Publicado en El Espectador, Junio 18 de 2020
Columna después de los memes
Diamond, Jared (1999). Guns, Germs, and Steel. The Fates of Human Societies. New York: W.W. Norton
Columna después de los memes
La visión común de la Conquista por los
españoles es una fábula que ha contribuído a la mala comprensión de dónde
venimos, de nuestro mestizaje.
Una versión de la historia económica de
América Latina, las Venas Abiertas de
Eduardo Galeano, es el ensayo más popular sobre nuestra dificultad para
desarrollarnos. Allí se silencia la principal ventaja de los españoles para
conquistar y evangelizar el continente: la viruela y otras enfermedades
contagiosas. La hazaña del descubrimiento impulsado por la codicia y el afán de
convertir herejes es insuficiente para explicar cómo un puñado de españoles
conquistaron una población indígena cien veces superior. El número de
aborígenes americanos superaba los cien millones. En 1618, “la población incial
de México, cercana a los veinte millones, se había desplomado a cerca de 1.6
millones”. Algo similar ocurrió en el Perú a la llegada de Pizarro en 1531 para
conquistar con 168 hombres el imperio Inca con población de varios millones. La
viruela llevaba cinco años matando gente, incluyendo al emperador Huayna Capac
y a su sucesor.
En 1530 el gobernador de Cuba le
escribía al Rey que la “pestilencia el año pasado se habrá lleuado al tercio de
los que había”. Torquemada cita epidemias de tifus, que no afectaron a los
españoles: una en 1545 ocasionó 800 mil muertes y la de 1575 en la que
perecieron 2 millones de indios. El padre Betanzos escribía que “en Tlaxcala
mueren ordinariamente, mil indios al día… en este pubelo de Tepetlaoztoc, donde
agora estoy, ya pasan harto de catorce mil que son muertos”. La población
borinqueña en Puerto Rico, fue diezmada por la viruela.
La desaparición de nueve de cada diez
habitantes de culturas tan avanzadas como la azteca y la inca no se puede
explicar en términos militares. Para eso se hubieran requerido todas las armas
y la pólvora disponibles en ese momento no sólo en España sino en Europa.
Antonio Caballero, en la “Historia de
Colombia y sus oligarquías (1498 - 2017)” sentencia que la Conquista fue un
“genocidio que despobló hasta los huesos un continente habitado por decenas de
millones de personas: en parte a causa de la violencia vesánica de los
invasoresy en parte aún mayor por la aparición de mortíferas epidemias de
enfermedades nuevas y desconocidas”. Pensé que debía haber una nueva acepción
para el vocablo genocidio, pero no, la Real Academia lo define aún como “exterminio
o eliminación sistemática de un grupo humano por motivo de raza, etnia, religión,
política o nacionalidad”. Dado ese paso, no faltará el lunático que agregue que
los españoles vinieron, con premeditación y alevosía, a inocular distintos
virus en los aborígenes.
Fuera de las epidemias, otra razón
natural que los detractores de la Conquista rara vez mencionan es el mestizaje,
“que redujo la población india puesto que cada mestizo que nacía era un indio
menos”. Así se dio “el más gigantesco proceso de mezcla racial que ha producido
la humanidad”.
Parte de ese mestizaje fue forzado.
Como anota Magnus Mörner, “la captura de mujeres fue un elemento más en la
esclavización de los indios”. Muchos de los soldados de la Conquista eran
veteranos de guerras acostumbrados a múltiples atropellos. “Creíanse caballeros
y eran, en realidad, salteadores de caminos… junto al oro, las hembras
constituyeron parte principal del botín de guerra”.
Los excesos no fueron exclusividad
española. Donde los indígenas no pudieron ser vencidos, como en Chile, “las
españolas pasan a integrar los serrallos de los caciques”. Una mujer cristiana fue
capturada por un cacique como concubina pero las otras mancebas, “celosas por
el favor que recibía la asesinaron y luego dijeron que la había devorado un
caimán mientras se bañaba en un río”.
En las sociedades indígenas, las mujeres
servían para el intercambio, “las hembras eran objetos que se vendían por
interés económico o se regalaban como signo de amistad, para lo cual eran
educadas en la más completa sumisión al hombre” anota Ricardo Herren. Vasco Nuñez
de Balboa mantuvo estrecha amistad con el cacique Careta, Chimú, quien le
entregó a una de sus hijas. “La criatura era de tan corta edad que entró como
pupila en la casa de Balboa hasta que se convirtió en una joven hermosa y pasó
a los aposentos del conquistador como su principal concubina”. Aún hay rezagos
de la infame costumbre de disponer de niñas indígenas como mostró el reciente
escándalo con la etnia wayuu.
Fulvia, una aborígen bautizada que
hacía parte del harem de Balboa, le salvó la vida denunciando una conspiración
contra él. “No será la única india que, por amor y devoción a algún español, no
duda en traicionar a los suyos. La misma historia se repite a lo largo de todo
el continente”. El burdo guión sobre la Conquista exige matices y correcciones. “La verdad es la verdad, y merece ser conocida”.
REFERENCIAS
Diamond, Jared (1999). Guns, Germs, and Steel. The Fates of Human Societies. New York: W.W. Norton
Galeano Eduardo (1971, 2004). Las Venas Abiertas de América Latina. México: Siglo XXI. Versión digital
Herren, Ricardo (1991). La conquista erótica de las Indias. México: Planeta
Herren, Ricardo (1991). La conquista erótica de las Indias. México: Planeta
Melo, Jorge Orlando (2017). Historia Mínima de Colombia. El Colegio de México, Turner
Mörner, Magnus (1967). Race Mixture in the History of Latin America. Boston: Little Brown & Co
Rubio, Mauricio (2018). "La leyenda negra". El Espectador, Agosto 16
Sánchez Sorondo, Gabriel (2009). Historia Oculta de la Conquista de América. Madrid: Nowtilus
Rubio, Mauricio (2018). "La leyenda negra". El Espectador, Agosto 16
Sánchez Sorondo, Gabriel (2009). Historia Oculta de la Conquista de América. Madrid: Nowtilus