lunes, 1 de febrero de 2021

Frigidez, Viagra y sexualidad

Publicado en El Espectador, Febrero 4 de 2021

Columna después de los memes



En el país del Sagrado Corazón, tres millones de mujeres reportan ser frígidas. Con tan monumental cifra, de eso no se habla, porque de sexualidad femenina nadie sabe nada. La sexología experimental empieza a dar algunas pistas.


Según una encuesta realizada en 2008, un impresionante 36% de las colombianas de 55 años o más admiten ser frígidas. Aunque entre las más jóvenes la cifra es menor, para todas las edades la proporción es alta, una de cada cinco.  


En el archivo de El Tiempo, desde 1990, aparecen más de 5.000 menciones del aborto, contra 66 de la frigidez o 38 de la anorgasmia. Como titula uno de los escasos artículos, es “un mal que se sufre en silencio”. Los catálogos de las bibliotecas capitalinas tampoco reflejan interés por las dificultades del goce femenino, una verdadera epidemia. 


Se dice que Marilyn Monroe, con tres maridos, varios amantes y todo el mundo soñando con ella, rara vez pudo ver estrellas. No basta ser sexy para llegar. En su época, una de cada tres gringas era frígida pero, a diferencia de Colombia, la proporción disminuía con la edad. O sea que allá, antes de la liberación femenina, algunas mujeres aprendían a superar esa dolencia con su esposo.

 

Simone de Beauvoir señala como principal causa de la frigidez la nefasta noche de bodas. Pero deja sin respuesta la cuestión de por qué la mayoría de las mujeres casadas logran superarla. A ella no le sirvió evitar la luna de miel con Jean Paul Sartre. Su primer orgasmo con un hombre lo tuvo ya madura, justo antes de publicar El Segundo Sexo, a punto de casarse y tener hijos con Nelson Algren. O sea cuando su vida afectiva estuvo más cerca del patrón cultural que criticó duramente después de esa experiencia. 


Por los años ochenta, Helí Alzate, un sexólogo de Manizales tan reconocido internacionalmente como ignorado en Colombia, realizó un interesantísimo experimento que desafía la teoría del patriarcado como principal causante de esta dolencia sexual femenina. Entre dos grupos de mujeres radicalmente opuestas en cuanto al sometimiento a la cultura machista, las más oprimidas, un grupo de prostitutas, golearon en orgasmos a las supuestamente más emancipadas, un equipo de feministas universitarias. 


Es una lástima que la Beauvoir no hubiera alcanzado a leer los trabajos de este ilustre colombiano, figura importante de la sexología experimental, disciplina que está desafiando los prejuicios más persistentes sobre la vida intima de las mujeres. En particular, se derrumba la noción de que la sexualidad femenina es similar a la masculina pero más reprimida. 


La llegada del Viagra no sólo revolucionó el tratamiento de la impotencia masculina. De rebote, al buscar infructuosamente una solución farmacéutica para la frigidez, volvió a quedar sobre el tapete el misterio: ¿qué es lo que excita a las  mujeres? Se ha hecho evidente la gran ignorancia que existe sobre los determinantes del deseo que ahora la doctrina puritana pretende despertar con un checklist de requisitos igualitarios.


Hasta la fecha, los intentos por encontrar el Viagra femenino han fallado. Este fracaso prueba que sexualmente las mujeres son distintas de los hombres y que esa diferencia no es sólo cultural. El fármaco varonil sirve en todos los lugares, a lo largo y ancho del planeta. Con el burdo artificio quedó claro lo pasmosamente sencilla y primitiva que es la sexualidad masculina, siempre con superávit de ganas. Cuando falla, se arregla con un simple artificio mecánico, como quien infla una llanta pinchada. A la vez, se ha hecho evidente que la sexualidad femenina es mucho más compleja, variada y sofisticada. Y que reside sobre todo en la mente, no tanto en el cuerpo ni en los genitales. Es precisamente  por eso que ha sido tan manipulada culturalmente, como señaló la Beauvoir. Un computador es más maleable que un ábaco. 


Hay consenso en que la sexualidad de las mujeres está mal estudiada. La ignorancia no sorprende. Históricamente, no era mucho lo que se podía esperar de quienes hicieron votos de castidad o de filósofos y médicos que, incapaces de empatías íntimas, pensaron que se trataba de una tubería tan simple y burda como la de ellos. 


En Colombia, no es fácil identificar de quien depende y cómo ha evolucionado la agenda –si es que existe- para aliviar las dificultades del orgasmo femenino. Ha sido lamentable haberle endosado todos los complejos menesteres sexuales al sector salud. De haber hecho eso con el rubro de la alimentación, la gastronomía contemporánea se limitaría a señalar la lista de venenos o lo que produce alergias. 


Para un diagnóstico completo y sensible de las dificultades femeninas con el climax, habrá no sólo que desprestigiar a las charlatanas que enredaron todo sino tener mucha paciencia. Bastante más de la poca que ha habido con algunas de ellas para que por fin lleguen.