Publicado en El Espectador, Mayo 28 de 2020
Columna después de los memes
Brenner, Reuven (2000). “Economía: ¿una ciencia imperialista?” en Roemer (2000) pp. 91 a 101
Columna después de los memes
Las presiones de
la cuarentena exacerbaron los conflictos familiares. En algún momento les dije
a mis dos hijos mayores que dejaran la soberbia y lo tomaron mal. Me sorprendió
la molestia por un término que mucha gente ha usado conmigo y en general con
los economistas. Reflexionando sobre mi gaffe
concluí que hay dos soberbias bien distintas: una laboral o profesional y otra profunda,
vital.
La economía contemporánea
pretende tener la mejor teoría del comportamiento humano: la elección racional.
Activos predicadores pretenden colonizar territorios buscando imponer su visión
de los mercados y de la sociedad. La prepotencia dentro de la profesión es
notoria. “Yo pensaba que los físicos eran la gente más arrogante del mundo. Los
economistas lo son aún más”, anota un segundón. Los sanguinarios enfrentamientos
en ciertos seminarios universitarios de economía son legendarios.
Pero la
intolerancia entre colegas es juego infantil al lado del llamado imperialismo
económico. O piensan como nosotros o no existen, parece ser el lema que varios
economistas expresan sin rubor. “Mientras la economía aplica sus herramientas a
una amplia gama de asuntos sociales, se transformará en sociología,
antropología y ciencia política. Mientras estas disciplinas se hacen cada vez
más rigurosas no simplemente se asemejarán sino que serán economía”.
Jack Hirshleifer,
economista experto en conflicto es transparente. “Crimen, guerra, política, la
lucha por la apropiación, son un continente intelectual en el mapa de la
actividad económica… los economistas encontraremos un número de tribus nativas
-historiadores, sociólogos, psicólogos, filósofos, etc.– que, con sus primitivos
métodos intelectuales, nos han precedido. Una vez que los economistas consigamos
implicarnos, ¡por supuesto que barreremos estos a-teóricos aborígenes!”. Según Hirshleifer,
los principios económicos enmarcan incluso la biología. “El enfoque
evolucionista sugiere que el propio interés es en últimas el principal
motivador de los seres humanos y todas las formas de vida”.
Abundan
afirmaciones en esas líneas. “El
enfoque económico proporcionará un marco en el que se basarán las ciencias
sociales… las demás disciplinas carecen de paradigmas… Los historiadores y los
politólogos no han (compartido) una teoría general para explicar todos los
acontecimientos… Los demógrafos nunca han contado con un enfoque que pueda
explicar cambios en fertilidad, en tasas de mortalidad o patrones de
matrimonio… Los sociólogos reconocen que su disciplina carece de paradigma… Todas
las ciencias sociales se definirán como el campo que explora el ajuste del
comportamiento humano a cambios en las circunstancias, con maximización
racional, y todos los científicos sociales serán economistas”.
En un debate sobre
consecuencias fiscales de los fallos constitucionales, un economista colombiano
se exasperaba por la ignorancia de los magistrados hasta el punto de llamarlos
“burrisconsultos”. Fuera de infundir un temor reverencial entre economistas
jóvenes para desafiar verdades aprendidas, una consecuencia de la arrogancia es
la incomprensión y desinterés por fuera del reducido auditorio endogámico de
estudiantes y colegas. La formalización matemática, en últimas, es una liturgia
que sirve de barrera contra la crítica de otras disciplinas, reforzando la
soberbia.
La gran ironía de
la disciplina económica es la escasa, casi nula, destreza para llevar a la
práctica su principal predicamento: maximizar la riqueza individual. Economista
es casi siempre sinónimo de torpe para los negocios. La formación típica es
para recomendarle “política pública” al soberano.
La soberbia idealista
y progre es taimada, menos explícita. Se presenta como abierta, respetuosa e
incluyente siendo bastante intolerante y mandona. No se limita al conocimiento sino
que llega al “cómo debería ser la realidad”. Cuando Ignacio Sánchez-Cuenca, socialista
español y profesor universitario, leyó una alusión a la superioridad moral de
la izquierda, decidió mostrar que eso no era un manido cliché sino la verdad
verdadera. De ahí salió un opus con ese
modesto título que detalla por qué las ideas de izquierda son, efectivamente,
moralmente superiores a las de derecha.
En una entrevista
sobre su obra, el autor despacha sin rubor opiniones que cualquiera que haya
conocido gente con esa orientación política digiere con dificultad. “Las
personas de izquierdas tienden a ser más abiertas intelectualmente… La
izquierda tiene una noción de libertad más potente, pero más difícil de transmitir:
la libertad como autorealización y autogobierno de la persona, como capacidad
de actuar autónomamente… nuestras ideas son la expresión más pura de la mejor
forma de vida en sociedad, aquella donde no hay explotación ni dominación y los
hombres, las mujeres, son, como diría Rosa Luxemburgo, completamente iguales,
humanamente diferentes, totalmente libres”.
Cual estudiante de
bachillerato después de su primer ensayo sobre el mejor mundo posible, Sánchez-Cuenca
sueña que la lectura de su libro lleve a que todos y todas abracen las ideas de
izquierda.
La gran ironía de esta
soberbia es que apenas el izquierdismo más covencido de sus ideales llega al
poder le tuerce el pescuezo a la igualdad, a las diferencias y a la libertad. Entre
una y otra soberbia, que entre el diablo y escoja. Amén.
REFERENCIAS
Brenner, Reuven (2000). “Economía: ¿una ciencia imperialista?” en Roemer (2000) pp. 91 a 101
Hirshleifer, Jack (1993). “El lado oscuro de la fuerza”. Discurso Presidencial pronunciado ante la Western Economic Association. Versión en español en Textos selectos de Economía, http://www.eumed.net
Hirshleifer, Jack (1997). “Economics from a biological viewpoint”, Journal of Law and Economics, Vol 20, nº1, April
McCloskey, Deirdre (2000). How to be human, though an Economist. Ann Arbor: michigan University Press
Roemer, Andrés (2000) Compilador. Derecho y Economía: una revisión de la literatura. México: ITAM, FCE
Rubio, Mauricio (2007). Economía Jurídica. Una introducción al Análisis Económico del Derecho Hispano. Bogotá: Universidad Externado de Colombia. Versión digital
Sánchez-Cuenca, Ignacio (2018). La superioridad moral de la izquierda. Colección Contextos de Lengua de Trapo
Simón, Ana Iris (2018). “Por qué la izquierda se cree moralmente superior” Entrevista a Ignacio Sánchez-Cuenca. Vice, Julio 4