Publicado en El Espectador, Noviembre 28 de 2013
REFERENCIAS
Columnas sobre la serie
Duzán, Maria Jimena (2013). "No la vuelvo a ver", Semana Marzo 23
Restrepo, Juan Diego (2013). "Las ofensas de 'Tres Caínes'", Semana Marzo 8
El Juicio a Gustavo Bolívar
Las
explicaciones que damos sobre nuestras conductas dependen de una mezcla de
conciencia, recuerdos, expectativas, situación social y entorno físico.
Para
sintetizar la información existiría un sistema cerebral, que Michael Gazzaniga
denomina el interpretador, encargado de elaborar una historia coherente de nuestras
acciones y hacernos creer que actuamos correctamente. Localizado a la izquierda
del cerebro, el interpretador suministra permanentemente explicaciones de los
acontecimientos.
De
la observación de personas con los hemisferios cerebrales desconectados surgió
la idea del interpretador que construye teorías para asimilar lo percibido como
un todo integrado y con sentido. Si a un paciente le presentan dibujos de
eventos comunes, como bañarse o cocinar, después otra serie de figuras y le preguntan
a cada hemisferio cuáles ha visto antes y cuáles no, el izquierdo suele decir
que recuerda figuras no vistas previamente simplemente porque encajan en el
esquema que ha construido alrededor del evento. El interpretador no tiene
inconveniente en acomodar los hechos a la narrativa que va construyendo.
El
de Gazzaniga es un mecanismo cerebral, pero se puede proponer una extensión
para la sociedad colombiana, en la que también se ha consolidado un
interpretador situado a la izquierda.
Un
incidente ilustrativo de cómo una selecta minoría pretende monopolizar el
relato e interpretación del conflicto fue el juicio a Gustavo Bolívar,
guionista de los Tres Caínes, en un espacio televisivo memorable por su aroma
soviético. “¿Estamos listos para contar la historia de los Castaño en TV?” fue
la trascendental pregunta que se hicieron varios intelectuales. “Yo no veo los
canales nacionales, lo confieso de entrada” fue el abrebocas desde el banco
acusador. “Yo me senté juicioso el primer día, el segundo día y debo confesar
que no resistí el tercer día” anotó otro inquisidor mejor informado sobre el
guión. En la misma semana que empezó a ver la serie, la anfitriona del evento
optó por “no volverla a sintonizar” y después hizo pública su decisión.
Como
este enjuiciamiento tuvo lugar tras sólo cinco capítulos de los setenta y cinco
previstos, el libretista invitó a sus inculpadores a un debate después de la
serie. Se supo entonces que el lío no era sólo el dramatizado sino la
programadora RCN: por no tener sensibilidad social, ni haber mostrado la
actitud correcta durante el gobierno Uribe. “El canal ha adolecido de falta de
crítica y se ha plegado mucho al poder”.
“Absolutamente
no estamos listos para contar esa historia, porque es muy reciente, porque las
víctimas de los Castaño están vivas”. Tan categórica sentencia por la misma
época de publicación de la Memoria Histórica, centrada en esas víctimas, lleva
a preguntarse si la narración del conflicto es prerrogativa de un exclusivo
círculo o si el pecado fue atreverse a lanzar un dramatizado con audiencia
masiva sin el correspondiente imprimatur.
Las
negociaciones en Cuba exigen unísono y el guionista de los Tres Caínes, con
“Sin tetas no hay paraíso” en su prontuario, es algo díscolo y podría no decir
lo que toca. La inquietud la hizo explícita desde antes del juicio uno de los
interrogadores al preguntarse si la serie “entorpecía, ideológicamente, el
proceso de paz que avanza en La Habana”. Para no revictimizar, ni estigmatizar,
ni sabotear los diálogos se requieren filtros, consensos, eufemismos y la
prudente guía de quienes sí conocen los requisitos de una reconciliación y
saben cuándo estaremos listos para ver dramatizados de los capos en TV. Aunque
aún no está maduro el mecanismo de control que implícita pero intensamente
añoraron los acusadores, se puede intuir que no será censura autoritaria sino
un dispositivo sensible, tolerante, diverso, progresista y democrático.
Al final de este tribunal de opinión el inculpado, contra
las cuerdas, pidió clemencia: “yo he militado en la izquierda toda la vida, me
he considerado un tipo de izquierda, ustedes me conocen”. Gustavo Bolívar debió
aprender que en Colombia no basta sentirse de izquierda para poder decir algo
sobre los paramilitares sin enfrentar la aplanadora de un interpretador ya bien
posicionado.
REFERENCIAS
Gazzaniga, Michael (1998). The Mind´s Past. Berkeley: University of California Press.
Columnas sobre la serie
Duzán, Maria Jimena (2013). "No la vuelvo a ver", Semana Marzo 23
Restrepo, Juan Diego (2013). "Las ofensas de 'Tres Caínes'", Semana Marzo 8
El Juicio a Gustavo Bolívar
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