armada”. 


En Colombia, hacer pactos o creer en intenciones manifiestas resulta azaroso. La incongruencia es ubicua. Criticando el intervencionismo, la tecnocracia neoliberal agrandó considerablemente el Estado. Cual capitalistas salvajes, grupos insurgentes explotaron mercados ilegales para financiarse y beneficiar comandantes. Economistas que pregonan minimizar el sector público aceptan puestazos o jugosos contratos oficiales. La pazología, crítica de la codicia capitalista, atrajo ávidos negociantes que priorizan las ganancias de entidades sin ánimo de lucro. Este escenario lo viví en el Externado con un proyecto de reinserción de expandilleros en el barrio Egipto. La experiencia ilustra las injusticias del Acuerdo de Paz y la hipocresía de quienes lo defienden dogmáticamente, actitud más perniciosa que los vestigios nadaístas. 


A la caótica lluvia de ideas, ejecución tortuosa y falta endémica de recursos se sumaron problemas judiciales inauditos frente al perdón de atrocidades a la guerrilla. Una de las principales canteras de juristas del país, donde barrió el Si del plebiscito, no movió un dedo para detener ese torpedo discriminatorio contra una paz local. “Nos hubiera ido mejor atracando con brazalete”, anotaba el Calabazo; o secuestrando y poniendo bombas para las Farc, agrego yo.


Al “ni rajar ni prestar el hacha” de trámites cuasi soviéticos se sumó el principio de enseñar a pescar sin regalar peces, con angustiosos fines de mes ilíquidos y con riesgo de reincidiencia, fácilmente evitables para una institución solvente cuyos saberes jurídicos permitían buscar la extensión de gabelas del Acuerdo a unos cuantos jóvenes. La aversión visceral a la caridad, insensible a la esencia de un proceso con origen y orientación cristianos, vetó un padrinazgo de uniformes y matrículas escolares para hijos de expandilleros, meollo de su renuncia a delinquir. La opción de visitar otros barrios marginales convenciendo jóvenes de que el crimen no paga, un coaching rentable, reforzador y ejemplarizante, enfrentó otra prohibición categórica. ¿La razón? Algunas universidades copiarían la iniciativa de prevenir la violencia en su entorno y esa herramienta de mercadeo perdería la ventaja competitiva de la exclusividad. En buen romance, primero las matrículas, luego la paz. La retórica progre y solidaria puede esconder una táctica neoliberal con pretensiones monopolistas. Faltan trinos y reportajes sobre tamaño fariseísmo. 











Trino 1trino 2 y trino 3 de Humberto de la Calle

Arango, Gonzalo (1957) "Primer manifiesto Nadaísta". En gonzaloarango.com blog

Cárdenas, Santiago (2019). “Los secretos de Humberto de la Calle en la mesa de La Habana”. El Colombiano, Feb 21

CC (2015): “Farc se mofan De la Calle por afirmar: “Es posible que un día no nos encuentren en la mesa””. Colombia.comJul 6

De La Calle, Humberto (sf) “Humberto de la Calle antes de entrar a la política”, SoHo 

Escobar, Eduardo (2018). “La aventura del siglo XX”. UniversoCentro, Número 103, dic 2018

Galeano, Juan Carlos (1993) “El Nadaismo y La Violencia en Colombia” Revista iberoamericanaVol.: 59, N°165: 15.

Garzón Juan Carlos y Angela Mª Silva (2019). "La fragilidad de la transición: la paz incompleta y la continuidad de la confrontación armada". Fundación Ideas para la Paz, Abril 29

Kalmanovitz, Salomón (1998). “Neoliberalismo e intervencionismo: sus fuentes y razones”. Revista de Estudios Sociales, Nº 1 pp. 33-38

Restrepo, Carlos (2013). “Me intriga el origen de la idea espantosa de Dios”: Entrevista a Eduardo Escobar. El Tiempo, Nov 15

Rondón, Ricardo (2015). “Soy un santo libidinoso”. Entrevista a Eduardo Escobar. Reporteros Asociados del Mundo. Ene 29

Rubio, Mauricio (2016). "Paces locales y la gran Paz". El EspectadorNov 3 Blog Personal

Vargas Sánchez, Lina Julieth (2015). “El nadaísmo es una flor con sensibilidad socialista: los nadaístas y su relación con la política”. GoliardosNº 19