domingo, 6 de abril de 2025

La fascinación con algunos guerreros: extensión del Síndrome de Estocolmo

 Publicado en El Espectador, Abril 10 de 2025 


Sorprende y preocupa que los líderes del M-19 afianzaran la fábula de su lucha armada por la paz. Se sabe que, dirigidos por un seductor colosal, encantaron militantes, incluso menores. Además, conquistaron periodistas influyentes que relataron sus hazañas silenciando un evidente conflicto de intereses. Esa complicidad clasista no existió con las FARC ni con otras guerrillas. Nadie glorifica a Tirofijo, o al Cura Pérez, como adalides de la paz. 


En 1973, una cajera de banco sueca se enamoró del asaltante que la mantuvo retenida varios días. Los efectos hormonales y psicológicos propuestos para explicar el Síndrome de Estocolmo -eventual vínculo entre captores y rehenes- también ayudan a entender la atracción, reforzada, cuando quien los padece comparte las razones del violento para atacar al enemigo. El miedo con empatía potencia el enamoramiento: este sería el Síndrome de Esto-es-el-colmo. Unos ejemplos lo ilustran. 


Cuando Antonio Navarro ayudaba a Laura Restrepo a recuperarse del susto por un tiroteo, Olga Behar andaba con Iván Marino Ospina y su combo. Había decidido exponerse pidiéndole a Álvaro Fayad que la llamara cuando fueran a firmar la paz. Quería “ir al monte para bajar con la guerrilla hasta Corinto”, participar en la guerra, y lo logró. Eran las 11 am cuando “sentimos el ruido de las aspas. Bajemos, fue la orden y comenzó la caminata… Íbamos muy cargados… descendimos por trochas angostas, enredadas en un paisaje paradisíaco… Los guerrilleros cantaban… De pronto… la ráfaga. Era un ataque hacia nosotros”. Ospina comandaba: “hay unos sesenta hombres, son soldados que nos disparan…fusiles adelante, pistolas y desarmados atrás”. Había desventaja. “Ráfagas de metralleta y fusiles y cohetes hacían un dramático coro. El ejército estaría a unos 1.000 metros”. La intrusa pidió “una chaqueta oscura, para no ser blanco de ataques”. No aceptó la retaguardia: “me quedo, a ver si aprendo algo… Todos los disparos venían del lado izquierdo (después) desde el lado derecho”. Creían estar rodeados cuando llegó corriendo un campesino y gritó “no disparen, es Navarro Wolff”. Tan peligroso ajetreo deja marcas indelebles que pueden después parcializar relatos como “Las Guerras de la Paz” o “Noches de Humo”. 


Antes de elecciones de mitaca en 1982, el M-19 invitó a María Jimena Duzán a un campamento. Tras varios días “en poder de la guerrilla”, el pánico empezó de madrugada con un guardia: “levántese y póngase las botas. Estamos en emergencia. Interceptamos una radio de los chulos (Ejército) y decían avancen”. En segundos temblaba del susto. Alguien gritó: “Alto, ¿quién es?”. Inmediatamente todos al suelo. “Allí estaba yo, sumergida en la inmensidad del fango, con tipos armados, en posición de ataque, en una noche sin luna. Ví la muerte cerca. Y todo por un armadillo”. A pesar del pánico no huyó. Para reiniciar el diálogo le comunicó a Bateman que “si no me enseñaba a manejar una pistola, me volvería loca”. 


Alexandra Pineda, “invitada” con Pacheco para entrevistar al líder, describe la eficacia de mezclar intimidación con gestos cordiales. Bateman “soltó una carcajada que estalló como una gran insolencia en medio de aquel ambiente salpicado de temores y amenazas. Tiene risa fácil, casi permanente, que no desaparece ni siquiera cuando profiere amenazas tan terribles como impedir las próximas elecciones… Estábamos allí, sentados con ese costeño indolente y audaz. Y se ríe. Se ríe a carcajadas del temor y del peligro, de la guerra y del susto que por su culpa se lleva la gente… pero asegura que ama la paz, que la desea y cree en ella. Es imposible negar el valor y la honestidad de alguien que se juega la vida por un ideal tan noble como la patria”. El reportaje termina con una exhortación. “Entonces uno piensa que con esa misma sonrisa en los labios es capaz de todo lo que dice: de desatar una guerra y hacer correr la sangre pero no sólo en los campos sino en las calles. O crear las condiciones para un golpe de Estado, convertir este país en un volcán en erupción, hacer estallar el polvorín de una lucha fratricida … Y entonces uno se pregunta si no vale la pena evitarlo”. Como pregona el fascismo, la paz estable y duradera se construye con intimidación, reflexiona la progre cronista. 


Hace años, pensé que si contactaba a estas periodistas, directamente o por amistades comunes, podríamos hablar del asunto. Qué ingenuidad. La connivencia con el Eme está sellada con evasivas, incluso indignación con quien pretenda desafiarla. Es la misma actitud de Aureliano: asustar a quien discrepe y machacar la quimera de una gesta insurgente por la paz. La izquierda no petrista mantiene su silencio sepulcral sobre la violencia del M-19, sin molestarse por entender los ya inocultables delirios y desvaríos presidenciales.


REFERENCIAS


Behar, Olga (1985). Las Guerras de la paz. Planeta


Dutton, Donald & Arthur Aron (1974). "Some evidence for heightened sexual attraction under conditions of high anxiety". Journal of Personality and Social Psychology, Vol 30, nº 4, 510-517. Versión digital 


Guéguen, Nicolas (2014). Psychologie de la séduction. Paris: Dunod


Meston, Cyndy & Penny Frhlich (2003). "Love at First Fright: Partner Salience Moderates Roller-Coaster-Induced Excitation Transfer". Archives of Sexual Behavior, Vol. 32, No. 6, December 2003, pp. 537–544. Versión digital


MJBC (1992). “Bateman. La Revolución es una fiesta”. Movimiento Jaime Bateman Cayón, Scribd


Rubio, Mauricio (2011). “Un legado del M-19: el síndrome de Esto-Es-El-Colmo”. La Silla VacíaNov 8


Rubio, Mauricio (2014). "Un comandante arrollador". El EspectadorAbril 24


Rubio, Mauricio (2014). "Entre la ansiedad y el deseo". El Espectador, Agosto 21


Villamizar, Darío (1995) Comp. Jaime Bateman. Profeta de la paz. COMPAZ, Compañía Nacional para la paz