Publicado en El Espectador, Febrero 27 de 2020
Columna después de las gráficas
Ailouti, Marta (2019). “No me ha tocado vivir una historia de España aceptable”. El Cultural, Sep 11
Escobar, Eduardo (2019). “Razones para no marchar”. El Tiempo, Nov 18
LNC (2020) “Gamoneda presenta en Madrid ‘La pobreza’, con sus vivencias desde 1945”. La Nueva Crónica, Feb 12
Gamboa, Santiago (2019). "Pobres latinoamericanos". El Espectador, Oct 19
Ribas, Armando (2014) “Los intelectuales generan pobreza”. La Prensa, Junio 1
Rodríguez Marcos, J (2020). "Todo hambriento es un microeconomista". Entrevista con Antonio Gamoneda, Babelia, El País, Febrero 8
Columna después de las gráficas
Qué falta hacen personajes sabios, íntegros y sencillos como
Antonio Gamoneda, que pasó hambre, sobrevivió una guerra civil y soportó el
franquismo.
En un país donde una élite a la que nada le ha faltado se queja
y sale a marchar porque perdió unas elecciones, donde poesía y ficción se
confunden con los análisis históricos, sociales, económicos y políticos necesarios
para diagnosticar realidades complejas, donde quienes nunca fueron elegidos, ni
hicieron carrera en la administración pública ni mucho menos en el sector
productivo dan pautas sobre cómo se debe gobernar, qué bien caen la modestia y
lucidez de quien no asume ningún rol de lider, como este poeta nacido en 1931.
Me recordó a Eduardo Escobar y su frentera oposición al paro contra todo: “carezco
de la arrogancia de creer que puedo cambiar la retorcida condición humana. Y me
niego a disipar mi energía en las vagamunderías de la recua”.
La Pobreza, memorias que Gamoneda
acaba de publicar, empiezan a sus 14 años cuando, huérfano de padre, abandonó
el colegio para trabajar de mensajero en un banco 80 horas a la semana. Tal vez
hubiese preferido un contrato más Rappi para seguir estudiando. En las
entrevistas concedidas al lanzar el libro derrocha sentido común. La comida es
un tema recurrente, algo “muy propio de un niño que ha pasado hambre”. No
abundan quienes tras la penuria logran educarse y escribir una autobiografía
tan genuina y aterrizada.
Para Gamoneda hay un abismo entre lamentar la pobreza ajena
-como hacen las ciencias sociales y casi cualquier intelectual- y vivirla en
carne propia. “No es igual el pobre que el que se solidariza con el pobre”. No
pretende que una opción sea mejor o peor que la otra: anota que son distintas.
“Las hambres históricas modifican para siempre el pensamiento de los
hambrientos” de manera tal que quienes no lo han sido no pueden comprender.
Tuvo conciencia del hambre en su hogar y en la calle por la
Guerra Civil española, con cupones de racionamiento y filas de mujeres golpeadas
por la policía “mientras hacían cola para conseguir cualquier porquería”, un
escenario radicalmente distinto al de la burguesía local que en los cacerolazos
se rasga las vestiduras por los desatinos de un gobierno o la policía que
torpemente busca controlar el vandalismo, dos dolencias universales. “Yo dejé
de pasar hambre y mis hijas no la pasaron, pero todavía reconozco a los que la
pasaron”.
Recuerda vívidamente el matoneo sufrido en el colegio cuando,
por no tener zapatos, su madre le adaptó unos de la abuela recortándoles los
tacones. “Aquello fue una mordedura para un chiquillo, mucho más que las
inclinaciones pederastas de los frailes”. Resume la pesadilla vivida durante su
infancia en dos palabras, vigilancia y racionamiento. “Antes que a rebelarse,
la gente aspiraba a comer”.
Destaca lo superfluas que son las mentes eruditas para abogar
por los pobres, quienes “reconocen enseguida de dónde viene lo que los oprime
sin necesidad de leer un solo libro” y que entienden mejor que nadie los
conceptos pertinentes para paliar su situación. “Todo hambriento es
microeconomista”. Se burla de sus doctorados honoris causa: “soy doctor por la puerta de atrás”. De no haber ido
a la universidd solo añora “no poder leer a Virgilio en latín”.
En Colombia abundan antítesis de Gamoneda: personas acomodadas,
incluso oligarcas, obsesionadas por una pobreza que nunca vivieron sino que percibieron
en su servidumbre, o desde alguna chanfa palanqueada en la burocracia, en
empresas de su entorno cercano o como rentistas. Además de falacias al
describirla, estas castas propagaron dos fábulas crontraevidentes. Para no
perder vigencia, insisten que la pobreza se ha agravado, observación rebatible
sin estadísticas, ni sofisticados análisis: basta visitar cualquier ciudad
colombiana y recordar cómo era hace 20 o 30 años. La segunda, más onerosa, fue empecinarse en que hambre,
miseria y exclusión eran el caldo de cultivo del conflicto. El Gran Hermano del
cuatrenio pasado, enfant terrible del
68 francés, ejemplifica esa estirpe privilegiada impulsora de un proceso de paz que por
magnificar el impacto de una pobreza tan recóndita como persistente en ciertas
localidades menospreció irresponsablemente la gran variedad de mafias surgidas no
de la precariedad económica sino de la abundancia de los mercados ilegales.
La deformación clasista de nuestra realidad alcanza a ser
delirante. Horrorizado por los refugiados venezolanos en las carreteras, un
célebre novelista, diplomático fugaz, sentenció recientemente que “la guerra en
Colombia fue un combate de pobres contra pobres. Gente humilde matando a sus
compañeros de desdicha social. La inmensa desigualdad histórica nos llevó a
esto… Las clases más acomodadas y ricas podrán tener desacuerdos, pero en lo
esencial se protegen entre sí”. Ante semejante disparate, se aprecian aún más
tres virtudes de Gamoneda tan escasas actualmente como el alimento durante una
guerra: curiosidad, sindéresis y polo a tierra.
REFERENCIAS
Ailouti, Marta (2019). “No me ha tocado vivir una historia de España aceptable”. El Cultural, Sep 11
Escobar, Eduardo (2019). “Razones para no marchar”. El Tiempo, Nov 18
LNC (2020) “Gamoneda presenta en Madrid ‘La pobreza’, con sus vivencias desde 1945”. La Nueva Crónica, Feb 12
Gamboa, Santiago (2019). "Pobres latinoamericanos". El Espectador, Oct 19
Ribas, Armando (2014) “Los intelectuales generan pobreza”. La Prensa, Junio 1
Rodríguez Marcos, J (2020). "Todo hambriento es un microeconomista". Entrevista con Antonio Gamoneda, Babelia, El País, Febrero 8
Rubio, Mauricio (2019). “¿Cómo mejorar a Colombia?”. El
Espectador, Sep 12