martes, 1 de junio de 2021

A la revolución le conviene la pobreza

 Publicado en El Espectador, Junio 3 de 2021


Muchas personas que protestan son insensibles a la ruina del sector productivo. Parecerían promoverla para cambiar el sistema al costo que sea. Manipulan la miseria con fines políticos.


Guaicaipuro Lameda (1954) es un general retirado del ejército venezolano. Ingeniero graduado en EEUU, en el 2000 fue nombrado por Hugo Chávez presidente de PDVSA, la petrolera estatal. Tras serias discrepancias con el comandante y su gabinete fue expulsado en 2002 de la "Revolución Bolivariana". En octubre de 2012 la periodista Carla Angola le hizo una entrevista que ayuda a entender lo que pasó en Venezuela y podría anunciar lo que le espera a Colombia si triunfan el fanatismo y la demagogia. 


Lameda recuerda el día que organizó una reunión con Chávez para discutir la seria crisis económica, con señales de alarma en todos los indicadores. Otro asistente, Jorge Giordani, del Partido Comunista, Ministro de Planificación encargado de implantar en Venezuela el socialismo, preguntó qué iban a discutir. Al saber que se analizarían las desastrosas perspectivas quinquenales, Giordani anotó: “mire, General, ¡usted todavía no ha comprendido la revolución! Se lo explico: esta revolución se propone hacer un cambio cultural, cambiarle a la gente la forma de pensar y de vivir, y esos cambios sólo se pueden hacer desde el poder”.  Como el piso político se lo daba al régimen la gente pobre, era necesario que permanecieran así. Solo después se podría hablar de creación y redistribución de riqueza: “hay que mantenerlos pobres y con esperanza".




Lameda preguntó cuánto tardaría esa transformación cultural. Fue informado que  una revolución tarda unos 30 años. “Toma al menos tres generaciones: los adultos se resisten y se aferran al pasado; los jóvenes la viven y se acostumbran, y los niños la aprenden y la hacen suya”. Tras una acalorada discusión, ese día terminó la colaboración del presidente de PDVSA con el régimen chavista. 


La insólita teoría de la importancia estratégica de la pobreza ya la había escuchado Lameda cuando Chávez lo envió a La Habana para convencerlo de la necesidad de ayudar a Cuba desde Venezuela y también para que recibiera “inducción revolucionaria”. El mismo Fidel Castro le dijo sin rodeos: "para mantenernos, necesitamos unos 4.000 millones de dólares al año. Más de eso estorba, la gente empieza a vivir bien y se acaba el discurso de la pobreza".


La reunión con Giordani le confirmó al presidente de PDVSA la estrategia económico-politica de doble filo llevada por los cubanos a Venezuela para que el chavismo se aferrara al poder: ser adalid de los pobres y derrotar al adversario, los ricos. Dividir al país en dos equipos irreconciliables. Los primeros, sus amigos, son los de abajo y los de arriba, “majunches, oligarcas, golpistas, pitiyankis”, son el enemigo. Se deben atender los estratos más desamparados, la gente que siempre fue pobre, para darle el mínimo que nunca tuvo. “Eso tomaría tiempo, así que la revolución se lo da de inmediato. Se les convence de que su mayor riesgo es perder lo que ahora tienen”. Se traza una raya arbitraria a partir de la cual están los contrincantes, más costosos de satisfacer. A ellos se les crean privaciones para “provocarlos y mantenerlos como un rival del gobierno y, por lo tanto, de los pobres”.


El mensaje enviado por Chávez y Fidel Castro con Maduro, su pupilo consentido, fue claro: un chofer puede ser vicepresidente. Con Capriles se decía que “la oficina de Maduro sería el autobús del progreso” que él conducía. La hoja de ruta es simple: ofrecer lo mínimo desde ya, regalar necesidades básicas y prometer mejorar el nivel de vida algún día. “El elemento vitalizador de la esperanza es el proceso electoral. Es allí donde se afinca la revolución para dar, prometer y remolcar”.



Lameda recuerda cuando PDVSA otorgó créditos por 600 millones de dólares a los campesinos. A unos les dieron préstamos para maquinaria, a otros para insumos y a unos pocos les asignaron a dedo el gran negocio de venderle a los agricultores. El gobierno estaba seguro de que ninguno de los favorecidos se convertiría en productor. “Entregaron todo fuera del tiempo de siembra” o sencillamente no cumplieron lo prometido. Además, congelaron los precios de los productos. El Partido Socialista Unido de Venezuela tenía la lista de todos los que recibieron créditos: los llevaron a votar en el mismo camión utilizado para ir a buscar insumos.  

Algo similar pasó en las elecciones presidenciales de 2012 con los millones de inscritos en la Misión Vivienda: los transportaban a votar en mesas especiales. En 2017, el régimen creó el “carné de la patria” documento de identificación para obtener alimentos y para votar. Así, democráticamente, la revolución bolivariana y la miseria avanzaron impulsadas por los pobres, en beneficio de militares, acólitos intelectuales y criminales enquistados en el poder. 


Agradezco a Carmen Virginia Carrillo la referencia a la entrevista


https://saladeinfo.wordpress.com/2013/02/13/los-pobres-tendran-que-seguir-siendo-pobres-los-necesitamos-asi/

https://www.bbc.com/mundo/noticias/2014/06/140619_venezuela_giordani_maduro_dp