Publicado en El Espectador, 11 de abril de 2024
El antiquísimo lema “mejor prevenir que reprimir” podría tomar un giro inesperado para las agresiones sexuales.
A finales de 2022, Daniel Alves da Silva, estrella brasileña del fútbol, casi cuarentón, lateral derecho del Barça y “segundo jugador con más títulos en la historia” se reunió en Barcelona con un amigo. Cenaron y salieron a la discoteca Sutton donde se sentaron en un reservado. Entraron al sitio tres jóvenes que fueron invitadas a acompañarlos. Alves bailó con una de ellas y le pidió que lo siguiera hasta un estrecho baño en donde se besaron pero ella quiso parar. El futbolista la abofeteó y la violó.
La víctima abandonó la discoteca y contó lo sucedido a los agentes de seguridad. Se activó el “protocolo contra agresiones y acosos sexuales en espacios de ocio nocturno” del ayuntamiento. La policía precintó la escena, tomó muestras de ADN, revisó las cámaras de seguridad, habló con testigos y grabó las primeras reacciones de la víctima que fue llevada al Hospital Clinic, centro especializado en exámenes para verificar ataques sexuales con atención médica y psicológica. Además de los testimonios, las pruebas forenses y el análisis de la ropa avalaron el escenario de agresión sexual.
Alves y su entorno negaron inicialmente los hechos y cambiaron su versión varias veces. La policía abrió la investigación y lo invitó a presentarse para una “reunión informal” por “supuestos tocamientos”. En cuanto pisó la comisaría fue detenido y enviado a prisión. Un año después empezó el juicio con medidas para resguardar la identidad de la denunciante sin ser “doblemente victimizada”. La Fiscalía pedía 9 años y al final Alves fue declarado culpable y condenado a 54 meses de prisión. Pagó fianza por un millón de euros para tener libertad provisional.
El 20 de agosto de 2023 la celebración de la victoria española en la final del campeonato mundial femenino de fútbol fue empañada por el beso, robado, forzado, de Luis Rubiales, presidente de la Federación Española de Fútbol, a la jugadora Jennifer Hermoso. Fue un simple “pico de amigos” aclaró el dirigente minimizando su yerro.
Sólo sus amigotes estuvieron de acuerdo con esa interpretación. La jugadora manifestó en el camerino que no le había gustado pero afirmó luego que no le daría mayor importancia al incidente. Las barras protestaron. “Un acto de machismo y acoso por parte de un jefe poderoso hacia una subordinada… Tocaba aplaudirlas, no besarlas porque te da la gana y con total impunidad… Un beso robado no tiene por qué ser agradable. Al revés. Es una intrusión. Una invasión del espacio propio. Una agresión”.
Hubo dudas si se trataba o no de un delito. La afectada debía denunciar. A regañadientes, y después de anunciar con soberbia que no dimitiría, Rubiales pidió disculpas aclarando que “no le quedaba otra”.
La reacción internacional fue contundente, sobre todo en medios anglosajones. The New York Times, The Guardian, el Daily Telegraph, la BBC, CNN, entre muchos otros, se ocuparon del caso calificado como el #MeToo hispano.
La Fiscalía de la Audiencia Nacional, instancia española para “los delitos de mayor gravedad y relevancia social” abrió investigación contra Rubiales, ya suspendido de su cargo. Después presentó una querella y a finales de marzo, le sumó a los delitos de agresión sexual y coacción los de blanqueo, corrupción y administración desleal que venía investigando contra el abusador. Por acoso y presiones a la jugadora para que no denunciara solicita dos años y seis meses de prisión mas una indemnización de 100.000 euros.
Cerca de la medianoche de un jueves cualquiera en Barcelona, una mujer peruana se dispone a “ser infiel con permiso” del marido en el 6&9, un club de swingers. Ambos buscan una noche “intergeneracional, multirracial y multiorgásmica”. El club recibe jóvenes y tiene fama de higiénico. La anfitriona les enseña la sala de calentamiento, luego la cueva donde “se divierte una pandilla de antropófagos” y empieza la desnudez. Siguen los treinta metros de cama que “hacen crujir hasta cincuenta parejas a la vez”, los camerinos y el jacuzzi. Les explica la regla básica: “si no queréis nada con nadie basta con tocarle el hombro; es la contraseña”. Cada club recomienda a su clientela una manera delicada de informar a los demás cuáles son los límites.
El caso Dani Alves desafía la noción de “cultura de la violación” que facilita la impunidad. El affaire Rubiales sugiere que la maquinaria judicial contra el acoso está tan aceitada en España que sirve de señuelo para casos complejos de corrupción. Recuerda la evasión de impuestos por la que cayó Al Capone. Para complementar con prevención el indudable efecto disuasivo de la muy laboriosa y costosa represión, sería amable y divertido promover los swinger clubs donde cualquier leve gesto puede significar categóricamente “solo sí es sí”.
REFERENCIAS
https://www.sport.es/es/noticias/apuestas-deportivas/dani-alves-historia-futbol-mundial-11977972
https://elpais.com/videos/2023-08-29/video-el-efecto-del-caso-rubiales-en-la-prensa-internacional.html
Wiener, Gabriela (2008). Sexografías. Editorial Melusina