Publicado en El Espectador, Junio 30 de 2022
Lo que el chavismo hizo con Venezuela no podría replicarse, así un gobernante con esa ideología se lo propusiera. El mundo cambió.
Sin contar la favorable situación petrolera, hubo otros factores, como las supersticiones y la debilidad por la magia, que fueron aprovechados por el régimen castrista para “sembrar de santeros las oficinas públicas, los ministerios y los estamentos militares” del vecino país.
A finales de 2012 cuando Chávez recibía un tratamiento contra el cáncer que acabaría con su vida, la televisión oficial transmitía “los rezos de los chamanes indígenas del Amazonas”. Una ceremonia santera fue mostrada en directo desde La Habana.
El ex vicepresidente de operaciones de Aeropostal anota que con Chávez “aumentaron las relaciones con Cuba y la aerolínea tuvo que inaugurar dos vuelos a La Habana. Los militares me pedían pasajes como favor personal: iban a iniciarse en la santería”. La empresa contaba con unos 400 trabajadores en el aeropuerto de Caracas. “En menos de un año la mitad comenzó a vestir ropa completamente blanca y a mostrar los collares santeros”. También abrió oficina en Cuba con seis trabajadores, tres devotos de la santería.
Durante años, el rumor de que en Miraflores se practicaban ceremonias peculiares fue persistente. Los ritos tenían un componente político. “Militares y personal de seguridad asistían a las citas con santeros internacionales, acudían a sus bailes pero también hacían consultas secretas”. Desde un hotel en la ciudad de Maracay los sacerdotes “lanzaban mensajes políticos, interpretaban la nueva realidad nacional y hacían vaticinios”.
A Chávez los santeros le habían asegurado que cuando Simón Bolívar estuvo en Haití el prócer Alexandre Pétion, su aliado en la defensa de los esclavos, lo había iniciado en el vudú. En pocos años la santería cubana se extendió de la élite gubernamental a sectores populares familiarizados con lectura de cartas, invocación de muertos y espiritismo. La santería se volvió “religión oficial del chavismo” explica Germán Ramírez, un santero que organizó durante décadas la fiesta anual en honor a Santa Bárbara-Changó y que ganó privilegios en las Fuerzas Armadas. Cada año, la celebración se hacía en el Círculo Militar de Caracas. Asistían ministros, altos mandos y empresarios que disfrutaban banquetes y artistas como Oscar d’León, Fania All Stars o Celia Cruz.
Quienes presenciaron los rituales de iniciación de Hugo Chávez señalan que era hijo de Changó, “espíritu guerrero, dueño de los truenos, al que se le atribuye la fuerza y la virilidad”. Su fama superó el ámbito castrense. Policías y abogados santeros buscan que Changó sea su padrino. Quienes realizan operativos peligrosos lo invocan, “le piden que los haga invisibles frente a los malandros y muchos de ellos dan fe de que las peticiones son efectivas”. Si se encomiendan, salen ilesos.
Por ser efectiva, la deidad, extendió su popularidad al bajo mundo. Un negocio de figuras de santos, vírgenes, velas, cirios e imágenes de Chávez creció continuamente desde principios de este siglo, en especial entre empleados públicos, “donde la santería penetró en casi todos los escalafones”. Buscan ascender en su trabajo, además de “atraer dinero y contra la envidia”. Eso sí, mantienen la esencia del discurso socialista.
En algunos barrios, Changó fue reemplazado por el “malandro Ismael” con su “gorra girada de medio lado, una pistola visible en la cintura y un cigarro de marihuana en la boca” que lo distinguen del resto de santos. De él se sabe que fue un delincuente abatido hace 30 años cuya tumba se convirtió en lugar de peregrinación a donde acuden malandros a pedirle ayuda antes de algún robo o asesinato por encargo. Está rodeado de 13 malhechores y de una mujer a la que se atribuye la protección a las víctimas de violencia doméstica.
Noel Márquez, músico, cultor -que adora o da culto- y presidente de la Fundación Grupo Madera, ha liderado el activismo a favor de Chávez, con quien compartió abiertamente la santería. Tocaron juntos y en la última edición de Aló Presidente el comandante se presentó como maraquero del grupo. Los tambores son considerados sinónimo de santería y espiritismo pues “con sus repiques se llama a los muertos”. Márquez, insurgente desde los años de guerrilla urbana anota que “el 90% de la música del Caribe va de la mano de la religión y la creencia dominante es la santería”.
Los acuerdos con el régimen castrista tuvieron amplias repercusiones. Incluso Nicolás Maduro, quien se presentaba como agnóstico y ateo, admitió luego ser “un hombre profundamente cristiano” inducido por “su guía político y espiritual, Hugo Chávez”
Sin ofrecer detalles, Cuba acepta que ha ofrecido entrenamiento y asistencia militar en Venezuela. Por el contrario, destaca el "ejército de batas blancas", unos veintidosmil médicos y enfermeras que apoyan el sistema sanitario en barrios marginales pobres bajo el programa social ‘Misiones’.
REFERENCIAS
Placer, David (2017). Los Brujos de Chávez. La magia como prolongación de la política. La Hoja del Norte