martes, 25 de agosto de 2020

JEP y venganza

Publicado en El Espectador, Agosto 27 de 2020
Columna después de los memes




Hay un punto sobre la venganza del que nunca se habla y es su dimensión de bien público. Algo tan elemental fue ignorado olímpicamente al refrendar una instancia como la JEP que insiste en no castigar infames asesinos violando el principio de igualdad ante la ley.

 Abundan recomendaciones sobre lo inútil que es vengarse: “yo a ti, ni te ignoro” sentencia Cantinflas. Pero la venganza es crucial como asunto público: prácticamente todos los sistemas legales surgieron para controlarla. El principio del ojo por ojo establecía límites máximos a la retaliación, buscando proporcionalidad entre crímenes y castigos. En los primeros códigos mesopotámicos la venganza se regulaba haciendo que la muerte del transgresor fuera taxativa.

Con el Talión se determinaba que la pena no excediera los límites de la ofensa. No había las indemnizacions que poco a poco se adoptaron, manteniendo en ciertos casos el derecho a la venganza. La vindicta judaica y la piedad cristiana difieren pero ambas tradiciones contribuyeron a la proporcionalidad entre ataques y castigo, retomada luego en la Ilustración. Se buscaba limitar y controlar el ius puniendi. En varios pasajes de Lucas, Jesús, paradigma de compasión y perdón, aboga por la retribución proporcional. Una carta de San Agustín al gobernador romano pide que unos asesinos de cristianos “sean vengados con heridas similares”.

Desde Homero existen tradiciones religiosas y legales antagónicas. Por un lado la culpabilidad individual con la obligación de responder con la muerte al agresor y, por el otro, la que acepta negociar el derecho a la  venganza, pagando el wergild, dinero de la sangre.

En derecho griego, la persecución del agresor comprometía a la familia, que ejercía la venganza y podía perdonar mediante un pago. También en Roma se pasó de la retaliación privada a la negociación voluntaria que la desactivaba por acuerdo entre los jefes de familia. En las XII Tablas se combina el talión con un pago pecuniario, que en derecho arcaico se denomina poena. Sólo cuando se rehusa el pago se legitima la venganza privada.  Posteriormente se impone una composición y se fija su monto.

Opuesta a esta tradición, en materia de homicidio la ley bíblica es radical: prevé la pena de muerte para el transgresor y prohibe cualquier arreglo pecuniario. A su vez, es en extremo tolerante con el robo.  Esta paradoja se explica por la naturaleza, en uno y otro ámbito, del legislador. Mientras que en Mesopotamia las leyes, aunque expresan verdades superiores, las redactan los hombres, en el Tora es Dios quien directamente las crea: Moisés no es fuente de derecho, simplemente enuncia leyes divinas; la legislación es un dominio reservado, un tabú que nadie viola, y toda transgresión es una ofensa a Dios. Ni siquiera el rey puede dispensar de la sanción al infractor. Como el hombre ha sido creado a imagen de Dios, quien vierte la sangre del hombre vierte la de Dios y debe morir. Esta diferencia fundamental entre los atentados a la integridad física y los perjuicios materiales atraviesa toda la Biblia. La santidad de la vida humana es un principio universal en la tradición bíblica y el occidente cristiano.

Las sociedades que permitieron comprar la venganza establecieron opciones en cuanto a dicho pago. Primero el wergild  fue algo opcional, después se tornó obligatorio y, en ciertos sistemas legales, fue minuciosamente regulado. Para los francos, por ejemplo, las composiciones pecuniarias variaban con la infracción y con la víctima.

En el mediterráneo, bajo influencia católica, el wergild era raro. Se recurría al duelo. La venganza privada se autorizaba para el adulterio. También se recurría al riepto entre nobles, y al perdón por precio. Aunque era el pago de una suma para redimir la sangre y evitar la muerte, su monto no estaba regulado, y ni siquiera se hacía explícito. El perdón se otorgaba de manera gratuita. Así, nunca se estableció una escala de “precios” de acuerdo con las ofensas. La razón era que en las Partidas, dónde se regulaba la cuestión, el perdón por precio se podía interpretar como una confesión que el reo hacía de su culpabilidad, mientras el perdón gratuito no tenía ese efecto. Así, los eventuales pagos se desconocían.

La posibilidad de comprar la venganza con una composición pecuniaria, y el correspondiente cálculo de las deudas por homicidio persistieron en muchos lugares.  Su evolución para el mundo árabe desde las prácticas pre-islámicas hasta las cortes Otomanas, Sirias y Libanesas está documentada. También ha sido encontrada en los Balcanes a principios de siglo, en los años treinta en distintas partes de Irak, entre los Somalis y los Mursi, en el Africa, en los Beduinos de Cirenaica, y entre los Nuer.

Colombia es una de las pocas sociedades supuestamente modernas y democráticas en dónde una élite iluminada escoge arbitrariamente unos crímenes que quedan impunes, apoya un remedo de justicia diseñada por el abogado de los criminales y espera que no pase nada.


Carbasse, Jean Marie (1990). Introduction Historique au droit pénal. Paris: Presses Universitaires de France

Daly, Martin and Margo Wilson (1988). Homicide. Aldine de Gruyter.

Hardy. M.J.L  (1963). Blood Feuds and the Payment of Blood Money in the Middle East.  Citado por Daly y Wilson (1988).

Jacoby, Susan (1983), Wild Justice. The Evolution of Revenge. New York: Harper & Row

Keeley, Lawrence (1996). War before civilization. The myth of the peaceful savage. Oxford: Oxford University Press.

Lara Peinado, Federco y Federico Lara González (1994). Los primeros Códigos de la Humanidad. Madrid: Tecnos

Tomás y Valiente (1992) 2ª Ed. El Derecho penal de la monarquía absoluta (siglos XVI, XVII y XVIII). Madrid: Tecnos.

Treston, H.J (1923) Poine. A Study in Ancient Greek Tradition. Citado por Daly y Wilson (1988

Weingart, A (1993). “Juge et Sentence: la Responsabilité Pénale en Droit Hebraïque et dans les Droits du Proche-Orient” en Révue Historique de Droit Français et Etranger No 3.

lunes, 17 de agosto de 2020

Covid-19, China, Cuba y M-19


Publicado en El Espectador, Agosto 20 de 2020
Columna después de los memes





A principios de abril, el senador Gustavo Petro emprendió un misterioso viaje a Cuba. Me arriesgaré a especular sobre las posibles razones para esa extraña salida del país.

Sus copartidarios criticaron al médico bogotano que se atrevió a revelar que la razón aducida por el líder de la resistencia para desplazarse a la isla era falsa: “a este médico le cabe una demanda porque hay normas claras en el tema médico”. Posteriormente, el mismo supuesto paciente de la fantástica medicina cubana confirmaría desde La Habana que no tenía el cáncer que inicialmente se adujo como motivo para el viaje.

Coincidencialmente, por esos mismos días hubo extraños sucesos políticos. Por una parte, los medios de comunicación reportaron que “Ediles de Colombia Humana estarían detrás de las protestas en Bogotá. En audios se escuchan a personas coordinando cacerolazos y ciudadanos reclamando porque les incumplieron con ayudas prometidas si salían a protestar”. O sea que la idea romántica del pueblo que sale a la calle para mostrar su repudio al establecimiento pro capitalista y represor le abría paso a la situación más sucia y mercantil de gente que recibe alguna contraprestación por manifestar su desontento. La pregunta obvia sobre ese escenario es ¿quién paga la cuenta?.

La segunda aparente casualidad es que el ex M-19 Antonio Navarro estuvo por esos días bastante activo promoviendo en Nueva York una película sobre Carlos Pizarro y, por otro lado, defendiendo al nuevo poder mundial, la China, que empieza a desplazar a los EEUU en el juego geopolítico mundial. Vale la pena recordar que en noviembre de 1985, cuando la toma del Palacio de Justicia, Navarro estaba en Cuba recibiendo atención médica para recuperarse del atentado que sufrió en una cafetería en Cali que casi acaba con su vida. Unos años después sería nombrado ministro de salud por el presidente César Gaviria. No es arriesgado pensar que al tomarse ese trozo del pastel ejecutivo con claros fines partidistas los reinsertados del Eme aprendieron el enorme potencial político que tiene el manejo de la salud pública.

Que la burocracia china financia generosamente la medicina cubana y se sirve de ella para, con fachada humanitaria, promover sus ventas de equipo médico en diversas partes del mundo no es ningún secreto. A mediados de marzo, el presidente venezolano Nicolás Maduro anunció la llegada de equipo médico chino para ayudar a que miles de personas se hicieran las pruebas del Coronavirus. A los pocos días, un grupo de médicos cubanos también desembarcaba para ayudar a combatir la epidemia.

Ese tipo de colaboración no se presentó exclusivamente con regímenes latinomaericanos simpatizantes de la dictadura cubana. En Italia, también al inicio de la pandemia, los expertos chinos que traían equipos explicaron que el confinamiento no era suficientemente severo. El líder Xi Jinping llamó al primer ministro italiano Giuseppe Conte para confirmarle que su país deseaba cooperar con el suyo y construír una “Ruta de la Seda Sanitaria”. Los médicos cubanos no tardaron en llegar a Italia de donde, se dice, algunos fueron expulsados por su falta de conocimiento.

Un punto indispensable para entender la nueva forma de interferir en los asuntos políticos internos es superar la visión burda de que sta injerencia se asemeja a lo que se hacía durante la guerra fría, cuando las distintas potencias y un país pequeño y pobre como Cuba mandaban destacamentos militares a combatir para apoyar o enfrentar a los rebeldes. El patético debate ideológico y político colombiano, en el que la derecha anuncia que vendrán agentes del extranjero a enseñar comunismo para que el pueblo apoye a las guerrillas para tomarse el poder por las armas y a izquierda revira que como eso no va a ocurrir no tiene ningún sentido hablar de Castrochavismo, ha impedido que se diagnostiquen adecuadamente las nuevas y sutiles formas de interferencia en política y asuntos electorales.

En la extraordinaria y espeluznante serie de televisión Distrito Salvaje, que se anuncia basada en hechos reales, hay una escena en la que se resumen los nuevos y sinuosos escenarios de la pugna por el poder político. Un ex comandante guerrillero que ahora trabaja con los corruptos incrustados en la grandes empresas contratistas del Estadao le da cartilla a otro ex guerrillo. Le explica que el dinero da poder y con poder se escriben, se inventan, se cambian y se acomodan las leyes. O se entierran y se botan a la basura. "Es maravilloso ver como estos HPs hacen eso tan bien. Los abogados, los consultores, los contadores... esos son los nuevos ejércitos. Por eso firmaron la paz esos HPs". Le faltó agregar que los burócratas chinos y los médicos cubanos, apoyados por sus amigotes locales de toda la vida, también hacen parte de esas nuevas fuerzas desarmadas. 




CR (2020) “Ediles de Colombia Humana estarían detrás de las protestas en Bogotá”. Caracol Radio, Abril 20

Poggioli, Sylvia  (2020). “For Help On Coronavirus, Italy Turns To China, Russia And Cuba” NPR, march 25

Semana (2020) “Médico cometió falta grave por revelar historia clínica de Petro". Semana Abril 13


Semana (2020) “Gustavo Petro confirma que no tiene cáncer”, Abril 22





lunes, 10 de agosto de 2020

Medicina y política cubanas

Publicado en El Espectador, Agosto 13 de 2020
Columna después de los memes




Ante la iniciativa del alcalde de Medellín de solicitar ayuda médica cubana contra el coronavirus, el ex presidente y senador Uribe advirtió que “así empezó la toma de Venezuela”.

Sin necesidad de meterse en el debate sobre su detención domiciliaria, es difícil ignorar que Uribe tiene algo de razón. Aunque no es claro que ese fue el comienzo de la intervención cubana en la política del vecino país, es evidente y está bien documentado por fuentes ajenas al Centro Democrático, como el New York Times (NYT), que los médicos enviados por Cuba, cuya idoneidad es cada vez más discutida, han intervenido abiertamente en los comicios electorales. 

Nicholas Casey, reportero del diario neoyorkino de posición política poco conservadora, entrevistó a varios medicos cubanos, unos refugiados en otros países y otros aún en Venezuela, que le explicaron cómo los gobiernos de Venezuela y Cuba montaron un esquema de propaganda política con personal sanitario e incluso dejaron de atender a quienes se oponían al régimen de Maduro. 

Yansnier Arias, médico cubano refugiado en Chile cuenta que sus superiores le impidieron suministrarle oxígeno a un paciente de 65 años que sufría insuficiencia cardíaca. La consigna era guardar el equipo y los medicamentos para el período justo antes de las elecciones presidenciales de 2018 en lugar de atender urgencias. “Sí había oxígeno, pero no me permitían usarlo”, le dijo Arias al NYT. Ese recurso debía convertirse en arma política para dar la impresión, antes del voto, que Maduro había corregido la penuria del sistema sanitario. 

En 2017, el régimen había creado un sistema de identficación, el “carné de la patria” que se utilizaba tanto para obtener alimentos como para votar. Arias cuenta que en su hospital le negaron medicamentos a una mujer epiléptica por no tener el carné y por haber criticado a Maduro. 

Antes de las elecciones, los médicos que visitaban los barrios populares debían advertirle a la gente que dejarían de recibir atención si no votaban por Maduro. Otros se negaban a atender personas de la oposición. 

Carlos Ramírez, odontólogo cubano que huyó al Ecuador, explicó al NYT que tenía órdenes de decirle a sus pacientes que si Maduro perdía las elecciones se derrumbaría el sistema sanitario venezolano. “Se volvió una forma de chantaje”, resume. 

Oficiales del gobierno que se hacían pasar por médicos hicieron sondeos antes de las elecciones para distribuir medicamentos e inducir a la gente a votar por Maduro. La manipulación política del personal médico era tan evidente que ciertas personas opuestas al régimen los ahuyentaban de sus predios con perros. 

Los entrevistados por Casey hacían parte del programa “Barrio Adentro” establecido por Hugo Chávez en el 2003 para ofrecer acceso a los servicios de salud en barrios pobres venezolanos. Al ganar Chávez el plebiscito en 2004 se volvió usual, para las elecciones, lanzar programas médicos financiados por un petróleo a precios exorbitantes. La “Misión Milagro”, por ejemplo, llevaba a la isla a personas de bajos recursos con problemas oculares para ser operadas. La mayor parte de los acuerdos se hicieron en el marco del “Convenio Energético-Social entre Cuba y Venezuela”. 

Por años Cuba ha sido reconocida por su diplomacia médica que en muchos países ha contribuído a la salud de personas en precariedad económica. No siempre se hace explícito que se trata de una importante fuente de divisas para el régimen castrista. Con ingresos superiores a los 6 mil millones de dólares en 2018, la exportación de servicios de salud es, junto con el turismo, uno de los principales motores de la economía cubana. De estos recursos, sólo una pequeña fracción beneficia a los médicos, algunos de los cuales, según una ONG con sede en España citada por la BBC, “dicen que las condiciones pueden ser una pesadilla. Denuncian ser controlados por funcionarios, estar sujetos a un toque de queda y ser enviados a lugares extremadamente peligrosos”. 

Al llegar al poder en 1959 Fidel Castro y el Che Guevara, médico de formación, nacionalizaron empresas farmacéuticas y establecieron un sistema de salud pública universal y gratuito, como lo han sido siempre los estudios en medicina. Muy pronto, el número de médicos por habitante en la isla pasó a ser uno de los más altos del mundo. Desde los años 60 esta especialidad no militar adquirió una dimensión política: el “internacionalismo médico” ha sido parte esencial de la interferencia cubana en los conflictos de otros países, como Angola o Mozambique.  En 1999 se creó la Escuela Latinoamericana de Medicina (ELAM) que forma miles de médicos de todo el continente. La ayuda médica cubana ha sido activa sobre todo en aquellos países, como Venezuela o Nicaragua, que comparten su ideología. Con los antecedentes de abierta intervención política de Cuba en Colombia sería bastante ingenuo pensar que sus médicos vendrían sólo por razones humanitarias. 


REFERENCIAS


BBC (2019). “El mundo oculto de los médicos cubanos que son enviados a trabajar al extranjero”. BBC News Mundo, Mayo 15

Casey, Nicholas (2019).  “Nicolás Maduro usó a médicos cubanos y a los servicios de salud para presionar a los votantes”. The New York TimesMarzo 16


Herrera, Remy (2015) “L’internationalisme Cubain ou la révolution au-delà d’elle-même”. Recherches internationales, n° 104, juillet-septembre, pp. 45-87

Levenson Claire (2019) “Au Venezuela, des soins médicaux en échange de votes pour Maduro”. SlateMarzo 18

TC (2020). “Ombres et lumières du système médical cubain”. The Conversation, Abril 27




domingo, 2 de agosto de 2020

La mítica medicina cubana

Publicado en El Espectador, Agosto 6 de 2020

Columna después de los memes



Hace un par de semanas el alcalde de Medellín pidió ayuda internacional contra el coronavirus. Sin dar mayor detalle sobre los requerimientos, a Cuba le solicitó el envío de “personal médico”. 

De inmediato la derecha protestó. El ex presidente Uribe trinó que “Cuba explota a los médicos como una “trata de blancas”… Así empezó la toma de Venezuela”. La senadora Cabal reiteró que los galenos locales tienen mejor preparación. Ante  tales críticas, célebres admiradores de Cuba reviraron. Ernesto Samper proclamó que “millones postulan a los médicos cubanos al Nobel de Paz por su heroísmo luchando contra el  Covid”. 

A finales de Marzo, cuando se iniciaba la pandemia, Piedad Córdoba manifestaba su asombro porque “una isla embargada, bloqueada y empobrecida por 60 años (tiene) una de las mejores medicinas del mundo, uno de los mejores sistemas de salud y exporta médicos que andan por el mundo salvando vidas”. En mayo, desde Cuba, Gustavo Petro afiirmaba que podia ayudar a que ese país  enviara un millar de sus médicos para atender la crisis. 

Para una visión tan optimista rara vez se ofrece un mínimo de evidencia. Por eso vale la el testimonio de un compañero de colegio, médico patólogo que ejerce en Chicago los ochenta y pudo constatar de primera mano la calidad de los servicios médicos que recibió tras un accidente de tráfico en La Habana hace 8 años.  Lo cito textualmente. 

Tras un golpe fuerte contra la pelvis y el muslo que lo hizo volar y golpearse contra el mundo, su esposa quedó, “tendida inmóvil boca arriba, sangrando por la cabeza. Se acumuló un resto de gente, llegó una policía joven a la que le rogamos que llamara una ambulancia. No tengo autorización dijo. (Una amiga que nos acompañaba) paró un taxi y me metieron al frente y a (mi esposa) atrás. Para entonces yo había sangrado profusamente por la fractura pélvica y los hematomas masivos que se desarrollaron en los muslos y tejidos blandos pélvicos; además, estaba con un dolor intenso. Afortunadamente lo de (mi esposa) no fue sino una cortada grande en su cuero cabelludo por una hebilla que tenía en el pelo.

(Nos llevaron) al hospital de trauma más grande de La Habana. Llegué en choque hipovolémico por sangrado interno y por dolor. Me dejaron tirado en una silla de ruedas a la que le hacía falta una. No me vio un médico sino ocho horas después. Nunca me dieron un analgésico. Como para todos los demás pacientes, les tocaba a mis amigos ir a comprar drogas a farmacias externas. Me tomaron unas radiografías y me las dieron a mí y a mis amigos para que las secáramos sacudiéndolas. Me tomaron un tomograma usando una máquina de primera generación. La mesa en la que me indicaron que me acostara para esto, estaba teñida con la sangre fresca del paciente anterior. 

Afortunadamente un enfermero se apiadó de mí y en vez de hacerme caminar entre consultorios me cargó en sus brazos. A mi esposa le cosieron una chamba que tenía en el cuero cabelludo sin anestesia. El que la cosió fue tal vez algún estudiante de quién sabe qué. Una vez admitido, me dejaron tirado en una cama de un pabellón general. Sin analgésicos, sin líquidos intravenosos. La cama era un colchón de plástico sin forro. Finalmente le pusieron una sábana, seguramente por yo ser gringo, porque los demás pacientes no tenían. Cuando vino el ortopedista a examinarme me vio acostado con mis tenis todavía puestos y con las piernas dobladas  por el dolor causado por mi fractura pélvica. Me preguntó que por qué tenía mis zapatos puestos. Le dije que porque el dolor era demasiado severo para quitármelos. Me preguntó si así acostumbraba acostarme en mi casa. En serio. 

Durante la noche nunca vino nadie a verme. Me hidraté con bebidas que me trajeron de afuera mis amigos. Como no había pato, uno de ellos fue a robarse el de otro paciente. Durante la noche, como no había enfermera y yo no me podía mover, tuve que rogarle a la esposa de un paciente vecino para que me diera el pato. Todos los pacientes vecinos recibieron su comida traída de fuera por sus familias. El ortopedista era bien entrenado y de buena calidad profesional, pero los recursos disponibles eran definitivamente escasos o inexistentes. Afortunadamente no requerí intervención quirúrgica y me estabilicé espontáneamente. 

Este no fue un episodio excepcional. Desarrollé buena relación con el ortopedista quien me confió cautelosamente las penas por las que siempre pasa para tratar a sus pacientes por la absoluta falta de los más mínimos recursos. Durante este episodio la mayor preocupación de todos eran las posibles repercusiones políticas relacionadas con mi caso. Recibí varias visitas oficiales insistiendo en que me transfirieran a un hospital para extranjeros”.



https://www.dw.com/es/medell%C3%ADn-pidi%C3%B3-ayuda-a-cuba-a-ee-uu-y-a-otros-pa%C3%ADses-contra-el-covid-19/a-54326182

https://www.eltiempo.com/politica/congreso/alvaro-uribe-critico-llegada-de-medicos-cubanos-a-medellin-para-atencion-de-covid-19-522546

https://twitter.com/piedadcordoba/status/1241904081838452738?s=20

http://www.cihpress.com/2014/08/se-desploma-un-techo-en-el-hospital.html