sábado, 13 de agosto de 2022

Hombres celosos y violentos

Publicado en El Espectador, Agosto 18 de 2020


La secuela más nefasta del feminismo sobre el bienestar de las mujeres, en particular las maltratadas, es haber silenciado los celos como causa de la violencia de pareja.




Hasta la Corte Constitucional colombiana, tan pendiente de los activismos, se ha ocupado de los celos y su vínculo con la violencia (Sentencia T-967/14). Como lo han hecho desde siempre la literatura, la pintura y todas las artes. 


Antes de casarse, Diana mantuvo con Jorge un noviazgo de 9 años con “celos desmedidos y maltrato psicológico y físico”. Con trago jorge mostraba “actitudes intimidantes, obsesivas, celosas, machistas y dominantes”. Un día sacó a su hija mayor del jardín infantil para una prueba de ADN. El resultado fue positivo, pero Diana decidió irse de casa y pedir el divorcio. En una Comisaría de Familia los cónyuges buscaron conciliar y luego fueron a terapia de pareja y reiniciaron la relación. Ella regresó y meses después nació la segunda hija.  Trabajaba en un cargo en el que debía viajar. Los celos del esposo se agudizaron. Diana no volvió a salir al mediodía. La actitud “infundada e injusta”, fue sistemática y llegó a manifestaciones físicas: la golpeó cuando discutieron porque ella asistiría a una reunión de la oficina. Diana denunció las agresiones. La Fiscalía solicitó entrevistas psiquiátricas. El dictamen de Medicina Legal destacó un “funcionamiento celotípico machista que se complementa a su vez con una acomodación de la mujer que implica pasividad y dependencia”. 


La justicia subestimó este diagnóstico de celos intensos, constantes, predecibles y violentos. No sirvió como prueba para la demanda de divorcio que interpuso Diana. Quien calificó de improcedente su demanda fue una mujer y la afectada tuvo que poner una tutela, negada en primera y segunda instancia y luego revisada por la CC. 


Fuera de Medicina Legal nadie se interesó por los celos enfermizos de Jorge. Ni la academia, ni la militancia -consultadas por la CC- ni distintas instancias de un Estado cuya altísima prioridad es proteger a la mujer maltratada se apartaron del supuesto de que se trataba de un hombre machista como cualquier otro.


Está también el caso de María, célebre anfitriona de un programa de televisión. Sufría maltrato severo y rompió su silencio públicamente en 2004. “Quienes hemos estado expuestas debemos hablar”. Dos años antes, había acudido a la justicia. Estaba separada, pero una conversación telefónica con su ex fue tan amenazante que temió por su vida. En la comisaría de familia contó que el gran amor de su vida, el padre de sus hijos, la maltrató durante diez años. Estando embarazada, la golpeó hasta perder el sentido. Podía agredirla por algo tan nimio como darle al hijo comida “inadecuada”. El resumen de la denuncia –de ocho horas- señala que "el abuso físico ha empeorado con el tiempo y se ha vuelto más intenso. Por ejemplo, si NN (el compañero) bebió alcohol, los golpes estarán a la orden del día". 


El agresor fue arrestado y condenado por malos tratos, pero María piensa que es difícil romper la dinámica sin comprender lo que pasa. Según ella, se trata siempre de eventos insignificantes que nadie denunciaría pero que conducen a otros más serios. La dinámica fue tormentosa. Algunas veces ella se atrevió a devolver el golpe, aunque siempre se sintió en desventaja. Supo que no era la primera víctima. La justicia llamó a declarar a una ex novia y contó que años atrás fue golpeada por NN: le rompió el pómulo y terminó en el hospital.  “Sus celos y deseo de control siempre estuvieron presentes”. 


Siendo más violenta, la historia de María es similar a la de Diana. Se trata de parejas educadas, profesionales, y corroídas con un patrón similar: un celoso delirante que en algún momento duda de la paternidad de sus hijos, que le reprocha a la esposa una supuesta sexualidad descontrolada, la insulta, la golpea, y ella se adapta. María podría ser otra de las tantas colombianas o latinoamericanas que sufren una cultura en extremo machista. 


Lo desconcertante es que María Carlshamre viviera su drama en Suecia -sociedad con equidad de género ejemplar, en todos los ámbitos- y, por otro lado, que las agresiones sufridas en su hogar no fueran excepcionales, como ella misma sugiere. La información disponible lo confirma, para todos los países escandinavos. La llamada “paradoja nórdica” –indicadores insuperables de igualdad con violencia contra la mujer más aguda que en el resto de Europa- sorprende a todo el mundo: burocracia, ONGs, feminismo y academia. 


La obsesión por la dimensión histórica y política de las relaciones de pareja, el afán por atribuír los problemas al patriarcado, y la tendencia a supeditar las teorías o explicaciones a consideraciones normativas, han contribuído a silenciar el factor más protuberante en la vida cotidiana de millones de mujeres en el mundo: celos patológicos de su compañero, que no son normales ni podrán mitigarse ignorándolos. 



REFERENCIAS


Blanco, Silvia (2017). “Suecia: ¿paraíso de la igualdad?”. El País SemanalMarzo 5

Garne, Cecilia (2004). “Min man slog mig i tio år" ("Mi esposo me golpeó durante diez años"). Expressen, Mar 7 


Rubio, Mauricio (2017). "El género en la jurisprudencia constitucional colombiana". Trabajo presentado en el XII Encuentro de la Jurisdicción Constitucional celebrado en Pasto entre el 28 y el 30 de Septiembre de 2017. Capítulo del respectivo libro