Texto después de las gráficas
Critico constantemente a las feministas, pero jamás les endilgaría un término que hasta ahora ha sido su antítesis, ideológica y sexual. El título de este escrito alude a una nueva tendencia en la prostitución: reivindicar igualdad de género, derechos sexuales y capacidad de agencia; delatar la hipocresía y las incongruencias para rebelarse contra el fanatismo.
Pocas insumisas señalan que su vinculación al comercio sexual la indujo el feminismo, como Salem, escort española. Pero varias recuerdan haber sido sexualmente hiperactivas desde jóvenes. Son comunes los testimonios de una actitud favorable al sexo casual desde jóvenes. Valérie anota, con doble sentido, que siempre tuvo “culo inquieto”, algo que le fue útil cuando quiso reciclarse laboralmente. Leer la entrevista a una escort le abrió una verdadera caja de pandora de nuevas posibilidades.
Saisei-chan escribió un manifiesto. Desde que se inició, “un factor sería permanente y decisivo: el estigma de prostituta”. Licenciada en filología francesa y estudiante de psicología, le interesan los derechos de las trabajadoras sexuales, “especialmente los mecanismos de control social de la sexualidad femenina de los que se sigue sirviendo el patriarcado. Las Putas Feministas hemos dicho BASTA”. McKinnon y Dworking, “difundiendo su retórica enferma, niegan y obstruyen la vida misma”, pregona Linda.
Valérie remata: “basta de decidir por un colectivo sin las personas que hacemos parte de él. No es lógico, no es equitativo, no es feminista”. Según ella, dignificar la prostitución requiere desmitificar el sexo y, sobre todo, respetar la libertad individual: “que una mujer, sí, una mujer, pueda utilizar sus genitales para trabajar”. Piensa que el sexismo más flagrante es el doble estándar que conoce bien: mujer que se acuesta con muchos hombres es una zorra; si eso lo hace el hombre, es un casanova.
Machacando la libertad personal, Apoiloina anota que “fundamental en el empoderamiento femenino es dejar de preocuparse por el culo de las demás”. Están dispuestas a combatir el patriarcado, apoyan que se investiguen y persigan los responsables de la trata de mujeres, pero rechazan el maternalismo redentor y parcializado. Viktoria recuerda que cuando trabajaba en condiciones indignas en restaurantes, “nunca tuve que justificar por qué estaba sufriendo en mi carrera". Su familia sabe a qué se dedica: el diálogo en temas sexuales fue sin tapujos.
Ariadna es “una cualquiera, pro derechos humanos, animalista y feminista que lucha por el reconocimiento y los derechos del trabajo sexual”. Señala que “es la corrupción lo que hay que abolir y no nuestro trabajo”. Agrega que “luchar contra la trata es perfectamente compatible con derechos y reconocimiento a las trabajadoras sexuales”.
Su feminismo es algo ecléctico, nunca explícito, detesta que le digan puta, pero Eva, acompañante colombiana en España, está orgullosa de haberse liberado de los hombres para vivir independiente y a su manera. Su padre fue un borracho irresponsable y maltratador. Por él aprendió desde niña que “uno no debe dejar que la pareja lo machaque”. Estando embarazada, sorprendió a su compañero con una de las novias de su hermano, que era casada. Decidió vengarse: “voy a pasar por las manos de todos, así sean sus amigos, lo que caiga, no seré más su mujer sino la mujer del pueblo”. La aburrieron “las bailaditas que terminaban en polvo gratis. Uno se siente usao”. Llegó a España donde la cuñada, muy celada por el esposo. Una ecuatoriana que trabajaba en un club le explicó que “los hombres pagan y tú mandas. Si eres lista vas a hacer con ellos lo que tú quieres”. Puso anuncios: “madurita, cariñosa, simpática y discreta. Salidas”. Cuando llegan los clientes “les echo un abracito y quedan desarmados”. Con más de cincuenta años “me siento en mi mejor momento, ellos me dan alegría, me he vuelto coqueta. Ahora voy más segura, con paso firme”. Asume su oficio sin remordimientos. “No me duele lo que me da de comer. Me siento más sirvengüenza por los años que aguanté (conviviendo) sin recibir nada”. Sabe que mejor no enamorarse, ni que se enamoren de ella, por los celos. No se siente rebajada ante nadie. “Quisiera defender esto que hago y donde haya que ir a hablar, voy. Estoy ejerciendo una profesión y, aparte de eso, estoy haciéndole bien a los hombres. Cada día me encuentro más a gusto con este trabajito”.
Como Eva, casi todas las prostitutas colombianas son cabeza de hogar. De acuerdo con una encuesta realizada en Bogotá en el 2018, tres de cada cuatro de ellas no han abandonado el oficio porque consideran que su nivel de vida no lo podrían alcanzar con ningún otro trabajo. La flexibilidad de horario también es muy apreciada pues les permite atender y mantener a su familia, educar hijos e incluso ahorrar, una hazaña que logran el 70% de las encuestadas. Todo esto a costa del capitalismo y el patriarcado que supuestamente las están explotando.
Por defender una doctrina, con más irresponsabilidad y soberbia que comprensión de la situación de algunas mujeres financieramente satisfechas, para no hablar de la falta absoluta de compasión con otras que están marginadas, estigmatizadas y desprotegidas, una legión creciente de abolicionistas, aupadas y financiadas por el puritanismo anglosajón, obnubiladas con el modelo sueco, pretenden volverlas clandestinas a todas, criminalizando a sus clientes, o que den varios pasos atrás en sus posibilidades de ganarse la vida, para reciclarse con cursitos de modistería.
Económicamente solventes, las putas feministas tienen un futuro político promisorio. Saben que una gran fuente de incoherencias del feminismo es la prostitución y que hace mucha falta debatir, denunciar y ventilar las contradicciones. Como frecuentemente proclaman las feministas tradicionales, para avanzar en este campo en favor de las mujeres es indispensable “romper los estereotipos” que las perjudican.
Álvarez, Pilar (2018). “España enfila hacia la prohibición de la prostitución”. El País, Sep 8
Álvarez, Pilar (2018). “En una sociedad democrática no cabe la prostitución” Entrevista a Pilar Llop. El País, Dic 27
Cortés, Carmen (2012). Detesto que me digan puta. Gakoa
EFE (2015) “Detesto que me digan puta, el mundo de las prostitutas colombianas en España”. El Espectador, Sep 22
Martinez, Aashta (2017) “El problema con las putas es que trabajamos con la vagina, intocable y divino órgano”. Entrevista a Valérie May (prostituta alternativa). DosManzans.com. Oct 15
Rubio, Mauricio, Marlene Espitia y Patricia Mugno (2018). "Encuesta de Servicios Sexuales en Bogotá", Metodología, Formulario Frecuencias Simples
Rubio, Mauricio y Marlene Espitia (2018). "El Mercado del Sexo en Colombia. Elementos para un Diagnóstico". Tercer Foro Hablemos de Actividades Sexuales Pagas en Bogotá - Presentación
Pocas insumisas señalan que su vinculación al comercio sexual la indujo el feminismo, como Salem, escort española. Pero varias recuerdan haber sido sexualmente hiperactivas desde jóvenes. Son comunes los testimonios de una actitud favorable al sexo casual desde jóvenes. Valérie anota, con doble sentido, que siempre tuvo “culo inquieto”, algo que le fue útil cuando quiso reciclarse laboralmente. Leer la entrevista a una escort le abrió una verdadera caja de pandora de nuevas posibilidades.
Saisei-chan escribió un manifiesto. Desde que se inició, “un factor sería permanente y decisivo: el estigma de prostituta”. Licenciada en filología francesa y estudiante de psicología, le interesan los derechos de las trabajadoras sexuales, “especialmente los mecanismos de control social de la sexualidad femenina de los que se sigue sirviendo el patriarcado. Las Putas Feministas hemos dicho BASTA”. McKinnon y Dworking, “difundiendo su retórica enferma, niegan y obstruyen la vida misma”, pregona Linda.
Valérie remata: “basta de decidir por un colectivo sin las personas que hacemos parte de él. No es lógico, no es equitativo, no es feminista”. Según ella, dignificar la prostitución requiere desmitificar el sexo y, sobre todo, respetar la libertad individual: “que una mujer, sí, una mujer, pueda utilizar sus genitales para trabajar”. Piensa que el sexismo más flagrante es el doble estándar que conoce bien: mujer que se acuesta con muchos hombres es una zorra; si eso lo hace el hombre, es un casanova.
Machacando la libertad personal, Apoiloina anota que “fundamental en el empoderamiento femenino es dejar de preocuparse por el culo de las demás”. Están dispuestas a combatir el patriarcado, apoyan que se investiguen y persigan los responsables de la trata de mujeres, pero rechazan el maternalismo redentor y parcializado. Viktoria recuerda que cuando trabajaba en condiciones indignas en restaurantes, “nunca tuve que justificar por qué estaba sufriendo en mi carrera". Su familia sabe a qué se dedica: el diálogo en temas sexuales fue sin tapujos.
Ariadna es “una cualquiera, pro derechos humanos, animalista y feminista que lucha por el reconocimiento y los derechos del trabajo sexual”. Señala que “es la corrupción lo que hay que abolir y no nuestro trabajo”. Agrega que “luchar contra la trata es perfectamente compatible con derechos y reconocimiento a las trabajadoras sexuales”.
Su feminismo es algo ecléctico, nunca explícito, detesta que le digan puta, pero Eva, acompañante colombiana en España, está orgullosa de haberse liberado de los hombres para vivir independiente y a su manera. Su padre fue un borracho irresponsable y maltratador. Por él aprendió desde niña que “uno no debe dejar que la pareja lo machaque”. Estando embarazada, sorprendió a su compañero con una de las novias de su hermano, que era casada. Decidió vengarse: “voy a pasar por las manos de todos, así sean sus amigos, lo que caiga, no seré más su mujer sino la mujer del pueblo”. La aburrieron “las bailaditas que terminaban en polvo gratis. Uno se siente usao”. Llegó a España donde la cuñada, muy celada por el esposo. Una ecuatoriana que trabajaba en un club le explicó que “los hombres pagan y tú mandas. Si eres lista vas a hacer con ellos lo que tú quieres”. Puso anuncios: “madurita, cariñosa, simpática y discreta. Salidas”. Cuando llegan los clientes “les echo un abracito y quedan desarmados”. Con más de cincuenta años “me siento en mi mejor momento, ellos me dan alegría, me he vuelto coqueta. Ahora voy más segura, con paso firme”. Asume su oficio sin remordimientos. “No me duele lo que me da de comer. Me siento más sirvengüenza por los años que aguanté (conviviendo) sin recibir nada”. Sabe que mejor no enamorarse, ni que se enamoren de ella, por los celos. No se siente rebajada ante nadie. “Quisiera defender esto que hago y donde haya que ir a hablar, voy. Estoy ejerciendo una profesión y, aparte de eso, estoy haciéndole bien a los hombres. Cada día me encuentro más a gusto con este trabajito”.
Como Eva, casi todas las prostitutas colombianas son cabeza de hogar. De acuerdo con una encuesta realizada en Bogotá en el 2018, tres de cada cuatro de ellas no han abandonado el oficio porque consideran que su nivel de vida no lo podrían alcanzar con ningún otro trabajo. La flexibilidad de horario también es muy apreciada pues les permite atender y mantener a su familia, educar hijos e incluso ahorrar, una hazaña que logran el 70% de las encuestadas. Todo esto a costa del capitalismo y el patriarcado que supuestamente las están explotando.
Por defender una doctrina, con más irresponsabilidad y soberbia que comprensión de la situación de algunas mujeres financieramente satisfechas, para no hablar de la falta absoluta de compasión con otras que están marginadas, estigmatizadas y desprotegidas, una legión creciente de abolicionistas, aupadas y financiadas por el puritanismo anglosajón, obnubiladas con el modelo sueco, pretenden volverlas clandestinas a todas, criminalizando a sus clientes, o que den varios pasos atrás en sus posibilidades de ganarse la vida, para reciclarse con cursitos de modistería.
Económicamente solventes, las putas feministas tienen un futuro político promisorio. Saben que una gran fuente de incoherencias del feminismo es la prostitución y que hace mucha falta debatir, denunciar y ventilar las contradicciones. Como frecuentemente proclaman las feministas tradicionales, para avanzar en este campo en favor de las mujeres es indispensable “romper los estereotipos” que las perjudican.
REFERENCIAS
Álvarez, Pilar (2018). “España enfila hacia la prohibición de la prostitución”. El País, Sep 8
Álvarez, Pilar (2018). “En una sociedad democrática no cabe la prostitución” Entrevista a Pilar Llop. El País, Dic 27
Cortés, Carmen (2012). Detesto que me digan puta. Gakoa
EFE (2015) “Detesto que me digan puta, el mundo de las prostitutas colombianas en España”. El Espectador, Sep 22
Martinez, Aashta (2017) “El problema con las putas es que trabajamos con la vagina, intocable y divino órgano”. Entrevista a Valérie May (prostituta alternativa). DosManzans.com. Oct 15
Rubio, Mauricio, Marlene Espitia y Patricia Mugno (2018). "Encuesta de Servicios Sexuales en Bogotá", Metodología, Formulario Frecuencias Simples
Rubio, Mauricio y Marlene Espitia (2018). "El Mercado del Sexo en Colombia. Elementos para un Diagnóstico". Tercer Foro Hablemos de Actividades Sexuales Pagas en Bogotá - Presentación
San Narciso, María (2016). "Soy puta por elección. No quería trabajar 12 horas por 600 euros". El Español, Dic 4
The Stripper, Jacq (2017). "Inquisitive Strippers III". Blog, Mar 11
The Stripper, Jacq (2017). "Inquisitive Strippers III". Blog, Mar 11
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