domingo, 30 de julio de 2023

Hará falta Malcolm

 Publicado en El Espectador, Agosto 3 de 2023



Son escasos los académicos versátiles y con un séquito de seguidores, admiradores, hasta pupilos, de las más variadas disciplinas. Acaba de morir uno de ellos, el historiador inglés Malcolm Deas. En tiempos tan confusos lo echaremos de menos. 


Fue la antítesis del ideólogo teórico que busca explicar todo con pocas herramientas, tratando de acomodar la realidad a sus esquemas. En la distinción destacada por Isaiah Berlín entre el zorro, que sabe muchas cosas, y el erizo, especialista en una sola gran cosa, Malcolm descollaba por la variedad de temas que manejaba con soltura pero con rigor. Nada que ver con las grandes doctrinas que plantean un sistema central y articulado sin polo a tierra. Para su disciplina, la historia latinoamericana y colombiana, siempre estimó conveniente resaltar “la singularidad de cada una de las historias nacionales de nuestra región… En Europa es superflua tal insistencia sobre sus distintos países, pero en América Latina la perezosa generalización es más común, dentro y fuera de la región. La historia republicana de Colombia es, a mis ojos, muy distinta de la historia de las demás naciones cercanas”.


Al interior de cada país destacaba la importancia de las regiones y dentro de ellas señalaba los infinitos desafíos a la uniformidad que supone, por ejemplo, la visión marxista. Consideraba fundamental focalizarse en pocos personajes e incidentes particulares no sólo para diagnosticar o explicar sino, sobre todo, para la política pública. Nunca olvidaré su graciosa y convincente pedagogía sobre las ventajas de desagregar problemas en lugar de acumularlos y complicarlos. En una reunión del grupo Paz Pública en la Universidad de los Andes a mediados de los noventa, estábamos enfrascados en una pantanosa discusión sobre las causas de la violencia colombiana y las opciones para reducirla desde máximos históricos inaguantables. Al margen de la interminable polémica, en tono casi jocoso dijo. “Nunca he entendido bien el gusto de ustedes por sumar y mezclar problemas, que así alcanzan un tamaño y una complejidad monumentales, imposibles de solucionar. Ante cualquier embrollo, algunos preferimos tratar de desmenuzarlo, separarlo en pequeños problemitas manejables que después podremos resolver uno por uno”. Para ilustrar su punto hizo la mímica de lo fácil que resultaba recoger, con el dedo pulgar y el índice, pequeños objetos individuales frente al tremendo desafío de lidiar con una pesada mezcolanza imposible de desenredar.


En otra de esas reuniones Camilo Echandía mostró la evolución de la presencia de actores armados en el territorio nacional, sobre todo alrededor de Bogotá, con mapas georreferenciados, que por aquella época se hacían con tecnología francesa. Malcolm le comentó “los puntos rojos que utilizas para señalar que hay peligro en ciertas zonas transmiten bien la idea de contagio, que nos angustia, como si fuera una viruela”. El comentario también estuvo respaldado con la correspondiente gesticulación. 

 

Aunque no lo vi con la frecuencia que hubiera deseado, siempre lo encontré jovial y positivo, optimista, sin afanes y sin dejarse alterar. Una de las últimas veces que me reuní con él fue en su apartamento de los cerros orientales de Bogotá. Esa había sido por varios años la biblioteca más privilegiada del altiplano, con una panorámica de la ciudad y el cerro del Tablazo a través de un bosque de eucaliptus vecino. Esta vez, gracias a los malabares de algún hábil constructor, el escenario daba grima. Los árboles habían sido talados y reemplazados por una detestable mole de edificios que taparon para siempre la imponente urbe con verde sabanero, pequeñas luces centelleantes como luciérnagas y aviones aterrizando. Le comenté que yo tendría dificultades para seguir viviendo allí. Tranquilo me contestó: “ahora miro más hacia los cerros de atrás, que también me gustan”. 


Nuestro último contacto fueron sus comentarios a una columna que escribí atónito ante el delirio antiuribista que hizo metástasis con la elección de Iván Duque como presidente. “Como sabes, las universidades no han sido sedes de tolerancia y pluralismo, tampoco de autocrítica. Y el antiuribismo es enfermizo en mucha parte, especialmente en Bogotá, donde tanta gente que opina nunca ha intentado entender el fenómeno Uribe… Y es una creencia muy colombiana que se puede hacer historia sin historiadores, que cualquier persona se hace historiador de la noche a la mañana. No es que son infalibles, claro que no lo son, pero es una disciplina que necesita aprendizaje y práctica”. Sobre el trabajo de un grupo de tales amateurs destacó que “no distinguieron entre la tarea de establecer qué pasó de la de explicar por qué pasó que sí necesita mucho más sentido del oficio. Segundo, no lograron buena comunicación con ciertos sectores, v.g. militares, empresarios, dueños de tierras”. 


Sin recurrir a formulas célebres y trascendentales como “nos vemos en la historia”, que hubiesen hecho sonrojar a un zorro como Malcolm, ¿será mucho pedir que algunos de los erizos que ahora ostentan el poder lean algo de su obra?


REFERENCIAS


Calderón, Diana (2023). “No hay uniformidad en la izquierda de América Latina, ni un ejemplo de éxito para imitar”. Entrevista a Malcolm Deas. El País, Enero 28


Deas, Malcolm (2022). "Los colombianos", Letras Libres, Diciembre


León, Juanita (2023). "Hay razones para no sentir gran pesimismo con Petro" Entrevista a Malcolm Deas, La Silla Vacía, Enero 8


Martínez, Ibsen (2022). “La violencia política no tiene ya futuro en Colombia”. Entrevista a Malcolm Deas, Letras Libres, Julio 1


Osorio, Camila (2022) “Con Petro y Hernández tenemos una versión del pueblo en contra de otra versión del pueblo”, El País, Junio 4



martes, 25 de julio de 2023

El albañil anarquista que derrotó al City Bank

Publicado en El Espectador, julio 27 de 2023



Hasta hace unas décadas, en su lucha por la utopía, algunos delincuentes idealistas fueron “bandidos sin ánimo de lucro y enemigos de las armas”. 


El odio visceral contra el sistema financiero que marcó la vida de Lucio Urtubia surgió siendo niño. El banquero de su pueblo le negó un préstamo para comprarle morfina a su padre, republicano español, que moría padeciendo un dolor descomunal. Ni siquiera pudo utilizar el cuchillo que había llevado para amenazarlo: frente a él y sus empleados se orinó del susto. Desde ese momento quiso huir de la España franquista. Su hermana, que se iba de empleada doméstica a París, lo convenció de que se quedara y prestara el servicio militar para luego reunirse con ella.  


Pasaron diez años antes de la cita. A su afán de emigrar se sumaron pequeños robos en el cuartel que lo obligaron a desertar. Su hermana vivía con Patrick, empleado de la Casa de la Moneda que lo conectó con amigos albañiles. Tuvo roces iniciales con ellos por trabajar con demasiado ímpetu. Ya integrado, en medio de una discusión en la que los veteranos de la Guerra Civil recordaban los desacuerdos entre republicanos, socialistas, estalinistas, trotskistas… aprendió que él era comunista pero, sobre todo, anarquista. 


Asistió a asambleas y repartió propaganda. Oyó hablar de Bakunin, Proudhon, Kropotkin y varios ideólogos del anarquismo: “ni religión ni estado. Libertad, trabajo y colectivismo". Le llamó mucho la atención Buenaventura Durruti, que robaba bancos “porque explotan al obrero y causan desigualdad”. Sus amigos lo conectaron con Quico Sabaté, célebre anarquista que había robado 50 mil pesetas de un banco barcelonés. Con él aprendió las bases de su oficio paralelo: expropiar bancos. También inició una cercana relación con el inspector de policía parisino empeñado en detenerlo. Él los convenció que acabarían en la cárcel. 


Sabaté hablaba de Fidel Castro y los barbudos que tumbaron a Batista. Con él tuvo discusiones cruciales sobre cómo derrocar el poder: si con un pequeño grupo armado o impulsando al pueblo a levantarse. Decidió invertir en una imprenta, para extender su mensaje y convencer a mucha gente. Eso hizo hasta morir con 89 años. “Crimen es hacer dinero y quedártelo para ti. Lo demás es precioso: burlarse de las autoridades, de los bancos, de las injusticias…”. El establecimiento nunca pudo con él. Al contrario: “Lucio representa todo lo que yo hubiera querido ser”, confesó un magistrado consejero de Mitterrand que lo invitaría al Elíseo.


Puesta en entredicho la acción armada, Sabaté volvió a España. Los no guerreros trataron infructuosamente de obtener un préstamo para comprar la imprenta. Se convencieron que el sistema bancario era perverso pues no le importaba la palabra empeñada, sólo los ingresos. El siguiente atraco, en honor de Quico que murió abatido, tuvo la finalidad específica de comprar la imprenta. 


Los nuevos dueños del negocio mantuvieron empleada a Jeanne, una operaria de ascendencia española que no creía en los políticos. Allí conoció Lucio a Anne, burguesa universitaria que como bióloga esperaba cambiar el mundo. Antes, se convertiría en su esposa y madre de su hija. Lo cautivaron sus charlas sobre el necesario cambio no sólo económico y político sino cultural. Con ella aprendió de manifestaciones y gases lacrimógenos. Pronto le confesó su doble ocupación de albañil anarquista comprometido y atracador de bancos. Le explicó que el botín de cada acción se repartía en apoyar la causa, ayudar compañeros detenidos y cubrir gastos. 


Pensando en cómo respaldar a Cuba, Jeanne recordó que una imprenta servía no sólo para hacer volantes sino para falsificar documentos. Lucio convenció a su cuñado que los ayudara con la valiosa labor artesanal de las planchas de impresión. Su destreza era tal que pronto estaban metidos de lleno en la fabricación de dólares falsos. Estaban convencidos de que esa actividad acabaría derrumbando el imperio. Ofrecieron sus servicios a la embajadora de Cuba quien les sugirió hablar con el Che Guevara que por esos días haría escala en París proveniente de Moscú. En un baño del aeropuerto, el ícono revolucionario los desanimó: “una pulga jamás derrotará a un elefante”. Defraudado por el mito guerrillero y temiendo las consecuencias penales de la falsificación de moneda estatal, a Lucio se le ocurrió concentrarse en los Travelers Checks del City Bank. 


Las dificultades que enfrentó el sabueso enviado por los banqueros desde Nueva York para que la justicia francesa detuviera a Lucio y sus cómplices fueron innumerables. Se calcula que falsificaron 20 millones de dólares de la época. El esquema de distribución de los falsos cheques viajeros estaba tan bien calibrado y extendido por varias ciudades que Lucio le ofreció al detective gringo un trato difícil de rechazar: si renunciaba a perseguirlo ante la justicia y le sumaba una buena indemnización, obtendría las planchas de impresión casi perfectas elaboradas por Patrick. El enviado del City Bank consideró que el pago exigido era casi una propina para su empresa y aceptó. Por una vez, la pulga vencía al elefante.


REFERENCIAS 


Alconchel Ciria, Irene (2015) "Lucio Urtubia: “Los que gobiernan están cagados de miedo”. El Diario.es, Mayo 2


Balbás Ruiz, Aitor (2020). "Tres ratos con Lucio Urtubia ", El Salto, Nov 18


Blázquez Martínez , Lucía (2028). “José Buenaventura Durruti Dumange: Anarquismo español y la CNT”. Madrid, Universidad Rey Juan Carlos. Academia


Calero, César (2020). "Lucio, el último expropiador". Ctxt, Julio 22


Morales, Antonio y Javier Ortega (1996) Coord. El lenguaje de los hechos. Ocho ensayos entorno a Buenaventura Durruti.  Madrid, Libros de la catarata. Versión Digital. Anarkobiblioteka


Naiz (2020) "Fallece el histórico militante anarquista Lucio Urtubia". Naiz, julio 18


Netflix (2022). "Un hombre de acción". Nov 15






 

lunes, 17 de julio de 2023

La izquierda cabreada también mete miedo

  Publicado en El Espectador, julio 20 de 2023





Hasta hace relativamente poco, en política y educación, intimidar o infundir temor con catástrofes o desgracias era un monopolio de la extrema derecha. 


En su obra Politics of Fear, de 2015, Ruth Wodak, lingüista austriaca especialista en “análisis del discurso” estudió este recurso tan común en los partidos de extrema derecha. Mostró cómo “recurrir al miedo es un motor esencial del discurso ultranacionalista y xenófobo que juega con el pavor al Otro, presentado como un peligro que se debe combatir”. La inquietud que surge ahora es si la izquierda, moderada o extrema, también utiliza esa táctica. La respuesta es positiva.


En una entrevista concedida a una semana de las elecciones generales en España, Pedro Sánchez sentencia que lo que está en juego es nada menos que “avanzar o meterse en un túnel del tiempo oscuro que no sabemos exactamente dónde nos llevará”. Desde el breve balance hecho con sus aliados tras la derrota en los comicios regionales, su prioridad ha sido minimizar cualquier posible diferencia entre el Partido Popular (PP) y Vox, calificándolos de “derecha extrema y extrema derecha”. La hecatombe sería que llegaran a aliarse para formar gobierno, un resultado que no deberá interpretarse como un fracaso del gobierno socialista sino como “el resultado de una ola reaccionaria alentada por los poderes económicos y mediáticos”.


Yolanda Díaz, líder de Sumar, la versión civilizada de Nosotras Podemos que el mismo Sánchez impulsó para recuperar el electorado perdido por la estridencia de la extrema izquierda, afirma que si Alberto Núñez Feijoo del PP gana las elecciones “va a provocar una recesión en nuestro país” y ya no habrá oportunidad de hablar lenguas distintas al castellano.


A pesar del esfuerzo por agrupar toda la derecha, que en Colombia sería equivalente a afirmar que cualquier conservador es laureanista, o furibista, en España el monstruo mayor se llama Vox y su poder maléfico es tal que contamina lo que se le acerque, incluso a quien hable con ellos que no sea para condenarlos al fuego eterno. Sus métodos rozan la brujería: lo que su líder Santiago Abascal planea con la cultura, por ejemplo, es “apropiarse de ella y reducirla a fuego lento para pontificar desde lo más alto una guerra cultural con la que adoctrinar al país”. Como si todo el electorado fuera menor de edad.


Una particularidad de este coco para estigmatizar es que solo sirve para un lado, la derecha. Hace unos meses un ciudadano señalaba que “El País se refiere continuamente a Vox con calificativos como la derecha extrema y la ultraderecha. Sin embargo, cuando habla de Podemos… nunca se le identifica como la extrema izquierda o la ultraizquierda”. Así, reclamaba un tratamiento similar para ambos partidos. Con burocrática tranquilidad, Soledad Alcaide, Defensora del Lector de dicho diario, respondió  que el Libro de Estilo, el manual de funcionamiento de la redacción, define la palabra ultra como “extremista de derecha”. 


Con la misma lógica queda claro que para la izquierda, “avanzar” o “progresar” equivale a moverse en la dirección recomendada por su ideología. Cualquier otra posibilidad será un bloqueo o retroceso. 


El principal problema con la táctica de meter miedo a los votantes españoles de centro o izquierda es que para estas próximas elecciones ya dejó de ser  una herramienta eficaz. Un porcentaje no despreciable de la población parecería más conforme con la definición irreverente de la ultraderecha que propone John Carlin, periodista e hispanólogo inglés, que con la del monstruo en el túnel hacia el pasado que esgrime el sanchismo. Para Carlin, Vox es básicamente “el partido de los españolitos cabreados”. Aunque admite que se trata del “último espasmo de la bestia franquista” y que es una fracción de la “España idiota que concibe la política como un duelo a garrotazos” vaticina que no llegará muy lejos. “Vox no sobrevivirá a la exposición a la luz, igual que su contraparte en la izquierda, Podemos, no ha podido. A Podemos le fue bien mientras jugaba a la política en la oposición, como hoy juega Vox. Ambos con estilos similares. Dueños de la verdad, siempre rabiosos, eternamente reclamando la preeminencia moral. Pablo Iglesias es otra caricatura más del españolito cabreado, diferente solo porque proviene de la izquierda”. Al entrar a participar en el gobierno, la extrema izquierda delató su inmadurez. Se hizo evidente que su prioridad no era tanto buscar el bienestar del pueblo sino provocar malestar en la burguesía a la que “media España pertenece y otra media España aspira a pertenecer”. 


Cualquier parecido con el cabreo y el  susto que mete el Pacto Histórico no es mera coincidencia. Así es la política ultra apasionada con vasta experiencia en la oposición y más bien poca en el arte de gobernar. 


REFERENCIAS


Alcaide, Soledad (2023). "Por qué llamamos ultra a Vox (y no a Podemos)". El Paísjunio 25


Carlin, John (2023). "El último espasmo de la bestia franquista". La VanguardiaJulio 15


Martiarena, Asier (2023). “Vox y cultura, una defensa al ataque”. La VanguardiaJulio 16

lunes, 10 de julio de 2023

¡Aguanta Ucrania!

Publicado en El Espectador, julio 13 de 2023 



Un resultado no buscado del apoyo europeo y la OTAN a Ucrania contra la invasión rusa es que ha permitido distinguir la izquierda moderna y democrática de la dogmática con devaneos totalitarios. 


Jens Stoltenberg, actual secretario general de la OTAN nació en Oslo en 1959 en el seno de una familia “acomodada y muy comprometida políticamente”. Su padre fue varias veces ministro por el partido laborista, diplomático y alto comisionado para los refugiados. Su madre, decidida feminista, impulsó varias leyes a favor de la igualdad entre hombres y mujeres. 


Stoltenberg, también laborista, fue dos veces primer ministro. En 2011 su popularidad se disparó entre el electorado tras la dura respuesta de su gobierno a dos ataques terroristas que dejaron 76 muertos. “No van a destruir nuestra democracia. Somos una nación pequeña y orgullosa. Nadie nos silenciará con las bombas. Nadie nos disparará para callarnos”. Se hacía difusa la figura del joven izquierdista que tiraba piedra contra la embajada norteamericana. Cuando fue propuesto para dirigir la OTAN con el apoyo de Angela Merkel, Obama, Cameron y Hollande, los halcones de Washington consideraban que había sido blando con los autores del ataque.


También como primer ministro, el diligente funcionario mostró gran capacidad negociadora al resolver con su homólogo ruso Vladimir Putin un viejo diferendo fronterizo. Su actitud hacia el invasor de Ucrania cambió definitivamente con la adhesión rusa de Crimea a principios de 2014. Fue ese el punto de quiebre hacia el fortalecimiento de la respuesta militar. 


Cuando una serie de protestas condujeron a derrocar al presidente de Ucrania, Viktor Yanukóvich, aliado de Rusia, Crimea se dividió entre partidarios de la Union Europea y pro rusos. Según el Kremlin, el mismo Yanukóvich había solicitado una intervención que restaurara el orden. Después se supo que a lo largo de febrero del 2014 Putin había enviado miles de soldados a las bases rusas en Crimea. Muchos “voluntarios” civiles también se trasladaron. Al final de ese mes, con la instalación de puestos de control en dos cruces por carretera entre Rusia y la península la anexión se hizo evidente. La autoridad en esos puntos era confusa. “Algunos vestidos como el ejército, otros como la policía, algunos con camuflaje sin insignia nacional. Varios lucían ropa civil”. A mediados de marzo se organizó un referendo según el cual más del 95% de los habitantes de Crimea apoyaban la incorporación a la Federación Rusa que Putin oficializó tres días después. Un corresponsal de la BBC anotó que se trataba de la invasión más suave de todos los tiempos, “terminó antes de que el mundo exterior se diera cuenta de que había comenzado”. 


La comunidad internacional recibió dicha anexión express como una clara violación de la soberanía ucraniana y del derecho internacional. Putin reviró que varias encuestas de opinión, secretas y sin fechas, mostraban una clara mayoría a favor de unirse a Rusia. 


Desde Colombia, Fernando Dorado, analista político de Rebelión, sentencia que la guerra de Ucrania, fortalecida por las derechas neo y protofascistas europeas, “es un síntoma más de la crisis societal y civilizatoria que vivimos y que se utiliza por los grandes poderes capitalistas como instrumento de miedo y control”. Para eso, silencia que los principales líderes socialistas europeos han apoyado de manera inequívoca el envío de armas a Ucrania. Felipe González, tras anotar que “Putin parece más Hitler que Stalin”, agrega que quienes “dicen ser pacifistas, niegan el derecho fundamental a defenderse”. En la misma tónica, Rodríguez Zapatero señala que “es inevitable ayudar a la defensa ante una invasión ilegítima”. Desde Francia, François Hollande opina que “solo habrá una salida al conflicto cuando se logre que Rusia fracase sobre el terreno”. Antonio Costa, el socialista que unificó la izquierda portuguesa, anota que Putin ya reveló “un nivel de peligrosidad suficiente para estar preocupados” y por ende se debe seguir apoyando a Ucrania para "conquistar la paz de forma justa y duradera”. 


Además, sin explicar por qué eso le incumbe, Dorado se pregunta por las fuentes de financiación de la campaña, “Aguanta Ucrania”, para con ligereza acusar a Sergio Jaramillo y publicistas cercanos de hacer parte de la oligarquía colombiana, siempre “aliada incondicional (y entreguista) tanto del imperio británico como del estadounidense”. Con bastante chauvinismo agrega que los pueblos latinoamericanos sí han defendido su soberanía a lo largo de la historia. 


Los tentáculos del equipo de publicistas del Alto Comisionado para la Paz de Juan Manuel Santos habrían llegado hasta la misma Ucrania en donde para la Feria del Libro de Kiev se diseñó un maravilloso poster: “ni una palabra y lo dice todo”. Parapetadas detrás de un enorme e inexpugnable volumen, varias personas aguantan y repelen el ataque de bombas, aviones o tanques de guerra. 


¿Por qué quienes han aceptado el lúgubre principio de todas las formas de lucha se incomodan tanto con algunas variantes de la defensa? 


REFERENCIAS


Ara (2022). “Felipe González defiende el envío de armas en Ucrania”. Septiembre 30


BBC (2022). "Rusia y Ucrania: qué pasó en Crimea en 2014". BBC Mundo, Feb 26


Dorado, Fernando (2023). “¿Qué hay detrás de la campaña «Aguanta Ucrania»?”.Rebelión, Julio 8


Navarro, Beatriz (2023). “El arquitecto de la OTAN moderna”. La Vanguardia, Julio 9

martes, 4 de julio de 2023

Cantar y bailar para unir

 Publicado en El Espectador, Julio 6 de 2023



La mezcla de música, canto o baile de distinto origen es una de las formas más eficaces de superar la discriminación y otras desgracias. 


Supe de la cantante Buika por casualidad, gracias a la aplicación Spotify que tras una lista personal sugiere canciones asimilables a lo que se acaba de escuchar. Acompañada al piano por Chucho Valdés, era una de las mejores versiones que había oído de Sombras, el pasillo ecuatoriano con letra de la mexicana Rosario Sansores, cuyo poema “Cuando tú te hayas ido” es la base de la canción. Al buscar otras piezas cantadas de esa rica mezcla de razas y culturas me encontré con una variedad inusual de autores, todos interpretados de manera extraordinaria: desde Charles Aznavour y La Bohème hasta Un mundo raro de José Alfredo Jiménez pasando por Breaking Down the Door y dos conocidas coplas andaluzas, Ojos Verdes y mi Niña Lola. 


El perfil de Buika también estaba lleno de sorpresas, que empezaban con un chisme: ya no vivía en trieja con el  guitarrista Abraham Moughrabi músico de reggae y con una novia suya, África Gallego, solista de Mojo Project.  Estuvo varios años contenta con el poliamor y en una entrevista aclaró que era trisexual. En 2011 se estableció en Miami, donde vive con su hijo, que heredó la vena musical. 


Desde joven, María Concepción Balboa Buika ha hecho lo que le apetece. “La libertad es un concepto innegociable en su vida”. Sus padres, de Guinea Ecuatorial, huyeron del régimen represivo de Teodoro Obiang y se establecieron en Palma de Mallorca, donde Buida nació hace cincuenta años. Su padre fue político y escritor prolífico, literalmente: dejaba hijos por doquier. "La mitad de mis siete hermanos son de mujeres distintas, no de mi madre, Honorina”. Cuando Buika tenía nueve años el señor Balboa se largó y abandonó a su familia en la miseria. La futura cantante vivió entre drogadictos, prostitutas y “familias de raza calé” que la adiestraron en el arte del flamenco. Las dificultades cotidianas reforzaron su sensibilidad. Su segundo libro de poemas, ilustrado con fotografías suyas se titula, “A los que amaron a mujeres difíciles y acabaron por soltarse”. Una casa discográfica acabó descatalogando su disco “La niña de fuego” por considerar que algunos textos e ilustraciones eran “demasiado explícitos sobre el sexo”. En su octavo disco “Vivir sin miedo” la mayoría de canciones ya son de su autoría. Es clara la influencia de sus ancestros africanos mezclada con reggae, rhythm and blues, soul, gospel y por supuesto flamenco. Buika considera que por muchos años estuvo “jodida pero contenta”. Cuando le insinúan que a veces se le ha ido la mano responde tranquila, “canto para no volverme loca”. 


Guinea Ecuatorial es una de las antiguas colonias españolas más ignoradas, detrás de Cuba o Filipinas. Silvia Yang, también originaria de allí y más conocida como Afropoderossa por su activismo en redes sociales, explica que “hay un borrado de la presencia negra en España. En Andalucía no era un lujo tener (personas) esclavizadas en casa”. 


Esa opinión la comparte Raúl Rodríguez, guitarrista y antropólogo español, al señalar que “en la Sevilla del siglo XVI el 15% de la población era negra”. Datos como ese le confirmaron su temprana intuición sobre las raíces africanas del flamenco. Por mucho tiempo, de este misterioso género musical se destacó básicamente su origen en los bajos fondos. Según un viajero inglés del siglo XIX “la escena del baile es generalmente el barrio de Triana… cueva de toreros, contrabandistas, pilletes y gitanos”. 


En su tesis doctoral, Rodríguez mostró que esta música también “tiene una pata en América Latina y otra en África”. El pensaor viajó durante 10 años por esos dos continentes buscando el “caribe afroandaluz”. También se asoció para su último disco con Sirio Kouyaté, artista senegalés residente en Sevilla proveniente de una familia de trovadores. No contento con observar, Rodríguez inventó el tres flamenco, instrumento de 12 cuerdas, “mezcla de guitarra jonda y tres cubano” que le construyó un luthier andaluz. Así mezcló “el son, la guajira y las músicas de los cultivos americanos con los tanguillos gaditanos, los cantes de trilla o los fandangos de Huelva”.  


En este elaborado mestizaje musical, al lado del flamenco andaluz que invita a bailar, “se oye África y se huele el caribe”. Eso sí, queda intacto “ese pesimismo vital tan propio del flamenco… Un sentido trágico de la vida que no se expresa con languidez, sino con brío”. 


Al iniciar la velada La canción de concierto en Cuba en la librería Byron de Barcelona, la soprano cubana Yadira Ferrer, mestiza, presentó a la pianista japonesa Chiko Tanaka que la acompañaba. Para profanos, sonaba tan bien como Teresa Gómez. Anotó Ferrer que, también con su amiga, han interpretado repertorios japoneses. “Aquí estamos, hermanadas por la música”. Es eso lo que logra, con berraquera mayúscula, la inclasificable Buika. 



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