sábado, 14 de junio de 2025

Después de la Marcha: volver a trabajar y hablar del M-19

 Publicado en El Espectador, Junio 19 de 2025


Recientemente argumenté que de Petro no cabe esperar actitudes de estadista. Su formateo es de guerrillero. De estirpe tupamara, no respeta protocolos, procedimientos, ni leyes. Su aventura como detective tras un intento de magnicidio lo confirma. 


El M-19 desconcierta desde su reinserción, cuando persuadió que su lucha era por la paz y silenció los crímenes atroces. En la Constituyente del 91, con altísima representación, “de vivos, a pesar de las quejas sobre las FFAA no quisieron tocar lo militar… No quisieron y no quisieron y no quisieron” recuerda César Gaviria. Evitaron abrir la Caja de Pandora. 


Su reacción al atentado contra Miguel Uribe fue preocupante en varios sentidos. Invita a machacar que desde cualquier posición del espectro ideológico, el objetivo mínimo debe ser condenar, unánime y categóricamente, la violencia política, incluyendo la del pasado. Desde el fatídico consejo de ministros televisado me alié con María Alejandra Muñoz, caricaturista, también preocupada con la deriva surrealista y déspota del gobierno. Son columnas para subrayar que las amenazas a la democracia se entienden mejor conociendo su origen. Después de la Marcha del Silencio, continuaremos desafiando la fábula que durante lo peor del conflicto, la guerra sucia, unos sacrificados “muchachos” no buscaban gobernar férreamente, con “el pueblo en armas”, sino consensos democráticos. Pretendemos mostrar que tal narrativa dejó impronta, y también defender unas instituciones imperfectas,  no prescindibles; contrariar el blanqueo del pasado sanguinario del M-19 con demonización del Estado y silencio sobre sus víctimas. No consideramos inocuos ni la decisión del ejecutivo de invadir competencias legislativas y judiciales ni el clamor por “50 gobiernos más de izquierda” como respuesta al ataque a un candidato presidencial.  


Produce estupor un informe reciente de la Comisión de la Verdad sobre los estrechos vínculos del M-19, orgullo del Señor Presidente, con la masacre de Tacueyó, entre las más infames del conflicto. La perplejidad es tanto por el contenido como por la indiferencia con esa publicación, inclasificable como de extrema derecha. Su lectura ilustra hasta dónde puede llegar la paranoia con enemigos cuando la política se asimila a una guerra. Petro debió enterarse de todas las acciones de Carlos Pizarro para tapar esa vergonzosa alianza familiar, militar y financiera. La prudencia sugería liderar el Gobierno del Cambio sin enaltecer ese pasado indigno. Pero prevaleció el talante autoritario, que opacó al estadista. Se acentuó el abismo, “esa división entre violentos y demócratas… Cada vez que reivindica al M-19… no lo hace reivindicando el cese de la violencia, sino la lucha”. Ahora transmite la sensación de un combatiente acorralado, que arrecia ataques a las instituciones, incluyendo la Constitución. Su propuesta de convocar una consulta popular por decreto para reformarla ha generado fuerte oposición, especialmente entre abogados constitucionalistas. 


Ante la percepción de un peligro inminente, el cerebro activa mecanismos de supervivencia que llevan a compartir consejos para enfrentarlo. Se pueden descartar sugerencias al causante de la amenaza, pues carece de polo a tierra. Antes de jugar a la Interpol, manifestó querer invitar una comisión de la ONU para aclarar tanto el atentado contra Miguel Uribe como el de “todos los líderes políticos y sociales asesinados en la historia de Colombia”. Alguien cercano, Gustavo Bolívar, adoptó un guión similar: en todos los magnicidios desde Rafael Uribe Uribe (1914), “aunque no lo crean, los asesinos son los mismos”. Tan excelsa teoría llega engalanada con un menjurge voluntarista de procesos de diálogo con insurgentes desde los setentas. Otra opción para “calmar el clima de tensión, es cerrar sus bodegas”. Sin embargo, tras los refritos de canción protesta y puño alzado -“¿Por qué no se van del país?”- o el plantón de Cali esa propuesta queda sin piso. 


Es indispensable llegarle al sector desvergonzado de progres que con entusiasmo invitaron a votar por Petro, se arrepintieron, evitan referirse a sus manifestaciones violentas y antidemocráticas para volver tranquilamente a sus quehaceres. Ese colombianísimo segmento que “reacomoda las sillas en la cubierta del Titanic” contribuyó al naufragio. En lugar de buscar dialogar con el M-19 que gobierna -infructuosamente, unos no quieren, otros "se van del país"- convendría hacerlo sobre el M-19: escarbar críticamente su historia. Es la única vía para comprender al presidente y condenar, no glorificar, ese abyecto pasado. Las charlas deben ser informadas, informales, domésticas, e involucrar jóvenes que, dicen las encuestas, saben poco del conflicto armado. Tras el atentado, una joven nacida en 1999 anota que “hoy como generación no podemos hacernos los que no entendemos, porque ahora sí nos tocó”. Esa juventud no puede quedar con la falsa impresión de que el poder “es una trinchera… y que se gobierna desde el resentimiento”. Esas disfunciones sólo se entenderán con un relato preciso y coherente acerca del M-19. 





REFERENCIAS


Acevedo, Andrés (2025). “Pensé dejar la política después de la muerte de Galán” Entrevista a César Gaviria, Atemporal, Ep 162


Akerman, Yohir (2025). “El disparo y el silencio”. CambioColombia, Junio 8


CV (2022). “La masacre de Tacueyó y el impacto de lo ocurrido en el movimiento guerrillero en Colombia”. Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad, la Convivencia y la No Repetición. Capítulo de Violaciones de DD. HH. e infracciones al DIH. Versión final


DW (2025). “Petro exige a ministros firmar decreto de consulta popular”. dw.com, Mayo 28 



Naranjo, Paula (2025). “Carlos Ramón González, vinculado al caso Ungrd, está escondido en Nicaragua bajo el régimen de Daniel Ortega”. Infobae, Junio 6


Quintero Herrera, Edgar (2025). “Necesitamos 50 gobiernos más de izquierda: voces de los incondicionales a Petro”. La Silla Vacía, Junio 13


___________________________ “Petro actúa como el detective principal del atentado a Miguel Uribe”. La Silla Vacía, Junio 13


Rubio, Mauricio (2022) “Formación política: del café para charlar a la clandestinidad armada” El Espectador, Junio 12 Blog personal


___________________ “Por qué Petro no será como Chávez”. El Espectador, Junio 30 Blog personal


Uprimny, Rodrigo (2025)  “El decretazo: inconstitucional e innecesario”. El Espectador, Junio 8 


Valencia, Paloma (2025). “El abismo de la violencia”. El Tiempo, Junio 9






viernes, 6 de junio de 2025

Formación política: del café para charlar a la clandestinidad armada

Publicado en El Espectador, Junio 12 de 2025 *

* Esta columna fue escrita y publicada aquí días antes del atentado a Miguel Uribe




Fernando Savater propone una división clásica entre educación e instrucción. En Grecia, cada función la ejercía una figura específica: el pedagogo “convivía con los niños o adolescentes, instruyéndoles en los valores de la ciudad, (moldeando) su carácter y su integridad moral”; formaba ciudadanos que en la polis discutían las leyes y la política. El maestro transmitía conocimientos instrumentales y preparaba jóvenes para la vida productiva. 


El aprendizaje moral y ético es bastante implícito, “se apoya más en el contagio que en lecciones estructuradas”. Recibir buen ejemplo es fundamental. Además, esto se logra mejor con jóvenes. En la edad adulta la plasticidad cerebral disminuye y las creencias se arraigan. 


Aparte de editor y escritor, Mario Jursich es un historiador accidental cuya curiosidad por lugares y cosas lo lleva a escarbar asuntos cotidianos para analizar fenómenos sociales. “Me interesa la historia de las bebidas” anota en Atemporal. Su interés por el café es peculiar. Más que las personas tomándolo individualmente, le intriga cuando lo hacen en grupo, para charlar, debatir, criticar. Así rescata la importancia, a principios del siglo XX, del café como establecimiento, una verdadera institución política. “Bogotá era una ciudad de cafés”, precisa. Para un libro colectivo, El Impúdico Brebaje, hizo un mapa de esos lugares, concentrados en el centro, cerca de las sedes de los diarios, territorio de periodistas. “El café era una cámara de eco natural para lo que se publicaba en los periódicos… la vida intelectual pasaba por los cafés”. Lo que allí se hacía era tan simple como formativo: “comentar libros, recitar poesía… se compartían lecturas, se leían traducciones… el café fue claramente la institución de la modernidad en Colombia”. Los cafés surgieron como alternativa popular al club donde se reunía y aislaba la oligarquía; tocaba ser admitido como socio y pagar. Al café entraba cualquiera, “se veían juntos al intelectual, al embolador, al voceador de prensa, al lotero, al desempleado, a los estudiantes”. Los cafés fueron lugares públicos de encuentro. Un juez que los frecuentaba decía que “son como los parques de las ciudades sin sol”. 


El nexo entre los cafés y la formación de jóvenes lo ilustra el emblemático Windsor, abierto en 1912 por el educador Agustín Nieto Caballero, fundador del Gimnasio Moderno. Según Jursich, la república liberal que acabó con la hegemonía conservadora se fraguó en los cafés. “Era gente tomando locamente cafeína e imaginando un mundo distinto… (Allí) se incubó buena parte de los proyectos del liberalismo”. Aunque ocasionalmente había trifulcas y de un café salió Juan Roa Sierra para dispararle a Gaitán, no era un ambiente de matones que fomentara la violencia, ni la ilegalidad. 


Sobre la infancia y juventud de Gustavo Petro se sabe poco. En su autobiografía cuenta que su madre, gaitanista, le explicaba que “nosotros también éramos del pueblo de Gaitán”. Después, ella militó en la Anapo y él colgó esa bandera en su cuarto. El padre, conservador laureanista, “también amaba al Che Guevara”. Sus recuerdos del colegio donde, afirma, “adquirí mi formación política”, son ilustrativos. Cuando el golpe contra Allende, “un silencio se adueñó de mi colegio franquista”. Entonces, con 13 años, “salimos a la calle… decidimos paralizar el tráfico” y voltearon un carro. Se unió a un grupo de estudio marxista y luego se enteró que lo dirigía la vertiente maoísta del Partido Comunista, fundadora del Ejército Popular de Liberación. Después vendrían el M-19, disidentes de las FARC y algunos tupamaros. Su época universitaria está marcada por la militancia clandestina, antítesis de legalidad, diálogo e intercambio de ideas. Su participación en crímenes serios nunca se sabrá pero queda claro, de sus propios recuerdos, que se formó como transgresor. El respeto por la ley nunca le importó. Tampoco desveló a su hijo Nicolás, otro de la estirpe, con madre insurgente. 


Los políticos que modernizaron al país se reunían con periodistas, frecuentemente colegas, para intercambiar ideas y lecturas que generaban dudas, afán por ilustrarse y dialogar, en un ambiente distendido e igualitario. Petro aprendió certezas y dogmas foráneos de manera vertical, autoritaria, con acciones violentas, después clandestinas y armadas degradadas hasta la guerra sucia para imponer una visión del mundo. La bandera insurgente que ondea con orgullo, la reciente violencia verbal de sus discursos -Libertad o Muerte-, la ilegalidad de sus propuestas… revelan su formación política. Es un presidente con mentalidad guerrillera, pendenciero e infractor. Salvo entre compañeros del M-19, ve por doquier enemigos a quienes confronta con armas simbólicas. Su desconocimiento de la historia política colombiana le hace ignorar estadistas como Olaya Herrera, o Lleras Camargo, para mencionar sólo los reformadores progresistas, hechos a pulso, no violentos, respetuosos de las instituciones, que frecuentaron el Café Windsor cien años después de Bolívar, su espada y sus guerras de independencia.



REFERENCIAS


Acevedo, Andrés (2024). “El amante de Laureano, el auge del café y la República Liberal”. Entrevista a Mario Jursich, Atemporal, #139


Bajonero Vásquez, Geraldine (2025). "Esta es la carta que 28 expresidentes firmaron en rechazo a intención de convocar la consulta popular por decreto". El Tiempo, Junio 6


Barón Leal, Alfredo (2015). “Recorrido “espresso” por los Cafés de Bogotá”. Razón Pública, Junio 21


EE (2023). “Ella es Katia Burgos, la mamá de Nicolás Petro, y su historia con Gustavo Petro”. El Espectador, Agosto 12


Malagón, María Alejandra (2019). “El café Windsor”, Archivo de Bogotá, Agosto


Petro, Gustavo (2021). Una vida, muchas vidas. Planeta


Savater, Fernando (2001). El valor de educar. Barcelona: Ariel


Torrado, Santiago (2015). "La constante huella del M-19 en el Gobierno de Gustavo Petro". El País, Abril 10


Vasco, Bernardo (2022). “Momentos vividos en Bogotá antes y luego del magnicidio de Jorge Eliécer Gaitán”. Archivo de Bogotá, Abril 9


domingo, 1 de junio de 2025

Escribir mal y pensar mal. El precario humanismo de Gustavo Petro

Publicado en El Espectador, junio 5 de 2025 


Transmitir por escrito ideas y argumentos coherentes es un desafío monumental. Hay que transformar un menjurje de percepciones, intuiciones, teorías, dudas, incertidumbre, emociones… en una secuencia lineal comprensible. Un discurso es aún más arduo. Mucha gente opta por leerlo. 


Escribir requiere paciencia, perseverancia y mucho trabajo. No hay atajos. “Lo que quiero contar, lo hago escrito, solito en mi cuarto, y con mucho trabajo. Es angustioso pero sensacional.. Vale la pena; es como un parto”, dijo Gabriel García Márquez (GGM). “La literatura no se aprende en la universidad, sino leyendo y leyendo a otros escritores”, recomienda.


Fuera de GGM, es imposible encontrar citas literarias en los discursos y trinos de Petro presidente. Lástima que no tomase en serio los trucos del oficio de su influencia suprema. Ha confirmado con creces que no aprendió a escribir, y menos a hablar sin ofender. Así lo ilustra un adefesio, tomado al azar entre muchos igualmente deplorables: “no hay luces en los campos porque nadie vive allí. De día son potreros donde hay una vaca, dos vacas, cebús, generalmente”. Esta perla es un grave yerro político cuando se pretende transformar el país, y el mundo. 


“Se escribe y se habla como se piensa” sentenció Piedad Bonnett desesperanzada con los trinos de Petro. “Quien escribe mal, piensa mal” confirma en Atemporal Mario Jursich, autor de versátiles, eruditos y amenos posts que luego selecciona y agrupa en libros. No se presenta como editor, ni escritor, ni poeta. Su tímido perfil en X se limita a “sobre todo, leo”. Recuerda que el dominio del lenguaje en política es tan importante que en Colombia “cinco presidentes eran gramáticos de profesión” y que muchos más  fueron destacados periodistas. 


En su autobiografía, Petro enfatiza haber sido “lector ávido” con “mucho amor a la lectura” desde niño. Pero son escasas las referencias a literatura o escritores específicos. Con su máximo inspirador alardea haber asistido, décadas después, al mismo colegio “al que había sido enviado, hacia los años cuarenta, GGM y en dónde descubrió, alelado, a los clásicos del Siglo de Oro español y leyó a Verne, Hugo, Salgari o Dumas”. Parecería que el futuro Nobel contribuyó, por ósmosis cultural asincrónica, a la tarea muy personal de asimilar buena literatura. 


Varias anécdotas de esas memorias desafían las pretendidas bases humanistas de Petro. Cuando, adolescente, “comenzó a interesarme la historia… libros sobre Roma, Grecia e historia universal me permitieron profundizar sobre diferentes épocas. Me sumergí de lleno en ellos convirtiéndome en el mejor estudiante de historia”. No dejó las novelas “quizá muy avanzadas para mi edad”. A su “estrecha relación con la lectura” le sacó provecho: “muchas veces pude corregir a los profesores o adelantarme a lo que iban a decir”. Así, “empecé siendo el primero del curso todos los meses y nunca dejé de serlo”. Esa temprana soberbia, su pretensión de ser el mejor, no encaja con los principios humanistas de igualdad, empatía, mutuo respeto y permanente deseo de aprender.  


Otro incidente, más petulante e inverosímil, ocurrió en las elecciones de “aquel 19 de abril” de 1970, cuando el aventajado Gustavo cumplió 10 años. “Ese día las matemáticas me llevaron a sumar y restar, a hacer quebrados y reglas de tres, incluso hasta sacar raíces cuadradas, de las que ya sabía un poco. Quería hacer un experimento con las elecciones. Copié los datos que daba Radio Todelar del conteo de las mesas, departamento por departamento, en una libreta. Todos mis cálculos daban que iba a ganar Rojas”. Al día siguiente el ganador anunciado no era el que ese estadístico precoz, un pipiolo, había pronosticado. “Ese fraude significó muchas cosas para Colombia. Por supuesto, el surgimiento del M-19, a dónde yo iba a militar, pero creo que sublevó y colmó la paciencia de miles de jóvenes que ya estaban sintonizados con los vientos de cambio que se habían iniciado en los años sesenta, con la Revolución cubana”.


Así, el precario humanista estropea con propaganda sus memorias. Corrobora que jamás ha sido, ni será, un periodista idóneo. Contamina el relato con ideología y reivindica la violencia insurgente por una trampa electoral, sin duda ilegal pero menos costosa para el erario que los chanchullos endémicos, tal vez crecientes, que él tolera con la intermediación del plusmarquista de tales prácticas. Lo más intragable y antidemocrático es padecer esa pertinaz corrupción con ataques incendiarios a la Constitución del 91, la de la juventud y el M-19, que hasta incluye propuestas de GGM. “Una cosa es embarrarla por falta de experiencia; otra, muy distinta, tener años de duquesa y no saber mover el abanico” (Dixit Jursich). 


REFERENCIAS


Acevedo, Andrés (2024). “El amante de Laureano, el auge del café y la República Liberal”. Entrevista a Mario Jursich, Atemporal, #139


CG (2017). “12 frases de Gabriel García Márquez sobre el oficio de escribir”. Centro Gabo, Sep 17 


Lizarazo, María Paula (2021). “El adiós de García Márquez a la Constituyente”. El Espectador, Julio 3


Petro, Gustavo (2021). Una vida, muchas vidas. Planeta

viernes, 23 de mayo de 2025

Renuncias o despidos que ilustran la deriva hacia el despotismo

 Publicado en El Espectador, mayo 29 de 2025


“Petro es lo de menos” afirma con supino cinismo un analista casi en simultánea con la salida de Ángela María Buitrago, exministra de Justicia. Abogada idónea, preparada, recta, incorruptible, en las antípodas del fanatismo, estuvo comprometida a fondo con el proyecto petrista hasta el viraje definitivo del régimen con el show del Consejo de Ministros por TV. “(Buscan) que yo tome decisiones porque alguien piensa que las tengo que tomar… Que (cambie) personas valiosas, trabajadoras… Y eso no lo voy a hacer” explicó a su equipo al despedirse. Agregó que las discrepancias con el presidente siempre las discutió de frente. No entiende por qué ahora él puso en duda las razones que la llevaron a renunciar. “Están documentadas, una a una, desde marzo de 2025. Son ciertas”, afirma categóricamente. “No solamente en el contenido, sino en la forma”. Corresponde a las instituciones resolver qué pasó: ella presentó “denuncia ante la Procuraduría y la Fiscalía”. Sin estridencia, demostró que “renunciar también es servir… y que sí existen funcionarios para quienes gobernar no es obedecer”. 


Esta no fue la primera baja tras el imPacto Histórico del Consejo televisado. "Habrá cambios en el gabinete para lograr mayor cumplimiento en el programa ordenado por el pueblo” trinó entonces el líder supremo cuando ya habían dimitido Susana Muhamad, ministra de Ambiente, Juan David Correa, de Cultura y Jorge Rojas del Departamento Administrativo de la Presidencia. Muhamad, estrella del gabinete, explicó su renuncia por “la llegada de Armando Benedetti como jefe de Despacho del presidente, un proceso de empoderamiento político que genera muchos riesgos para la defensa de lo público y la integridad del Gobierno, pero también como representación política frente a la violencia de género”. Correa señaló haberse incomodado con el consejo de ministros al aire y el nombramiento de Benedetti. Después precisó que “no puedo estar sentado con alguien demandado por maltrato a mujeres”. Rojas, con pocos días en su cargo, también expresó su inconformidad con el mandamás. Augusto Rodríguez, cercano a Petro desde la guerrilla, director de la Unidad Nacional de Protección, se sumó a la protesta: “desde que Benedetti llegó a la campaña yo puse alertas y me enteré de sus artimañas” para evadir la justicia. Así, “destapó la caja de Pandora de la infiltración de Papá Pitufo”. 


La desconfianza con el capitoste se extiende a medios y periodistas que nadie osaría descalificar por derechistas. Consideran grave la evidencia de “un ministro del Interior que opera desde el centro del poder, como si la ley fuera negociable. Convencido de que la justicia nunca lo tocará”. El “ministro en fuga” no es el único lunar antidemocrático del Gobierno del Cambio. Según La Silla Vacía, “cinco ministros y dos altos funcionarios han salido del gobierno denunciando presiones y propuestas de dudosa legalidad”. Tan crítica como la salida de Buitrago es la de Luis Carlos Reyes, ex cabeza de la Dirección de Aduanas e Impuestos Nacionales (DIAN), quien entregó a la Fiscalía un listado de 62 políticos investigados por “supuestamente recomendar o pedir cuotas” en dicha entidad. El antiguo zar de impuestos agregó que la suegra de Benedetti y Nicolás Petro “le solicitaron el control de las aduanas de Barranquilla y Cartagena para ubicar a personas recomendadas”. La jauría busca cooptar las tareas indelegables de cualquier Estado, que son privadamente las más rentables y pululan en Colombia: recaudar tributos y administrar justicia. 


Antonio Elorza, al analizar los escándalos que en España rodean a Pedro Sánchez, constata que la ciudadanía padece un déspota que les niega a los parlamentarios, también elegidos por el pueblo, “toda capacidad de razonamiento y les exige comportarse como simples marionetas, forzados a cumplir cuanto Él ordena, y sin rechistar”. En forma independiente de la complejidad de un problema o la necesidad de reflexionar y matizar, “les toca obedecer ciegamente”, como en las mafias. Ese poder omnímodo no se ejerce personalmente sino de manera indirecta. Se alcanza así “el despotismo, una variedad extrema de absolutismo donde el gobernante practica el abuso de poder sistemático sobre sus subordinados. Actúa de manera arbitraria, atendiendo exclusivamente a su propia voluntad”. Recordando a Montesquieu, Elorza precisa que ese poder se magnifica, “no ejerciéndolo de modo directo, sino por medio de un lugarteniente”. 


En la Colombia Humana, la triste ironía es que mientras desde la plaza pública el déspota pregona que “el pueblo es quien decide los momentos, los días, los tiempos” el que dictamina cómo se asignan estratégicamente los recursos estatales es un comisionista que espanta a la élite petrista. Ojalá la narrativa oficial no llegue al extremo de postular a Benedetti como el verdadero pueblo, con enfoque de género.  




REFERENCIAS


Carrizosa, Cristina (2025). “Renunciar también es servir”. El Espectador, mayo 22


Cuervo, Jorge Iván (2025). “Petro es lo de menos”. El Espectador, mayo 16


Cueto, José Carlos (2025). “4 razones de la crisis política que sacude a Petro en Colombia y que provocó una oleada de renuncias en su gabinete” bbc.com, febrero 10


Delgado, Juan Lobo (2025) “La guerra entre Augusto Rodríguez y Armando Benedetti, una olla a presión en el Gobierno”. El Tiempo, febrero 15


Elorza, Antonio (2025). “El déspota”. The Objective, mayo 20


LSV (2025). “Lista de recomendados de la DIAN: Corte aumentó a 62 los investigados”. La Silla Vacía, marzo 12


Ortega Carrascal, Jaime (2025). “Ministra de Ambiente de Colombia: La presencia de Benedetti en el Gobierno es un riesgo”. EFE, febrero 12


Parada Lugo, Valentina (2025). “Jorge Rojas renuncia a la dirección de la Presidencia tras el consejo de ministros televisado, seis días después de ser nombrado por Petro”. El País, febrero 5


Quevedo, Norman (2025). “Exministro Juan Correa reveló detalles sobre su renuncia al Gobierno Petro”. Infobae, Febrero 6


Torres, Jhon (2025). “Las denuncias de Ángela María Buitrago”. El Tiempo, mayo 18