Publicado en El Espectador, Mayo 14 de 2020
Columna después de los memes
- Lucas Calderón es el autor de una oportuna y contundente crítica a la "retahíla moral contra el consumo". Él acuñó el "marxismo perfumado con Coelho"
- La Silla Vacía hilo sobre combos repartiendo marcados en Medellín
- Bogotá Firme ha recopilado abusos con tufo dictatorial de la alcaldesa Claudia López
Asmann, Parker, Chris Dalby & Seth Robbins (2020). “Six Ways Coronavirus is Impacting Organized Crime in the Americas”. InSight Crime, May 4
Castillo, Fabio (1987). Los Jinetes de la Cocaína. Bogotá: Ediciones Periodísticas. Versión Digital
EE (2020) “Gobierno crea apoyo económico para desmovilizados que no reciben otros subsidios”. El Espectador, Abril 16
Duncan, Gustavo (2014). Más que plata o plomo. El poder político del narcotráfico en Colombia y México. Bogotá: Penguin Random House
Gaviria, Pascual (2012). “Medellín con tugurios”. Universocentro, Nº 32, Marzo
Salazar, Alonso y Ana María Jaramillo (1992). Medellín. Las Subculturas del Narcotráfico. Bogotá: CINEP
Semana (1992). "“Los taxis del cartel de cali”. Sep 21
Soho (2018). “Un cobarde que enfrentó sólo a 1.200 soldados”. Oct 13
Soto, Martha (2013). La Viuda Negra. Intermedio Editores
Vallejo, Virginia (2007). Amando a Pablo. Odiando a Escobar. Bogotá: Grijalbo
Columna después de los memes
Ante grandes incertidumbres, lanzo
algunas conjeturas lúgubres, de las que ya hay anticipos.
Coronavirus
debilitará al Estado social de
buenas intenciones e intensa presión sobre el gasto público. Se fortalecerá el pragmatismo más crudo, sobre todo
ilegal. El manejo de la epidemia se asemeja al proceso de paz en que una
dirigencia voluntarista tomó decisiones funestas al menospreciar el país real, sobre todo
el bajo mundo. Por imitar socialdemocracias europeas como Italia, donde también se ignoraron
mafias que acabaron beneficiadas, encerraron millones de personas que vivían de la calle sin
seguridad social. Para sobrevivir, mucha gente se arrimará a organizaciones
criminales sin restricciones ni impuestos.
La historia de regiones controladas hace décadas por mafiosos podría repetirse y
ampliarse sin mayor retórica: capitalismo salvaje, con talento y mecánica nacionales. Grandes capos han sido más populares que
rebeldes y políticos no sólo por repartir
dádivas
sino por resolver problemas sin predicar ni pedir ayuda estatal. Antes de
narcos y paras, los esmeralderos fueron personajes decisivos en ciertas
comunidades. Efraín González, explotador de minas ilícitas, “era buscado por
campesinos como su juez supremo. Dirimía sin trámites ni abogados cualquier pleito familiar,
de tierras o penal”. Lo consideraban su patrón y le atribuían dotes sobrenaturales.
Carlos Lehder fundó su
movimiento político con “obras sociales y actos excéntricos… El estilo bonachón y generoso le dio gran credibilidad entre
sectores populares”. Era un populismo con mucho dinero “para planes de vivienda, préstamos, servicios médicos, becas…”.
Virginia Vallejo sucumbió ante Pablo Escobar acompañándolo a visitar familias
de recicladores a las que les
construía casas. Sus rivales de Cali tenían en nómina 300 taxistas. Estas acciones no eran
altruísmo
ni sentido comunitario sino consideraciones pragmáticas de
seguridad personal que traían
respaldo popular.
Además del pueblo, los mafiosos se embolsillaron
clase dirigente. La táctica directa fue asociar o financiar empresarios y políticos. Pero
también
se ganaron a personas ávidas de lujos prohibidos anicipándoles los beneficios de la apertura
comercial. Griselda Blanco, la Viuda Negra, exportaba maletas con cocaína y traía “mercancía para las putas de
Lovaina y damas de la sociedad paisa”. Una “distinguida fiscal”
recuerda que “la clase alta de
Medellín le compró ropa a Griselda. Nos traía carteras y
perfumes finos por encargo… Nosotras estudiábamos derecho y le sacamos, por cuotas, las
primeras carteras Louis Vuitton y Givenchy que se vieron por Medellín”. El interés no
era solo tener amigas elegantes sino lavar dinero.
El acceso a mercados globales cautivó a personas solventes que podían viajar a San
Andrés o al extranjero. Aún más contundente fue el impacto de la oferta internacional de manufacturas
y luego de tecnología, comunicaciones y entretenimiento puestas al alcance de jóvenes que vivían bajo la línea de pobreza, también para blanquear
dólares. En contravía del idealismo que pregona la redención del pueblo con cultura, acción estatal y
desarrollo agrícola, Gustavo Duncan ha destacado la fortaleza política del narcotráfico basada en
facilitar la democratización del consumo suntuario, tan demandado como
los libros por intelectuales. Esa estrategia, opuesta al discurso sobre
“repensarnos“, al “marxismo con perfume de Coelho” y otras utopías
reaccionarias en boga, tendrá gran acogida, proporcional al perjuicio sufrido
con la crisis.
Por ahora, los
poderes paralelos han vigilado a
la brava el confinamiento, repartido mercados y contrabandeado medicamentos, pero ahí no van a parar. Ante la magnitud del desastre, incumplir la ley, evadir impuestos,
atender mercados negros, permitirá dar empleo y manipular la acción colectiva de
familias arruinadas fáciles de reclutar por su bandera, el trapo rojo, y su rabia contra el
establecimiento cuyas acciones palpables han sido el encierro forzado, policías acosándolas con
sevicia y comparendos confiscatorios.
Resultarán averiadas la paz con subsidios a la oferta
agrícola
–la
recesión
es urbana- y la verdad verdadera del conflicto reconstruída por una
magistratura costosísima e inocua. El constitucionalismo modelo 91, iluminado y
entrometido, deberá reinventarse: obsesionado por los derechos individuales de
minorías dejó a toda la ciudadanía desprotegida e impotente ante tiranos
parroquiales que confinaron masivamente familias con hambre, provocaron pánico,
clausuraron discrecionalmente negocios y decretaron a su antojo hasta toques de
queda. Saldrá desprestigiada
la función pública basada en prohibir, regular, pedir licencias y poner multas, que
en Bogotá alcanzó su paroxismo con declaraciones apocalípticas cotidianas para
justificar alcaldadas. El poder ejecutivo arbitrario, que está desbocado, es terreno
fértil para la corrupción y atraerá mafias: querrán participar en los festines,
garantizar impunidad e incluso coordinar la evasión fiscal.
Por fortuna para algunos y desgracia para el resto, hay mucho
emprendedor colombiano sin cortapisas legales, agüeros ni entrañas,
que hará lo
que sea por sacarle partido a una emergencia con gente caída en la miseria. Pescarán
con atarraya en río revuelto. Los comandantes farianos sesentones también lo
harán en familia: el campesinado solo les importó para reclutar y la tropa reinsertada,
que tampoco está pasando apuros, recibe subsidios oficiales.
REFERENCIAS
- Lucas Calderón es el autor de una oportuna y contundente crítica a la "retahíla moral contra el consumo". Él acuñó el "marxismo perfumado con Coelho"
- La Silla Vacía hilo sobre combos repartiendo marcados en Medellín
- Bogotá Firme ha recopilado abusos con tufo dictatorial de la alcaldesa Claudia López
Asmann, Parker, Chris Dalby & Seth Robbins (2020). “Six Ways Coronavirus is Impacting Organized Crime in the Americas”. InSight Crime, May 4
Castillo, Fabio (1987). Los Jinetes de la Cocaína. Bogotá: Ediciones Periodísticas. Versión Digital
EE (2020) “Gobierno crea apoyo económico para desmovilizados que no reciben otros subsidios”. El Espectador, Abril 16
Duncan, Gustavo (2014). Más que plata o plomo. El poder político del narcotráfico en Colombia y México. Bogotá: Penguin Random House
Gaviria, Pascual (2012). “Medellín con tugurios”. Universocentro, Nº 32, Marzo
Salazar, Alonso y Ana María Jaramillo (1992). Medellín. Las Subculturas del Narcotráfico. Bogotá: CINEP
Semana (1992). "“Los taxis del cartel de cali”. Sep 21
Soho (2018). “Un cobarde que enfrentó sólo a 1.200 soldados”. Oct 13
Soto, Martha (2013). La Viuda Negra. Intermedio Editores
Vallejo, Virginia (2007). Amando a Pablo. Odiando a Escobar. Bogotá: Grijalbo