sábado, 13 de diciembre de 2025

Frambuesas con veneno, investigación forense y Efecto Cenicienta

 Publicado en El Espectador, diciembre 18 de 2025



En abril de 2025, en una casa bogotana, tres colegialas cocinaban galletas. Les llegó una caja de frambuesas achocolatadas como regalo. A la mañana siguiente se sintieron mal, fueron hospitalizadas y dos de ellas murieron en pocos días. Las necropsias revelaron “intoxicación aguda por talio”, un metal incoloro, sin sabor y veneno letal. Zulma Guzmán, principal sospechosa del envenenamiento, salió del país y desde Argentina explicó a sus amistades: “me acusan porque tuve una relación clandestina con el papá de una de las niñas”. La hipótesis sobre el móvil del asesinato tomó forma: “un crimen de venganza, planeado con método y ejecutado con un tóxico que tarda en mostrar síntomas”. Dos años antes, investigaciones forenses rastrearon la muerte de la madre de una de las niñas asesinadas: atribuida a un cáncer, también aparecieron rastros de talio.


Desde los años setenta, Martin Daly y Margo Wilson, psicólogos evolutivos canadienses, investigaron las relaciones familiares y la violencia de pareja con perspectiva darwinista. En 1988 publicaron The Truth about Cinderella donde plantean que, para menores, la probabilidad de sufrir maltrato o abuso físico grave por parte del padrastro o la madrastra es muchísimo mayor que por progenitores con vínculo biológico. Un estudio de los homicidios infantiles en varias ciudades norteamericanas mostró que el riesgo de ser asesinado así era 70 a 100 veces superior que ser víctima del padre o la madre biológica.


En su trabajo más conocido, Homicide, Daly & Wilson corroboraron que los celos masculinos, centrados en el sexo, difieren de los femeninos, sensibles a la pérdida de atención y compromiso, al desvío de recursos. También con datos para EEUU encontraron que casi siempre es el hombre quien mata a la mujer o al rival. La psicología evolutiva también ha planteado que la violencia masculina es no sólo más común sino que se basa en fuerza física, impulsiva, espontánea, con golpes o armas. Como Zulma, las mujeres recurren a métodos indirectos y discretos, por ejemplo envenenamiento, premeditado y minuciosamente preparado. 


La evidencia de la psicología evolutiva apunta en la misma dirección que multitud de refranes. “A hijastro y a perro viejo, palo y rejo… Madrastra, ni de cera ni de pasta”. El estereotipo negativo abunda en cuentos infantiles: además de Cenicienta, Blanca Nieves, Pulgarcito y Harry Potter. En la mitología griega Hera, esposa de Zeus, madrastra de Heracles, le envía de bebé serpientes para matarlo. Tiro, hija de Salmoneo e hijastra de Sidero, es maltratada cruelmente y obligada a tareas serviles. En Roma, la saeva noverca (madrastra cruel en latín) acude al envenenamiento o la persecución para beneficiar a sus propios hijos. Ovidio y Virgilio describen madrastras que mezclan venenos, como el acónito, para eliminar hijastros y asegurar la herencia para sus propios descendientes. En Ecuador según la leyenda, Umiña, hija de un cacique, es abandonada en el mar por su madrastra, que también mata al padre. En Macondo y en la literatura latinoamericana no se destaca esta figura malvada tal vez por la altísima tasa de hijos por fuera de matrimonio que terminaban abandonados o criados por la abuela materna, pero rara vez por una madrastra, que es una importación de Europa, donde hubo alta mortalidad materna con segundos matrimonios. La situación de Zulma, amante de un hombre casado, es equivalente a la de madrastra, sin vínculo genético con la hija de él.

 

En cualquier caso, la psicología evolucionista destaca la importancia de la tradición oral transmitida entre generaciones para la supervivencia. En buen romance, postula que la sabiduría popular conoce mejor la naturaleza humana, y su adaptación a un entorno específico, que algunas disciplinas académicas obsesionadas con el deber ser. Es encomiable que la investigación forense en Colombia reitere, con este envenenamiento “por venganza”, no estar restringida por planteamientos anti evolucionistas de diversos activismos que, en las últimas décadas, llegaron al extremo de vetar los celos, o algunos arreglos familiares, como factores de riesgo de la violencia de pareja. Un cambio definitivo en la jurisprudencia fue la sentencia T-967/14 con la que la Corte Constitucional  destacó el vínculo de los celos con las agresiones de pareja. Para entonces, el dictamen de Medicina Legal había destacado, ante un caso de ataques recurrentes, “un funcionamiento celotípico machista”. 


La persistencia e irrelevancia de análisis intelectuales y académicos las ilustra una “experta” entrevistada por una emisora sobre las frambuesas envenenadas. “Muy complejo entender la sofisticación… no es lo mismo el sicario de la moto… Es una mujer inteligente y preparada… con acceso a información… hay algo que se llama el criminal de cuello blanco”. Resultó profunda la huella de la violentología de las “causas objetivas”: no ver más allá de la pobreza como factor de riesgo. 

sábado, 6 de diciembre de 2025

Érguete en Vigo: la protesta de las madres gallegas contra la droga

 Publicado en El Espectador, 11 de diciembre de 2025



En 1986, Jorge Luis Ochoa y Gilberto Rodríguez Orejuela, tras ser capturados en Madrid, fueron extraditados a Colombia para ser puestos en libertad con simulacros de juicio. Ese mismo año, en Vigo, un grupo de “madres contra la droga”, formalizado luego como Asociación Érgueteconvocaba una rueda de prensa para denunciar los bares que vendían vicio. Se iniciaba así “una revolución matriarcal que trascendió un barrio para llegar a toda la nación”. Los narcos locales, que atemorizaban y asombraban a la población con mano de hierro y consumo conspicuo, sintieron por primera vez que alguien les perdía el respeto. “¡Por qué vamos a tenerles miedo, si lo peor es que nos maten a nuestros hijos y ya casi están muertos!” clamó una de las afectadas. 


Desde los años cincuenta, muchos pescadores gallegos complementaban sus ingresos con el contrabando de cigarrillos que descargaban de buques en alta mar para llevarlos con lanchas rápidas y en pequeñas cantidades hasta las rías gallegas. Basadas en clanes familiares, las bandas que contrabandeaban a gran escala se aliaron con organizaciones criminales europeas. A finales de los setenta, por los contactos en Holanda y Bélgica para el hachís marroquí empezaron acuerdos con proveedores turcos y libaneses de heroína. Después vendría la cocaína colombiana. En sus pueblos, los contrabandistas se convirtieron “en líderes de la comunidad, héroes locales que llegaban a ser elegidos alcaldes y a ostentar cargos importantes en la política autonómica”.  


El tránsito del tabaco a las drogas duras se dio progresivamente, buscando mayor valor por kilogramo transportado. La marihuana y el hachís no generaron reticencias. El salto a la heroína y la cocaína sí causó discrepancias con quienes anticipaban que las autoridades empezarían a perseguirlos. La oposición cedió, los beneficios aumentaron y los capos se hicieron muy influyentes. “Generaban riqueza y empleo… No solo ostentaban puestos políticos, sino que eran abogados y empresarios con poder en negocios legales; eran los dueños de equipos de fútbol y los financiaban, sufragaban los gastos de las fiestas, ponían el dinero para arreglar el techo de la iglesia. La gente los admiraba”. Frente a familias que apenas llegaban a fin de mes “los narcotraficantes se paseaban por las calles en sus Ferraris y Porsches… Hasta contaban con el beneplácito de algunos. Hacían obras y mejoras en sus pueblos”.


Por el lado de la oferta de cocaína, en los ochenta hubo cambios importantes. El mercado norteamericano se saturó y ante el auge del consumo europeo los carteles colombianos buscaron nuevas puertas de entrada al viejo continente apoyándose en las redes que hacían descargas marítimas por Galicia. Ese era el objetivo de Ochoa Vásquez y Rodríguez Orejuela en Madrid. No sólo ofrecían un buen producto sino también know how para el lavado de dinero en Panamá. Además, “quedaron fascinados con lo dóciles que eran las autoridades y con los niveles de aceptación social de los clanes”. El hondureño Ramón Matta Ballesteros, socio del Cartel de Medellín y luego precursor de rutas hacia EEUU por México, había huido tras su participación en el secuestro y asesinato de un agente de la DEA en Guadalajara para instalarse en Galicia. Allí compró propiedades y contactó clanes históricos del contrabando. Vinculó a sus hermanos con empresarios locales. La vigilancia policial sobre ellos cesó cuando la DEA capturó en Honduras y extraditó al Matta narcotraficante. “Ahora ése es un tema que le corresponde exclusivamente a la policía española” puntualizó la agencia norteamericana.


Carmen Avendaño, principal impulsora de Érguete, recuerda cómo empezaron “conductas extrañas en los jóvenes del barrio. Fumaban algo raro… No sabíamos absolutamente nada de drogas”. Mientras los narcos operaban a sus anchas con autoridades y fuerzas de seguridad inofensivas, la droga mataba una generación de jóvenes. En aquel entonces ella iba “hasta a tres entierros en una semana”. 


Al impacto directo de la droga se sumaban los robos para comprarla. Primero en sus casas y luego en la calle. “Empezaron a pasar por los juzgados y a pisar prisiones por robo”. Y no eran jóvenes excluidos o marginados, “podía ser el hijo de cualquiera”. Tuvieron que investigar por su cuenta lo que pasaba. Confirmaron que “los grandes capos de la droga en Galicia actuaban con total impunidad”. Entonces muchas madres “se hartaron y levantaron contra ellos”. Esas protestas hicieron que por primera vez las autoridades peninsulares hicieran un diagnóstico de lo que ocurría en la costas gallegas. La alerta desembocó en la Operación Nécora, uno de los mayores golpes al narcotráfico en la historia de España. Aunque hubo muchas condenas, la actividad sobrevivió. El negocio cambió de manos y se hizo discreto. No sólo los narcos colombianos evolucionaron: como el altruismo, la codicia es adaptativa. 




martes, 2 de diciembre de 2025

La justicia española versus la colombiana: hace décadas y ahora

Publicado en El Espectador, diciembre 4 de 2025 




Suena insolente sugerirlo, pero hay elementos de la justicia en Colombia que han sido más independientes del poder, político, económico o mafioso, que en España. 


Hasta hace poco, pragmáticamente, la justicia penal española se centró en perseguir delincuentes políticos, denominados sin ambages terroristas, sin molestar a los narcos. Colombia, por el contrario, aupada por los EEUU, le declaró la guerra a las mafias más poderosas del planeta, en buena medida las derrotó, pero engavetó las sanciones penales para dialogar con variadas insurgencias. 


El desinterés español por el narcotráfico no era simple descuido. En 1984, tras el magnicidio de Rodrigo Lara Bonilla, los principales capos colombianos huyeron del país. Tras fracasar las negociaciones en Panamá con el gobierno de Belisario Betancur, Pablo Escobar regresó para emprender la guerra contra el Estado mientras Jorge Luis Ochoa viajó a Madrid para consolidar negocios. Allá fue detenido junto con Gilberto Rodríguez Orejuela, cabeza del cartel de Cali. La justicia norteamericana tenía robustos expedientes contra ambos y solicitó a España su extradición a los EEUU. Desde antes, abogados colombianos buscaban el traslado a Colombia de los detenidos. A mediados de 1986 los dos mafiosos ganaron el forcejeo y lograron sendos “sainetes de una absolución anunciada” en su país. 


En España, esa decisión provocó “enfrentamientos jurídicos entre el Gobierno y la Audiencia Nacional”. El buenismo argumentaba que la petición norteamericana era política y perjudicaba a Ochoa por la “notoria enemistad” con Nicaragua, país involucrado en el caso por el principal testigo, Barry Seal. “Acabáis de poner en libertad a un hijo de perra, un asesino, un criminal” le recriminó Felipe González, lúcido socialista, al presidente del Tribunal Supremo tras la decisión de enviar a Rodríguez Orejuela a Colombia. Antes, había señalado el intento por “obtener su libertad pagando lo que hiciera falta… en una apuesta que llegó muy alta”. En El hijo del Ajedrecista, Fernando Rodríguez confirmaría el pago por la decisión mientras John Jairo Velázquez mencionaría 30 millones de dólares “de los extraditables” para lograr ese objetivo. 


Por aquella época, la élite de la magistratura colombiana cayó asesinada por no ceder al chantaje de los mismos extraditables ni servir de carne de cañón en la Toma del Palacio de Justicia. Varios jueces de instrucción, antecesores de fiscales, se arriesgaron para recoger, con las uñas y bajo amenazas, testimonios y pruebas sólidas que han ayudado a esclarecer la verdad y descartar narrativas absurdas.


En 2018, al llegar al poder, Pedro Sánchez nombró Fiscal General del Estado a Dolores Delgado, su ex ministra de Justicia, criticada en la institución por traer personas afines a sus convicciones políticas, como Álvaro García Ortiz, un colaborador y sucesor recién condenado penalmente por revelación de secretos. Aunque Sánchez asegura respetar y acatar el fallo, machaca la inocencia de su protegido. 


A pesar de todas las críticas que se han hecho a las cabezas de la Fiscalía colombiana casi desde su creación, nada se acerca a la descarada manipulación judicial y mediática como herramienta de poder del sanchismo, no sólo para evadir acciones en contra, usuales en Colombia, sino para perseguir adversarios políticos, enemigos para estigmatizar y acosar. A los dos años de inhabilitación a García Ortiz hay que sumarle una indemnización de 10 mil euros por daños morales al novio de Isabel Díaz Ayuzo, principal contrincante política de Sánchez. 


Si bien en la cúpula de la rama judicial española y colombiana persisten discrepancias de politización, más intensa allá, en las bases cabe destacar un paralelo en la investigación criminal: la Guardia Civil y el Cuerpo Técnico de la Fiscalía (CTI) se han consolidado como entes independientes, difíciles de sobornar, amedrentar o infiltrar. 


En su último libro, El laberinto del Parqueadero Padilla, Diana Salinas muestra que esa autonomía empezó hace décadasAclara que la oficina paramilitar allanada en 1998 por el CTI en ese insólito lugar es una “mutación del Cartel de Medellín.. y del Cartel de Cali… los Rodríguez entrenaron a los Ochoa para tener esta estructura empresarial”. Parte del know how provenía de facultades de derecho. Los capturados del Padilla se comunicaban “a través de los abogados, y esos abogados habían sido los de los Ochoa y Escobar”. Además, mantenían perfectamente informado a Carlos Castaño, comandante máximo de las autodefensas. Aún así, los insobornables sabuesos armaron sólidos expedientes que luego se refundieron. ¿Por qué? “El problema lo tiene en su más alto grado la justicia”, responde Salinas. 

Es una lástima que una investigación seria y minuciosa se empañe con deslices como “la conexión con el holocausto” o asimilar “acabar el problema judío con acabar el problema de la guerrilla”. Cualquiera del CTI o la Benemérita reprendería a la periodista por esa flagrante falta de pruebas.  

domingo, 23 de noviembre de 2025

El eterno y obsesivo bolivariano en un país santanderista

 Publicado en El Espectador, noviembre 27 de 2025


En la última entrevista de Daniel Coronell, Gustavo Petro reiteró su esencia bolivariana, desmarcándose del santanderismo. Sobre su altercado con Trump, hizo alusión al período de Independencia, cuando “los soldados eran indígenas y negros y, en cambio, los generales eran blancos y tenían esclavos”. Negó tajantemente que el asunto tuviera que ver con su desplante en las calles de Nueva York invitando a los soldados norteamericanos a rebelarse.


En abril de 1988, cuando Coronell conoció personalmente a Petro, el entonces guerrillero, en plena guerra sucia, también enfatizó ser convencido bolivariano. Tras denunciar la desaparición de varios compañeros habló de “los contenidos de la lucha de Bolívar… la espada que se concreta no en el pedazo de metal que le pertenece al pueblo sino en una propuesta de paz para el país… una nación del tamaño y los sueños de Bolivar. La espada seguirá en manos del pueblo hasta (alcanzar) los objetivos de justicia social, de paz para todos, de verdadera democracia”. 


Días después de la Toma del Palacio de Justicia, desde las “montañas del Cauca”, Alvaro Fayad, Comandante General declaraba que su grupo “fue ante la Corte Suprema de Justicia a entablar una demanda armada y a convocar a un juicio público contra el gobierno de Belisario Betancur. Fue, ante el más alto tribunal de justicia, a solicitar un pronunciamiento sobre la constitucionalidad del Acuerdo de Cese del Fuego y Diálogo Nacional suscrito en agosto de 1984. Fue, ante hombres de honor y leyes, a pedirles asumir conocimiento sobre el cumplimento que hicieran las partes en el desarrollo y ejecución de dicho compromiso, cuyo fin era la paz en su dimensión más pública y humana: la justicia social y la democracia política… Instaurar la demanda, convocar al juicio, eran los objetivos del Operativo Antonio Nariño por los Derechos del Hombre”. 


Difícil concebir un galimatías más incoherente, taimado y demagógico para,  sin el más mínimo arrepentimiento, iniciar el blanqueo de un ataque demencial, presentándose ante una sociedad más santanderista que bolivariana como herederos del Hombre de la Leyes. Destacar las múltiples diferencias entre ambos próceres ayuda a entender la coyuntura política actual. 


La primera y más protuberante es el militarismo. Bolívar pasó buena parte de su vida en campañas militares que dirigió personalmente. “La guerra es mi elemento; los peligros mi gloria” dijo en una carta al General Urdaneta. Santander, abogado de formación, tenía una visión del poder civil y legalista. Aunque participó en la guerra como general, su rol fue más político y, anota David Bushnel, de “administrador minucioso e incansable”. La fijación de este "abanderado consciente del siglo de las luces” por la separación de poderes fue constante. En particular, se preocupó por la rama judicial. La Constitución de Cúcuta buscaba una judicatura independiente y un Senado con  funciones de control sobre el ejecutivo. Bolívar, por su lado, mediante el Decreto Orgánico de la Dictadura (1828), se autoproclamó “Presidente-Libertador” con facultades absolutas, suspendió la Constitución de Cúcuta y gobernó por decreto. Aunque admiraba a Montesquieu consideraba que en las nacientes repúblicas, azotadas por guerras civiles y caudillismo, era indispensable un poder ejecutivo fuerte y centralizado. Una judicatura demasiado autónoma podría convertirse en obstáculo para gobernar. 


Un aspecto curioso del M-19, la izquierda bolivariana, es que, según  Bushnel “los colombianos adheridos al Partido Conservador han valorado más a Bolivar y perceptiblemente menos a Santander que los adheridos al Partido Liberal”. Para un célebre vocero de esta posición, Laureano Gómez, “Santander había sido un mentecato, desmedidamente ambicioso de poder y de lucro, enemigo de la fe cristiana, y cuanta cosa más le sugería su fertilísimo ingenio de polemista”.


Secuela nefasta del excesivo militarismo bolivariano ha sido el reclutamiento de menores de edad. En julio de 1819, Bolívar proclamó la ley marcial. Debían alistarse “todos los hombres desde la edad de 15 años”. Pero eso no impedía que se reclutaran menores, hasta de 6 años. El historiador Tomás Perea anota que “la participación de los menores de edad fue constante, vinculándose al ejército a edades tempranas”. Con una muestra de 134 registros de soldados calcula que el 42% estaban entre 6 y 15 años, superior al 36% de la “minoría civil”, entre 15 y 21, que aún no podía votar. 


Bolivarianos convencidos, los insurgentes del M-19 siempre reclutaron personas muy jóvenes. Bastante revelador de la insensibilidad de Gustavo Petro a esa lacra fue el soberbio “soy comandante y sé de la guerra” como réplica a las críticas por el bombardeo en Guaviare en el que murieron menores de edad. Como si faltaran discrepancias, con argumentos de juristas víctimas de la Toma de Palacio, el santanderismo se fortaleció al conmemorarse los 40 años de esa tragedia. 


REFERENCIAS


AGN (sf). “Documento 134. Carta del Libertador Simón Bolívar al General Rafael Urdaneta 14 de Abril de 1827” Archivo General de la Nación, Documento 1343


Bushnell, David (1968) “Santanderismo y bolivarismo: Dos matices en pugna”. Desarrollo Económico, Vol. 8, No. 30/31, Jul. - Dec., 1968, pp. 243-261


Coronell, Daniel (2022). “El día que conocí a Petro”. Los Danieles, Jun 22


Coronell, Daniel (2025). “Entrevista completa exclusiva a Gustavo Petro, presidente de Colombia”: Univisión Noticias, Oct 21


__________________  “Mis impresiones de la entrevista con el presidente Gustavo Petro”. El Reporte Coronell, W Radio, Oct 22


Decreto Orgánico de la Dictadura de Bolívar (1828, sf) SCRIBD


Fayad Delgado, Alvaro (1985, 2013). “Declaración del Movimiento 19 de abril tras la toma del Palacio de Justicia en Bogotá, en 1985”. Oiga Hermano, Hermana, nov 5


Perea Tobón, Tomás (sf). “Menores de edad en la independencia participación y dinámicas de funcionamiento en el ejército”. Libro Abierto 


RS (2025). ““Soy comandante y sé de la guerra: Petro justifica bombardeo en Guaviare y asegura que desconocía la presencia de menores”. Semana, nov 16


Rubio, Mauricio (2019). “El M-19 y la muchachada del barrio”. El Espectador, Dic 12, Blog personal


Rubio, Mauricio (2025). “Puntillazos a la narrativa del M19 sobre la toma del Palacio de Justicia”. El Espectador, nov 13, Blog personal 

sábado, 15 de noviembre de 2025

Lecciones de periodismo de la generación seducida por el M19

 Publicado en El Espectador, noviembre 20 de 2025



Ramón Jimeno, autor de Noche de lobos, experto en el Palacio de Justicia, ha ignorado evidencia incoherente con la narrativa del M19 sobre ese ataque. Un detalle pertinente es que al autor lo llamaron del M19 para entrevistar a Clara Helena Enciso, única guerrillera sobreviviente de la toma que, según recuerda él, estaba escondida en un lugar de Bogotá al que lo llevaron vendado. Allí la protegían los del Frente Ricardo Franco, verdugos de Tacueyó. Enciso “ya estaba en contacto con el comando del Eme y le hicieron una versión oficial. (Su testimonio) estaba muy ligado a esa instrucción del comando.… Después se abrió más, lloró y contó episodios dramáticos del baño… cuando capturan a Irma (Franco)”, la otra guerrillera que salió del Palacio y luego desaparecieron. 


Jimeno destaca la diferencia entre estas dos insurgentes. “Irma trataba muy duro a los rehenes, era una guerrillera. Clara Elena no lo era… estaba encargada de las comunicaciones y era muy amable con todos”. En su libro la  considera mal preparada para la toma. Su novio, Elvecio Ruiz, encargado por Fayad para dirigir el operativo, se oponía. Ella presionó, fue incluida, pero su entrenamiento no fue militar: “estuvo en la Corte estudiando expedientes sobre la inconstitucionalidad del Tratado de Extradición”. Este dato clave no impidió que Jimeno descartara por absurda la tesis del dinero narco para la toma. Al final, los comandantes, no concedieron el imprimátur. Le informaron a Jimeno que “lo sentimos mucho, no puede usar el reportaje, es una decisión de  la Dirección del M19 para seguridad de Clara Helena”. 


El periodista pregona la teoría de la “ratonera”: los militares sabían de la toma desde antes. Para encerrar y aniquilar al M19, habrían quitado la vigilancia. Pero esa decisión dependía de la Policía, entonces sospechosa de colaborarle a los narcos. Su experiencia y el mismo relato también contradicen la hipótesis. Días después de la masacre, el comando superior del Eme ya operaba normalmente, entregándole a la única testigo viva la “versión oficial” del incidente, supervisando la narrativa y censurando un reportaje. No tenía ningún sentido para el ejército exterminar un grupo guerrillero si la cúpula de mando estaba afuera, sana y salva, prácticamente intacta. Otra evidencia incómoda que Jimeno desdeña. 


Clara Helena Enciso es la médula del libro Noches de Humo, de Olga Behar, quien convivió con ella un mes en México. El mismo Fayad hizo el contacto justo después de la toma para una entrevista que no pudo hacerse. Sorprende que una guerrillera rasa supiera detalles que en un grupo compartimentado pocas personas conocen. Según el libro de Behar, “la negociación (se haría) en el Cauca y los guerrilleros que salieran del Palacio serían trasladados a Siloé y Aguablanca, Cali, donde el M19 tenía gran influencia”. Surge una inquietud: ¿la periodista ya conocía a Gerardo Ardila, importante estratega del M19 con quien se casaría después? Curiosamente, no lo menciona en sus libros, ni siquiera en su autobiografía. Revelar conflictos de interés le parecía superfluo. 


En una entrevista reciente, Behar anota que su primera reacción al enterarse del ataque fue recordar la captura de rehenes de 1980 en la Embajada Dominicana. Aún sospechando, tal vez sabiendo, los objetivos del “juicio armado”, el curso de acción obligado debía seguir el guión revolucionario: un replay de la Chiqui doblegando militares y al gobierno con la guerrilla volando impune hacia Cuba, “territorio libre”.  


Behar revela que la experiencia de Palacio la convenció que, para estar informada, Colombia necesitaba “periodismo comprometido y de autor”: superar los afanes de reportera sometida a los tiempos impuestos por el nieto de Laureano que nunca la censuró y mezclarle ficción al oficio. Así, el libro del humo es una “novela histórica” con cuatro personajes: la justicia, representada por el Magistrado Reyes Echandía, la sociedad civil por Eduardo Umaña Luna, abogado de las víctimas desaparecidas por los militares, Clara Helena Enciso que personifica la guerrilla y los militares tipificados por el Rambo Criollo, un soldado de 21 años que en la retoma salvó rehenes, incluso unos magistrados, pero que, por señalar excesos, fue hostigado y amenazado. Unos brochazos , según esta periodista, bastan para describir el contexto. 


No podían faltar en esa entrevista referencias a Nuremberg y criminales nazis burlándose de sus víctimas judías, para compararlos con militares colombianos  despreciando enemigos guerrilleros en los Consejos de Guerra. Es chocante que periodistas célebres de los ochentas, todavía bajo el embrujo de delincuentes políticos sanguinarios y sin remordimientos, pretendan dictar cátedra en técnicas de reportaje o ética periodística. Sin ninguna duda sabían proteger sus fuentes y cultivar contactos clandestinos. Pero fuera de eso, bastantes periodistas jóvenes podrían instruirlos en rigor, imparcialidad ideológica y, sobre todo, distinguir hechos de opiniones.

sábado, 8 de noviembre de 2025

Puntillazos a la narrativa del M19 sobre la toma del Palacio de Justicia

 Publicado en El Espectador, noviembre 13 de 2025


Para la conmemoración de 40 años de la toma del Palacio de Justicia, dos hijos de magistrados asesinados, Mauricio Gaona y Carlos Medellín, le dieron sendos puntillazos a la leyenda manufacturada por el M-19 y adoptada por sus hinchas. A su vez, Helena Urán ya había confirmado que su padre, Carlos Horacio Urán, salió vivo del Palacio y luego fue muerto por militares. 


Con evidencia aparecida estos últimos años, reforzada por expedientes penales, queda claro que la participación del M19 no se limitó a buscar un estrambótico “juicio armado” al presidente: también cometieron crímenes atroces. El mejor documentado es el de Manuel Gaona Cruz. Se conocen ahora no sólo las circunstancias sino los antecedentes y los motivos del grupo asaltante para asesinarlo. 


Según Lucía Bermúdez, secretaria del Magistrado Nemesio Camacho, los guerrilleros gritaban “¡que salga Manuel Gaona!¡Que salga Medellín!… Solamente llamaban a los Magistrados de la Sala Constitucional”.  José Gabriel Salom, magistrado auxiliar, declaró que salió del baño donde estaba con Gaona. Almarales los tranquilizó: “a ustedes no les va a pasar nada porque son mi última salvación”. Quería sacarlos al fuego cruzado, pero Gaona se rebeló.

  • ¡Salga!, repitió Almarales
  • ¡No! yo no me muevo de aquí… 

Entonces “Almarales dio la orden: acaben con esos (HPs) y nos dispararon… Sentí un fuerte golpe en el hombro izquierdo por la cabeza de Horacio Montoya Gil (Magistrado)… (después) otro tremendo golpe en la cabeza producido por la de Manuel Gaona Cruz”. Salom permaneció bajo ese cuerpo inerte “hasta que ordenaron quitar los cadáveres”. Varios testigos cerca a Gaona presenciaron su ejecución. Jorge Antonio Reina, conductor, recordó que “salí y me quedé en la puerta del baño al lado del doctor Gaona. Un guerrillero le dijo que se hiciera por la orilla… por detrás vino y le disparó en la cabeza, cerca a la nuca. Me tiré al piso. A los que iban saliendo los iban asesinando en el descanso de la escalera”. El magistrado Hernando Tapias Rocha declaró “yo fui uno de los pocos magistrados que se salvó de no ser ejecutado por el M19”.


El día del asalto, la Sala Constitucional de la CSJ iba a discutir la ley que aprobaba el tratado de extradición. El ponente del estudio era el magistrado Gaona que había sido amenazado por los extraditables. La evidencia sobre financiación de la toma por Pablo Escobar es precaria por estar basada en testimonios cercanos a él. Lo que se sabe es que los guerrilleros buscaban magistrados de las salas constitucional y penal. Varios de otras salas pudieron salir.


El levantamiento del cadáver de Gaona se hizo el 7 cuando el ejército había tomado control. La necropsia “revela tres heridas de bala con trayectorias de entrada en el parietal izquierdo, en la cara lateral del cuello derecho, y en el omoplato superior derecho”. En 1986 la Procuraduría, basada en estas pericias y declaraciones juradas de sobrevivientes, atribuyó la muerte de Gaona al M19. En 2020 la Comisión de la Verdad de la CSJ confirmó esa conclusión. “Las trayectorias, distancias de disparo y tipos de lesiones no eran compatibles con fuego cruzado”. 


Interpretando a su acomodo esas pruebas forenses e ignorando las declaraciones de testigos presenciales divulgadas, entre varias otras instancias, por Mauricio Gaona, en una entrevista reciente, Ramón Jimeno, experto en la masacre y soporte importante de la narrativa del M19, afirma categóricamente que “las pruebas de balística confirman que Gaona murió por balas del ejército”. Para sostener esa visión contraria al nuevo consenso, la adorna con falacias. No tenía ningún sentido, dice, “que Almarales los matara después de haberlos cuidado durante 16 horas”. El amable centinela, según sus rehenes, les hizo explícito que ellos eran moneda de cambio, por eso los protegía. Como Gaona se negó a la orden de exponerse a la balacera, el abogado guerrillero ordenó matarlo a quemarropa por la espalda. Jimeno alcanza a enaltecer al asesino: “el único acto humanitario que hubo es el de Andrés Almarales que autoriza la salida de los heridos, las mujeres y los últimos rehenes”. Eso a pesar de que, reitera, “ellos sólo querían un juicio justo”, algo extraño con armas y rehenes. Culmina su incoherencia legitimando un esperpento: si Betancur accede a negociar “¿ellos hubieran cogobernado?… posiblemente sí… Gobiernan ahora y no pasa nada… (no era) el acabose que el M-19 llegara a una negociación de tú a tú”. 


De manera irresponsable y provocadora, Gustavo Petro trinó que “el informe científico forense… determinó que ninguna bala proveniente de armas del M19 se encontró en los cuerpos de los magistrados asesinados en Palacio”. Carlos Medellín reviró: “¡falso, falso, falso!”. Eso no pudo saberse. Pero quedaron testimonios presenciales imposibles de tapar. 


REFERENCIAS


Castro, Cristina (2025) “La muerte del magistrado Gaona fue por arma de fuego de un miembro del M-19: autor del informe de la Comisión de la Verdad”. semana.com, noviembre 3


Correa, Juan David (2025). Entrevista a Ramón Jimeno. Conversaciones Pendiente, youtube nov 6


CR (2025). “El testimonio que cambia la historia del Palacio de Justicia” Entrevista a Mauricio Gaona, Caracol Radio, octubre 24


Gaona, Mauricio (sf). “Manuel Gaona Cruz 1941-1985”. Semblanza, Vida, Muerte, Legado


Gómez Maseri, Sergio (2025). “'El 6 y 7 de noviembre de 1985 se asesinó la justicia, se asesinó la verdad, se asesinó la historia', Mauricio Gaona, hijo de magistrado asesinado”. El Tiempo, noviembre 5


Hernández, Juan Miguel (2025). “Nilson Pinilla: Algunos militares propiciaron la toma del Palacio de Justicia para cobrar represalias contra el M-19”. El País, noviembre 6


Montes, Gustavo, Laura Isabel Sánchez y Paulina Mesa (2025). “Falso, falso: hijos de magistrados asesinados en el Palacio de Justicia responden a Petro”, El Espectador, noviembre 7


Rubio, Mauricio (2025). “Los rehenes y la explicación del M-19 sobre el Palacio de Justicia”. El Espectador, julio 10, blog personal