martes, 2 de junio de 2015

Juguetes de niñas y de niños

Publicado en El Espectador, Junio 4 de 2015
Reproducción de la columna después de la gráfica





Noruega: La paradoja de la Igualdad


Algunas diferencias entre mujeres y hombres tienen un mayor componente innato del que se acepta. 

Un mito intelectual muy arraigado es que la preferencia de las niñas por las muñecas, y de los niños por juguetes mecánicos, son gustos totalmente aprendidos. A partir de este axioma se derivan explicaciones para un abanico de conductas masculinas y femeninas que se podrían modificar con una educación más igualitaria. La elección de oficio o profesión sería otra secuela de esta socialización diferenciada.

No se trata de desconocer lo evidente: que los juegos, el ejemplo y la enseñanza moldean los roles de género. Pero cualquiera que haya criado sabe que desde siempre a las niñas les encantan juguetes que no atraen a los niños y viceversa. Quienes más imponen segregación y normas diferenciales son los mismos párvulos cuando están sin vigilancia. La educación puede moderar o reforzar esa terca inclinación, espontánea desde los primeros años.

Los experimentos en los que niñas y niños eligen sus juegos no permiten destacar la importancia de lo innato sobre lo aprendido pues los gustos pudieron ser moldeados antes. Simon Baron-Cohen, experto en autismo, ha reducido progresivamente la edad para estas pruebas. Observa que un día después de nacer, los bebés hombres fijan más su atención en fotografías de aparatos que de caras, una preferencia contraria a la de las bebés mujeres. Anota que esto refleja diferencias cerebrales innatas que pueden ser importantes, como en los niños autistas, que considera el caso extremo del cerebro masculino. 

Igualmente reveladoras son las niñas con hiperplasia suprarrenal congénita (CAH es la sigla en inglés) que estuvieron expuestas, antes de nacer, a un exceso hormonal masculino. Aunque criadas según su sexo genético femenino, estas infantes escogen juguetes de niño y sus juegos son más violentos que los de niñas libres del síndrome. 

Los monos verdes (Cercopithecus aethiops) y los Macacus Rhesus presentan el mismo dimorfismo: puestos a elegir entre juguetes con ruedas o peluches, los machos se inclinan por objetos mecánicos que les permiten mayor actividad física mientras las hembras prefieren los peluches. 

Camille Paglia, feminista disidente y evolucionista, no sólo reconoce que estas preferencias son naturales sino que ve allí ventajas acumuladas. “Cuando cruzo cualquiera de los grandes puentes norteamericanos pienso: los hombres han hecho esto. La construcción es una sublime poesía masculina. Cuando veo una enorme grúa sobre una tractomula me detengo con veneración y reverencia, como en una procesión religiosa. Qué poder de concepción, qué grandiosidad". Piensa que si ese capítulo de la civilización hubiera sido dejado en manos femeninas, "todavía estaríamos viviendo en chozas de paja”. 

La Paglia es una excepción. El rechazo de las preferencias  innatas  está tan aclimatado en las ciencias sociales y los medios que tuvo que ser un humorista el encargado de rescatarlo. Las ciencias naturales están ocupadas en sus laboratorios y no parecen interesadas en convencer a intelectuales idealistas de que no desprecien a Darwin, como los creacionistas. Una paradoja que quiso investigar el comediante para la cadena NKR es que en Noruega, la sociedad más igualitaria del planeta, donde el sistema educativo ha hecho esfuerzos increíbles por erradicar los estereotipos de género, se ha mantenido en las últimas décadas una situación estable: 90% de los ingenieros son hombres y una proporción similar de quienes trabajan en enfermería son mujeres. No se trata de discriminación en la escuela: ellas son mejores que ellos en todas las materias, menos en deporte. El gobierno ha emprendido infructuosamente programas para reclutar ingenieras y enfermeros. Personas entrevistadas explican el asunto con candidez: “la construcción sigue siendo cosa de hombres, es sucia, hay que derrumbar" dice un ingeniero. Una enfermera anota que no le interesan los computadores, le parecen aburridos, nada que ver con "encontrar personas cada día y hablar con ellas". 

A pesar de esa diferencia tan persistente entre oficios masculinos y femeninos, que tal vez tiene origen similar a la inclinación infantil por juguetes distintos, Noruega es el país con menos discriminación por género, tuvo una mujer a la cabeza del gobierno en 1981, y actualmente es el mejor lugar del mundo para ser mamá. En una sociedad pacificada y desarrollada, con buena seguridad social, en la que con cualquier oficio se vive bien y se escoge trabajo de acuerdo a las preferencias, no se plantean dilemas entre maternidad y capacidad económica, o acceso al poder. Las mujeres se dedican a lo que les gusta, no se angustian porque los hombres jueguen con máquinas, ni temen que por eso las van a agredir. 


REFERENCIAS

Balthazart, Jacques (2010). Biologie de l'Homosexualité. Wavre: Mardaga 

Elliot, Lise (2010). Pink Brain. Blue Brain. Oxford: Oneworld


Elliot, Lise (2010). "The Truth About Boys and Girls" en His Brain Her Brain. How We're Wired Differently. Scientific American Mind. May/June


Paglia, Camille (1991). Sexual Personae. Art and Decadence from Nefertiti to Emily Dickinson. New York: Vintage Books


Williams, Christina & Kristen E. Pleil (2008). “Toy story: Why do monkey and human males prefer trucks? Comment on “Sex differences in rhesus monkey toy preferences parallel those of children” by Hassett, Siebert and Wallen. Horm Behav. Aug; 54(3): 355–358