lunes, 29 de septiembre de 2025

El taimado, incoherente e irresponsable antimilitarismo progre

Publicado en El Espectador, octubre 2 de 2025 

Desde un barco en el Mediterráneo, la ex alcaldesa de Barcelona Ada Colau, declaró haber enviado una “carta urgente al Ministro de Exteriores y al Presidente del Gobierno de España para urgirles a concretar medidas de protección inmediata a los miembros de la misión humanitaria de esta flotilla” que navega hacia Gaza. No mencionó a la Ministra de Defensa pero hizo explícito que la amenaza es militar: “dos graves ataques con drones y un gravísimo atentado que ha puesto en peligro nuestras vidas”.


Colau fue elegida con apoyo de partidos a l'esquerra del PSOE, inspirados en el movimiento 15-M del que surgió Podemos liderado por defensores del régimen militar venezolano. En 2016, al inaugurar el Salón de la Enseñanza manifestó a los uniformados que pretendieron saludarla que no eran bienvenidos. No fue un caso aislado. En la celebración navideña de 2017 la funcionaria excluyó militares. Quería un espacio seguro pero desmilitarizado, apto para menores. Ante tal actitud, Javier Marías dedicó una columna al “comportamiento teñido de señoristismo… como los rancios señoritos trataban antaño al servicio, es decir, a los criados, más antiguamente siervos a nuestro servicio… Hacen que la casa funcione y esté limpia y en orden… lavan la ropa y cocinan, cuidan de nuestros niños cuando estamos ocupados. Pero en las celebraciones deben desaparecer… Su presencia las afearía y desluciría”. La molestia contemporánea no es tan explícita. Quienes se benefician de servicios de seguridad, protección armada y escoltas, quienes solicitan fuerza pública ante ciertas emergencias, muestran disgusto o desconfianza. Sólo cuando lo castrense es afín a la propia ideología, el antimilitarismo cede. Colau contrató al promotor de un ejército catalán cuyo embrión serían los Mossos d’Esquadra, equivalente independentista de la Guardia Civil.


En 2010, el senador Gustavo Petro resumió los flagelos que se debían enfrentar. “Calentamiento global, trata de personas, tráfico de armas, narcóticos, desactivación de fuerzas armadas”. En 2020 señaló un escenario complejo. “Las Fuerzas Armadas Mexicanas, fuerza narcotraficante, imponen toque de queda en Quibdó. Cuando dije que Colombia perdería soberanía territorial y poblacional frente a los carteles mexicanos, se burlaron. Y el ejército colombiano, sin rumbo”. El año siguiente el asunto era más grave: “las fuerzas armadas de Uribe entregan material y protegen a vándalos de civil para quemar la alcaldía de Yumbo. La violencia la desata el mismo gobierno para excusar el golpe de estado”. 


Tras la creación del Pacto Histórico (PH) en 2021, Petro anunció que esa agrupación de partidos llevaría el país “hacia la democracia, la justicia social y ambiental y la paz”. Poco después, durante la oleada de protestas de 2021, “desencadenada por una reforma tributaria impopular, alimentada por la enorme desigualdad y la brutalidad policial”, exacerbada por el impacto de la pandemia, el líder del PH denunciaba que “una manifestación pacifica es agredida por fuerzas parapoliciales armadas disparando al cuerpo de los manifestantes”. 


Como presidente, Petro moderó el antimilitarismo explícito, reemplazándolo por desplantes a los uniformados. Una semana después de su posesión, en el acto protocolario para rendirle honores y reconocerlo como Comandante Supremo de las FFAA en la Escuela de Cadetes, “dejó plantados a los militares que lo esperaban”. Poco antes de la hora prevista para el inicio, notificó, “en un acto de irrespeto difícil de explicar” que por "reuniones urgentes privadas de Gobierno” la ceremonia se aplazaba.


Ese mismo mes, mas de la mitad de los generales del Ejército y la Policía fueron removidos sin los “mecanismos formales, tradicionales y académicos… Hubo un grupo que fue informado de su despido a medianoche. Otro cuyo nombramiento fue luego suspendido”. En octubre de 2023 llegó con dos horas de retraso a la ceremonia de ascenso de mandos medios en la Escuela de Suboficiales. En Julio de 2024, no tuvo reparo en quedarse sentado ante el saludo del nuevo jefe del Estado Mayor Conjunto. 


Cual Ada Colau en apuros, cuando el supuesto atentado fallido en Cúcuta en 2018, desmentido por él mismo, el entonces candidato anotó que “en este momento la policía es la que nos saca”. Gustavo Bolívar, que lo acompañaba, confirmó “la policía tiene que defenderlo”. 


El summum de la metamorfosis del antimilitarismo hacia una actitud internacionalmente belicosa, lo acaba de protagonizar el primer mandatario colombiano disfrazado en las calles neoyorquinas, cuando invitó con megáfono a conformar “un ejército más grande que el de los EEUU”. Además, dio instrucciones concretas a los soldados norteamericanos: “¡desobedezcan la orden de Trump, obedezcan a la Humanidat!”. 


Ante los ataques explícitos contra los militares como congresista, la soterrada falta de cortesía como presidente o la alucinante intervención en asuntos militares foráneos como vocero oficial de Colombia, sería un desacierto ignorar la profunda huella del formateo insurgente de Gustavo Petro por su militancia en el M-19.