lunes, 28 de diciembre de 2020

El año de la conspiración

 Publicado en El Espectador, Diciembre 31 de 2020

Columna después de los memes








Termina un año maldito y plagado de contradicciones. Fuera de los estragos en salud -física y mental- salen fatalmente aporreados el sentido común, la sindéresis y la capacidad para contrastar verdades, razonar y dialogar.  


La influencia corrosiva y tóxica de idealismos y militancias hizo metástasis para convertirse en un sartal de fábulas que hábiles propagandistas difunden por Youtube. Anuncian lo que nos espera: estamos en el pico de la biopolítica y el control estatal del cuerpo. 


Los objetivos que persiguen estos pervertidos, que abusan de los muchos menores de edad que anualmente desaparecen en los EEUU, son reducir en 15% la población del mundo y, con técnicas de reconocimiento facial y dinero virtual, controlar a quienes sobrevivan.


Miguel Bosé explica en su tuiter que la vacuna covid-19 incrustará bajo la piel microchips que permitirán someter a la humanidad. A las videocámaras ya ubicuas en grandes ciudades se sumará geolocalización con señales de este diminuto emisor. Un gran hermano vigilante 24 horas al día acumulará información sobre desobediencia a estrictas pautas de comportamiento. La próxima generación de cajeros automáticos permitirá administrar una economía de puntos para el rebaño de borregos. 


Una variante alemana del complot señala que el Museo Pérgamo de Berlín es un templo de Satán del que “irradian todos los males del mundo”, incluyenod el coronavirus. Allí se cometen sacrificios humanos y violaciones de niños en los que participa Angela Merkel.


Elemento común a estos relatos es la teoría del 5G, según la cual el covid-19 se extiende por estas redes. Algunas versiones le suman extraterrestres al escenario.  La única persona en el mundo capaz de detener esta diabólica alianza es Donald Trump. 


Versiones de este escenario son defendidas por personas del más diverso nivel educativo, algunas con diploma universitario. Las réplicas al escepticismo son reproches como ser demasiado cerebral, sin ninguna empatía y escaso apego a la espiritualidad o a saberes alternativos, como el Reiki y los chakras. 


Quienes predican el apocalipsis cibernético tienen tres cosas en común: creen que una fuerza interesada y superior intenta dominar el mundo, se sienten los últimos ciudadanos libres de la tierra y, algunos de ellos, una franca minoría, son peligrosos por su capacidad destructora. Numerosos objetos del Museo Pérgamo y otras galerías de Berlín han sido dañados intencionalmente y el rechazo al 5G llevó en Reino Unido a la destrucción de cien antenas de telefonía móvil incluyendo una que proveía servicios a un hospital. La demanda por el know-how y las justificaciones del ELN parece crecer en el mundo.


El 50% de la población alemana cree en “organizaciones secretas malignas” que afectarán el orden mundial. Tres cuartas partes de la ciudadanía inglesa duda de las explicaciones oficiales sobre la pandemia y la mayoría piensa que fue creada en un laboratorio. Además, culpan de ella a judíos, a musulmanes o a Bill Gates y el 21% cree que es “un arma alienígena para destruir a la humanidad”.


No es difícil argumentar que la verosimilitud de una conspiración encabezada por Soros y Gates es bastante baja. Se puede recordar que durante la Guerra del Vietnam, una organización hermética, la más poderosa del planeta, The US Army, cometió atrocidades contra una población considerada enemiga que fueron reveladas y luego interrumpidas gracias a un puñado de periodistas independientes, o que Richard Nixon cayó por la terquedad de dos valientes testarudos del Washington Post. También conviene destacar que la tecnología disponible permite manipular videos como sólo se lograba con Photoshop.


Es arduo ofrecer argumentos racionales y científicos para desvirtuar varios elementos que se mezclaron hábilmente para esta conspiración, como la existencia de fenómenos esotéricos aún inexplicables, la relevancia de ciertas sabidurías ancestrales no occidentales, incluso la posibilidad de visitas extraterrestres. Tampoco se puede hacer caso omiso de la opacidad de algunas alianzas tras la vacuna Covid,  como la tripleta grandes farmacéuticas, OMS y burocracia china.


Lo que resulta imposible ignorar son el autoritarismo, la ramplonería y la absoluta falta de humanidad –con la tercera edad, la infancia o el sector infromal- en el manejo del confinamiento por gobernantes y políticos de pacotilla que se escudaron en la epidemiología para dar rienda suelda a la arbitrariedad envuelta buenas intenciones y un insultante paternalismo. 


Ante la tragedia política de este año sin precedentes, solo queda un pite de ánimo para honrar las tradiciones. Escribo estas líneas el Día de los Inocentes. Recuerdo que, por fortuna, en Colombia no habrá que preocuparse por esta temible amenaza. Contamos con muchos chamanes avalados por célebres intelectuales, una sabia constitución que protege nuestros derechos y el Acuerdo de Paz con enfoque de género que desactivará cualquier ataque. Resultado de un franco diálogo coordinado por la JEP, la verdad verdadera retrasará la llegada de la diabólica vacuna al país. 


Les deseo un 2021 más saludable y menos confinado


https://elpais.com/ciencia/2020-11-14/solo-el-24-se-vacunaria-lo-antes-posible-contra-la-covid.html?utm_source=Facebook&ssm=FB_CM#Echobox=1605430315


https://elpais.com/opinion/2020-08-14/la-conspiracion-de-los-conspiranoicos.html?event_log=oklogin&o=cerrado&prod=REGCRART


https://elpais.com/ideas/2020-12-19/el-relato-conspirativo-que-no-cesa.html


domingo, 20 de diciembre de 2020

Infidelidades repentinas

Publicado en El Espectador, Diciembre 24 de 2020

Columna después del meme

Historias reales con nombres cambiados



Me disculpo con las personas creyentes, pero desde joven pensé que la Virgen María embarazada significaba José cornudo. Algunas infidelidades toman por sorpresa a todo el mundo, hasta a sus protagonistas. 


El matrimonio con Catalina andaba mal, según Ricardo, cuando apareció Adriana, una despampanante estudiante de derecho asistente del despacho donde él trabajaba. El ambiente era peculiar: un senior partner, Don Juan empedernido, terminaba reuniones con sesión de chistes machistas o recuento de hazañas extra conyugales.


Nelly, secretaría de Ricardo, la más organizada y eficiente que tuvo en su vida, era incómodamente servicial. Su tono paisshita lo ponía nervioso: alguna vez le alcanzó a susurrar tomándolo del brazo: “vea doctóoor, yo, aquíii, estoy para atendéeerlo”. Por fortuna ella mantenía un romance con el antiguo jefe. Así, los cafés sin azúcar pero con mucha dulzura no pasaron a mayores. En esa división trabajaban con Ricardo sólo mujeres, cinco en total. Una era tan poco agraciada, tan agria e insoportable que lograba resaltar cotidianamente la juventud, frescura y belleza de Adriana, quien acababa de cortar con el novio. Hubo, él lo reconoce, amagos mutuos de flirteo. Adriana, emprendiendo entusiasta -“¡claro, esto me fascina!”- cualquier tarea y riéndose de los apuntes más bobos. Él, evitándole trabajo aburrido, calibrando sus chistes y dejándola irse temprano.


Una tarde, Ricardo salía del parqueadero y Adriana estaba esperando taxi. Nunca se supo si ese encuentro fue coincidencial o premeditado. Le pareció lógico preguntarle si la acercaba. Ella se subió sin dudarlo, no habló mucho en el camino pero le propuso que tomaran algo. Con el capuchino al frente, el coqueteo fue frontal. A la salida, el gesto galante de abrir la puerta derecha dio pie para que acabaran besándose.


Ricardo quedó fuera de base. No sabía si sentirse mal o agradecer ese ciclón de aire fresco. Dejó a Adriana en la casa y se fue a su apartamento. Catalina no estaba, pero era obvio que los nervios, el cosquilleo y rubor que no cesaban lo pondrían en aprietos. Cuando entró la cornuta ma non troppo Ricardo puso cara de acontecimiento. “me acabo de besar con otra, tenemos que hablar”. Fue la primera vez que Catalina tomó en serio la crisis matrimonial. El romance con Adriana fraguó en medio de papeleos, sociedades conyugales y terapista.


Joaquín fue jefe de Ricardo en su paso por la burocracia estatal. “Su horario era demencial. Reuniones, comités, Congreso y asuntos protocolarios todo el día. El jefe llegaba a trabajar a las seis de la tarde. La trasnochada era casi cotidiana”. Cuando el documento “urgente para mañana a las nueve” era corto, al terminarlo Joaquín sacaba una botella de whisky y empezaban a jugar Diplomacy. Los participantes eran cinco o seis hombres, todos casados, ninguna mujer. En  las respectivas casas, Aracely la secretaria de Joaquín ya había avisado que el doctor llegaría tarde otra vez. Algunas esposas debieron sospechar que las demoras se debían a juegos más picantes. Ricardo sonríe: “nada más zanahorio que esas trasnochadas”. 


Joaquín compartió casi dos años de almuerzos, reuniones, viajes cortos y largas charlas con Ricardo. que nunca se sintió ante el macho que aprovecha su posición para conquistar. Siendo bien plantado, jamás se le oyó un chiste pesado o echar una mirada coqueta a ninguna de las mujeres que trabajaban con él. Benavides, chofer de Joaquín, no tenía registrada ni una sóla dirección sospechosa. Aracely, que supervisaba los recorridos de ese carro oficial desperdiciado, ponía su mano en el fuego por el jefe, llamaba con toda tranquilidad a su casa varias veces al día. 


Años más tarde, en el juego más arriesgado de su vida, Joaquín le dejó un corto mensaje a su esposa de más de treinta años. “Sabes que siempre fui apostador. Este juego se acabó”. Y se fue con una joven costeña. 


Carlos y Paula se conocieron empezando universidad. Ella, de familia rica, vivía en el exterior y pasaba vacaciones en Bogotá. No era atractiva, más bien callada, introvertida y cero coqueta. Había que explicarle muchos chistes. Tenía incluso un deje de acento gringo por su high school. El noviazgo a distancia funcionó durante años y Carlos lo manejó sin deslices. Apenas graduado se casó y vinculó laboralmente con la familia política. Vivieron en una casa sabanera. Trabajador y muy buen papá, era él quien se levantaba a hacerles desayuno a los hijos y llevarlos al colegio. Con el desorden del Caguán decidieron emigrar. El sueño de muchas parejas de esa edad, construir una gran casa suburbana a la medida de sus caprichos, con jardín y piscina, con el respaldo de una buena chequera, terminó siendo la pesadilla de Carlos. Sin saber a qué horas, Paula se enamoró del contractor, despachó a su esposo y empezó una nueva vida. 


Feliz Navidad, cuando tanto duelen las infidelidades

 

domingo, 13 de diciembre de 2020

Llegar antes de tiempo (II)

Publicado en El Espectador, Diciembre 14 de 2020
Columna después de los memes




Como muchos “asuntos de género”, el acelere sexual masculino se debe diagnosticar rigurosamente, contar con evidencia y el estado del arte en neurociencias antes de recurrir a medidas drásticas inspiradas por la charlatanería.  


El interés por la ejaculatio praecox apareció en Europa a finales del s. XIX. Los psicoanalistas argumentaron que se trataba de la manifestación adulta de un exceso de narcisismo durante la infancia. Aunque desde los años cuarenta se reconoció que podía haber factores tanto psicológicos como fisiológicos, los tratamientos se centraron en la técnica del estrangulamiento (squeeze) propuesta por Masters y Johnson. La percepción de que se trataba de un comportamiento aprendido en los afanes juveniles, que se transforma en hábito y luego en ansiedad persistió hasta cuando empezaron a utilizarse drogas psicoactivas. Desde hace un par de décadas, con el reconocimiento del rol crucial de los receptores de serotonina, se abrieron paso las teorías con base neurológica.


En lugares tan alejados como Brasil y Turquía, se ha encontrado mayor propensión a la eyaculación precoz entre quienes se orinaron hasta tarde en la cama. Una investigación hecha con gemelos finlandeses sugiere que podría haber factores hereditarios. Los biólogos y psicólogos evolucionistas han sugerido que se trata de un rasgo adaptativo -lo denominan survival of the fastest- y recuerdan que entre los primates ese atributo se asocia con menor agresividad. Se ha observado que el IELT -sigla en inglés del “Tiempo de Latencia de Eyaculación Intravaginal”- es siempre menor que sus primos cercanos, el OELT (sexo oral) o el MALT (masturbación). En síntesis, como para cualquier asunto que involucre órganos, cerebro y entorno, el menú de causas es extenso y variado. Consecuentemente, los remedios propuestos también son muchos.


Encabezan la lista de curas las que se mercadean por internet. Allí hay esencialmente de dos tipos: las terapias manuales o psicológicas, individuales o de pareja y, por otro lado, los fármacos. Las multinacionales están empeñadas en encontrar la fórmula mágica que compita con las pastillas azules para la disfunción eréctil que revolucionaron el sexo en la tercera edad. Se han ensayado incluso métodos de estimulación magnética.


Existe la creencia de que la marihuana ayuda a la buena cadencia en el sexo. Se dice que una de las razones por las que Gamal Abdel Nasser quiso abolir la circuncisión parcial de clítoris que se practicaba en Egipto fue controlar el tráfico de cannabis. Las mujeres víctimas de ablación requerían un ritmo más pausado e invitaban a sus parejos a consumir hashish antes de hacerlo. Obviamente, los fanáticos de la guerra contra las drogas reviraron con firmeza. La evidencia científica que ofrecen, un estudio realizado entre australianos, es casi graciosa. Se descubrió que los consumidores empedernidos de hierba, los que se traban a diario, son un desastre en la cama y también, algo que se sabe desde el colegio, que los marihuaneros tienen más sexo que los nerdos.


Los remedios colombianos para el orgasmo prematuro van de lo inocuo a lo drástico. La frutoterapia recomienda “consumir medio aguacate con una cuchara sopera de panela y otra de germen de alfalfa”. La cura más radical fue sin duda la adoptada en 1999 por Wilmer Gómez un campesino de San Pedro, en la Sierra Nevada. A sus 23 años, no había podido “mantener un contacto sexual con una mujer porque con sólo tocarla me sobrevenía la eyaculación y eso me mantenía muy mal”. Lo peor eran los fines de semana, cuando bajaba de parranda con sus amigos al pueblo y no podía “intimar” con ninguna prostituta. Desesperado, cortó por lo sano y se extirpó los testículos.  “Decidí castrarme como lo hago con los animales porque creía que con esto me iba a curar”. A diferencia de Abelardo, quien fue castrado por acostarse con Eloísa, su joven discípula, a Wilmer nadie le colaboró.


No todos los casos de descoordinación son tan desesperados como el de este drástico campesino. Pero se sabe que la eyaculación precoz es, en el mundo, la principal queja de los hombres sobre su vida sexual. Aunque a las feministas el tema parecería no interesarles, esta dolencia podría ser la causa silenciada de muchas supuestas frigideces. Sorprende que este eunuco nacional haya generado tan pocos comentarios. Tal vez porque no encajaba del todo en el discurso contra el patriarcado. A decir verdad, tranquiliza que el caso no recibiera más atención. Como visitante asiduo y frustrado de burdeles pueblerinos, el de Wilmer podría haber sido tomado por el prohibicionismo más radical como ejemplo de lo que se debería hacer para atacar la prostitución: castigar al cliente. La fábula en boga es que los hombres son totalmente responsables de las decisiones de algunas mujeres infantilizadas por iluminadas que afirman, sin conocerlas ni hablar con ellas, que las congéneres que venden sexo son necesariamente víctimas de la trata. 




REFERENCIAS
   
Bering, Jesse (2010) “Not so fast … What´s so premature about premature ejaculation?”. Scientific American, Nov 15. http://www.scientificamerican.com/blog/post.cfm?id=not-so-fast--whats-so-premature-abo-2010-11-15 Bullough, 

Vern (1976). Sexual Variance in Society and History. Chicago & London : The University of Chicago Press 

 Ciftci, Halil,  Abdurrahman Altindag, Murat Savas, Ercan Yeni & Ayhan Verit (2010). “Enuresis in childhood and premature ejaculation in adult life: An enigmatic similarity” International Journal of Psychiatry in Clinical Practice, Vol. 14, No. 1 , pp. 3-7  

 Hartmut. Porst, Francesco. Montorsi, Raymond C.. Rosen, Lisa. Gaynor, Stephanie. Grupe, Joseph. Alexander (2009). “The Premature Ejaculation Prevalence and Attitudes (PEPA) Survey: Prevalence, Comorbidities, and Professional Help-Seeking” European Urology, Volume 51, Issue 3, Pages 816-824

 Hong, Lawrence (1984). “Survival of the Fastest: On the Origin of Premature Ejaculation”  The Journal of Sex Research, Vol 20 Nº 2, pp 109-122   Kinsey, Alfred, Wardell Pomeroy & Clyde Martin (1948). Sexual Behavior in the Human Male. Philadelphia : W.B. Saunders .

lunes, 7 de diciembre de 2020

Llegar antes de tiempo

 Publicado en El Espectador, Diciembre 10 de 2020

Columna después de los memes



Una aflicción varonil que afecta a las mujeres, además de poco estudiada, es atípica en Colombia.

Apenas bachiller, el estreno sexual de Camilo fue fugaz. Ella, como Mrs Robinson, era casada con hijos. Tras los preliminares en cine, fueron al grano en la incomodidad de un carro y repitieron a los pocos días. Ambas veces la faena duró segundos y Camilo nunca entendió nada. Años más tarde, con una novia, la celeridad y descoordinación mermaron. No es el único de mis amigos cuyo incontrolable acelere cedió con la práctica. 

El esposo de Marcela tuvo menos suerte. “Desde novios nunca quedé satisfecha. Pensaba que era por hacerlo a escondidas, cuando se descuidaban mis padres y hermanos. Pero me casé y seguimos en las mismas”. Ignorando casos como este, mis recuerdos y los de amigos, siempre creí que llegar antes de tiempo era una contrariedad de primíparos.

Me sorprendió encontrar que el ritmo masculino en el sexo no es tan simple como aprender haciendo.  De acuerdo con la encuesta sobre sexualidad hecha hace más de una década, 13% de los hombres colombianos manifiesta padecer eyaculación precoz. De esta cifra tan baja sorprende, sobre todo, el perfil por edades de los acelerados. El 21% de los sesentones reporta sufrir apresuramientos. Para los menores de 24 años, la proporción es apenas del 7%. Claramente hay jóvenes mentirosos o inconscientes del problema. Una amiga que siempre le preguntó a sus parejos veloces cuál era el apuro me dice que ninguno de ellos, algunos ya maduros, aceptó tener problemas y mucho menos hablar de eso. 

Entre expertos, hay desacuerdo al definir esta afección. En los cuarentas, Alfred Kinsey, zoólogo obsesionado por la sexualidad, observó que 75% de los americanos tenían su orgasmo en dos minutos. Propuso que eyacular antes se considerara prematuro. Entre fanáticos del cronómetro, se impuso como medida el IELT, -sigla en inglés del “Tiempo de Latencia de Eyaculación Intravaginal”- y se definió precoz cualquier lapso inferior a un minuto. Con la liberación femenina, el IELT promedio aumentó, con grandes variaciones regionaless. Una muestra de 500 hombres en cinco países arrojó que varía entre 0.1 y 52 minutos, con una media de 6. Las diferencias geográficas son enormes, siendo los turcos, por ejemplo, mucho más veloces que los flemáticos ingleses. Las británicas tienen más suerte, o know-how, que las mediterráneas. Sea como sea, este tema crucial para el bienestar de las mujeres no es común en la literatura feminista. 

Hay quienes insisten que la definición debe ser subjetiva, estar basada en falta de control y darse con malestar en la pareja. Para Masters y Johnson, era problemático si él llegaba al climax antes que ella en más de la mitad de sus encuentros. La prevalencia basada en percepción subjetiva, como los datos colombianos, es del orden del 30% a nivel mundial. A estos resultados se llegó encuestando cerca de 14 mil varones en 29 países. Por lo antotado atrás, la subestimación podría ser considerable. 

A diferencia de Colombia, internacionalmente la cifra no varía mucho entre mayores de 24 años.  Ante estos datos, surge la inquietud de si los colombianos se están desempeñando satisfactoriamente en la cama, o si lo que tienen son unos estándares de pacotilla. También queda la duda de si los cincuentones criollos son más veloces que los jóvenes –algo atípico en el mundo- o es que sus parejas son más sofisticadas y conscientes de su derecho al sexo con orgasmo, un supuesto heroico dada la mojigatería reinante basada en el igualitarismo.

En la red abundan curanderos. Sugieren causas que aún conllevan el mensaje que prácticas pecaminosas -masturbación, pornografía, sexo a escondidas, o iniciación en burdel- predisponen a la desdicha. Un  paciente de un centro de terapia virtual confiesa que su problema surgió por onanismo restringido. “Desde pequeño, por falta de espacio en casa, estaba obligado a dormir en una habitación con dos hermanos. Me masturbaba en la ducha y tenía que apurarme para dejarle agua caliente a los demás”. Ante este testimonio surge el temor de que, a la colombiana, analistas progres planteen que la eyaculación precoz es otra desafortunada secuela de la pobreza. 

Así pensaba Kinsey, para quien el problema básico era la falta de educación. Según él, la clase obrera siempre llegaba antes de tiempo y sólo la élite culta se las arreglaba para “aplazar el gustico”. La encuesta mundial corrobora que la educación es un buen antídoto contra los polvos express. Pero los datos de la encuesta colombiana muestran que en el país del Sagrado Corazón la incidencia del trastorno es más elevada en los estratos altos. 

En un país tan machista nadie discutirá esta dolencia. Los hombres porque no saben ni aceptan que la padecen y las mujeres porque al hacerlo estarían exponiendo al amor de su vida. Continúa


DATOS PARA COLOMBIA


ENCUESTA  “Cómo viven los colombianos su sexualidad”. Caracol Radio, El Espectador, y Canal Caracol


REFERENCIAS

 

Bering, Jesse (2010) “Not so fast … What´s so premature about premature ejaculation ?”. Scientific American, Nov 15.



Bullough, Vern (1976). Sexual Variance in Society and History. Chicago & London : The University of Chicago Press


Ciftci, Halil,  Abdurrahman Altindag, Murat Savas, Ercan Yeni & Ayhan Verit (2010). “Enuresis in childhood and premature ejaculation in adult life: An enigmatic similarity” International Journal of Psychiatry in Clinical Practice, Vol. 14, No. 1 , pp. 3-7

 

Hartmut. Porst, Francesco. Montorsi, Raymond C.. Rosen, Lisa. Gaynor, Stephanie. Grupe, Joseph. Alexander (2009). “The Premature Ejaculation Prevalence and Attitudes (PEPA) Survey: Prevalence, Comorbidities, and Professional Help-Seeking” European Urology, Volume 51, Issue 3, Pages 816-824

 

Hong, Lawrence (1984). “Survival of the Fastest: On the Origin of

Premature Ejaculation”  The Journal of Sex Research, Vol 20 Nº 2, pp 109-122

 

Kinsey, Alfred, Wardell Pomeroy & Clyde Martin (1948). Sexual Behavior in the Human Male. Philadelphia : W.B. Saunders


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lunes, 30 de noviembre de 2020

Racismo, misoginia y otras taras

 Publicado en El Espectador, Diciembre 3 de 2020

Columna después de los memes





“¿Por qué hemos querido ser tan ciegos?” se pregunta en una implacable columna Alma Guillermoprieto. Con agudeza resume el lamentable paso de Donald Trump por la Casa Blanca.


Lo compara con Hugo Chávez quien “también invadía todos los rincones del pensamiento de los venezolanos”. Anota que ese payaso, aún con célebres admiradores en Colombia, solo lo pudo silenciar la muerte. Según ella, el talante totalitario de ambos residía en creer que las instituciones democráticas “se pueden tumbar a patadas”. 


Recuerda el infame asesinato de George Floyd en Minneápolis por un policía y se indigna de que este hombre haya pagado meses de cárcel por un gramo de cocaína mientras financistas adictos de Wall Street quedan tranquilos. La sorprende que electores norteamericanos no vieran las protestas de Black Lives Matter sino las vitrinas rotas y los saqueos. Concluye que “es el racismo el que generó el monstruo” y evoca el desastre de la esclavitud. 


Todo lo que dice es cierto, pero la renombrada periodista sugiere que el policía asesinó a Floyd por ser blanco, no negro. Queda implícito que un uniformado afrodescendiente habría mostrado mayor compasión por alguien de su color. ¿No es eso racismo puro? Para ir más allá de Trump y sus prejuicios, hay que indagar un mínimo por las razones que llevaron a ese policía específico a mostrar semejante crueldad con un ciudadano. No todos los policías blancos matan negros: es inaceptable y falaz acudir a la tez para explicar comportamientos. La indignación que causó esa muerte no ha debido depender del color de piel de la víctima. Black lives matter no contribuye a superar la tara racista. Los DDHH son universales, All lives matter. 


También es racismo silenciar población blanca, supuestamente privilegiada, que sufre desgracias. Anne Case, profesora emérita de Princeton destaca la ola de suicidios y muertes por sobredosis entre los blancos sin estudios. Por su sostenido aumento desde hace dos décadas, su tasa de mortalidad contrasta con la de cualquier otro grupo, incluyendo los negros de clase trabajadora.  Los 74 millones de votantes por Trump no pueden volverse una masa informe: son una población en extremo compleja, con mujeres insensibles a las denuncias por acoso contra el presidente e hispanos que debieron oponerse a las nefastas políticas inmigratorias. 


Los progresistas que critican al republicano más odiado del mundo lo comparan con Obama, prueba palpable de que la esclavitud no explica bien la realidad actual. Como él, en EEUU abundan ejemplos de personas negras o de cualquier origen privilegiadas en muchísimos aspectos. 


Por su parte, el buenazo de Obama le dió impulso definitivo a las demandas más delirantes del colectivo LGBT, como hombres colados en campeonatos deportivos femeninos, o baños “género neutrales” impuestos en colegios y universidades o la insufrible manía del lenguaje correcto. Tan arbitrarios e insoportables como Trump son esos activismos que buscan controlar minuciosamente todo lo que decimos y creemos. Rafael Gumucio, escritor chileno radicado en Nueva York, cuya hija estudia en escuela pública, se impacienta cuando ella le dice que ya no se llaman latinos sino latinx. Donde la joven ve un entorno de libertad, él siente “la opresión extraña de ser corregido en mi propia casa porque mi forma de hablar ofende, duele y oprime”. No entiende ese racismo, homofobia y transfobia de “las que soy fatalmente portador" y mucho menos “que se admita la fluidez de las identidades sexuales y no también las de la raza”, o sea el mestizaje que caracteriza casi cualquier sociedad contemporánea.


¿El sexo se elige? Se pregunta con tranquilidad un artículo de El País sobre la posibilidad de que el gobierno socialista español elimine cualquier requisito médico para que quien se considere hombre o mujer lo sea legalmente. El colectivo transexual está eufórico: querer ser mujer bastará para que el Estado lo reconozca. Lunáticos y lunáticas apoyan este exabrupto que tumbará todos los avances alcanzados por el feminismo para que varones que no se “sienten” así aprovechen ciertas ventajas y perjudiquen beneficiarias por ser mujeres: misoginia profunda. 


La gran falla de Alma Guillermoprieto radica en silenciar razones de peso para entender millones de personas saturadas de la manera como ciertos sectores progresistas, acérrimos críticos de Trump, afianzaron retóricas que pisotean la ciencia, corroen la democracia, patean instituciones y se entrometen en todo lo que hacemos, decimos y pensamos. Como hicieron Chávez, Castro, Mao, Franco y muchos dictadores.


Ideologías de estirpe marxista acabaron torpedeando su médula conceptual. “Ya no somos capaces de soportar la complejidad de la historia” afirma un director alemán de cine que ha indagado las heridas mal cicatrizadas causadas por el nazismo en su país. Esa anotación cae como anillo al dedo a las diversas militancias que además de ignorar la ciencia invaden cualquier terreno para sacar adelante su fanatismo, tal como hace ese detestable populista de derecha. 



https://elpais.com/opinion/2020-11-21/ee-uu-y-sus-elecciones-explicados-con-13-anos.html

Case, Anne & Angus Deaton  (2020) Deaths of Despair and the Future of Capitalism. Princeton University Press

https://www.efe.com/efe/usa/sociedad/obama-comprometido-con-derechos-de-las-personas-lgbt-en-dia-contra-homofobia/50000101-2928045

https://elpais.com/sociedad/2020-11-20/el-sexo-se-elige-depende-de-a-quien-pregunte.html

https://elpais.com/opinion/2020-11-13/por-que-hemos-querido-ser-tan-ciegos.html

https://isr.umich.edu/news-events/insights-newsletter/article/obamas-election-reduced-perceptions-of-racism-but-boosted-opposition-to-race-related-policies/

https://www.elespectador.com/opinion/una-puerta-que-se-abre/

https://www.mirror.co.uk/sport/other-sports/cycling/transgender-cyclist-accuses-woman-defeated-20702168


viernes, 20 de noviembre de 2020

Adicción sexual masculina

Publicado en El Espectador, Noviembre 26 de 2020

Columna después de mos memes




Como desprecian la ciencia, las neofeministas jamás entenderán la sexualidad masculina. Insistir en que está totalmente determinada por la cultura patriarcal solo profundizará su confusión con impulsos autoritarios para alterar masculinidades. 

En los años sesenta, Natalia Bekhtereva, neuróloga rusa, estimulaba eléctricamente el tálamo de pacientes con Parkinson. Algunos reportaron experiencias placenteras. Una mujer tuvo un orgasmo y quedó enganchada: “empezó a frecuentar el laboratorio para averiguar por la próxima sesión”.

Años antes Robert Heath en Tulane University lograba efectos similares con corrientazos auto administrados. Un gay con electrodos en el cerebro disfrutó la descarga más de mil veces, hasta “una abrumadora euforia”. Fue desconectado a pesar de sus enérgicas protestas. Algún lunático constitucionalista propondría que la estimulación placentera del cerebro sea un derecho fundamental conexo al libre desarrollo de la personalidad. Pero tales experimentos ahora están prohibidos.Tal vez hasta con animales.

La sexualidad humana es peculiar, pero comparte con otras especies un detonador cerebral del goce. A mediados del siglo pasado se descubrieron en el cerebro unos centros de placer, cuya estimulación es intensamente gratificante. Si un ratón aprende a auto estimularse con una palanca, morirá de hambre, “nadará fosos, saltará vallas, o cruzará rejillas electrificadas para alcanzarla”. Como las drogas, este sexo directo es adictivo. El ratón manipulará su amada palanca hasta quedar exhausto. 

La variante actual del corrientazo es un estímulo visual. Con sólo un computador o celular se puede tener goce sexual. Con la avalancha de porno en Internet, es inevitable pensar en los roedores obsesionados con un mando. Ahora son nubes de hombres que, enviciados con un ratón, estimulan su cerebro de manera más novedosa e intensa que cualquier sultán turco polígamo. La pornoweb es para cualquier macho un séptimo cielo, rico en coreografías y atenciones femeninas. El cerebro sexual masculino es tan sensible a lo visual, y tan obsesionado con la variedad, que se come el cuento de que tiene a su disposición un harem virtual. Las mujeres, sexualmente más sofisticadas y cerebrales, se creen menos semejante idiotez. 

La dinámica de esa adicción es similar a la de las drogas. El estímulo es tan vigoroso que puede deteriorar el cableado entre neuronas y requerir dosis crecientes de excitación. Si a la escalada se suman otras emociones –sorpresa, disgusto, desprecio, miedo, vergüenza- el enganche es más sólido. Por eso las escenas porno son cada vez más duras y estrambóticas.  Algo similar le ocurre a los poderosos mujeriegos que parecen volverse adictos al sexo excéntrico y brusco. 

Para una novela, Tom Wolfe gastó años observando estudiantes en los campus. En un pasaje, uno de ellos llega al dormitorio.

-       ¿Alguien tiene porno? 

-       Arriba hay revistas para una mano

-       Ya desarrollé tolerancia a las revistas, necesito un video

No se sabe de usuarios dispuestos, como los ratones, a sacrificarse por una nueva experiencia. Pero sí de algunos que dejan de responder a los estímulos básicos tradicionales. La moda de hombres jóvenes asexuados podría provenir de un exceso de porno precoz. Si un desnudo con sonido es suficiente al principio, después se aburren con algo tan soft. Paralelamente, pierden interés sexual en sus parejas. La realidad de una mujer sin dotes de gimnasta, cadencia felina o corsetería de lujo puede implicar disfunción eréctil. La adicción al sexo virtual puede llevar a preferencias inimaginables en el ámbito doméstico. Si en la red la última faena fue con una cougar, su hija embarazada y el yerno trans con azotes del mayordomo sado, cualquier polvo tradicional parecerá insípido.

La incidencia del trastorno está lejos de conocerse. Tratar de prohibir ese comportamiento tan privado e íntimo sería no sólo inocuo sino torpe. La canasta de adicciones potenciales es en extremo variada, empieza en el azúcar y el cigarrillo, y sería un despropósito entregarle otro jugoso negocio a las mafias. 

El autocibersexo sofisticado no atrae a las mujeres. Las usuarias de porno de cualquier edad son muchas menos que los hombres y la frigidez por saturación de estímulos virtuales suena a chiste flojo. Ellas también se inician sexualmente cada vez más jóvenes, están conectadas y tienen celular, pero lo utilizan para otros menesteres. Pueden ver lo que les antoje pero les interesa menos. Como las farmaceúticas que no han encontrado el equivalente femenino del Viagra, los productores XXX buscan sin éxito la veta porno que atraiga mujeres. La demanda femenina ni se acerca a la varonil.

Natalia Bekhtereva  siguió siendo una científica respetada hasta su muerte en 2008. Le hubiera sacado plata a muchos hombres vendiéndoles fotos de las sesiones con la paciente enamorada de los electrodos. Nunca debió molestarse en leer las sandeces sexuales propuestas por neofeministas que siguen esperando al nuevo hombre, ese que buscaron soviéticos, chinos o cubanos, pero ahora educándolo con “enfoque de género”. Se quedarán mirando un chispero y tendrán que consolarse entre ellas. 



REFERENCIAS

Doidge, Norman (2007). The Brain that Changes Itself. Penguin Books

Komisaruk, Barry, Carlos Beyer & Beverly Whipple (2006). The Science of Orgasm. Baltimore: The Johns Hopkins Univerity Press

Moan, C.E., & Heath, R.G. “Septal stimulation for the initiation of heterosexual activity in a homosexual male”. Journal of Behavior Therapy and Experimental Psychiatry, 3, 23-30, 1972 citado por http://wireheading.com/robert-heath.html

Rubio, Mauricio (2011). "Sexo sin rodeos, directo al cerebro". La Silla Vacía, Nov 21

Valenstein, Elliot (1973). Brain Control. A critical Examination of Brain Stimulation and Psychosurgery. NY: John Wiley & Sons 

martes, 17 de noviembre de 2020

Infidelidades complejas

 Publicado en El Espectador, Noviembre 19 de 2020

Columna después de los memes

Historia real con nombres cambiados para proteger  identidades 






Martín tiene la gama más amplia de intereses intelectuales que conozco.  Ha acumulado varios de los doctorados disponibles en Bogotá. Con las mujeres le pasa algo parecido: le interesan todas. Y no quiere desprenderse de ninguna de las que se enamora.


Lo dejé de ver unos años y al volverlo a encontrar estaba casado y tenía una hija con Ángela. Además, estaba ennoviado con Liliana. Cada una sabía de la otra y Martín no ocultaba su arreglo: lo hacía público mostrando orgullosamente dos argollas en su anular. Ese doble compromiso nunca le impidió seguir haciendo levantes. 


A Jorge lo conocí por Martín. Él también tiene inquietudes que van desde la etología hasta la filosofía moral, pasando por la inteligencia artificial. El flirteo y el romance eran temas recurrentes de nuestras charlas de almuerzo, adobados con selección sexual de las especies. Lo gracioso era que Martín usaba esas discusiones para legitimar sus impulsos mientras que Jorge les daba un sentido terapéutico. Le permitían prever que cualquier devaneo sería más efímero que su amor por Laura, su novia de varios años. Esas charlas eran un buen contraejemplo al error recurrente que explicar implica siempre justificar. 


A diferencia de Arturo, otro amigo Casanova que trataba de reclutarme para el poliamor, Martín no hacía proselitismo ni con Jorge ni conmigo. Se acomodó a nuestra vocación de fidelidad, aunque ocasionalmente echara sus cuñas: “siempre hay que tener dos mujeres de respaldo. Jamás es bueno ofrecer monogamia que no nos han exigido: eso es ser lambón”.


Hace un par de años Ángela decidió volver a su ciudad natal, para instalarse allá con su hija. Estar lejos de ellas le dio duro a Martín, que siempre fue un padre dedicado. Decidió ir a acompañarlas en las fiestas navideñas. Liliana no debió quedar contenta con esa decisión, mucho menos cuando la estadía se prolongó por todo el mes de enero.


Al volver a Bogotá Martín encontró una insólita sorpresa: Liliana se había ennoviado con Valeria. “Me creía un experto en mujeres, pero jamás en mi vida había aprendido tanto sobre ellas” me confesó angustiado. “Lo único que tengo claro es que no quiero involucrarme con las dos. Fuera de eso, no tengo ni la menor idea qué va a pasar”.


El dilema que enfrentaba Martín no era menor, y así se lo expresó a Valeria en un cruce de correos que tuvieron después de un incidente que rozó los celos, cuando ellas dos planearon un viaje de fin de semana. Para Valeria, la situación tampoco era trivial. “Martín, mi manera de acercarme a Liliana no se desamarra de tí. Llegará el día que tu le pedirás que se aleje de mí y ella por amor a tí y respeto a mí  lo haga”. 


No se sabe qué decir ante una situación tan enredada. Mucho menos esbozar cualquier sugerencia o recomendación para alguno de los personajes envueltos. Antes de que Martín compartiera conmigo ese cruce de correos yo había alcanzado a pensar, recordando alguno de nuestros almuerzos darwinistas con Jorge, en los bonobos y en las particulares alianzas sexuales entre las hembras de esa promiscua especie de primates, que son las que les permiten neutralizar políticamente a los machos, polos opuestos de los dominantes chimpancés. También había imaginado que si hubiera más feministas abiertas a la etología y menos mojigatas, como Camille Paglia, ya habrían diseñado seminarios, talleres y cursos de “sexo y política” inspirados en las bonobos y no en las académicas de sociedades puritanas. Para mí es transparente, pues somos amigos cercanos hace años, que lo único que ha logrado poner a Martín a pensar en serio en la cuestión de la infidelidad es el romance de Liliana con Valeria. Que, además, como lo muestra el civilizado cruce de correos, tuvo la ventaja de no generar situaciones de celos masculinos algo que casi siempre termina con violencia.


Una amiga, cuya aversión a los cuernos parece grabada en las neuronas, no desaprovechó la oportunidad para sacar moraleja de la historia. “Nada más sencillo y factible que el arreglo monogámico tradicional con compromiso de fidelidad. Es la única forma de poder pensar en otras cosas”. Jorge coincidiría y aportaría para sustentar la conclusión varios estudios. Dándole vueltas al asunto, pienso que el paso que dio Liliana al ennoviarse con Valeria fue su manera de tomar una especie de seguro sentimental contra el recurrente coqueteo de Martín. Ante la realidad de un mercado de parejas que, con el tiempo, se reduce para ellas mientras que se amplía para ellos, siempre son útiles algunas medidas preventivas. Sobre todo cuando, crucial evento de la historia, Liliana quedó esperando un hijo de Martín. Tiempo después, me cuenta él, la madre de su segundo retoño “se agotó de su novia... Algunas mujeres son extremadamente cansonas”.

lunes, 9 de noviembre de 2020

Secuelas del feminivirus

 Publicado en El Espectador, Noviembre 12 de 2020

Columna después de los memes






Si el patriarcado controlaba a las mujeres manipulando su sexualidad, por ejemplo obligándolas a ser madres desde jóvenes, académicas puritanas acabaron imponiendo una represión aún mayor. 

Carolina Sanín, escritora, anota que las mujeres “quedan teniendo la edad de ocho años durante el resto de la vida. Trancadas y truncas. (una tarea) es convencer(las) de ser adultas… que la feminidad no es infantilidad… Mientras las mujeres sigan indulgiendo en las maneras de una preadolescencia filial y perpetua, no se presentará ninguna alternativa posible al patriarcado”.

En generaciones anteriores la norma era “virgen hasta el matrimonio”. La recién casada se entregaba enamorada al hombre de su vida. Previamente, para desactivar el deseo sexual asociado a la menarquia, oblicuamente se sugería que esas sensaciones intensas, vergonzosas, eran reflejos pueriles, fiebre de juventud, no el verdadero amor que llegaría incluso después de un matrimonio arreglado. 

Al atávico susto al embarazo, el feminismo mojigato gringo logró sumarle el pánico a la violación, el disgusto, asco, por cualquier avance sexual masculino, el desprecio por la seducción y, en últimas, la prevención y desconfianza para enamorarse porque eso pone a la mujer en manos de machos que engañan, dominan y hacen daño. Del miedo al sexo se pasó a una idealización tal de las relaciones que los hombres comunes provocamos desconfianza, pavor. De cualquier desacuerdo o pelea somos, por principio, culpables de la peor ralea: ¡el violador, maltratador, abusador, explotador, eres tú! 

El discurso tóxico se aprende ahora off campus: lo asimilaron medios, políticos, ONGs, influencers, estrellas de cine, cantantes y público en general. La igualdad se volvió fábula: conductas dañinas consideradas maltrato masculino son aceptadas, aplaudidas, en mujeres. Algunas, conozco varias, más victimarias impunes que víctimas, disfrutan sus prerrogativas de muchos derechos pero sin deberes. Son egocéntricas, caprichosas y quejetas. Nadie las cuestiona: un subliminal y contagioso feminivirus alcanzó inmunidad de rebaño contra el sentido común. 

Por la sensualidad que mostró Ana, mi hija menor, al alimentarse por primera vez del pecho de su madre, con un placentero ronroneo que aún conserva cuando disfruta lo que come, intuí que sería seductora y, además, entendí que esa capacidad era innata, no aprendida. Innumerables anécdotas confirmaron mi pronóstico. El gran desafío al criarla ha sido doble: en contra del postulado ideológico que veta flirteo y seducción como debilidades femeninas, convencerla de que no desaproveche esa habilidad para relacionarse con los hombres pero, también, que estudie seriamente: no debe convertir tal ventaja en la única herramienta para manejar su vida, y mucho menos para ganar dinero. Objetivo tácito ha sido no frustrar ni sabotear la que presentí sería una sexualidad rica y descomplicada. “Ojalá no quede embarazada muy pronto” bromeé con frecuencia mientras ella crecía reafirmando su innata coquetería, haciendo explícita la prioridad de ser madre y repitiendo que cuando llegara un príncipe azul no dudaría en abandonar la casa para irse con él: “así es la vida”, sentenciaba.

Ana se interesó desde muy pequeña por mis inquietudes, lecturas, teorías y conjeturas sobre las parejas. Su darwinismo espontáneo aún es inmune al discurso culturalista que se impuso al extremo de considerar fascista la noción científica de factores hereditarios. Percibió intuitivamente las diferencias de sexualidad y estrategias de emparejamiento no solo entre hombres y mujeres sino entre las mismas chicas. Asimiló la discrepancia básica entre Mafaldas y Susanitas -como ella- pero descubrió que una opción infalible con algunos chicos es “hacerles creer que soy una Mafalda”.

Recientemente  manifiesta su desacuerdo con el discurso correcto. Cuando le advertí que tendrá profesoras asegurándole que la belleza femenina es irrelevante para conquistar chicos reviró incrédula: “¿en serio piensan eso?”. Tampoco podía creer que la Bella Otero sedujera monarcas sin ser muy hermosa. “Ese arte no es tan simple”, le aclaré. 

En materia sexual le recomendé evitar enredos, ser siempre monógama, pero tener varias experiencias secuenciales antes de embarcarse en una relación de largo plazo con hijos. Le expliqué que por ser de otra época jamás me atrevería a sugerirle una edad para acostarse por primera vez. Sobre ese inicio habla con su hermana mayor. Ante las incómodas y arriesgadas experiencias de algunas amigas, hace poco anunció: “todavía no sé cuándo tendré sexo; pero será en una cama y con preservativo”.  

El debate entre feministas francesas y anglosajonas a raíz del #MeToo se replica en la actitud de las adolescentes de ambos orígenes hacia los hombres. Ana y sus amigas no viven obsesionadas con el violador, mucho menos entre sus compañeros de colegio. Saben prevenir abusos, conocen qué calles no frecuentar y tienen conciencia del peligro de mezclar alcohol con sexo. En síntesis, son más frescas y pragmáticas que asustadas e idealistas. Están poco intoxicadas por el neofeminismo sororo y antivaronil que infantiliza a las mujeres más que cuando sólo cuidaban su virginidad. Al sentirse informadas, seguras, libres y responsables de sus actos, tienen menos embarazos precoces. Voilà! 


https://www.guttmacher.org/journals/psrh/2001/11/differences-teenage-pregnancy-rates-among-five-developed-countries-roles#:~:text=Results%3A%20Adolescent%20childbearing%20is%20more,for%20births%20to%20younger%20teenagers.