lunes, 19 de abril de 2021

Sexología experimental

 Publicado en El Espectador, Abril 25 de 2021

Un aspecto lamentable de la llamada “teoría de género” es que ignora los avances en el conocimiento científico de las diferencias entre la sexualidad femenina y la masculina. 


En los años cuarenta un sexólogo checoeslovaco, Knut Freund, fue contratado por el ejército. Su encargo era filtrar a quienes mentían declarándose homosexuales y así evadían el servicio militar. 


Para detectar falsos gays, Freund diseñó un artefacto conocido como PPG -Penil Plethysmograph- o pletismógrafo de pene: adaptó un nuevo terminal a un instrumento usado para medir cambios en el volumen de un órgano. En colombiano, el recursivo aparatejo se podría denominar arrechómetro varonil.



Desde su concepción, la función del instrumento ha sido simple: medir los flujos sanguíneos del pene de un varón expuesto a estímulos sexuales. Se registra con precisión la intensidad de la excitación del sujeto ante imágenes o sonidos evocadores. Al principio no se entendió bien el afán por sofisticar un procedimiento como “a ojo de buen cubero” que podía dar suficiente información. Se pensó que era un capricho de militares.


A pesar de ser más revelador –a simple vista es difícil detectar si una mujer está excitada- la versión femenina del aparato tardaría varias décadas. Un inventor gringo pensó que con algo como un tampón o consolador con electrodos –un sensor de presión sanguínea y otro de actividad muscular- conectado como periférico a un receptor similar al del PPG se podría registrar con adecuadamente el grado de excitación femenina. Nació entonces el VPG, pletismógrafo vaginal, o arrechómetro femenino. Los primeros prototipos se hicieron manualmente, con moldes plásticos para limar cualquier aspereza. Tras la epidemia del herpes se impusieron los sensores desechables y sólo hace unos años se logró fabricar industrialmente un implemento a la vez privado –la misma usuaria lo coloca- e higiénico, que se esteriliza después de cada uso. 



Quienes trabajan con estos medidores, han definido la excitación objetiva como la que mide el arrechómetro allá abajo. La excitación subjetiva es la que, paralelamente, van registrando con un teclado de computador voluntarios y voluntarias que reciben estímulos eróticos varios. Un poco como quien juega a frío, frío, tibio, caliente, tibio, caliente, muy caliente. Los acicates visuales y auditivos utilizados en los experimentos son tanto o más diversos que los disponibles en sitios de porno: sexo heterosexual, homosexual y bisexual, masturbación de ellos y de ellas, hombres y mujeres desnudos en la playa o en el gimnasio, e incluso parejas de bonobos, el peculiar primate cuyas hembras no paran de tocarse y tener sexo.


Radicado en Norteamérica, gracias a su filtro para impostores Freund terminó siendo una autoridad en homosexualidad y pedofilia. Una de sus alumnas, Meredith Chivers, cuarenta y tantos años actualmente, es la más reconocida dentro del grupo de sexólogas experimentales que utilizan estos instrumentos y están revolcando la disciplina. Su afán por entender lo que quieren y sienten ellas, y por compartir ese conocimiento, se inició temprano, en su colegio católico. En concreto, fue durante una de esas clases que ponen a volar la imaginación erótica, la de religión, cuando para satisfacer la curiosidad de sus compañeros adolescentes, la futura sexóloga no tuvo reparo en hacerles un mapa detallado de la geografía íntima femenina. Más tarde, un impulso definitivo a su carrera, según ella, se lo daría de carambola el mismo Freund, por cascarrabias. Ante la típica pregunta sobre por qué en clase les hablaba tan poco de lo que les pasa a ellas, bastante molesto el reputado gayólogo respondió: “¿Y quien soy yo para saber lo que sienten las mujeres, si yo soy hombre?”.


Uno de los principales hallazgos de Chivers ha sido que la descoordinación entre la excitación subjetiva y la objetiva es mayor en las mujeres que en los hombres. En los experimentos, las mentes femeninas van por un lado y, según los aparatos, lo que ocurre en los genitales va por otro. Los varones son más escuetos y predecibles. Los que dicen ser heterosexuales se excitan con parejas mixtas, con lesbianas y con mujeres desnudas. Pero no los conmueven las escenas de gays. Con los hombres homosexuales ocurre al revés. En ambos casos, lo que registra el arrechómetro coincide con lo que reportan que están sintiendo, desde frío hasta super caliente. 


Para las mujeres, en forma independiente de la orientación sexual declarada, el arrechómetro se activa con casi cualquier escena de pareja –él con ella, ella con ella o él con él- así como con hombres o mujeres en solitario e incluso a veces con los bonobos. Por otro lado, es más frecuente que un registro de excitación objetiva intensa ocurra simultáneamente con una percepción de “no está pasando nada, frío, frío (bostezo)”. En síntesis, como sabemos desde kinder, la sexualidad femenina es bien distinta de la masculina. Hetero, homo, bi o trans, mujeres y hombres nacen, no solo se hacen. Continúa.


REFERENCIAS


Angier, Natalie (1999). Woman, an intimate geography. New York: Virago



Bergner, Daniel (2009). “What Do Women Want?”. New York Times, January 22, 2009

http://www.nytimes.com/2009/01/25/magazine/25desire-t.html?pagewanted=1&_r=1


Chivers, Meredith, Gerulf Rieger,Elizabeth Latty & and J. Michael Bailey (2004) “A Sex Difference in the Specificity of Sexual Arousal”. Psychological Science, Volume 15, Number 11, November 2004 , pp. 736-744(9)

http://www.canyons.edu/faculty/labriem/Psych230/SexDifferencesInSpecificitySexualArousal.pdf



Chivers, Meredith (2005) “A brief review and discussion of sex differences in the specificity of sexual arousal”. Sexual and Relationship Therapy Vol 20, No. 4, November.


Chivers, Meredith  & J. Michael Baileyb (2005). “A sex difference in features that elicit genital response”. Biological Psychology, Volume 70, Issue 2, October, pp. 115-120 http://www.indiana.edu/~sexlab/files/pubs/ChiversBailey2005.pdf


Chivers, Meredith, Michael C. Seto,  Martin L. Lalumière, Ellen Laan & Teresa Grimbos (2007). “Agreement of Self-Reported and Genital Measures of Sexual Arousal in Men and Women: A Meta-Analysis”. Arch Sex Behav (2010) 39:5–56


Newitz, Annalee (2009). “Seven (Mostly) Scientific Devices for Measuring Sexual Arousal”. http://io9.com/#!5214130/seven-mostly-scientific-devices-for-measuring-sexual-arousal


Perry, John D (sf) “A Pictorial History of Insertable EMG Sensors”. http://www.incontinet.com/picthist.htm