viernes, 17 de febrero de 2017

Mitos sobre la crianza

Publicado en El Espectador, Febrero 23 de 2017
Reproducción de la columna después de las gráficas







“¿Tienen los padres un efecto importante en el desarrollo de la personalidad de sus hijos? Este artículo examina la evidencia y concluye que la respuesta es no”.

Con esta herejía se iniciaba el artículo publicado en una revista de psicología en 1995 por una desconocida, Judith Rich Harris, que atacaba frontalmente todo lo que el mundo académico e intelectual proclamaba saber sobre los efectos de la crianza. 

La principal respuesta que obtuvo la autora fue el reverso de una célebre frase colombiana: “no sabemos quién es usted”. Por fortuna, en la academia hay siempre ovejas descarriadas, sin prejuicios, abiertas a innovaciones, así revuelquen sus creencias. Steven Pinker, quien ya era una autoridad, alabó ese artículo que había transformado su visión del proceso de crianza, e invitó a la autora a exponer en un libro sus planteamientos. En el prólogo a la primera edición, Pinker confesaba que el privilegio de estar entre los primeros lectores de ese texto electrizante había sido “uno de los puntos más altos de mi carrera como psicólogo”. Predecía que ese pedazo de ciencia seria y original “será vista en el futuro como un punto de quiebre en la historia de la psicología”.

Por siglos, la personalidad de los hijos se percibió como parte del destino. La noción de que la crianza es fundamental fue de Sigmund Freud, quien construyó un complejo escenario en el que las dolencias psicológicas de la vida adulta dependen de eventos ocurridos durante la niñez, con responsabilidad crucial de unos padres que causan angustia simplemente por estar ahí. El conductismo, doctrina psicológica surgida como reacción al psicoanálisis, rechazaba el grueso de los planteamientos pero conservaba la premisa básica de que la infancia temprana es trascendental. Los padres siguieron siendo importantes ya no como Edipo o Electra sino condicionando respuestas o administrando premios y castigos. 

El escepticismo de Judith Harris surgió de observar detenidamente su entorno. En sus épocas de estudiante, cuando era vecina de una familia inmigrante rusa, le asombraba que padre y madre hablaran el idioma nativo pero sus hijos dominaran el inglés. Los menores no habían aprendido el lenguaje, ni la forma de vestir, en casa sino con sus amigos y compañeros. Las novelas de misterio inglesas le mostraron a Harris varones de clase alta que tampoco cuadraban con el supuesto hogar determinante. El hijo de una familia aristocrática casi no vivía con ella pero al volverse adulto era todo un “british gentleman”, una copia de su padre, quien literalmente no había tenido nada que ver con una crianza de nodriza, nanny e internado. 

La tesis alternativa de Harris, de estirpe darwinista, está basada en hallazgos de genética comportamental, análisis sociológicos de las dinámicas de grupo e investigaciones psicológicas que muestran que el aprendizaje es altamente específico al contexto. Estudios con gemelos y mellizos criados separadamente sugieren que los factores hereditarios explican entre el 40% y 50% de la variabilidad en las características de la personalidad. La influencia de la familia en la que crecemos rara vez pasa del 10%. El saldo, o sea entre el 40% y 50% de la varianza en las personalidades, se explica por factores ambientales no compartidos, o sea personales e individuales. Sobre esa dinámica se sabe poco.

La principal conclusión de Harris es que los niños “aprenden cómo comportarse por fuera de su hogar volviéndose miembros de un grupo social” desde la guardería, luego la escuela, las amistades, el equipo, la banda o la pandilla. Entre más común sea la familia nuclear en una sociedad, mayor pertinencia tiene Harris, pues es dentro de los grupos fuera de ella “que las características psicológicas con las que el niño nace quedan permanentemente modificadas por el entorno”. La asimilación y la diferenciación determinan la adaptación: la primera transmite las normas culturales, la segunda consolida y exagera las diferencias individuales. Cuál de estos procesos dominará depende del contexto específico de cada quien, con un importante factor de azar. 

Esta teoría es un verdadero alivio para quienes a veces nos sentimos demasiado responsables del futuro de la prole. Se puede bajarle al estrés. Escogida la pareja y transmitidos los genes, no es mucho lo que aportamos, salvo proteger su entorno: estar alertas cuando se junten con crápulas, sacarlos de ambientes tóxicos, mantener estrecho contacto con el sistema educativo y todos los ámbitos donde desde temprana edad se configuran los grupos de pares y normas sociales. Es ahí que nuestras crías, siempre únicas –como sabe cualquiera con más de una- acumulan experiencias, también particulares e impredecibles, se las arreglan para sobrevivir y luego reproducirse, si les da la gana. 


REFERENCIAS

Harris, Judith Rich (1995). “Where Is the Child's Environment? A Group Socialization Theory of Development”. Psychological Review, July 1995

Harris, Judith Rich (2009). The Nurture AssumptionWhy Children Turn Out the Way They Do. NY: The Free Press



Kanazawa, Satoshi (2008). “The 50-0-50 rule: Why parenting has virtually no effect on children” Psychology TodaySep 7


martes, 14 de febrero de 2017

Transfobia feminista

Publicado en El Espectador, Febrero 16 de 2017







Baird, Vanessa (2004). Sex, Love & Homophobia. Amnesty International

Daran (2012). "Are Transgender People Over a Thousand Times More Likely to be Murdered than Cisgender?". Feminist CriticsNovember

EE (2017). "Colombiana denuncia que fue expulsada de una beca en México por ser trans". El EspectadorFeb 10

Feinberg, Leslie (1996). Transgender Warriors. Boston: Beacon Press

Fone, Byrne (2000). Homophobia. A History. New York: Metropolitan Books

Jiménez, Timoleón (2017) “Las guerrilleras y la guerra, dramas y alegrías”: EL Espectador, Feb 8

Mojica,  Jose Alberto (2011). “Évelin tiene miedo de que la maten”. Revista Don Juan. Feb 16

Palapot, Clarisa (2000). “Travestida para transgredir” Entrevista a Lohana Berkins, dirigenta del movimiento travesti. Socialismo o Barbarie. Nº3


Prada, Nancy, Susan Herrera, Tataiana Lozano y Ana Mª Ortiz (2012). ¡A mí me sacaron volada de allá! Relatos de vida de mujeres trans desplazadas forzosamente hacia Bogotá. Universidad Nacional – Alcaldía Mayor de Bogotá

Raymond, Janice (1979). The Transexual Empire: The Making of the She-Male. Beacon Press Books

Stryker, Susan (2008). Transgender History. Seal Press

Sentiido (2016). "Los hermanos Lanz: dos caras nuevas del activismo LGBTI". SentiidoDic 12

TERF (2015) "Radical feminism IS NOT TERF".  http://theterfs.com/


Thomas, Florence (2017) "Laura una chica con suerte". El TiempoFeb 7


Vargas-Cooper, Natasha (2017) “Womanhood Redefined. A feminist’s take on the transgender controversy”. The American Conservative, January 13

martes, 7 de febrero de 2017

El sutil clasismo progre

Publicado en El Espectador, Febrero 9 de 2017









CG (2016). “Colau paga 95.000 euros al ideólogo del Ejército catalán”. Crónica GlobalMar 11

Hora20 (2012). "¿El Ejército debe pedir perdón, como dice Tribunal Superior, o al Ejercito hay que pedirle perdón, como dice Presidente Santos?". Caracol RadioFeb 1

Marías, Javier (2017). "El servicio y la señorita". El País SemanalEne 15


Molano, Alfredo (2015). “Toma de posición”. El EspectadorNov 7

Molano, Alfredo (2016). "Carta a Antonia". El EspectadorJun 25


Semana (2012). “Ex del M-19, obligados a pedir perdón público por toma del Palacio de Justicia”. Semana.comFeb 6

miércoles, 1 de febrero de 2017

Ficción y realidad

Publicado en El Espectador, Febrero 2 de 2017

En Colombia la literatura copó espacios del ensayo, la historia y hasta la criminología. Ese sería el origen del irrespeto por la evidencia de intelectuales y activistas que viven de ficciones.


Mario Jursich recogió perlas de escritores a raíz del asesinato de la niña indígena. “Uno pide públicamente una pistola para ir y matar al hijupueta; otro conceptúa que Rafael Uribe es "la pareja soñada" para el 85% de las mujeres colombianas; el de más allá sostiene, con la mano en la barbilla, que el causante de todo esto es ¡Maluma! y otro más, crítico implacable del paramilitarismo, exhorta a que ahorquemos al homicída en una plaza pública".


Carlos Granés anota que en latinoamérica, “han sido los novelistas quienes han contagiado al mundo con sus fantasías. Los ensayistas no hemos tenido tanta suerte”. Yolanda Reyes recomienda a una escritora para quien: “en una época de miedo y división, la ficción juega el rol vital de dramatizar la diferencia y fomentar la empatía”, pero no precisa que para complementar, no sustituír, el ensayo, o la historia, que deben ser rigurosos y basados en la evidencia, no en una imaginación fecunda. Empezando por García Márquez, nuestros escritores han sido pésimos analistas. Casi siempre parcializados, ejercen sin pudor pero con éxito ese oficio.


Hace dos siglos, con la industrialización y el crecimiento urbano, el robo se volvió el delito más común. En Oliver Twist, Charles Dickens sugiere que la pobreza explica esa tendencia; describe una pandilla de niños, liderada por Fagin, y muestra la valentía y destrezas de esos tiernos carteristas. En realidad, el agresor típico de la época era un adulto trabajando con dos personas más. Dickens tal vez rejuveneció la banda por mero sensacionalismo. Los robos a las casas eran un dolor de cabeza y Bill Sikes, el ladrón profesional asociado con Fagin, encajaba bien. Sin embargo, el grueso de los hurtos ocurrían en los suburbios o áreas rurales y eran cometidos por sirvientes o personas conocidas de los afectados. El afán por conmover, y ganar lectores, importaba más que la descripción precisa de lo que ocurría. Un programa de prevención del delito basado en la obra de Dickens hubiese sido un fracaso. 


El novelista mexicano Rafael Ramírez Heredia, autor de La Mara -la pandilla centroamericana- señala que “los sociólogos, los antropólogos y los historiadores tienen una mirada perdida. Se tratan de justificar sus propios razonamientos.… ¿Por qué no puedo contar la historia desde un tinte novelístico, sin tener que enfrentarme al problema de los sociólogos y los historiadores? Ellos son como las gitanas;  egocéntricos, quieren contar la historia a su modo. Las gitanas bailan de perfil, para dar un paso, luego, se ven las nalgas y se aplauden”. Ya es  estándar ver la paja en el ojo ajeno pero no la viga en el propio. Sería ingenuo pensar que escritores como Ramírez Heredia o los que moldearon la visión del conflicto colombiano, no tienen mirada perdida, ni nalgas, ni agenda política, ni echan línea con más comodidad que cualquier historiador o ensayista, sin citar fuentes, sin chequeos ni restricciones. 


Una novela corta de Dickens, Tiempos Difíciles, tuvo un doble propósito: comercial e ideológico. Las ventas de su semanario, Household Words, venían cayendo y la publicación por capítulos permitió recuperarlas. Otro propósito era ridiculizar a los utilitaristas, “aquellos que ven números, promedios, y nada más”. Uno de los blancos de sus críticas fue J.S. Mill, caracterizado en la novela por el duro personaje de Louisa Gradgrind, persona analítica, con formación lógica, matemática y estadística, pero incapaz de sentir compasión. Es frecuente la contraposición entre el rigor cuantitativo y a capacidad de compasión. Los Gradgrind son fríos, calculadores, pero incapaces de sentir afecto; no comprenden la miseria humana. Nada tan familiar como esa dicotomía en los debates sobre la violencia, o nuestra guerra, que enfrentó a cínicos indiferentes con progresitas que aman, que  saben cómo sufre el pueblo. Las estadísticas son tan duras e inhumanas como los militares, policías y médicos legistas que las manejan. 


La buena ficción conmueve, despierta empatía. La evidencia condena, es inapelable. Para tomar decisiones de política pública, sería razonable que la literatura ayudara a interpretar humanamente las estadísticas, pero también que los datos se usaran para contrastar qué tan verosímiles y representativas son las ficciones. Cuando argumentos literarios conmovedores reemplazan las descripciones y explicaciones realistas, las recomendaciones pueden resultar ineficaces, hasta desastrosas. Pensando en la criminología de Dickens a veces preocupa que en las negociaciones de paz haya influído demasiado una saga proustiana tipo “Narcos, en busca de la tierrita perdida”. 







Jones David (1982). Crime, Protest, Community and Police Police in Nineteenth-Century Britain. Londres: Routledge & Kegan Paul, p.125. 

Friedman, Davir (1995) "Making Sense of English Law Enforcement in the Eighteenth Century": Santa Clara Digtal Commons, Jan 1 

León, Juanita (2017) 'Si las Farc insisten en los viejos esquemas, los habrán emboscado'. La Silla Vacía, Ene 4


Morgado, Ignacio (2017). “Razones científicas para leer más de lo que leemos”. El PaísEne 16

Ramírez Heredia, Rafael (2004). La Mara. México: Alfaguara

Rubio, Mauricio (2007). De la Pandilla a la Mara. Pobreza, Educación, Mujeres y Violencia Juvenil. Bogotá: Universidad Externado de Colombia. Versión digital

Smalls, Lea (1999). “Crime and Its Popular Manifestations in The Nineteenth Century” www.gober.net/victorian/reports/crime.html