Publicado en El Espectador, Agosto 30 de 2018
Copia de la columna después de las gráficas
Brandoli, Javier (2016) “En el asilo único de las prostitutas jubiladas”. El Mundo, Ago 30
González Ochoa, José María (2015). Protagonistas Desconocidos de la Conquista de América. Nowtilus
González Torres, Yolotl (1989): "La prostitución en las sociedades antiguas". El Colegio de México, Estudios de Asia y Africa, XXIC, 3, pp. 398-414
Copia de la columna después de las gráficas
Parte de la
Leyenda Negra es que los españoles trajeron al Nuevo Mundo la prostitución y el
sometimiento sexual de mujeres.
Es bueno
recordar que los Aztecas o Mexica construyeron un poderoso imperio con un
ejército siempre listo para la guerra. Para apoyarlo, ciertas mujeres eran
utilizadas como auianimes, “alegradoras”
o “jóvenes de placer” que atendían a los guerreros. Se trataba de “mujeres
públicas que pintaban sus caras con rojos y amarillos brillantes y mascaban
chicle”. Expertas en artes amatorias, cambiaban sus favores por valiosos
regalos. Nacían bajo la influencia de divinidades como Tlazolteotl, reina del
sexo, o Xochiquetzal, "diosa de la belleza, las flores, el amor y los
placeres”, patrona de las prostitutas de hermosura incomparable que propiciaba “relaciones
ilícitas, transgresión y pecado” y cuya imagen se representaba “desnuda, casi
perfecta, pero siempre pecadora”. Ese carácter lascivo determinó festividades
como el quecholli tlaxcalteca en la
que se convocaban mujeres para prostituirlas y después insultarlas, en honor a
la también diosa de la maternidad.
Además de la
cara pintada las auianimes se
peinaban de manera distintiva. Provenían de las clases sociales bajas o eran prisioneras
de guerra. Satisfacían sexualmente a los guerreros para que estos no se casaran
antes de cumplir veinte años, un matrimonio prematuro que debilitaba al
ejército. También atendían a los guerreros casados como recompensa por arriesgar
sus vidas.
Los aztecas
menospreciaban a las mujeres viejas y solteras, pero al aumentar la guerra empezaron
a tolerarlas allí donde los combatientes buscaban reposo. Aunque las auianimes de cualquier edad sufrían cierto
desdén, eran honradas cuando los guerreros las escogían como parejas de baile
en algunas fiestas. En esas ocasiones especiales no usaban sus pinturas
características. Al estar con militares las reconocían y valoraban como
miembros de la sociedad. Pero cuando contraían alguna enfermedad o la edad las
debilitaba, el baile era un último homenaje: en medio del festejo las
estrangulaban por la espalda. Con el crecimiento del ejército Mexica, la
participación femenina directa en las batallas disminuyó, y se hizo más común
el papel de acompañantes de las tropas, para cocinarles y cargar
abastecimientos, como harían luego las soldaderas. También ganaron importancia
otras formas de apoyo a la guerra: tener hijos combatientes, ser esposas o
compañeras sexuales.
En los
enfrentamientos con los conquistadores, las auianimes
tenían un papel de mociuaquetzque o
sea de animadoras en las batallas. “¿Por qué retrocedes? ¿No tienes vergüenza? ¡Ninguna
mujer se pintará de nuevo la cara por tí!” les gritaban a los soldados. Las
enemistades existentes entre los grupos mesoamericanos antes de los españoles
hicieron que la participación de las mujeres aborígenes en la Conquista fuera
bastante compleja. Algunas de ellas, bautizadas, se unieron al enemigo del
enemigo para combatir.
Las auianimes no estaban sujetas a las
normas y restricciones de las demás mujeres. Bernardino de Sahagún destaca que
no se tratada de una actividad exclusivamente guerrera. “Tú eres alegre. Le
sales a la gente a su paso. Eres bulliciosa y desasosegada. Llamas a los
hombres con señas. Pones cara risueña a los hombres. Andas pescando a los
hombres. Eres mujer disoluta”. Los españoles nunca entendieron el valor social
asignado por los Mexica a estas mujeres. Siempre las vieron como simples
prostitutas y las consideraron una escoria.
En el
imperio Inca también había esclavas sexuales. Garcilaso de la Vega habla de “mujeres
públicas, para evitar males mayores”, que eran rechazadas socialmente y vivían
en los caminos o las afueras de las ciudades. En varios otros lugares había
burdeles: desde las casas “de solteros” en Yucatán a las de “mujeres
asequibles” en Cueva, región panameña. Algunos pueblos regulaban las tarifas.
En Nicaragua un servicio costaba diez almendras de cacao y entre los
muzo-colimas las llamadas cocojimas
ofrecían servicios sexuales a cambio de ayuda con los sembrados de maíz.
Durante la
Colonia la prostitución fue aceptada y parcialmente controlada por las
autoridades españolas que desde las Cruzadas habían comprendido, mucho antes
del Pantaleón de Vargas Llosa, la importancia de las visitadoras: “cualquier
avanzada militar debía ir siempre acompañada de mujeres que satisficieran las
necesidades sexuales de los soldados”. En muchos lugares y épocas el oficio más
viejo del mundo tuvo origen castrense. No ha sido un patriarcado global
sometiendo mujeres sino guerreros enfrentados defendiendo a las suyas.
En México se
considera que el comercio sexual contemporáneo no puede entenderse sin esas
tradiciones. Así lo refleja la “Casa Xochiquetzal”, único albergue del mundo
para sexoservidoras retiradas. La obsesión del activismo por un mundo simplón y
homogéneo impuso la leyenda de la trata de blancas, ahora mestizas, forzadas
por misteriosas mafias. Aupados por un puritano Tío Sam, fiscales colombianos
pretenden hacer creer que una Madame cartagenera afecta más el comercio sexual
que toda el abanico de guerreros que asolaron al país y le dieron un impulso
definitivo a la prostitución.
REFERENCIAS
Brandoli, Javier (2016) “En el asilo único de las prostitutas jubiladas”. El Mundo, Ago 30
González Ochoa, José María (2015). Protagonistas Desconocidos de la Conquista de América. Nowtilus
González Torres, Yolotl (1989): "La prostitución en las sociedades antiguas". El Colegio de México, Estudios de Asia y Africa, XXIC, 3, pp. 398-414
Salas, Elizabeth (2006). Soldaderas in the Mexican Military: Myth and History. University of Texas Press
Villagrán, Olympia (2017) “La diosa prehispánica que defendió a las prostitutas y abogó por el placer sexual”. CC Historia, Abril 11