Nadie entiende por qué una profesora universitaria española de 40 años se enamoró de un colombiano de 20, “típico chungo y malote de barrio”, que acabó asesinándola.
Mati y Nelson se conocieron cerca de Madrid. Ella era “culta, amante del buen vestir y muy cuidadosa de su aspecto físico”, y él un macarra, “con el típico look descuidado de pandillero". Mantuvieron una tormentosa relación por varios meses. Nelson la maltrataba, Mati lo denunció y obtuvo una orden de alejamiento. No era la primera vez que la justicia le impedía acercarse a una mujer. A pesar de los antecedentes, incumplieron la orden dictada para protegerla. En Noche Vieja se reunieron donde ella; estaban solos y nadie sabe por qué pelearon. Hacia las 10 pm, Nelson le asestó siete puñaladas y se entregó a la policía. Ella falleció a la madrugada en el Hospital.
“Él no era trigo limpio”, dicen los amigos de Mati. Había acuchillado a un portero y en una pelea le abrió la cabeza de un botellazo a su contrincante. En dos años estuvo detenido doce veces por lesiones y amenazas, pero su verdadero prontuario fue como menor de edad. “Deja a mi hijo, no te conviene y te acabará maltratando” le había advertido a Mati su suegra.
En su blog “Crónicas Bárbaras”, Manuel Molares do Val acusa al feminismo radical de que “pocos medios informativos se atrevan a recordar que hay mujeres que se entregan voluntariamente a hombres violentos sabiendo que pueden matarlas”. Para él, Mati estaba sexualmente enganchada a Nelson. “Mujeres así se convierten voluntariamente en esclavas sexuales de posibles asesinos. Los siguen por el placer físico que les proporcionan”. También critica al activismo por convertirlas en víctimas totales, sin ninguna responsabilidad sobre su propia suerte, como menores de edad. Opina que algunas muertes se podrían prevenir si se evitaran los “machos violentos, por placenteros que sean: el maltratador es más peligroso cuanto mejor amante es”.
Molares do Val se ganó un regaño por ser ideólogo del patriarcado. Octavio Salazar, “feminista, padre queer”, opina que misóginos así “responden a una de las estrategias más repetidas en estos tiempos neomachistas”: la desconexión entre la violencia de género y “las estructuras de desigual poder entre mujeres y hombres que la provocan”. Considera peligroso sostener que algunas “se entregan voluntariamente a maltratadores”; quienes piensen eso tienen, según él, como “objetivo último, no confesado, mantener un orden de privilegios al que no están dispuestos a renunciar”. Sin referirse al incidente concreto entre Mati y Nelson, afirma que ella, como todas las mujeres, fue víctima “de unas relaciones de poder en las que nosotros continuamos siendo el sujeto dominante y ellas las sometidas”.
Este trágico romance madrileño es raro pero no único. A los hombres más violentos nunca les falta pareja. Narcos, paras, guerrilleros y pandilleros duros como Nelson siempre cuentan con varias mujeres no siempre forzadas o engañadas, a veces educadas, como Mati. En los EEUU, los condenados a muerte tienen exceso de demanda y escogen entre varios amores por correspondencia. Xenia King, por ejemplo, es inglesa y está enamorada de un asesino norteamericano. Lo conoció por internet y ha ido a visitarlo varias veces. La periodista Sheila Isenberg escribió un intrigante libro sobre “Mujeres que aman hombres que matan”. Después de estudiar varios casos piensa que sí existe esa extraña atracción que cuadra con la dependencia de quienes están prisioneros. Entrevistó a un psiquiatra estudioso de estos amores para quien "es difícil imaginar algo más excitante que tener el control sobre alguien lo suficientemente poderoso como para quitarle la vida a otro".
Un terapeuta italiano especializado en fracasos de pareja llama “besadora de sapos” a la amante que espera “transformar con amor a cualquier hombre” y “enfermera de turno” a la altruista que necesita dolor, sangre y heridos de quien ocuparse. Estos perfiles complementan, sin excluirla, la tesis de Molares do Val sobre Nelson y Mati: “una deidad sexual, dominante e iracundo, como Zeus, cruel y terrible, padre de dioses y hombres, que mata ocasionalmente con sus embestidas”.
Salazar el feminista ilustra el aspecto más deprimente de la militancia: la absoluta falta de curiosidad e imaginación, la visión obtusa y monótona. De San Francisco de Asís y el Marqués de Sade simplemente destacaría que fueron machistas; el mismo discurso para dizque entender a cualquier mujer, incluso a una insondable como esta profesora de química, antítesis de la sometida, que vivió a su aire, haciendo lo que le dio la puñetera gana, hasta reincidir como víctima. Molares do Val la califica de estúpida. Ambos olvidan que otras intrépidas optan por actividades o deportes extremos, con mucha adrenalina, con emergencias y accidentes que no siempre las disuaden. Allá ellas.
Alvarez, M J (2017). "El asesino de la mujer de Rivas tenía otra orden de alejamiento sobre una pareja anterior". ABC.es Ene 3
Alvarez, M J (2017) "Este es Nelson: el presunto asesino de la profesora universitaria de Rivas". ABC.es, Ene 4
Isenberg, Sheila (1991). Women Who Love Men Who Kill. New York: Simon & Schuster.
Molares do Val, Manuel (2017). "Víctimas de su sexismo". Blog Crónicas Bárbaras, Ene 10
Nardone, Gorgio (2011). Los errores de las mujeres en el amor. Madrid: Contextos
Salazar, Octavio (2017). "Víctimas del patriarcado, no de su sexismo". Blog Mujeres, El País, Ene 11