miércoles, 29 de octubre de 2014

Un joven gay mal conectado con su familia

Publicado en El Espectador, Octubre 30 de 2014




No todos los presuntos corresponsables del suicidio de Sergio Urrego subieron al banquillo de los acusados en el juicio mediático que se armó. 


Hay consenso en que las altas tasas de suicidio en personas LGBT se deben parcialmente al estigma y a la discriminación, siendo crítica la desaprobación familiar. Sergio salió del casillero escolar antes que del armario en su casa. Ante la foto del beso entre novios, el colegio los forzó a hablar con sus familias. Eso los dejó ”preocupados y temerosos por esa reacción”. Los padres de Sergio lo aceptaron mientras que los de Danilo, su pareja, reaccionaron drásticamente, “se escandalizaron, lo aislaron y lo retiraron de las clases”. Además acusaron a Sergio de desviado sexual ante las autoridades. El joven suicida enfrentó entonces serios apremios, imposibles de achacar sólo al colegio: el rompimiento con su novio, el odio de una familia cercana y, sobre todo, una acción judicial que lo afectó tanto que en una de sus cartas de despedida buscó “esclarecer ciertos datos acerca de la denuncia de acoso sexual que han puesto los padres de mi expareja”. El último tweet de Danilo antes de que lo aislaran, fue que debió ser él y no Sergio quien se lanzara al vacío.


La presión del colegio para que los novios informaran en sus casas que eran gays fue evidentemente discriminatoria, pero es más fácil criticar esa actuación que sopesar su conveniencia. Los graves desaciertos de las directivas escondieron el dilema esencial: si un establecimiento escolar debe o no informar a los padres de un menor sobre su homosexualidad conocida en el plantel. Una lamentable secuela del escándalo es que parece mejor pasar de agache ante una situación que requiere acompañamiento familiar, precisamente porque puede generar rechazo, incluso pertinaz, como el de los “suegros” de Sergio. 


No se sabe bien cómo enfrentar la alta propensión al suicidio en jóvenes LGBT. Uno de los pocos trabajos disponibles menciona factores “significativamente protectores” y destaca la importancia de las “conexiones intrafamiliares”, un término del área de prevención de conductas de riesgo adolescentes para la calidad de las relaciones en el hogar. Ahí la situación de Sergio era precaria: no vivía con sus padres sino con su abuela, la mamá trabajaba en Cali y el padre, en plena crisis, no asistió a una reunión con el colegio por atender otros compromisos. El informe sobre una queja en la Secretaría de Educación señaló que Sergio estaba abandonado. Una demanda por ese motivo ante una Comisaría de Familia terminó con una visita domiciliaria a la que la mamá de Sergio no asistió. La conciencia de que su desempeño como progenitora era deficiente se refleja en su temor manifiesto a que le quitaran el hijo. 


Estudios con jóvenes gays muestran que la edad del primer intento de suicidio se ha reducido. Esa observación sugiere que un momento crítico de riesgo es la salida del closet, que también ocurre cada vez más temprano. Se puede especular que la deficiente comunicación de Sergio con su familia retardó su coming-out en la casa con respecto al del colegio. Sin conocer las recomendaciones, dudo que la situación ideal para que un joven le cuente a sus padres que es gay sea forzado por su colegio, y sería insensato responsabilizar de esa falla exclusivamente al centro educativo.   


Las relaciones familiares de Sergio no suscitaron comentarios. La tolerancia de los padres al enterarse de que era gay fue considerada suficiente, así haya sido algo como “hijo, no nos importa, te queremos, chao”. El oportunismo de la madre ausente convertida en activista ante el centro escolar después del suicidio da grima. La decisión de apoyar a una eventual-presunta-corresponsable enfrentada al colegio es deplorable. Muestra el escaso interés por debatir pragmáticamente las dificultades y dilemas para prevenir suicidios de jóvenes gays, que con este pantallazo mediático podrían aumentar. Como en cualquier problema con menores, la frontera de responsabilidades es porosa y exige cooperación entre el colegio y la familia. Y no es a punta de linchamientos mediáticos tendenciosos que los centros educativos se le van a medir a una tarea más complicada, proactiva e ingrata que conocer la jurisprudencia o tener un manual de convivencia correcto.


REFERENCIAS


Haas, Ann y otros (2010). “Suicide and Suicide Risk in Lesbian, Gay, Bisexual, and Transgender Populations: Review and Recommendations”. Journal of Homosexuality. Volume 58, Issue 1. Versión digital


Herrera, Natalia (2014). “Las pruebas de Sergio” , El Espectador, Septiembre 7