sábado, 8 de noviembre de 2025

Puntillazos a la narrativa del M19 sobre la toma del Palacio de Justicia

 Publicado en El Espectador, noviembre 13 de 2025


Para la conmemoración de los 40 años de la toma del Palacio de Justicia, dos hijos de magistrados asesinados, Mauricio Gaona y Carlos Medellín, le dieron sendos puntillazos a la leyenda manufacturada por el M-19 y sus hinchas. A su vez, Helena Urán, ya había confirmado que su padre, Carlos Horacio Urán, salió vivo del Palacio y luego fue muerto por militares. 


Basados en evidencia aparecida estos últimos años, reforzada por expedientes penales, Gaona y Medellín dejan claro que la participación del M19 no se limitó a buscar un estrambótico “juicio armado” al presidente: también cometieron crímenes atroces. El mejor documentado es el de Manuel Gaona Cruz. Se conocen ahora no sólo las circunstancias sino los antecedentes y los motivos del grupo asaltante para asesinarlo. 


Según Lucía Bermúdez, secretaria del Magistrado Nemesio Camacho, los guerrilleros gritaban “¡que salga Manuel Gaona!¡Que salga Medellín!… Solamente llamaban a los Magistrados de la Sala Constitucional”.  José Gabriel Salom, magistrado auxiliar del Consejo de Estado, declaró que salió del baño  donde estaba con Gaona. Almarales les dijo “tranquilos que a ustedes no les va a pasar nada porque son mi última salvación”. Los quería sacar al fuego cruzado, pero el magistrado rehusó ser carne de cañón.

  • ¡Salga!, repitió Almarales
  • ¡No! yo no me muevo de aquí… 


Entonces “Almarales dio la orden: acaben con esos (HPs) y nos dispararon… Sentí un fuerte golpe en el hombro izquierdo por la cabeza de Horacio Montoya Gil (Magistrado Sala Civil)… (después) otro tremendo golpe en la cabeza producido por la de Manuel Gaona Cruz”. Salom permaneció bajo ese cuerpo inerte “hasta que ordenaron que quitaran los cadáveres”. Varios testigos que estaban junto a Gaona presenciaron su ejecución. Jorge Antonio Reina, conductor de la Sala Civil recordó que “salí y me quedé en la puerta del baño al lado del doctor Gaona. Un guerrillero le dijo que se hiciera por la orilla… por detrás vino y le disparó en la cabeza, cerca a la nuca. Me tiré al piso. A los que iban saliendo los iban asesinando en el descanso de la escalera”. El magistrado Hernando Tapias Rocha declaró “yo fui uno de los pocos magistrados que se salvó de no ser ejecutado por el M-19”.


El día del asalto, la Sala Constitucional de la CSJ iba a discutir la ley que aprobaba el tratado de extradición. Carlos Castaño reveló una reunión con Carlos Pizarro en la que se pactó la financiación y el suministro de armas para la toma. Pablo Escobar habría dado instrucciones de “matar el mayor número de magistrados y quemar los expedientes” en caso de una retoma.  


El levantamiento del cadáver de Manuel Gaona se hizo el 7 de noviembre. La necropsia “revela tres heridas de bala con trayectorias de entrada en el parietal izquierdo, en la cara lateral del cuello derecho, y en el omoplato superior derecho”. En 1986 la Procuraduría, basada en estas pericias y declaraciones juradas de sobrevivientes, atribuyó la muerte de Gaona al M-19. En 2020 la Comisión de la Verdad de la CSJ confirmó esa conclusión. “Las trayectorias, distancias de disparo y tipos de lesiones no eran compatibles con fuego cruzado”. 


Ignorando las pruebas de balística y las declaraciones de testigos presenciales divulgadas ahora por Mauricio Gaona, en una entrevista reciente, Ramón Jimeno, experto en la masacre y soporte importante de la narrativa M-19, afirma categóricamente que “las pruebas de balística confirman que Gaona murió por balas del ejército”. Esa visión desactualizada la adorna con candidez: no tenía ningún sentido que Almarales los matara “después de haberlos cuidado durante 16 horas”. El amable centinela, según sus  rehenes, les hizo explícito que ellos eran moneda de cambio, por eso los protegía. Fue por no someterse a ese papel que el abogado guerrillero ordenó matar a quemarropa por la espalda a Gaona. La candidez le alcanza a Jimeno para enaltecer al asesino: “el único acto humanitario que hubo es el de Andrés Almarales que autoriza la salida de los heridos, las mujeres y los últimos rehenes”. Eso a pesar de que, reitera, “ellos sólo querían un juicio justo”, pero con armas y rehenes. La incoherencia de la narrativa persiste invocando y legitimando un remedo de democracia: si Belisario Betancur accede a negociar “¿ellos hubieran cogobernado?… posiblemente sí… Gobiernan ahora y no pasa nada… (no era) el acabose que el M-19 llegara a una negociación de tú a tú”.


Irresponsablemente, Gustavo Petro trinó que “el informe científico forense… determinó que ninguna bala proveniente de armas del M19 se encontró en los cuerpos de los magistrados asesinados en Palacio”. Carlos Medellín responde: “falso, falso, falso”. Eso no pudo saberse. Pero quedaron valiosos testimonios presenciales.