miércoles, 26 de noviembre de 2014

Esa paz lejana, ajena

Publicado en El Espectador, Noviembre 27 de 2014
Columna después de las gráficas



Datos Encuesta PERG (2014)
Fotos de "Les voy a contar la historia" - Oropéndola



Hace poco hicimos con estudiantes del Externado varias entrevistas y una encuesta a 300 empresas bogotanas, averiguando sus expectativas sobre los acuerdos de paz.

En general, es mayor la euforia con lo lejano y desconocido que con sus operaciones corrientes. El pronóstico de aumentos en la inversión extranjera y oportunidades para los grandes conglomerados es más común que la previsión de nuevos negocios para las propias empresas. “Si se firma la paz, las grandes multinacionales y los tratados generarán más demanda” afirma uno de los entrevistados. Mientras que para esas vagas posibilidades por cada pesimista –el que opina que no cambiará nada- hay siete optimistas –quienes creen que pasará mucho- para las perspectivas cercanas y concretas la relación se reduce a dos. Domina la percepción de que la paz beneficiará a otros pero en el entorno cercano el impacto previsto es menor. “Esta empresa funciona con guerra o sin ella” concluye el ejecutivo de una compañía de servicios.

En una muestra urbana sin agroindustria, sólo algunos sectores específicos son bien optimistas con la paz. Un fabricante de mangueras para petroleras es contundente. “Claro que sí. Habrá mayores niveles de inversión. En Colombia sólo se ha explotado menos del 25% de los recursos mineros y petroleros. Los inversionistas extranjeros no llegan por la volatilidad que existe en materia de seguridad”. Una consultora especializada en el “sector del desarrollo” también es entusiasta. “Los recursos que van a llegar por posconflicto son inimaginables, van a ser muy altos y nosotros somos un ente listo y preparado para que ese dinero llegue a quien debe llegar”. Esta anotación sugiere que habrá un boom en el sector de ONGs, expertos internacionales, centros de estudio y consultores, o sea los pazólogos.

La impresión de que el dividendo de la paz será positivo depende del contacto directo con la guerra. Paradójicamente, el menor porcentaje de optimistas se observa entre quienes reportan haber hecho negocios en zonas de conflicto. “No habría ninguna diferencia si se firma o no la paz porque (nuestras) condiciones en este momento no están relacionadas directamente con el conflicto armado. No nos daría ningún beneficio” anota el vocero de una firma que opera en regiones afectadas. Es como si pensara que su radio de acción ya está pacificado, percepción que coincide con que en los últimos años ha habido un repliegue de la guerrilla hacia las fronteras, por la coca y la presión de la fuerza pública. Deducir de las propuestas de reformas al campo que la paz traerá tasas vertiginosas de crecimiento requiere fe de habanero. En la capital la locomotora rural es vaporosa pero, simultáneamente, la eventual firma de acuerdos aumentaría la disposición de las empresas a contratar personas reinsertadas.

Aunque oficialmente el término se reserva para la utopía, millones de colombianos ya viven en posconflicto. Tal impresión surge no sólo de esta encuesta sino de múltiples síntomas incompatibles con una confrontación armada, como el alto precio de la finca raiz, el buen ritmo de la economía, la activa vida cultural y nocturna o el flujo de visitantes extranjeros. En Medellín, la ciudad más afectada por el conflicto, se ofrece actualmente un tour por los territorios de Pablo Escobar con “australianos, gringos, holandeses, irlandeses, noruegos y británicos”. El conjunto de trabajos de víctimas rurales y artistas presentado en Oropéndola también sería inconcebible en un país en guerra, y en otros tiempos hubiese requerido autorización de varios comandantes. La herejía de una guerra lejana y ya marginal molesta a la izquierda y a la derecha pero ayuda a redimensionar, y serviría para aterrizar, lo que tan lentamente se cocina en La Habana para un auditorio escéptico al que toca convencer de que la paz ajena también vale la pena.

Es lamentable la obsesión de la mesa de La Habana con el mundo rural y el supuesto rediseño de un país que hace rato volvió a funcionar normalmente. Pretender que los problemas seculares se resolverán con asesoría fariana requiere infinita ingenuidad. Una gran ineficiencia es no tomar en serio el aporte que podrían hacer para el posconflcito sectores dinámicos, modernos y urbanos con capacitación, educación y empleo para ex combatientes, particularmente mujeres, que no querrán volver al campo, así sea reformado.

REFERENCIAS

Hernández-Mora, Salud (2014). “El 'tour' que muestra las dos caras de Pablo Escobar”. El Tiempo, Noviembre 5

PERG (2014). Encuesta a 302 empresas en Bogotá. Proyecto Externado de Reinserción de Guerrilleras. Facultades de Economía y Comunicaciones - Universidad Externado de Colombia

Prieto, Carlos, Catalina Rocha, Isabela Marín (2014). “Seis tesis sobre la evolución reciente del conflicto armado en Colombia”. Informe FIP Septiembre 23. Bogotá: Fundación Ideas para la Paz

Rocha, Catalina (2013). "La guerra en las coyunturas de negociación: Tlaxcala – El Caguán – La Habana". Informe FIP Octubre 8. Bogotá: Fundación Ideas para la Paz