viernes, 17 de octubre de 2025

María Corina Machado y Donald Trump: insólita alianza contra Maduro

Publicado en El Espectador, Octubre 23 de 2025 


Una amiga lleva años confundiendo anti uribismo visceral con ser de izquierda. Tras el premio Nobel de Paz a Machado, le propuse un test de izquierdismo: ¿te alegra, te entristece o te indigna esa elección? ¿Crees que para tumbar la dictadura ella está aliada con quien amenaza la democracia en Norteamérica?


El Nobel de este año molestó a mucha gente, cuyo malestar empezó con el rumor de que Trump era candidato. Y lo era porque, sin él, Israel y Hamás jamás hubiesen firmado un acuerdo de paz, ni los últimos rehenes estarían libres. La izquierda colombiana, encartada con los desplantes del líder bolivariano que eligieron, experimenta ahora gran desconcierto con ese galardón. Difícil criticar al comité noruego, pues también lo confirió al promotor del mejor acuerdo posible, que traería una paz estable y duradera, aún esquiva hasta con las Farc. Ante la incertidumbre sobre el futuro de Maduro, es prudente pasar de agache. Así han hecho en otras latitudes locuaces izquierdistas.


El Presidente del Gobierno Español mantuvo controlado su séquito de incondicionales. “Sánchez impone el silencio en el PSOE ante la victoria de María Corina Machado” tituló La Razón. Para encontrar voces españolas disonantes, toca oír a la extrema izquierda. Pablo Iglesias trinó: “para darle el Nobel de la paz a Corina Machado, que lleva años intentando dar un golpe de Estado, se lo podrían haber dado directamente a Trump o incluso a Hitler a título póstumo”. Para Juan Carlos Monedero "era un poco excesivo hasta para los sionistas de Israel juntar a Netanyahu con Trump para el Premio de la Paz... han optado por unir a una persona con ambas facetas”. Intriga que un madurista intenso haya hecho esas declaraciones desde Bogotá. Y sorprende que María José Pizarro, desmarcándose de sus admirados orientadores políticos, prefiera callar.  Por años, desde Francia, Jean-Luc Mélenchon apoyó el régimen venezolano. En 2017 describió su política como "demasiado amable" frente a una oposición "fascista y violenta”. En 2019 dijo "espero que resista" y acusó a Europa de intentar desestabilizar a Venezuela. Tras las elecciones presidenciales de 2024, cuando el fraude electoral fue inocultable, Mélenchon y sus insumisos dejaron de opinar sobre la dictadura, actitud que mantuvieron ante este Nobel.


En Colombia, la cautela de la ex presidenciable Pizarro fue común. Toca escarbar para encontrar voces contrarias al galardón de Machado. Incluso RTVC divulgó ampliamente la noticia que la destaca como “símbolo de unidad frente al régimen de Nicolás Maduro”. El Semanario Voz, antigua Voz Proletaria del Partido Comunista, sí publica un extenso artículo crítico, “Nobel y Petróleo”. Señala que “se otorgó este devaluado galardón a quien ha mantenido por años al hermano pueblo de Venezuela al borde de la guerra civil”. Este devaluado medio puso el foco en un tenaz dilema venezolano: menciona los “barcos de guerra del imperio (que) divisan las costas de Venezuela esperando la orden de asaltar sus recursos naturales”. Sería ingenuo pretender que las eventuales contribuciones de Trump, reconocidas por Machado, fueran un “almuerzo gratis”. Lo que calla Voz es que esa entrega total ante el diabólico imperio la precedieron infructuosas propuestas, casi súplicas, de Maduro al gobierno norteamericano.


Según el New York Times, el acorralado dictador ofreció petróleo y otros recursos a los EEUU para evitar un conflicto. Funcionarios venezolanos le habrían propuesto a Trump “acceso dominante a proyectos petroleros y minerales del país. El acuerdo incluía priorizar empresas estadounidenses, desviar exportaciones de petróleo de China a Estados Unidos y reducir contratos con Rusia e Irán”. Las conversaciones duraron meses mientras el presidente parlanchín calificaba al régimen de “cartel terrorista” y atacaba embarcaciones. Las concesiones de Maduro aumentaron con los ataques. 


Desde que era senador, Marco Rubio fue aliado de la líder opositora venezolana y, con otros congresistas, propuso su candidatura al Nobel. Es el arquitecto de la estrategia militar contra Maduro que, aplicada en paralelo con diplomacia económica, tiene dos pilares: “el dictador es ilegítimo y preside un cartel criminal” aclara Casto Ocampo, analista venezolano. Sobre ese diagnóstico, y una minuciosa labor política desde la clandestinidad, “se construyó la actual narrativa para expulsar a Maduro por la fuerza”.


Aún fuera del séquito, hay quienes consideran que Petro “merecía un aplauso”. Pero su reacción ante el Nobel estuvo cantinflesca. Fue un evento “que no pudo procesar… lo señaló mal y lo escribió peor”. Mejor dicho, “quedó con ambos pies del lado equivocado de la historia”. Imposible saber si su enredo mental surgió del temor a que la descertificación escale a persecución del gran volumen de cocaína desde Colombia. Es más seguro que, como buen mamerto, lo enfurezcan los corolarios de la insólita coyuntura: uno, la extrema derecha puede contribuir a la democracia. Dos, hay criminales políticos con los que no se debe dialogar, toca derrotarlos.