lunes, 30 de octubre de 2023

El descalabro de un mitómano sectario


 Publicado en El Espectador, Noviembre 2 de 2023

Gustavo Petro sufrió una estruendosa derrota en elecciones. No fue una paliza a la izquierda, ni una maniobra de las maquinarias. Ni siquiera fue un rechazo al populismo, que a veces funciona. 


Lo que le falló a quien funge de líder global fue confundir al pueblo con un séquito incondicional que lo venera y traga sin chistar. Poco antes de su desastre electoral, continuando el desatino de no condenar el ataque de Hamás, el mandatario trinó un refrito sobre el impacto del calentamiento global y el capitalismo depredador sobre las migraciones y la consecuente guerra mundial por el agua, un conflicto apocalíptico que llevará a la extinción de la humanidad. 


“Lo que el poder militar bárbaro del norte ha desencadenado sobre el pueblo palestino es la antesala de lo que desencadenará sobre todos los pueblos del sur cuando por la crisis climática quedemos sin agua; la antesala de lo que desencadenará sobre el éxodo de las gentes que por centenares de millones irán del sur al norte. Sobre el poder militar del norte se construye un mundo de consumo y riqueza fundado en la utilización intensiva del combustible fósil (que) conduce a miles de millones de personas a una vida catastrófica, a una era de extinción”. 



Esta perorata dramática, dantesca e inconducente contiene varios gazapos. Primero, no ha habido ni habrá una conflagración mundial por el agua. Continuarán los conflictos por el acceso a ese recurso entre países, regiones o aglomeraciones vecinas. El Pacific Institute lleva décadas recopilando información sobre el asunto. Según su Water Conflict Chronology, en este siglo han surgido 1.051 choques relacionados con el agua. De ellos, 22 ocurrieron en Colombia. “Muchos de estos riesgos (son) locales y no entre países. A nivel nacional aumentan las tensiones en África y partes de Asia que comparten ríos fronterizos sin acuerdos internacionales sobre cómo gestionarlos”. 


A nivel micro, los escenarios favorables a diferendos alrededor del agua también están lejos de la confrontación Norte Sur que obsesiona a Petro. Según el Instituto Español de Estudios Estratégicos (IEES), “las situaciones de tensión entre pastores y ganaderos son muy frecuentes en África occidental y pueden ocasionar conflictos transfronterizos. En sus rutas establecidas, los pastores negocian el acceso y cumplen con la legislación que regula el acceso a los recursos. Sin embargo, cuando estas rutas se cambian, aparecen conflictos —en algunos casos muy violentos— por el agua y el pasto con otros grupos ya presentes en la zona. Ejemplos de estos conflictos se pueden encontrar en Kenia, Etiopía, Sudán del Norte y Sudán del Sur”. 


A la presión demográfica que aumenta la demanda mundial por agua potable se suma el peso creciente de la población urbana. Casi la totalidad de esta expansión de las ciudades vendrá de países en desarrollo donde abundan barrios piratas y asentamientos informales. Los flujos migratorios, como ha sido la tradición, los determinan las posibilidades económicas, algunos tiranos o las guerras, entre las cuales las provocadas por el calentamiento global aún son franca minoría. El Banco Mundial estima que la migración por falta de agua es apenas el 10% del incremento en tales flujos. “El Oriente Medio y Norte de África es la región con mayor escasez de agua en el mundo, pero el agua suele ser una víctima del conflicto más que la causa de migración y guerras”. Además, “los conflictos causados por los riesgos hídricos en la región no son tan comunes como se esperaba. De hecho, históricamente, la escasez de agua ha conducido a la cooperación más que al conflicto”. Por ejemplo, algunas iniciativas para enfrentar los desastres asociados con el cambio climático provienen de la iniciativa privada. El Panda Agriculture & Water Fund es un fondo agrícola que incluye el agua entre sus inversiones y le apuesta a ciertas empresas innovadoras. Su promotor es optimista: “en el futuro habrá tecnologías que sabrán aprovechar el agua disponible” y no necesariamente subiendo los precios. 


Para los habitantes de barrios informales en las ciudades colombianas sin agua o alcantarillado, para los campesinos enfrentados a una sequía sin adecuados servicios de riego, para los miles de venezolanos que atraviesan el Tapón del Darién huyendo de un lunático bolivariano o para quienes pensamos que estas situaciones indignantes deben y pueden intervenirse antes de arreglar el mundo, la preocupación de Petro por el conflicto en Medio Oriente como antesala de una guerra mundial por el agua es insensata. 


En los últimos comicios, una fracción decreciente del pueblo se sumó al círculo sectario de incondicionales cercanos al poder. Aceptaron mitos y delirios del líder e ignoraron la ineficacia del culto a la personalidad del gran timonel en la propaganda para elecciones locales (Caso del barrio Bajo Agucatal en Cali). Los demás votantes se arrimaron a las candidaturas que consideraron razonables en su entorno. Eso explica la paliza al Pacto Histórico en las urnas.



REFERENCIAS


BM (2021). "Seguir la corriente: el papel del agua en la migración mundial". Bnaco Mundial, Agosto 23


Hidalgo García, Mar (2021). "Cambio climático y seguridad: riesgos físicos y geopolíticos". Instituto Español de Estudios Estratégicos, Diciembre


Pacific Institute (2022) Water Conflict Chronology. Pacific Institute, Oakland, CA. https://www.worldwater.org/water-conflict/


Sandri, Piergiorgio (2023). "La batalla global por el agua". La Vanguardia, Octubre 29 de 2023 

lunes, 23 de octubre de 2023

El perdurable formateo de un insurgente

 Publicado en El Espectador, Octubre 26 de 2023

De manera ingenua el mandatario influencer piensa que reuniones y fotos con los embajadores de Israel y Palestina le permitirán evitar la condena a Hamás. 


Para compensar su incontinencia tuitera, y superar la crisis que él mismo manufacturó, Gustavo Petro recibió a los representantes en Colombia de los países en conflicto. Fue un buen gesto que se debe reconocer, pero volvió a eludir una responsabilidad crucial: reprobar el ataque de Hamás. Así, sigue aislado del consenso entre democracias consolidadas que exigen a las partes en guerra no confundir, bajo ninguna circunstancia, objetivos civiles y militares. Como su pasión es la protesta callejera, en Bogotá o Londres, el aspirante a líder internacional deberá aliarse no con pares gobernantes sino con manifestantes del mundo que a duras penas saben quién es.


En Colombia, hasta la élite intelectual favorable al cambio criticó el descache. "Lamento que el presidente Petro no se haya anclado en sólidos principios humanitarios (para) solidarizarse con todas las víctimas y condenar inequívocamente tanto el terrorismo de Hamás como las violaciones al DIH de Netanyahu”, anotó Rodrigo Uprimny. Carolina Sanín, expetrista, trinó que “el presidente sigue siendo el sanguinario que fue. Se le nota el entusiasmo de la guerra”.


¿Cuál es el origen de esa terquedad suicida del presidente? La razón no es ser de izquierda: Gabriel Boric y Pedro Sánchez lo son. En este garrafal yerro ha sido determinante su formación política en el M-19 con el sancocho nacional de ideologías que acabó priorizando la acción sobre la reflexión. El director de la Fundación Konrad Adenauer en Colombia, cercana a la democracia cristiana alemana, declaró que los trinos de Petro no lo sorprendieron. Señaló comparaciones equívocas, con “vocabulario y narrativas claramente antisemitas” para su “justificación implícita del ataque terrorista de Hamás”. Recordó la militancia en el M-19, grupo autoproclamado “solidario con la Organización para la Liberación de Palestina (OLP)” que en 1982 atacó la embajada de Israel en Bogotá. El atentado, con bombas y metralletas, fue rápidamente reivindicado por sus autores. Era la típica audacia del Eme que el entonces embajador israelí calificó de “terroristas inspirados por la OLP” que sabotearon el año nuevo judío.


El antisemitismo palpable en ese ataque no llegó a la insurgencia latinoamericana por la izquierda sino por la extrema derecha argentina. Se manifestó públicamente a principios de los sesenta cuando un comando israelí secuestró en Buenos Aires a Adolf Heichman para llevárselo a juicio en Jerusalén. La acusación era por crímenes contra la humanidad. Declarado culpable y condenado a muerte, el oficial nazi fue ahorcado en junio de 1962.


El Movimiento Nacionalista Tacuara, surgido tras la caída de Perón, era un grupo fanático “muy juvenil, con bastante clase alta, exclusivamente masculino y con dos banderas principales: la restauración de la enseñanza religiosa en las escuelas y el combate a judíos e izquierdistas”. El representante de la Liga Árabe en Buenos Aires, considerada puente entre nazis refugiados y neonazis extranjeros, anotó que la lucha de Tacuara era la misma de los árabes. Aparecieron pintadas, “queremos a Eichman de vuelta” y hubo atentados contra judíos. Ante las protestas de la comunidad el gobierno hacía poco. Era demasiado débil para enfrentar la complicidad policial con los nacionalistas o los muchos funcionarios pronazis. A principios de 1962 los militares derrocaron al gobierno y pusieron uno de transición. El desorden impulsó el antisemitismo y la ejecución de Eichman provocó ataques más graves. Un punto de quiebre fue el secuestro de Gabriela Sirota, joven de 19 años torturada, quemada con cigarrillos y marcada con una esvástica en el pecho. El atentado motivó la autodefensa judía y aceleró la emigración hacia Israel. 


Esta derecha extrema compartía con la izquierda sus frecuentes divisiones por diferencias doctrinarias. Una de las facciones de Tacuara le sumó “Revolucionario” al nombre y emprendió acciones armadas nacionalistas y antiimperialistas. La dirigía Joe Baxter, niño rico, seductor y mujeriego, que impresionó a Perón exilado en Madrid, se entrenó militarmente en Argelia y colaboró con el Vietcong. El castrismo cubano fue el gran imán que atrajo a la rebelión personajes con orígenes bien disímiles, como este. La guerra de Argelia contra la colonización francesa también impulsó la insurgencia no sólo en el campo sino en las ciudades. 


Tacuara, primera guerrilla urbana argentina, es la abuela del M-19. Decenas de adolescentes de colegio pasaron por este veleidoso grupo para vincularse luego a Montoneros a la sombra de líderes elitistas, carismáticos y negociantes. El principio anarquista “actuar primero, pensar después”, que luego fue consigna explícita tupamara adoptada por el M-19, permitía deshacerse de ataduras ideológicas, incluso cambiar de bando entre contrincantes armados. En alguna parte del joven cerebro quedaban marcadas para siempre obsesiones, fantasmas, lealtades y enemistades que reforzaban el convencimiento de que luchar por el pueblo no causa daño. Se legitimaba así la visión asimétrica, sesgada y selectiva de la violencia política.



REFERENCIAS



Anguita, Eduardo y Daniel Cecchini (2020). “La misteriosa vida de Joe Baxter: elogiado por Perón, amante de Ava Gardner y condecorado por Ho Chi Minh”. Infobae Dic 12


Gutman, Daniel (2012). Tacuara: historia de la primera guerrilla urbana argentina. Sudamericana


Kierman, Sergio (2005). “Tacuara salió a la calle”. Página 12Mayo 15


Urrejola, José (2023). “Las opiniones de Petro que tensan las relaciones con Israel”. DW, Octubre 16


lunes, 16 de octubre de 2023

La incontinencia tuitera de Petro

 Publicado en El Espectador, Octubre 19 de 2023

La reacción del presidente ante el ataque de Hamás a Israel ha sido, sin ninguna duda, el principal y gravísimo error de su gobierno. 


Aunque nos habíamos acostumbrado a un primer mandatario que parece más un influencer -busca likes llevando la contraria- que un gobernante empeñado en pasar a la posteridad, el torrente de sandeces que trinó en pocas horas como respuesta a la sorpresiva y brutal agresión será definitivo en la configuración de su recuerdo como experiencia fallida de un ex guerrillero reinsertado que llegó democráticamente al poder. 


Como expositor que mezcla conceptos teóricos y referencias históricas sin conocer a fondo un campo para sugerir proyectos irrealizables basado en obviedades no hubiese dejado gran huella. Simplemente iba a ser ignorado por falta de realizaciones concretas y de auditorio. Su anti capitalismo obtuso, sus críticas al establecimiento, a la burocracia y al sistema financiero, o su prédica de vivir sabroso, tampoco lo hubieran destacado. Esas características están al alza en muchísima gente convencida de que trabajar y ganar plata sin pensar en el resto del planeta no llevan a ninguna parte. Su principal desafío como mandatario y ex combatiente de un grupo subversivo exitosamente reinsertado era lograr algún avance palpable en el frente de la paz. Y es ahí, precisamente, que su descache fue monumental: por lo que trinó y por cómo lo hizo, sin el menor esfuerzo de reflexión previa. 




Una cosa es incumplir citas y horarios o irrespetar protocolos de reuniones de trabajo y eventos sociales cotidianos. Otra bien distinta es saltarse los procedimientos establecidos por la diplomacia para manejar las relaciones internacionales, que  exigen años, décadas, de paciente filigrana. 


El frenesí de su personalísima respuesta activista a la crisis reveló el trasfondo de su formación política, que no es el marxismo, prudente y reflexivo. Es más cercana al anarquismo adobado con insurgencia elitista y populismo armado latinoamericanos. El cúmulo de mensajes antisemitas y tolerantes con crímenes atroces, que ha mantenido por varios días, provienen más de Aureliano, ex comandante del M-19, que del presidente de izquierda que busca y necesita la Paz Total. Ese garrafal error se lo van a cobrar bien caro las democracias occidentales. Y la historia, de la que vive tan pendiente. 


Buenaventura Durruti y Francisco Ascaso fueron anarquistas españoles influyentes a principios del siglo XX. Empezaron su lucha muy jóvenes en el movimiento sindical. Eran el polo opuesto de los intelectuales que por décadas apoyaron a la Unión Soviética. Durruti promovía “una revolución рог у para el pueblo... Buscamos una revolución social auténtica у efectiva… la revolución es una desconocida sobre la que no se puede saber nada concreto a propósito del momento en que ha de emerger”. Ascaso recomendaba “pasar a la práctica… la mejor escuela de la teoría revolu­cionaria (que) deja de ser dogma”. Concebían la revolución “соmо pura contingencia, abierta a la vida y, por tanto, confundida con ella. Revolución igual a vida”. Durruti constató que boicotear un producto era más eficaz que hacer huelga. Años después criticaría esa forma de presión. Para él, la experimentación “no guarda fidelidad ni a sí misma”. Como nunca se sabe de antemano lo que va a ocurrir “basta con un acto de audacia para desencadenar la acción colectiva… el momento oportuno para la reflexión se halla mucho más después que antes del acto”. La reflexión previa a la acción “sólo obstaculiza la fuerza necesaria para emprenderla”. 


Décadas más tarde, en el Uruguay, la guerrilla urbana de los Tupamaros adoptó el mismo principio: “las palabras nos separan, la acción nos une… De ahí nuestro lenguaje, nuestros símbolos y de ahí también que siempre hayamos hablado después de actuar, nunca antes… la lucha armada como una tarea práctica y no como una especulación de sobremesa”. Uno de sus comandantes recuerda: “tratábamos de cumplir objetivos sin prever las consecuencias… las repercusiones las veíamos después. No éramos un buen jugador de ajedrez, que prevé lo que va a pasar”. 


La influencia de estas ideas sobre el M-19, donde Petro se formó políticamente, la expresa con claridad Vera Grabe en sus memorias al recordar que “habíamos leído mil veces Las actas tupamaras, que contaban las acciones de esta guerrilla urbana uruguaya, que nos había inspirado con su imaginación y creatividad”. La noción de que las detalladas consideraciones y evaluaciones previas bloquean la acción es no sólo un tema recurrente en los testimonios del M-19 sino algo que siempre pregonaron con no disimulado orgullo: “La costumbre nuestra era vaya, mire y hágale”.


La acción irreflexiva, puramente emotiva, conduce a la violencia. Sobre todo cuando se acepta que algunas formas de causar daño físico al adversario político son legítimas. Por la misma fisura retórica de privilegiar la capacidad de acción del grupo activista sobre la razón se colaría el antisemitismo que también heredó Petro. 


REFERENCIAS


COPP (2002) Corporación Observatorio para la Paz. Las verdaderas intenciones de los paramilitares. Bogotá: Intermedio


Grabe, Vera (2000). Razones de Vida. Bogotá: Planeta


Morales Toro, Antonio y Javer Ortega Pérez (1996) eds. El lenguaje de los hechos. Ocho ensayos en torno a Buenaventura Durruti. Madrid: Los libros de la Catarata



sábado, 7 de octubre de 2023

Libertades post Covid

Publicado en El Espectador, Octubre 12 de 2023 

Lea Ypi, la académica del London School of Economics cuyos recuerdos de infancia sobre su Albania natal se vendieron como pan caliente, critica al socialismo y al capitalismo en materia de libertades ciudadanas. 


“Suele asociarse el liberalismo con la libertad y el socialismo con la igualdad. Creo, sin embargo, que comparten una preocupación solapada por la libertad”.




Se define socialista pero con severas críticas a la socialdemocracia de izquierda. “No creo que las democracias liberales occidentales sean liberales ni democráticas” en buena parte porque persisten desigualdades inaceptables. Y por haberse estancado en las estrategias electorales ligadas al poder dentro del Estado nación cuando un pilar fundamental del socialismo era precisamente superar la noción de fronteras nacionales. Por oponerse al internacionalismo de la Ilustración también le disgustan, la irritan, las políticas identitarias. “Atrincherarse en una identidad en conflicto con otras es completamente alienante respecto a esa aspiración universalista que ha definido históricamente a la izquierda”. En cuanto al capitalismo, tiene una crítica escueta, esa sí compartida con el socialismo electoral: es un sistema que “solo emancipa a unos pocos”. 


Libre, su gran éxito editorial, es una reflexión sobre las libertades ciudadanas y cómo se puede diferenciar “la libertad como ideal de la libertad como ideología” y a veces como simples “eslóganes propagandísticos”. Escribió el libro durante la pandemia, un evento que generó inquietudes sobre la relación entre la sociedad idealizada por el discurso democrático y las realidades que vive la gente. En particular, aumentó la sensibilidad ante el dilema de libertad individual versus responsabilidad social, porque esta la asumieron funcionarios públicos con poder ilimitado y arbitrario no siempre en aras del bien común. 


Personalmente, recuerdo con pánico a Claudia López en la televisión comunicando sus preparativos para una economía de guerra: controlar a fondo la actividad productiva bogotana. El 30 de Marzo de 2020 la entusiasta burgomaestre anunció con tono castrense que “vamos a lograr de común acuerdo, sin pánico económico,  bajar nuestra economía, apagarla tres meses, que produzca sólo lo básico: salud, servicios públicos, cuidado, alimento y abastecimiento. El resto va a tener que estar casi cerrado”. Anticipaba un decrecimiento económico pero ya tenía previsto el plan de recuperación para el año siguiente. 


El desvarío de pretender manejar la actividad privada, incluso la informal, con planificación centralizada como en una sociedad comunista con empresas estatales, no fue óbice para los aplausos. Sus medidas de confinamiento bastaron para, desde la izquierda, venerarla sin reservas. “Fue como un chorro de luz en medio de las tinieblas. A esta pobre Colombia, vapuleada por vergüenzas y ruines intereses que medran en la complacencia de un Gobierno quebradizo, veleta de terceros, le apareció gobernanta, la líder que faltaba: Claudia López”.  


En general, el coronavirus incrementó súbitamente el afán de intervenir a fondo la vida privada y los negocios. El voluntarismo se tornó epidémico, delirante. La crisis disparó el entusiasmo por revolcar el neoliberalismo. Soñando con Edenes y Arcadias, casi se aplaudió una epidemia mortal. Se apreció de nuevo “la hora del encuentro familiar” mientras llegaba “una civilización por la que valga la pena vivir y morir”. Reverdeció el resentimiento contra la actividad empresarial: “el trance ha desnudado las purulencias de un modelo económico” para alabar el triunfo del estatismo redentor: “nunca antes habíamos mirado todos hacia el Estado, demandándole no sólo acciones sino indicaciones de cómo proseguir”. La pretensión pedagógica era ambiciosa, de nuevo universal: “todos los países del orbe están urgidos a adoptar un nuevo modelo económico”. Covid-19 fue la disculpa para que la burocracia se sintiera capaz de decidir no solo quién sale a la calle sino qué se produce.


El entonces senador Gustavo Petro mostró prudencia y sensatez durante la pandemia. En una charla desde su biblioteca hizo énfasis en las dos medidas eficaces para contener el virus y su letalidad: uno, “confinar drásticamente la población en sus casas” y dos, “aumentar sustancialmente la capacidad hospitalaria medida en camas de cuidados intensivos”. Tuvo la deferencia de trinar respaldando el encierro decretado por el gobierno al que le hacía oposición: “fue difícil pero es una buena decisión… Con disciplina se superará la adversidad. Mi apoyo a su medida de confinamiento obligatorio, Duque”. 


Eso sí, no desaprovechó la ocasión para echar línea contra el capitalismo ni para dramatizar: “el virus llegó en avión a Bogotá, a sus barrios ricos, y por transmilenio se repartió a toda la ciudad… Ha muerto un médico en Bogotá por el virus. A los médico(a)s lo(a)s transformaron en obreros mal pagos y sin estabilidad, a los pacientes los transformaron en clientes. A la ciencia la volvieron negocio… No salgan a comprar por favor. Los padres valen más que un televisor importado”. 


Lea Ypi advierte que la propaganda que simplifica, desinforma y, en últimas, coarta libertades no es monopolio de la izquierda ni de la derecha. Eso estamos constatando en Colombia, con un centro pusilánime y lentejo temeroso de criticar.

REFERENCIAS




Amat, Yamid (2020). Entrevista a Claudia López, Pregunta YamidYouTubeMarzo 30 


De la Torre, Cristina (2020). “Claudia: habemus mando”. El EspectadorMarzo 24 


De Miguel, Rafa (2023) "El capitalismo solo emancipa a unos pocos". El PaísAbril 2


Haman, Michael, Milan Školník & Jan opík (2022). “Colombian political leaders on Twitter during the Covid‐19 pandemic”, Lat Am Policy ;13:104–121  


Petro, Gustavo (2020). "Análisis sobre el coronavirus en Colombia". YouTube


Ramírez, María (2023). “La libertad a veces es sólo propaganda sobre la libertad”. Entrevista a Lea Ypi, El PaísMayo 6

Ypi, Lea (2021). Free. Coming of Age at the End of History. Penguin Books 

lunes, 2 de octubre de 2023

Las lecciones de hacer cola

 Publicado en El Espectador, Octubre 5 de 2023

Una secuela del gobierno del cambio podría ser el aumento en las filas de acceso a ciertos servicios. Es útil repasar las reglas, trucos y enseñanzas que surgieron en sociedades agobiadas por la escasez. 



El abrupto cambio del contratista para la impresión de pasaportes disparó las alarmas. El tiempo de espera ante las oficinas de la Cancillería en Bogotá superó las 15 horas y el cobro por cuidar un puesto llegó a $150.000 pesos. También se hicieron virales imágenes de largas colas en inmigración del aeropuerto Eldorado. La situación no es nueva, pero puede deteriorarse, o superarse, según el manejo económico y político. En 2012 se reportaban “gigantescas e inhumanas filas de usuarios” de una EPS que llevaron al Concejo de Bogotá a prohibir “filas o colas en el espacio público”. Otras más antiguas, como las del cocinol, desaparecieron.


En Europa, tras la segunda guerra mundial continuaron los racionamientos y las colas, que políticos conservadores, como Winston Churchill, aprovecharon para criticar el socialismo por alterar las rutinas ciudadanas. Las filas en las oficinas de correo o los bancos se volvieron síntoma de burocracia escasa, desmotivada y mal entrenada. Escritores críticos vieron en las colas una muestra de sumisión. George Orwell, por ejemplo, imaginaba un observador extranjero sorprendido por el “comportamiento ordenado de las multitudes inglesas, sin empujones ni peleas”.


Con el ascenso de la tecnocracia, las colas se volvieron tema de ingeniería administrativa con resultados dispares. Mientras que las grandes empresas establecieron protocolos para reducirlas, en la calle y los lugares públicos la gente siguió haciendo fila y organizándose espontáneamente. Mis peores recuerdos de hacer cola en Bogotá son los vivos que irrespetaban turnos, los empleados y vigilantes que los dejaban actuar impunemente, mi airada protesta y los comentarios de reproche por impaciente y problemático. También sufrí, en algunos conciertos o partidos, la fatídica secuencia laissez-faire inicial con pésima orientación para hacer fila, tumulto y reacción tardía, a veces agresiva, de la autoridad competente.


Para Albania, uno de los últimos bastiones del comunismo, hay disponible una excelente radiografía del fenómeno de colas cotidianas por productos de primera necesidad. La escribió, basada en sus recuerdos de infancia y adolescencia, Lea Ypi, politóloga académica, sensata, pragmática, buena comunicadora y divertida como pocas.


“Siempre había colas que se formaban antes de que llegara el camión de distribución. Tocaba hacerlas a menos que uno fuera cercano al tendero. Había reglas generales. Cualquiera podía ausentarse siempre que dejara un objeto apropiado para reemplazarlo durante su ausencia: podía ser una bolsa, una lata, un ladrillo o una piedra”. Para esa norma básica había una salvedad “aprobada con entusiasmo y aplicada con prontitud”: una vez llegaba el camión, el objeto dejado como cuidador del puesto perdía de inmediato su función. 


Las colas se dividían entre aquellas en las que no pasaba nada y otras siempre agitadas. En las segundas, delegar el turno en objetos perdía eficacia cuando la gente miraba por encima del mostrador o pretendía verificar cuánto quedaba de un producto o por el tendero que buscaba amistades. Para las colas que duraban varios días era fundamental dejar objetos y vigilarlos regularmente, tarea que también se podía delegar. Si el esquema fallaba surgían peleas y las colas se volvían más “demoradas y brutales”.


Comportarse respetuosamente y ayudar a que se cumplieran las normas podía marcar el principio de largas amistades. Un vecino en la misma fila o alguien que ayudara a supervisar objetos se volvía alguien a quien acudir luego para cualquier adversidad. 


El sutil balance entre cumplir las normas o violarlas que se aprendía haciendo fila servía luego en otras áreas. Ese conocimiento era útil, por ejemplo, cuando el uniforme del colegio estaba un poco manchado o la peluquera hacía un corte que podía parecer imperialista o si las uñas estaban pintadas con un color poco usual, tal vez revisionista. 


Más tarde, Lea Ypi se dio cuenta de que ese también fue su entrenamiento para abordar asuntos más complejos como la igualdad efectiva entre mujeres y hombres, las libertades ciudadanas o hasta qué punto los chistes sobre el Partido y el gobierno podrían tener implicaciones serias. El quid del asunto era estar alerta al entorno para saber cuáles reglas seguían siendo relevantes, cuáles habían perdido alguna vigencia y cuáles eran totalmente obsoletas, dependiendo de eventos al azar o del capricho de algún burócrata con poder. Hacer colas matizaba las certezas de la ideología.


Tras este sencillo análisis surge la sospecha de que un gobernante impredecible, que promueve el decrecimiento, cuyos nombramientos por lealtad pueden ser un disparate, que reniega de ciertas tradiciones, que manipula a su antojo los procedimientos usuales, que incluso flexibiliza la interpretación de las leyes y decide quienes pueden incumplirlas, encuentre en las colas una herramienta pedagógica para conducir a sus colaboradores y a la fracción incondicional del pueblo hacia las grandiosas metas que lo obsesionan. 



REFERENCIAS


De Miguel, Rafa (2023) "El capitalismo solo emancipa a unos pocos". El País, Abril 2


Moran, Joe  (2005). “Queuing up in Post-War Britain”. Twentieth Century British HistoryVol. 16, No. 3, pp. 283–305


Ramírez, María (2023). “La libertad a veces es sólo propaganda sobre la libertad”. Entrevista a Lea Ypi, El País, Mayo 6


Ypi, Lea (2021). Free. Coming of Age at the End of History. Penguin Books