domingo, 23 de marzo de 2025

El periodista, su misteriosa colega y los grandes capos

Publicado en El Espectador, Marzo 27 de 2025



Cuando César Gaviria nombró Ministro de Salud a Antonio Navarro Wolff, ex comandante del M-19, tras su desmovilización y conversión en un movimiento político, el novato líder duró poco en el cargo, a pesar de su sólida formación en competencias de esa entidad. 


Navarro Wolff es ingeniero sanitario. Obtuvo su título en 1972 en la Universidad del Valle, donde también fue profesor. Posteriormente se especializó en Ingeniería del Medio Ambiente becado en el exterior.


Antes de vincularse a la guerrilla y a la política, fue asesor del Departamento de Medicina Social en la Universidad del Valle, coordinador del Centro de Investigaciones Multidisciplinarias para el Desarrollo Rural (CIMDER), asesor internacional, director del Plan de Estudios de Ingeniería Sanitaria en la misma universidad y consultor privado.


A pesar de este respetable curriculum, Navarro renunció al Ministerio de Salud para aspirar a la Asamblea Nacional Constituyente por la Alianza Democrática M-19 (AD M-19) que alcanzó 19 delegados. Resultó elegido para una de las tres presidencias, junto con Álvaro Gómez Hurtado y Horacio Serpa Uribe.  Según Alberto Giraldo en su libro Mi Verdad, para la Constituyente “Navarro fue beneficiario de la generosidad política de los Rodríguez Orejuela”. Precisa que en enero de 1990, en vísperas de las elecciones presidenciales, “fui contactado por una veterana periodista que se había incorporado al M-19 cuando este grupo guerrillero negoció con el presidente Virgilio Barco su reinserción a la vida civil”. Esta enigmática colega se había hecho “íntima amiga del carismático jefe guerrillero Carlos Pizarro Leongómez quien aspiró a la presidencia en 1990… la periodista vivió en carne propia el suicida atentado que le hicieron a Pizarro en un avión de Avianca”. Al candidato asesinado, como cabeza del nuevo partido, lo sucedió Navarro quien súbita y sorpresivamente se encontró “con la responsabilidad de mantener las apetencias de poder de los rebeldes”.


En tales circunstancias, la misteriosa periodista no solamente “cambió de candidato de la noche a la mañana” sino que se preocupó por “asegurar una fluida financiación que garantizara un debate exitoso”. Era claro que los muchachos del Eme, inexpertos en la lucha proselitista sin armas contaban con amplio apoyo popular, sobre todo entre la juventud, pero lamentablemente estaban “escasos en recursos de tesorería”. También según Giraldo, “aquí intervino la periodista a quien yo conocía de tiempo atrás. Me sugirió el apoyo de los Rodríguez Orejuela para el esfuerzo democrático del M-19. Yo hablé con Gilberto y Miguel Rodríguez y los dos aceptaron una primera donación de cincuenta millones de pesos”, equivalentes a más de mil millones de pesos de hoy. 


Quien fuera luego reconocido, tras el escándalo del proceso 8.000 sobre financiación ilegal de la campaña presidencial de Ernesto Samper, como embajador del Cartel de Cali en Bogotá, da detalles sobre el encuentro con ellos en aquella búsqueda de recursos vitales para la democracia. La primera cita habría sido donde Navarro: “La periodista me recogió y yo llevaba el aporte de los Rodríguez, en un paquete sencillo. Los billetes eran de 5.000 pesos y estaban ordenados en bloques de cinco millones”. Hablaron de las aspiraciones de Navarro con una nueva Magna Carta. Él estaba confiado porque “los colombianos quieren el cambio y nosotros vamos a darlo”. A diferencia de los pesos, cuya cotización se reduce inexorablemente con la inflación y el paso de los años, el sentido de ciertas palabras como Cambio parecería, cual lingote de oro, mantenerse e incluso fortalecerse. 


Después de la generosa y desinteresada contribución, el antiguo insurgente convertido en político habría agradecido a los Rodríguez “que siempre han estado presentes en la historia de mi familia”.


Siempre según Alberto Giraldo, el padre de Navarro, Rafael Navarro Uribe, aunque originario de Pasto, se habría trasladado a Cali para educar a sus hijos. Allí habría sido un exitoso distribuidor de telas “cuya secretaria era hermana de Gilberto Rodríguez Orejuela, por esa época vendedor de una farmacia caleña”. De esta manera, Navarro padre y Rodríguez Orejuela habrían tenido “relaciones cordiales pero sin ser profundas”.


Es imposible encontrar información pública sobre la familia de Antonio Navarro salvo que su madre era María Emma Wolff Pizarro. Debe por lo tanto colegirse que el conocimiento de este vínculo paterno del político vino por el lado Rodríguez Orejuela. 


Ese punto sin embargo, es menos pertinente que tratar de identificar a la misteriosa colega periodista conocida de tiempo atrás por el emisario de los grandes capos. Sobre ella se pueden elaborar conjeturas con el testimonio de quien también infringió la ley, con delitos mayores, pero que, por insólitas razones, muchísimas personas consideran más confiable que el “loco Giraldo” y su bitácora como relacionista público del Cartel de Cali. 


REFERENCIAS


Giraldo, Alberto (2005).Mi verdad. Planeta pp. 91 a 93