lunes, 27 de abril de 2020

Encierro infantil, autoridades y sapos

Publicado en El Espectador, Abril 30 de 2020
Columna después de los memes





El confinamiento generó situaciones inauditas. Las autoridades creen que todos somos menores de edad. Además, aupadas por sapos, tratan mal a los niños.

Circula en tuiter un video de Euronews con policías bailando zumba para alegrar la cuarentena en Bogotá. Muchos vecinos, desde sus ventanas o balcones les siguen el ritmo. Un profesor universitario extranjero trinó: “lo que recibí de los policías en mi calle fue la amenaza de llevarme esposado y ahora mi hija de 6 años está con más miedo de la policía que de los virus”.

Tras varias semanas de encierro en un apartamento sin terraza ni balcón, el educador sacó a su hija y al hermanito menor para que jugaran un rato frente al edificio. Con rapidez nunca vista para un atraco, seguramente avisados por algún vecino, llegaron dos policías en moto. Asustados, los niños corrieron hacia el garaje. El papá quiso ir tras ellos pero el agente lo retuvo: le advirtió que podría llevárselo detenido.

Compartí ese testimonio con personas encerradas en Bogotá. “Qué casualidad, los vecinos me acaban de mandar a la policía. Llevo días en esta chifladura de confinamiento. Vivo a dos metros del humedal Córdoba y decidí caminar por ahí, con tapabocas, completamente sola. Un vecino me vio y llamó a la policía, que llegó a los 5 minutos”.

La segunda respuesta no involucró autoridades, pero sí reveló histeria antiniñez. “El hijo de una amiga bajó a sus dos niños chiquiticos a un parque del condominio y de los apartamentos salieron por la ventana a chiflarlo. Eran las 5 de la tarde y no había un alma”.

Una buena mamá osó preguntar por tuiter: “¿será posible que los niños puedan salir a caminar, con todas las medidas de prevención y distanciamiento social?” La avalancha de respuestas fue agobiante: “rdesde insultos hasta consejos de crianza”. El hilo serviría para un ensayo sobre metamorfosis de gente confinada en sapo cursi. “El solo hecho de hacer una pregunta tan inconsciente es ofensivo”, anotó un marciano que pensó revirar con furia pero se contuvo y contestó con amor.

Sería ingenuo pensar que las autoridades distritales no tienen velas en ese entierro. Según la Secretaría de Educación “el encierro en nuestras casas está generando maltrato infantil”. Ahí hay tufo despótico: causar daño y endilgarle la responsabilidad a la ciudadanía. Encerrar a alguien, sobre todo menor de edad, es maltrato per se, con secuelas que llevaron a reconsiderar la rigidez del confinamiento infantil en países donde pronto se reanudarán las clases. En Colombia, por el contrario, se intensificó la escuelita maternal. Oficialmente nos recuerdan que “no solo un golpe es violencia, sino también las palabras”. En lugar de zumba, ciertas pautas debieron hacer parte del entrenamiento de emergencia, para evitar esa especie de bipolaridad: tombos buenos animan con ¡hueeepa! o juegan futbol en su club desafiando el confinamiento, mientras tombos malos acosan con celo nunca visto.

Los abusos policiales de los que tuve testimonio directo los sufrió gente relativamente privilegiada, con suficiente área privada por persona en su vivienda. Cuando el profesor universitario le argumentó al policía que su edificio no tenía zonas comunes para que jugaran sus hijos este reviró: “piense en familias del sur de Bogotá”.

Los reportes de prensa sobre excesos de autoridad con quienes protestaron por hambre ya son aterradores. Familiares de un herido en los disturbios de Ciudad Bolívar denuncian que un policía le disparó casi a quemarropa. “A mi hijo le dañaron los intestinos. Perdió mucha sangre. No me parece justo que por un mercado le hubieran hecho eso. Somos recicladores".

Creer que la burgomaestre es ajena a un ambiente en exceso represivo sería candoroso. Ella misma da pésimo ejemplo saliéndose de casillas y  dando órdenes estridentes. No ha movido un dedo para controlar atropellos policiales ni vecinos sapos, rasgos distintivos de regímenes totalitarios. Hasta una admiradora militante que la declaró “mi candidata ideal, hecha a la medida de cada uno de mis gustos y deseos individuales” se empieza a quejar “del poder desmedido que se le está dando” a la Policía. La “alcaldesa alternatibia reparte gas lacrimógeno, bolillo y plomo en vez de comida” anota un indignado que al parecer votó por ella.


A pesar de todo, la lideresa sí aprecia la infancia. Anuncia que “estamos escribiendo la historia que le contaremos a los niños y niñas del medio milenio”. Ojalá esta generación nacida durante el encierro diferencie acudir a las autoridades para denunciar un delito de sapear en un régimen excpecional tan agobiante que hasta la alcaldesa y su esposa lo infringieron. Esperemos que con la dedicación y pedagogía con que nos explicó las ventajas del pico y género, Claudia López le transmita a políticos, burócratas y policías de esa cohorte su novedoso y sano reflejo de pedir disculpas cuando incumple las normas.




Abad, Héctor (2020). “Bozal y paseos para niños”. El Espectador, Abril 26

Lucas, Beatriz  y Pablo Linde (2020). “El coronavirus no se ceba con los niños, el confinamiento sí”. El País, Abril 14


Pulzzo (2020). “En club de Policía se toman cuarentena por deporte: captan a 14 agentes en juego de fútbol” Abr 26


Rueda, Mª Isabel (2020). "Yo, Claudia". El TiempoAbr 26

Ruiz-Navarro, Catalina  (2019). “Claudia López y el voto de las mujeres”. El EspectadorOct 24

_____________________ (2020). “Género y vigilancia”. El Espectador, Abril 16







jueves, 23 de abril de 2020

Hambre, protesta y revueltas

Publicado en El Espectador, Abril 23 de 2020
Columna después de los memes






Los motines en algunos barrios de la capital y varias ciudades no perturban la rutina confinada de cierta gente privilegiada.

En Bogotá, donde “miles de banderas rojas parten el corazón”, las ayudas “para calmar el hambre” resultaron insuficientes: hubo disturbios con civiles heridos y polícías lesionados. En Cali, varias comunas rompieron la cuarentena para protestar por falta de alimentos. Deploran la demora “cuando se está pasando hambre sin ganar lo del día a día”. En Medellín, informales salieron con trapos rojos, “ya no tenían qué comer”. En Bucaramanga, habitantes hambreados bloquearon una carretera. En Santa Marta 15 protestas de vendedores ambulantes han pedido ayudas alimentarias.

Los incidentes tuvieron repercusión internacional. “El hambre como bandera: en las ventanas de muchos barrios de Colombia, los más pobres colgaron trapos rojos como señal de auxilioprotestan para exigir alimentos… protagonizaron intentos de saqueos por falta de ayudas”.

En medio de tan palpable descontento, una madre bogotana con doctorado comenta una foto de su hijita disfrazada: "¡cómo no estar agradecida con el covid, si gracias a esto hoy estamos en fiesta de princesas!" Con distancia social, la indolencia clasista es contagiosa. “¿Ustedes también sospechan que en un par de años pensarán que esta cuarentena fue una época feliz?”, pregunta un renombrado periodista. La crema sociojurídica recuerda aspectos cruciales de la cuarentena: su inconstitucionalidad y que las librerías no estén abiertas para sobrellevarla. Definitivamente, el confinamiento con home office tiene contratiempos distintos al encierro sin comida. Desde siempre y en muchos lugares, el hambre ha provocado levantamientos populares.

La hambruna que devastó parte del imperio ruso en 1917 y las fallas del racionamiento en Petrogrado abonaron la revolución bolchevique. Una crisis alimentaria en 1789 pudo contribuír al final del Antiguo Régimen. El hambre y los altos precios de alimentos a mitad del siglo XIX han sido relacionados con varias insurrecciones europeas. El vínculo es ancestral. La escasez de alimentos fue una motivación común de revueltas contra el poder en la antigua Roma. En varios cambios de dinastía en China hubo guerras intestinas iniciadas con hambrunas. Si estos escenarios parecen exagerados, toca compararlos con los estimativos de muertes por coronavirus que condujeron al encierro.

El hambre como detonante de la protesta social llevó a los gobernantes medievales a intervenir el suministro de alimentos. En Italia bloqueaban tierras circundantes del núcleo urbano, el contado, como primera fuente de aprovisionamiento. El annone buscaba establecer un monopolio sobre las areas rurales cercanas para controlar al máximo los flujos de productos alimenticios que entraban o salían del territorio. Se publicaba el calmiere, una lista de precios de referencia calculada peródicamente con base en transacciones de mercado. En épocas de extrema escasez, se tenían en cuenta los recursos de la gente más pobre para que no pasara hambre. En estos casos, las autoridades asumían el control y manejo del suministro de alimentos básicos, que podía ser gratuito. Prevenir hambrunas era altísima prioridad de las Ciudades-Estado.

El contraste entre estas instituciones medievales y la funcionaria bogotana que ante las protestas admitió retrasos en la entrega de mercados por “excesos en los precios y desabastecimiento” es ilustrativo del voluntarismo buchipluma. Basta recordar que la alcaldesa anunció economía de guerra durante tres meses con un sofisticado intervencionismo total por consenso.

Igualmente deplorable ha sido el silencio sepulcral del establecimiento académico e intelectual que impaciente insistió que se firmara ¡YA! la paz con supuestos representantes del pueblo marginado. Tras varios años machacando la violencia originada en miseria y desigualdad, los disturbios por hambre, agravados con diferencias sociales y clasismo insultantes, se consideran un simple impasse administrativo.

La población del rebusque no tiene qué comer, protesta desafiando la orden de encierro, y nadie ofrece discurso político, salvo anunciar el fin del capitalismo, aplaudir alcaldadas con soporte científico o pedirle a la tecnocracia que mejore sus bases de datos. Ni siquiera los locuaces analistas de los excesos castrenses le han advertido a la alcaldesa que darle a los militares ejemplo de autoritarismo civil en medio de una crisis social que puede estallar con cualquier chispa es un error garrafal.

A nombre de campesinos sin voz, el proceso de paz fue un diálogo entre dos burocracias: una astuta defensora de sus intereses y otra experta en pensar con el deseo y gastar recursos públicos. Decretaron que una guerra parcialmente urbana era sin mafias, ni sector informal. Así, personas en el umbral del bajo mundo parecen no existir: nadie tiene ni idea cómo se las arreglan, se coordinan, o quién las dirige, sin poder descartar eventuales tentáculos tipo milicias, disidencias, microtráfico o clientelismo. Barrios enteros protestan furiosos por hambre, pero la casta iluminada que da cátedra sobre conflicto social enmudece, carece de guiones distintos al uribismo o el problema agrario. Cómodamente confinada con teletrabajo, se aletargó con negacionismo, esperando que la dejen salir a hacer paro.
REFERENCIAS

Reporte de disturbios en:
Ciudad Bolívar, Bogotá
Bucaramanga
Cali y Medellín
Santa Marta
Prensa extranjera

Alfani, Guido & Cormac Ó Gráda (2017) Ed. Famine in European History. Cambridge University Press

Alfani, Guido, Luca Mocarelli & Donatella Strangio (sf).”Famines in Italy: a chronology and short account (ca. 1250-1810)”. Dynamics and Public Policy working papers, Bocconi University, Milan, January

García Villegas, Mauricio (2020). “Farmacias y librerías”. El Espectador, Abril 18

Oquendo, Catalina (2020). “El hambre como bandera”. El País, Abril 18


Uprimny, Rodrigo (2020). “La cuarentena constitucional”. El Espectador, Abril 19

Virlouvet, Catherine (1985). “Famines et émeutes à Rome des origines de la République à la mort de Néron” Publications de l'École Française de Rome, Nº 87










sábado, 11 de abril de 2020

Política barrial, de Perón a Claudia López

Publicado en El Espectador, Abril 16 de 2020
Columna después de los memes









La fijación colombiana con el uribismo y el castrochavismo traerá, con impulso del coronavirus, una variante moderna del peronismo.

La semana pasada apareció un inusitado hilo en tuiter. Sin alusión a plazos o límites, un grupo de poverty economists celebró con júbilo la repartición de ayudas para estratos bajos en Bogotá. “¡Qué belleza!”, empezaba la ovación a la “focalización de transferencias monetarias” que coincidía con la distribución de la pobreza multidimensional. “¡Una maravilla, increíble sistema de información!”. Quejas aisladas fueron atendidas: había bonos canjeables o subsidios en especie. Se reconocieron “errores de exclusión”, personas necesitadas pero invisibles, que implicaron “ventanas de actualización”: información de otras fuentes y trabajo de campo con “microfocalización geográfica”. Hasta críticos de la alcaldesa por megalómana compartieron el entusiasmo con unos mapas tan bien coloreados.

Esta tecnocracia no era de epidemiólogos sin conocimientos de hacienda pública. Quienes silenciaron interrogantes elementales -¿Habrá repetición? ¿Cuántas veces? ¿Cómo se financiará?- eran economistas con impresionante currículum. Evadieron preguntas intrínsecas a su especialidad: ¿Quiénes sufren errores de exclusión? ¿Estarán pasando hambre? La fascinación por la logística de punta les permitió ignorar barrios enteros no referenciados en los mapas.

El énfasis en la información y las protuberantes lagunas me recordaron El Puntero de Netflix, vívida descripción de un personaje de los barrios marginales en Buenos Aires. Este heredero del peronismo resuelve problemas cotidianos de la gente, controlando “el acceso a un conjunto amplio de recursos materiales y de información sobre los mismos”. Su intermediación abarca subsidios estatales, alimentos, medicinas, cupos de colegio, adjudicación de vivienda, conexión a servicios públicos, pavimentación de calles, violencia doméstica y lo que surja.

El papel electoral del puntero es fundamental: negocia con políticos en campaña los votos en bloque del barrio a cambio de infraestructura eternamente aplazada, cuya construcción dará empleo en el vecindario. Sus contactos llegan a todas las instancias relevantes: agua potable, alcantarillado, electricidad, salud, asistentes sociales, maestros, policía, jueces… Por represalias o defensa recurre a la fuerza, incluso a las armas. Las lealtades dentro de su territorio son cruciales. La serie no se preocupa mucho del suministro de recursos antes de entrar al erario pero menciona negocios entre grandes empresas y la administración pública también con marrullas o coacción. Estas prácticas mafiosas silenciadas, comunes en guiones de TV, hacen parte del negacionismo oficial latinoamericano, de izquierda y derecha.

La primera transferencia de recursos hacia familias bogotanas confinadas fue transparente. La trayectoria profesional de la alcaldesa y su equipo permiten descartar corruptelas. Algunas reacciones al hilo sobre mala calidad de las bases de datos por falsificación de cédulas son muy difíciles de sopesar. Pero testimonios desde barrios capitalinos, sumados a los de Soacha, estropean cualquier regocijo. “No podemos dejar morir los hijos de hambre, no nos vamos a alimentar de teja ni ladrillo.. somos ilegales pero también comemos… lo del ingreso solidario es mentira… que dejen trabajar, va uno con su bolsita de basura, viene a reciclar y el policía coge y le hace el comparendo”.

Pronto la tecnocracia dejará de asignar ayudas sin amplia colaboración multidisciplinaria. Políticos, burócratas, auditores y hasta jueces querrán participar en el reparto. Miseria, descontento y protestas fortalecerán la demanda por símiles del puntero peronista que peleen por servicios básicos, canalicen el rebusque y hagan cumplir acuerdos electorales. “¿Dónde están los ediles que vienen a buscar votos de nosotros?” se quejan en Ciudad Bolívar. Para legitimar los intermediarios con un partido político y dar línea desde arriba, brotarán distintos ismos de centro, buena parte antiuribistas, todos con arandelas retóricas a la medida: en algunos barrios hasta sermón evangélico. En Argentina, el esquema ha sobrevivido por décadas gracias a su versatilidad; en Colombia se adaptará bien a manzanillos y mafiosos. Hasta la corrupción podría reducirse a las célebres “justas proporciones” del presidente Turbay.

Para impulsar una política barrial redistributiva, democrática, protectora y autoritaria, difícil concebir alguien tan idóneo como la lideresa más visible del confinamiento. Claudia López ha pulido con esmero su imagen de mujer diversa: guerrera, maternal, profesional, trabajadora incansable, comunicadora locuaz, escuelera, minuciosa y didáctica. Tendrá un apoyo internacional tan contundente que provocará la envidia del heteronobel. Con actitud mesiánica, ferviente intervencionista, ya anunció cómo abonará un terreno fértil para punteros. Sabe que si asfixia, dirige o Evita mercados neoliberales logrará que innumerables transacciones, trueques y hasta multas requieran su visto bueno.

Nunca sugeriría una conspiración de la alcaldesa con sectores clientelistas. Constato que sus ideas, personalidad y habilidades se adecúan perfectamente a circunstancias que convergen hacia el neoperonismo. Aunque el modelo de gobierno macro redentor con micro gerencia ya era familiar, e indigesto, ahora tendrá menos CD y exóticos ingredientes: PhD, políticas públicas con fundamento científico y primera dama congresista. Con aprendices de puntero valorizados, la nueva receta la cocinamos entre ciudadanos, medios, academia e intelectuales atónitos, ocasionalmente sorprendidos por una tecnocracia jubilosa.    

REFERENCIAS

Auyero, Javier (2004). “Política, dominación y desigualdad en la Argentina contemporánea”. Nueva Sociedad 193 

Besana, Patricio (2014) "Relato sobre el rol de un puntero en la provisión de servicios básicos colectivos en un asentamiento de la Región Metropolitana de Buenos Aires, Argentina". Revista de Ciencia PolíticaVol. 52, Nº 1

EE (2020). "Día 18 de cuarentena en Colombia: Así se vive el aislamiento en Ciudad Bolívar". El Espectador, Abril 11

EP (2020) "Alcaldía inicia nueva estrategia para entregar mercados por comunas en Cali" El País, Abril 12 

López, Juan Manuel (2016) “Toca reducir la corrupción a sus justas proporciones”. Las2Orillas, Agosto 3

jueves, 9 de abril de 2020

Claudia López y el pensamiento grupal

Publicado en El Espectador, Abril 9 de 2020
Columna después de los memes








Mentalidad de rebaño y falta de crítica resultan fatales en las crisis.

Cuando John Kennedy y sus asesores decidieron invadir Cuba por Bahía Cochinos, ingenuamente creyeron que atacarían por sorpresa. Convencidos, dirigieron un brillante desastre: 48 horas antes de Playa Girón bombardearon la aviación cubana anunciando el desembarco. Muchos mercenarios invasores fueron capturados. El Tuesday Cabinet de Lyndon Johnson mantuvo salvajes bombardeos en Vietnam pensando que con la última y más letal arremetida los vietcong se rendirían. Sabuesos del almirante H. Kimmel menospreciaron el ataque japonés a Pearl Harbor a pesar de múltiples señales sobre su inminencia.

Con estos casos, y otros menos célebres, Irving Janis quiso entender los garrafales errores de páneles expertos. Acuñó el término groupthink, pensamiento grupal, para aquellas normas que “refuerzan la moral en detrimento de la crítica”, siendo común “permanecer leal, apegándose a políticas con las que el grupo se ha comprometido, así funcionen mal y tengan consecuencias no intencionadas desastrosas”. A Janis lo motivó la pregunta desesperada de Kennedy después del fracaso en Cuba: “¿cómo pudimos ser tan estúpidos?”

Dudo que Claudia López reconozca las estupideces de su equipo ante coronavirus. Eso mostraron el desatino contra refugiados venezolanos y sus explicaciones posteriores, igualmente xenófobas, sin asomo de disculpas, ni asesoría en imagen o derechos humanos.

El 30 de Marzo, Año 1, Nueva Era, en Pregunta Yamid estuvo Yo, Claudia. Con tono castrense anunció tranquila, casi sonriente, que podría someter la capital a una economía de guerra. La alcaldesa no actúa sola, anotó que la asesora un grupo experto. En realidad parece un rebaño tan pusilánime que no le advirtió evitar a toda costa lo que hizo: generar pánico económico. Como primicia histórica, global, con voluntarismo exuberante anunció la cuadratura del círculo: recesión por consenso. “Vamos a lograr de común acuerdo bajar nuestra economía, cerrar, apagarla tres meses, que produzca sólo lo básico”. En el fantasmagórico escenario, incorruptibles y amorosas autoridades se harán cargo de todas las familias encerradas de la clase media para abajo. Confirmó así que su comité tecnocrático, indigesto de epidemiología, le infunde determinación carente de sentido común, pragmatismo, sindéresis y consideraciones no sanitarias mínimas.

El mundo al revés por coronavirus lo ilustra el cuerdo y aplomado Fernando Vallejo frente a la tozuda alcaldesa con un séquito que no prepara, revisa ni pondera lo que ella pregona cual influencer de moda. Mientras el irreverente antisistema recomienda no paralizar un país “porque así lo aconsejan las estrellas del momento, los epidemiólogos (¡*&4@#!) sin el dato esencial que les está faltando”, la gobernante obligada tener extrema cautela ante una emergencia defiende con vehemencia decisiones catastróficas sin la más remota idea de lo que ocurre con el virus.  

Un escritor en solitario se adelantó a la salud pública local al sugerir una estrategia prudente, viable, endosada por epidemiólogía más responsable. “Que salgan unos de esos que llaman "profesionales de la salud" con cien reactivos para detectar el virus y los prueben en cien personas que pasen por cualquier calle”. Propuestas sensatas, factibles, menos dañinas que el encierro indiscriminado, han sido silenciadas por una generala desafiante que optó por la sociología ficción con autoritarismo para su guerra contra Covid-19.

El groupthink aclara los desaciertos de la alcaldesa. Sus intervenciones públicas, soberbias y escueleras, corroboran características preocupantes del síndrome. Uno, quienes toman decisiones reducen su voluntad de debatir: simplemente actúan, preceptúan, decretan. Dos, la prepotencia merma facultades claves, como reality check y juicio moral. La arrogancia lopista quedó retratada con su saboteo al nuevo enfoque oficial de la cuarentena: “lo único inteligente es quedarse en casa”. Una lideresa consecuente se encerraría con discreción; una engreída demuestra cómo manda mientras dilapida valiosos recursos en propaganda.

Janis cita un clásico también pertinente, 1984 de Orwell, para ilustrar que la terca búsqueda de consensos imaginarios impide una evaluación realista de alternativas. La burgomaestre parecería rodeada de idealistas cuya única prioridad es la idílica cooperación comunitaria, incluso en una emergencia con dilemas y decisiones tan cruciales como conflictivas. Grandes incertidumbres exigen desacuerdos y crítica, no unanimidad. Por más arriesgado, peliagudo e ingrato que sea predecir, siempre es indispensable y factible debatir, reflexionar, para filtrar incongruencias flagrantes y transmitir confianza.

Queda pendiente otro groupthink de antología, la paz santista, pero conviene mencionar algo que se está incubando por teletrabajo, con altruísmo y entusiasmo progres: demandas o tutelas temerarias reclamando indemnizaciones al Estado. Unas de víctimas desatendidas por el sector salud y otras por confinamiento indefinido sin previsión de secuelas. Litigantes oportunistas en manada se sentirán forjando instituciones incluyentes mientras juegan a la lotería judicial. El activismo jurisprudencial retoñará vigoroso una vez la ciudadanía, minuciosamente coordinada, haya adormecido colectivamente su economía neoliberal para luego, orgullosa de sobrevivir con lo básico, sin ningún lujo, construir al unísono una autarquía franciscana, siempre que Claudia López y su deslumbrante grupo experto lo autoricen. 

REFERENCIAS

Amat, Yamid (2020). Entrevista a Claudia López, Pregunta YamidYouTubeMarzo 30

De la Torre, Cristina (2020). "Claudia: Habemus mando". El Espectador, Marzo 24

Harari, Yuval (2020). "El mundo después del coronavirus". La Vanguardia, Abril 4

Janis, Ervin (1971). "Groupthinking". Psychology Today

Koerth, Maggie, Laura Bronner and Jasmine Mithani (2020). “Why It’s So Freaking Hard To Make A Good COVID-19 Model”. FiveThirtyEightMarch 31

Kotlikoff, Laurence & Michael Kotlikoff (2020). “How to get the economy safely back to work in just 2 weeks”.  The HillMarch 31

Ramonet, Ignacio (2006). Fidel Castro. Biographie à deux voix. Fayard / Galilée

Semana (2020). "Iván Duque y Claudia López: nuevo choque en medio del coronavirus". Marzo 21

Steinmetz, Juergen T (2020) “COVID-19 testing finaly made easy and quick?”. EturbonewsMarch 27

Torrado, Santiago (2020). “La alcaldesa de Bogotá agita el debate sobre la xenofobia contra los venezolanos en plena pandemia”. El País, Abr 3

Torres, María Camila (2020). “Bogotá no puede hacerse cargo de venezolanos, es obligación del Gobierno: Claudia López”. RCN Radio, Abril 1

Vallejo, Fernando (2020). "La histeria del coronavirus". El Espectador, Marzo 31

Ways, Thierry (2020). “Detectar, detectar y detectar”. El TiempoMarzo 25

jueves, 2 de abril de 2020

Crónica de un desastre anunciado

Publicado en El Espectador, Abril 2 de 2020
Columna después de los memes







Pobre país. Tras décadas de conflicto armado que nunca terminó, enfrenta una amenaza de mortalidad incierta agravada por protestas y levantamientos sociales seguros.

Parte de la tragedia es compartida con muchos países. El confinamiento forzado, un hara kiri colectivo, no es fatalidad, ni depende de la indomable naturaleza. Lo cultiva con esmero una insólita mezcla de protagonistas que llevan a Colombia hacia un despeñadero donde además de coronavirus habrá hambre, otras enfermedades, protestas y tal vez muertes más difusas e impredecibles.

La principal responsabilidad del sacrificio en rebaño recae sobre la élite epidemiológica mundial. Ante el embate del Covid-19 en Wuhan, China, esta burocracia entró en pánico. Sin bases sólidas, con supuesto respaldo científico, hizo proyecciones apocalípticas sobre ese primer foco de infección. Anunció 100 mil contagios diarios nuevos, millones en pocas semanas. Después de tres meses, el total de infectados chinos no pasa de 90 mil, unos mil al día, la centésima parte de lo pronosticado. En ese lapso, el virus  llegó a 200 países, con algo más de 600 mil casos de contagio y 29 mil muertes.

En Colombia, “a 28 de marzo, se reportan 539 casos confirmados y seis muertes” resume un informe de la Universidad de Antioquia. Un día después, entrevistada por el diario de mayor circulación nacional, la directora del Instituto Nacional de Salud (INS) declaró que para Colombia, con modelos matemáticos, “estiman en 4 millones los contagios; 80% con síntomas leves”. Una responsable del manejo de la crisis ignoró información a su alcance para anunciar una pandemia con un número de personas afectadas 6.4 veces superior a las reportadas en el mundo en los últimos 90 días.

Médica, epidemióloga y economista, esta funcionaria debió aprender de intervalos de confianza. Las proyecciones jamás se hacen con certeza: se estima, con determinada probabilidad, un rango cuya amplitud depende de los datos. Un epidemiólogo de Stanford con sobrados pergaminos anota que con tal deficiencia en las pruebas “no sabemos si estamos dejando de captar infecciones por un factor de tres o 300… ¿Cómo pueden los políticos saber si están haciendo más bien que mal?”. Aunque los decesos por el virus se deberían poder contar, para la mortalidad se mencionan rangos entre 1/100 y 1/2000. 

Inducida por desatinos científicos aterradores, una burocracia con vocación autoritaria está en su salsa, aupada por intelectuales progres cuya obsesiva y al parecer única prioridad es derrotar al neoliberalismo. Por algo aplaudieron  fervorosamente un proceso de paz laxo con criminales que buscan lo mismo. La obcecación anticapitalista la ilustran personajes aplaudiendo el cese de actividades que provocará la ruina del sistema. Algunos ya adoptaron la mortalidad del 1%: más de medio millón de muertes que justifican barbaridades para evitarlas.

Ideologías agazapadas en disciplinas supuestamente científicas pelaron el cobre al aceptar mansa y acríticamente las restricciones. Economistas adalides de las libertades individuales mostraron una faceta intervencionista con minucia soviética. Ignorando a Hayek, surgieron justificaciones econométricas del autoritarismo: tranquilos, el impacto final sobre el crecimiento será positivo. En Chapinero, con capacidad para hacerlo, no se han molestado en estimar los costos del confinamiento con cese de actividades sobre las familias informales de estratos bajos. Proponen sofisticados mecanismos para repartir subsidios hasta que alcancen. 

Un desatino generalizado ha sido el apoyo incondicional al enfoque científico, incluso de analistas normalmente ecuánimes que silencian yerros como el de la directora del INS o pretenden que declarar cuarentena, impedir la movilidad o prohibir actividades económicas seleccionadas a dedo es ciencia pura y no politica cruda.

Conviene explicar por qué me aparté de la opinión hegemónica. Lo básico fue mi aversión visceral a las alcaldadas por haber sido pequeño comerciante. También influyó que como asistente de investigación palpara el abismo entre doctrinas importadas y realidad colombiana. Mi vocación tardía de criminólogo fue definitiva. De la epidemiología aprendí una perogrullada esclarecedora: garbage in, garbage out. Si los insumos de los modelos matemáticos del INS son basura, lo que sale no será distinto.

Las disciplinas inductivas y empíricas insisten que cualquier diagnóstico o intervención debe ser local, focalizado. La lucha universal y uniforme contra coronavirus se asemeja a pregonar “así acabaremos el crimen organizado global”, un despropósito incómodamente similar a la guerra contra las drogas.

Los diferentes gobiernos que decidieron no parar su economía contribuyen al escepticismo. Con metáfora escuelera, en ese reducido grupo se concentra la pilera del curso –Suecia, Alemania, Corea del Sur, Singapur- pero también la capa mediocre. Sorprende esa disparidad, pero el populismo de izquierda y de derecha en la segunda permite anotar que la astucia supera a la mentalidad tecnocrática para captar la dimensión política de las decisiones y negarse a secundar medidas costosísimas para la población vulnerable.

REFERENCIAS

Attanasio, Angelo (2020) “Coronavirus en Italia: el pueblo que logró contener la expansión del virus con un experimento único en el mundo". BBC News MundoMarzo 24

Beauchamp, Zack (2020). “The myth of authoritarian coronavirus supremacy”. VoxMarch 26

Blogeconomía (2020). "Transferencia monetaria inmediata para los informales". La Silla LLenaMarzo 24

Delgado Gómez, Paula (2020). “La carrera por direccionar las ayudas del Estado en tiempos de coronavirus”. El EspectadorMar 27

EE (2020) “¿Quiénes recibirán las ayudas del programa ‘Bogotá Solidaria en Casa’?”. El EspectadorMar 25

ET (2020). "‘Estimamos 4 millones de contagiados y casi el 80% con síntomas leves". El TiempoMarzo 27

Frydman, Roman y Edmund S. Phelps (2020). “Cómo asegurar la supervivencia de economías después de la pandemia”. El Espectador, Marzo 25

García-Peña, Daniel (2020). “Pandemias varias”. El EspectadorMarzo 24


Gómez Pinilla, Jorge (2020). “El amor en los tiempos del co… ronavirus”. El EspectadorMarzo 25

Harford, Tim (2020). “Why it’s too tempting to believe the Oxford study on coronavirus”. Financial TimesMarch 27

Infobae (2020). “La advertencia de un académico y epidemiólogo de Stanford sobre el coronavirus”. Marzo 17

Ioannidis, John P.A. (2020) “A fiasco in the making? As the coronavirus pandemic takes hold, we are making decisions without reliable data”. StatnewsMarch 17

Milne, Richard (2020). “Sweden bucks global trend with experimental virus strategy”. Financial TimesMarzo 25

Rothschild, Nathalie (2020). “Sweden Is Open for Business During Its Coronavirus Outbreak”. Foreign PolicyMarch 24

Sridhar, Devi (2020). “Without Mass Testing, the Coronavirus Pandemic Will Keep Spreading”. Foreign PolicyMarch 23

The Local (2020). “Why is Denmark's coronavirus lockdown so much tougher than Sweden's?” March 20

VVAA (2020) “Intervenciones no farmacológicas para la contención, mitigación y supresión de la infección por COVID-19”. Universidad de Antioquia – UNED – Marzo 28