martes, 28 de mayo de 2024

Sofisticada cultura antimachista, persistencia de impulsos primitivos

Publicado en El Espectador, 30 de mayo de 2024

Los países escandinavos sorprenden. Con altísimo estándar de vida y educación pública centrada en combatir la discriminación contra la mujer muestran situaciones típicas de sociedades menos desarrolladas.



Hace un tiempo escribí sobre la paradoja nórdica, término común en la literatura interesada por la comparación internacional de indicadores sobre la situación femenina. Dos países, Noruega y Suecia, han sido ejemplo de políticas para garantizar la igualdad de género. El gobierno es paritario y en el parlamento las mujeres son el 44%. La tasa de empleo femenino es la mayor del mundo. No distinguen entre permisos de maternidad y paternidad: conceden 16 meses que la pareja reparte a su acomodo durante la crianza. Mantienen un teléfono para que las mujeres denuncien si en el trabajo sufren mansplaining, que algún hombre dé “una explicación condescendiente y no solicitada”. A pesar de lo anterior, la violencia contra la mujer es superior al promedio observado en la Unión Europea. 


Suecia lideró en el mundo, desde 1999, la penalización de los clientes de la prostitución. La intervención del comercio sexual es uno de los temas legales más debatidos a nivel internacional. En Colombia y varios países de América Latina se ha logrado mantener la regulación a pesar de recurrentes esfuerzos por abolirla liderados por emisarias del Tío Sam. En los EEUU la prostitución es delito con un par de excepciones puntuales. Los países europeos presentan enormes discrepancias que van desde la descriminalización total en Suiza o Alemania hasta las prohibiciones explícitas del modelo nórdico adoptado en Suecia, Noruega e Islandia. Incluso en España, donde el PSOE, partido de gobierno, es abolicionista, en el congreso de diputados “esa postura no es unánime, hay diferencias insalvables para un problema estructural e histórico”. El meollo sigue siendo la naturaleza esencialmente ideológica del debate con una total “falta de voluntad política para atreverse a mirar realmente la situación que atraviesan las mujeres en prostitución, que siguen siendo consideradas las nadies”.


Se entiende que las visiones idealizadas eludan la evidencia contraria a postulados y dogmas. La promoción del modelo sueco que criminaliza a los clientes y define como víctimas a las mujeres que venden sexo plantea que reduce la trata y protege derechos. Pero contrastar esas hipótesis no ha sido una gran preocupación. Un estudio reciente, basado en información del Consejo Nacional Sueco para la Prevención del Delito, encuentra que “en lugar de disminuir los crímenes sexuales, la prohibición coincidió con un aumento sustancial en el número de violaciones denunciadas. Específicamente, entre 1997 y 2014, el estudio estima un aumento en los incidentes de violación entre un 44% y un 62% después de la implementación de la prohibición”.


Una excelente ilustración cualitativa de las paradojas nórdicas es la serie Exit, de NRK TV, parte de la “Corporación de Radiodifusión Estatal Noruega”. Basada en testimonios reales de los protagonistas, sus amistades y agentes de policía, narra la sorprendente y chocante vida de cuatro cuarentones privilegiados que se desenvuelven sin restricciones ni principios en el ambiente financiero de Oslo. “Están totalmente desprovistos de escrúpulos morales y van tomando sin piedad lo que les apetece”. Herederos de la élite, con la mejor educación imaginable, megamillonarios, estos caprichosos narcisistas buscan una salida a las presiones y obligaciones cotidianas con consumo intensivo de drogas, escorts de lujo y continuo abandono de sus cada vez más precarios valores morales. El machismo rampante impulsado por dinámicas imparables de celos y venganzas sugiere que la supuesta civilización cultural puede ser frágil ante los impulsos ancestrales y primitivos. 


En Oslo, la ley que criminaliza los clientes de la prostitución no afecta a quienes pagan acompañantes de lujo. Tan sólo reprime el comercio callejero en hoteles baratos. 


Esta serie noruega revela múltiples semejanzas de estos supuestos prohombres en una democracia avanzada e igualitaria con los mareros y pandilleros que en Latinoamérica sobreviven en barrios controlados por organizaciones criminales. Uno, la importancia del estatus -la posición relativa dentro del grupo social- en las oportunidades económicas y sexuales de los machos. Dos, el carácter progresivo e irreversible de la vinculación a las actividades ilegales que por lo general empieza con pequeños robos o evasiones fiscales y puede terminar en asesinato. Tres, la impunidad como factor determinante de las carreras delictivas. No en vano el líder entre los protagonistas reitera que el secreto de su éxito es lograr salirse siempre con la suya. Cuatro, la explosiva mezcla de sexo con cocaína. 


Si los excesos y delitos de los pandilleros con restricciones económicas son más visibles e incómodos que los de malhechores de la élite es porque los primeros ocurren en espacios públicos. Los ricos se drogan, pelean y abusan de mujeres en elegantes clubes y espacios privados.



REFERENCIAS


Ciacci,  Riccardo (2024). “Banning the purchase of sex increases cases of rape: evidence from Sweden”. Journal of Population EconomicsVolume 37 March


Dolan, Eric W (2024). “Criminalizing prostitution leads to an increase in cases of rape, study finds”. PsyPostApril 30


Rubio, Mauricio (2022) “Paradojas nórdicas”. El EspectadorAgosto 25Blog personal


The Global Gender Gap Report 2023


Valdés, Isabel (2024). “Por qué hoy es imposible que el Congreso se ponga de acuerdo sobre la prostitución”. El País, Mayo 26