lunes, 22 de julio de 2024

Los machirulos de Alvise y Milei: ¿trolls comunes o célibes involuntarios?

 Publicado en El Espectador, julio 25 de 2024

En España el fenómeno de las elecciones parlamentarias europeas fue Alvise Pérez. Tras una campaña por redes sociales debutó con 800 mil votos y tres escaños. Sus electores son tan peculiares como los de Javier Milei. 



Se trata de hombres jóvenes ultraderechistas indignados con la política tradicional y corrupta. El movimiento Se Acabó La Fiesta “sin sede, sin militantes y sin ni siquiera un programa”, superó a varios partidos de izquierda. Sus propósitos no son inanes. A Pedro Sánchez Alvise le advirtió “más vale que te escondas porque te vamos a meter en prisión… Voy a construir una cárcel para 40.000 personas. Bukele se queda blando”.


Sin entenderlo, los medios tradicionales ignoraron este engendro electoral. Alcanzaron a considerarlo herencia de las teorías conspirativas asociadas al Covid, “mucha energía delirante, nihilista y desparramada”. Alvise se dió a conocer cuando muchos lamentaron un gobierno que “nos encierra, nos obliga a vacunarnos y a colocarnos mascarilla”. Algunos medios se limitaron a endilgarles el apelativo de machirulos, acuñado en 2017 por Irene Montero y luego adoptado por Cristina Kirchner para caracterizar a quienes se perfilan como machistas y chulos (presumidos) con temprana “actitud de prepotencia, soberbia o degradación de la mujer”. 


Unas pocas feministas críticas reflexionaron sobre “el posible descontento de grandes bolsas masculinas de la población”. Teresa Giménez Barbat alude a la insoportable “violencia ideológica y legislativa contra el varón” desde el Ministerio de Igualdad que, al relanzar el concepto de “masculinidad tóxica”,  contribuyó al deterioro de las relaciones entre los sexos. Remata que la victimización se convirtió en algo que sufren “las mujeres, las niñas y las minorías; no ellos”. 


En Argentina, donde “pibes libertarios” definieron la presidencia de Javier Milei, el debate sobre jóvenes derechistas hartos de la política tradicional está bastante más avanzado que en España. Según el Instituto de Masculinidades y Cambio Social (MasCS), tras la victoria de Milei abundan hipótesis sobre las razones de su triunfo entre las que se destaca la composición por género de sus votantes y activistas. 


Para entender la relación entre el nuevo presidente y los jóvenes, la misma entidad se pregunta “¿cuál fue el impacto de la reacción antifeminista entre los varones y en qué medida ayudó al crecimiento del libertario?”. Reconoce que hace años intentan comprender “la reacción antifeminista entre los varones” y que a pesar de la proliferación de “espacios de género, por la igualdad y para la erradicación de violencias contra mujeres y disidencias sexo-genéricas” sumada a una decidida agenda pública contra los varones cisgénero y heterosexuales con prácticas machistas, ha sido insuficiente la reflexión sobre su malestar. Así, en lugar de avanzar hacia nuevos consensos se generalizó entre varones “el temor a los escraches, las cancelaciones o las denuncias”. En últimas, la llamada revolución de las pibas “alimentó un repliegue silencioso de muchos, y la radicalización anti feminista de otros”. 


A los desencuentros de género se sumó la creciente precariedad laboral argentina. La nueva derecha, con explicaciones y consignas simples, promovió la protesta, la rabia y el insulto como “compensaciones remasculinizantes”. El antídoto propuesto por el establecimiento feminista aparece tan sencillo como soplar y hacer botellas: poner al día el programa de Educación Sexual Integral (ESI) “con enfoque de masculinidades” y salud mental para hombres debidamente reforzado con políticas para regularizar el empleo informal, fortalecer las economías populares y desarrollar “plataformas, políticas reales de persecución al narcotráfico, de desarme, de reeducación en cárceles, de reinserción social de liberados, de persecución del juego clandestino, de prevención de las ludopatías entre jóvenes y adolescentes, políticas comunitarias de reencuentro entre varones jóvenes y de reconstrucción del tejido social barrial a través del deporte, la recreación, el aprendizaje de oficios y el cooperativismo”.


Roxana Kreimer feminista y filósofa práctica, científicamente informada, critica las recomendaciones al MasCS por limitarse a exhortar ser menos machista de manera sui géneris: "quiero dialogar con vos y tener en cuenta tus problemas pero siempre y cuando reconozcas que todo lo que dije y digo es cierto”. Se queda corta y pasa por alto el monumental aparato estatal necesario para implementar de manera coordinada semejante maraña de políticas anti machistas, precisamente lo que busca erradicar totalmente Milei. 


Avanzar en el diagnóstico de los machirulos no sólo de Alvise o Milei sino de sus múltiples variantes requiere puntos mínimos. Uno, compararlos con poblaciones similares mejor estudiadas, como los trolls en varios países o, más excluidas y violentas, como los célibes involuntarios e incluso los pandilleros y mareros. Dos, destacar algunas diferencias notorias con los partidos de extrema derecha, por ejemplo su vocación internacional: Alvise va al Parlamento Europeo y los mileistas se han ensañado con Pedro Sánchez, Lula da Silva y Gustavo Petro. Tres, reconocer que también la izquierda recurre a tales personajes, como en las bodegas del Gobierno del Cambio. 



REFERENCIAS


Giménez Barbat, Teresa (2014). “Alvise y los machirulos descontentos”. Artículo14, Junio 16


GC (2024). “Alvise Pérez: 10 frases impactantes del líder de «Se acabó la fiesta» y nuevo tercer hombre de las derechas españolas”. Grand Continente, Junio 19 


IMCS (2024). “Ningún pibe nace libertario”. Pausa, Julio 7


López, Víctor (2024). “Los trolls de Javier Milei se abren paso en la política española”. Página12, Julio 22


Prieto, Carlos (2024). “Alvise, el hijo de la pandemia: cómo se armó una bomba electoral tolerada por Sánchez”. El Confidencial, Junio 16


Rubio, Mauricio (2018). “Célibes involuntarios”. El Espectador, Mayo 31