Publicado en El Espectador, 18 de abril de 2024
Erróneamente se supone que los políticos actuarán como pregonan haciendo campaña en la edad adulta. La psicología plantea que las experiencias y amistades infantiles o juveniles son determinantes. Los ejemplos abundan.
Entre muchos otros gobernantes, Margaret Thatcher, Gabriel Boric y Gustavo Petro ilustran la importancia de experiencias vitales tempranas. De su familia, sus amistades y su entorno cercano. Además de la ideología, sus recuerdos ayudan a entender prioridades, actitudes y decisiones cuando llegaron al poder.
El relato de la dama de hierro sobre una infancia estricta en la tienda familiar aclara sus conductas y convicciones posteriores. Se entiende su adicción al trabajo, sus escrúpulos, su interés por la política y, sobre todo, su sensibilidad por cuestiones concretas, como las mercancías o la clientela. El padre, un tendero especializado, ofrecía “productos de la mejor calidad, y la misma tienda así lo sugería. Detrás del mostrador había tres filas de espléndidos cajones de caoba para especias, con manijas de cobre, y encima grandes tarros de té lacados en negro…”.
No todas las hijas de tendero acaban siendo políticas, pero tres factores contribuyeron a que Thatcher lo fuera. Primero, una tienda es un lugar público. Aún cerrada “la gente llamaba a la puerta a cualquier hora si se quedaba sin tocino, nueces o huevos”. Abierta, se mantenía el contacto con la gente. “¿Qué se le ofrece?” era parte del saludo. Segundo, el tendero se gana la vida sin gran misterio. Compra al por mayor y vende al detal con márgenes conocidos. Sabe lo que vende y su actividad depende de los precios. Nadie cercano ignora la realidad económica ni se avergüenza de las utilidades. Un tendero exitoso puede combinar servicio público con beneficios privados. Tercero, más que muchas empresas, una tienda depende del comercio internacional. Más tarde, la Thatcher estudió en Oxford y luego trabajó como química en un laboratorio. La formación científica afianzó su pragmatismo y su vocación por la evidencia.
Gabriel Boric, nacido en 1986, fue elegido presidente a los 35 años: el más joven en la historia de Chile. Desde niño quería serlo. Con 9 años dirigió a sus compañeros una carta postulándose para presidente del curso. “Si votan por mí les prometo ser un buen presidente, tal vez no les regalaré chocolates, ni les complete el álbum… Estoy seguro de ser por lo menos un buen presidente de curso. También intentaré hacer un curso más ordenado, más limpio… a reponer cosas perdidas como lápices, gomas, sacapuntas y reglas. Yo salí presidente en Primero pero en ese tiempo no sabía lo que era ser presidente. Por eso, no estuve bien. Ahora estoy preparado y les prometo ser un buen presidente, y, por favor, si quieren votar por mí piénsenlo, porque si van a votar por mí solo porque soy su amigo y les da lo mismo quién salga, no voten por mí”. Boric estudió derecho en la Universidad de Chile donde trabajó como asistente en varios cursos.
Ya el texto infantil tan poco soberbio, sin grandes promesas ni fantasías, modesto, sincero, incluso autocrítico, ayuda a entender la rectitud, honestidad intelectual, decencia y apego a la legalidad que ha mostrado el primer mandatario chileno desde su discurso de posesión.
Cuando ganó la presidencia en 2021, gratamente sorprendido por su talante democrático, escribí una columna sobre Boric. Lo comparé con el izquierdismo posmoderno del entonces candidato Gustavo Petro. Preocupaban sobremanera sus alabanzas a la violencia política del M-19. Años antes había anotado que las armas eran “un mecanismo formidable para la comunicación y conexión con la gente”; reiterado que el M-19 “hizo vibrar la sociedad colombiana… Colombia necesitaba el uso de las armas” para rematar sentenciando que “las armas enseñan y estimulan la política”. Por fortuna, como presidente, este guerrero intelectual no ha repetido sandeces de ese calibre. Pero sus discursos incendiarios y pendencieros o sus acciones nocivas para las instituciones, la separación de poderes y por ende la democracia han sido frecuentes y de creciente intensidad.
Los descaches autocráticos de Petro están sin duda relacionados con sus primeras experiencias en el M-19 al que ingresó en 1978 con 18 años. Combinó su vida clandestina con los estudios universitarios y luego, al graduarse, con los privilegios de la burocracia estatal como personero y después concejal en Zipaquirá. “Yo era militante clandestino del M-19, pero desarrollaba una actividad legal”. La falta de transparencia, la mentira y el aprovechamiento abusivo del erario, incluso para combatir al Estado que lo mantiene, vienen de lejos.
Yezid Arteta, también reinsertado que conoce bien a Petro, sentencia que “no lo van a amaestrar, porque él no es Boric”. Eso es tan evidente como la diferencia entre dar órdenes y dialogar para convencer.
REFERENCIAS
Campbell, John (2007). Margaret Thatcher. Volume One: The Grocer’s Daughter. Vintage
Escorcia, Dagoberto (2022) "Gabriel Boric, el niño que siempre quiso ser presidente". El Correo, Enero 2
Harris, Judith Rich (1995). “Where Is the Child's Environment? A Group Socialization Theory of Development”. Psychological Review, July 1995
Harris, Judith Rich (2009). The Nurture Assumption. Why Children Turn Out the Way They Do. NY: The Free Press
Kanazawa, Satoshi (2008). “The 50-0-50 rule: Why parenting has virtually no effect on children” Psychology Today, Sep 7
Rubio, Mauricio (2017) "Mitos sobre la crianza". El Espectador, Febrero 17