Publicado en El Espectador, Marzo 31 de 2022
Cuando en septiembre de 1974 los Montoneros secuestraron a los hermanos Juan y Jorge Born ya tenían tan aceitada su maquinaria extorsionista que empezaron pidiendo por su rescate cien millones de dólares de la época, unos trescientos millones de hoy.
“Tenemos experiencia y hemos cumplido siempre nuestros compromisos. Si no lo hiciéramos nos quedaríamos sin la fuente de financiación de nuestras actividades. Las empresas dejarían de pagar y sería nuestra quiebra… pueden preguntar a Philips, Standard Electric, Cervecería Quilmes y Peugeot. Hemos hecho negocio con ellos y siempre hemos cumplido con nuestra palabra” le dijo el carcelero a Jorge Born. Sólo mencionó los casos más sonados, los que habían tenido difusión en los medios. Hubo muchos en los que lograron atemorizar de tal manera a las víctimas que una vez liberadas silenciaban su cautiverio. En el sector vitícola, por ejemplo, “por temor a represalias y nuevos hechos de violencia, las familias de secuestrados han evitado sistemáticamente revelar datos de estas experiencias” y solo hace pocos años empezaron a contar sus historias.
Curtido negociante, el rehén no regateó demasiado: ofreció 30 millones por cada hermano, acordaron esa suma y eso fue lo que terminarían pagando.
Born les había dicho a sus captores que su padre no se dejaba chantajear. Hijo de una alemana protestante muy estricta, de moral puritana, vida austera y trabajo duro, nunca cedió a las presiones. Para ellos fue fácil convencerlo matando gerentes de su empresa. De todas maneras, Born les hizo caer en cuenta que el rescate lo tendrían que cobrar en billetes de denominaciones pequeñas que pesarían unas tres toneladas. A pesar de estar metidos de lleno en el mundo financiero más corrupto acusaban a los cautivos de diversos delitos económicos: “ su explotación de nuestro pueblo es de máximo grado… ustedes representan las maniobras monopólicas, el poder al servicio de la dependencia y son los responsables de desabastecimiento, evasión de impuestos y acaparamiento de mercaderías que el pueblo necesita”. Por eso los sometieron a un juicio sumario en el que fueron condenados a pagar.
En forma premonitoria, Rodolfo Gabriel Galimberti, el jefe carcelero le dijo al mayor de los Born: “usted quiere conservar la vida. Nosotros queremos cobrar el dinero. De aquí en adelante somos socios”.
Galimberti, El Loco, nació en1947. Su familia era católica y en extremo conservadora. Su padre, un marino “severo, peronista y nacionalista” le enseñó a disparar con una pistola belga al fondo del jardín de su casa. A los cinco años ya podía “mantener el cuerpo rígido, soportar la presión del disparo, cargar y descargar el arma, y luego limpiarla y guardarla”. Considerado un chico violento y soberbio desde pequeño, también era inteligente y precozmente orientado hacia la discusión política. Buscaba amigos mayores que él y así conoció al líder del grupo nazi-fascista Movimiento Nacionalista Revolucionario Tacuara que perseguía jóvenes comunistas. De esta organización de extrema derecha saldrían varios miembros de grupos armados peronistas de izquierda.
Con tan solo quince años fue detenido por un ataque con arma blanca. Recibió condena de tres meses en un centro de jóvenes. Al salir se hizo muy amigo del rector del colegio al que le divertían las gamberradas de Galimberti, le inculcó valores como la pluralidad de opiniones y lo convirtió al peronismo. Por aquella época conoció a su primera novia que tenía varios tíos militares. Uno de ellos lo volvió a llevar al campo de tiro y le regaló su primer arma.
Al terminar el bachillerato decidió estudiar derecho, buscó militar en varias organizaciones que creía interpretaban el caldeado ambiente político y acabó fundando su propio grupo : las Juventudes Argentinas por la Emancipación Nacional (JAEN). Con línea peronista nacionalista la organización se fue radicalizando hacia la izquierda. En 1971 su primer manifiesto, “De la resistencia a la ofensiva“, dejaba claro que “en la época del imperialismo la contradicción fundamental se da entre las metrópolis y sus colonias y caracterizamos a nuestro país cómo una sociedad industrial dependiente, la lucha por la Emancipación Nacional es un imperativo histórico“.
En mayo de 1970 un nuevo grupo, Montoneros, secuestró y fusiló al ex dictador Pedro Eugenio Aramburu y Giamberti se sintió atraído por esa organización. Se fijó un objetivo doble : acercarse a la dirigencia del grupo que parecía acéfala y reunirse con Perón en Puerta de Hierro, la quinta madrileña donde pasó su exilio. Logró ambas cosas. Perón lo recibió porque le llevaba una carta de Montoneros, quedó impresionado con la retórica del joven estudiante y aplaudió el ajusticiamiento de Aramburu : ”nada puede haber en la conducción peronista que pudiera ser interferido por una acción deseada por todos los peronistas” escribió el general en una carta que consolidó a Giamberti como líder de esa guerrilla urbana. Continúa.
REFERENCIAS
Robles, Adriana (2005). Perejiles. Los Otros Montoneros. Buenos Aires: Colihue
Droznes, Lázaro (2014). El síndrome de Estocolmo. La increíble historia del secuestro de Jorge Born. Unitexto
Esteban, ängel y Stephanie Panichelli (2004). Gabo y Fidel. El Paisaje de una Amistad. Espasa
Marziotta, Gisela (2020). “La historia del exsecretario de la Juventud Peronista y miembro de Montoneros”. Página 12 varios números desde Mayo 19 hasta Juno 6
Otero, Rocío (2019). Montoneros y la Memoria del Peronismo. Prometeo Libros
Szulc, Tad (1986). Fidel. A critical Portrait. London: Hutchinson