miércoles, 26 de marzo de 2014

Aroma de ex novio

Publicado en El Espectador, Marzo 27 de 2014

En las separaciones o crisis de pareja, es común buscar reemplazo escarbando el pasado.

Al divorciarse, una amiga visitó sistemáticamente a todos sus amores de juventud. Un reencauche cercano se tramitó en dos minutos en un aeropuerto; otro requirió más papeleo pero surgió fulminante con una mirada en una fiesta. Los aniversarios de grado son fértiles en replays. En uno de ellos, sin saber a qué horas, unos novios de colegio mandaron al diablo sus respectivos matrimonios. Aparte del viejo adagio “donde hubo fuego, cenizas quedan”, no abunda teoría sobre el fenómeno, pero es posible ensamblar unas conjeturas.

En la estrategia reincidente podría estar envuelto el olor corporal o, mejor, el recuerdo de aromas juveniles. Como las huellas dactilares, tenemos un olor que nos caracteriza y nos distingue de todas las demás personas. Esa impronta olfativa está asociada con el sistema inmunológico. Las mujeres -más que los hombres y sobre todo durante la ovulación- son sensibles a los olores masculinos que transmiten información sobre la compatibilidad genética para la descendencia. Se trata de un mecanismo evolutivo inconsciente que ayuda a evitar perfiles inmunológicos similares y así ampliar la gama de enfermedades que la eventual prole podrá enfrentar.

El olfato, uno de los sentidos menos estudiados, está muy vinculado con las emociones. En ambos casos las señales se procesan de manera casi dicótoma: agradable para acercarse, desagradable para alejarse. El romántico flechazo podría describirse más acertadamente con un “me huele que es este”. Rachel Herz, bióloga y psicóloga especialista en el olfato, cita a una colega: “al minuto de olerlo supe que me casaría con él”. Un experimento realizado en Inglaterra con camisetas impregnadas de sudor mostró que sí existe relación entre los olores masculinos que les gustan a las mujeres y la compatibilidad inmunológica.

Un nervio vecino al del olfato, que ofrece vínculos privilegiados con zonas cerebrales ligadas a las emociones, también podría estar involucrado en los reencauches. Por ese canal circulan las feromonas, gruesas moléculas que llevan información sobre la situación ante los demás y, en particular, sobre la disponibilidad sexual. Si las hormonas ayudan a coordinar los órganos del cuerpo, las feronomas actúan sobre la interacción con otras personas. Son como la división de asuntos exteriores de las emociones. En los animales controlan detalladamente las relaciones. Definen rango social, territorio y estado civil. Manipulándolas se puede castrar químicamente a un hamster o hacer que un pez eyacule. En los seres humanos, apenas se empieza a entender cómo y dónde se entrometen. El trabajo precursor fue de una psicóloga que investigaba la coordinación del ciclo menstrual entre mujeres que cohabitan. A diferencia de las moléculas odorantes, pequeñas y volátiles, en la transmisión de las pesadas feromonas no interviene solamente el olfato. Las sospechas sobre mecanismos de difusión incluyen el simple tacto, compartir la ropa o el beso chupado con labios, lengua y narices involucrados.

En los noviazgos, el olor corporal y las feronomas serían los responsables del test de compatibilidad, ese examen de química inapelable que se pasa o no se pasa con las percepciones iniciales del aroma y los primeros besos. Los episodios amorosos entre ex novios sugieren que, una vez expedido, el certificado de afinidad no caduca. El aroma masculino cambia con el tiempo, y no para bien. Según Herz son comunes en las terapias de pareja los alegatos de mujeres que ya no soportan el olor de su compañero. La edad afecta negativamente la sensibilidad olfativa y la transmisión de feromonas. En síntesis, esa colaboración que, sin saberlo, recibimos de los sentidos y los instintos en la compleja decisión de emparejarnos no dura toda la vida. Puede ser útil la precaución, poco onerosa, de mantener actualizada la agenda con las coordenadas de quienes van aprobando el examen de química. En caso de crisis, la ventaja de esa lista será obvia: más vale bálsamo conocido que tufo por conocer.





La bióloga Winifred Cutler le está sacando provecho comercial a a la química corporal. Fabrica dos perfumes con feromonas, Athen 10:13 para ellas y 10X para ellos, con aroma de sudor. Ella pregona que aumentan el éxito sexual.  Se piensa que una de las secuelas indirectas de la vinculación de las mujeres al mercado laboral, la pubertad más temprana de las jóvenes, se podría explicar por un ambiente hogareño con mayor proporción de feromonas masculinas. No es la única en la nueva industria de ayudas para conquistar con los olores. 


REFERENCIAS

Herz, Rachel (2007). The Scent of Desire. Discovering Our Enigmatic Sense of Smell. William Morrow


Tavakoli-Far, Nastaran (2014). “Chemistry of love: Using pheromones to find your match”.  BBC World Service, Marzo 27

Vincent, Lucy (2006). Comment devient-on amoureux?. Paris: Odile Jacob