jueves, 21 de enero de 2016

Salvajada y desconcierto en Colonia

Publicado en El Espectador, Enero 28 de 2016
Reproducción de la columna después de la gráfica










Centenares de alemanas fueron agredidas en Nochevieja por bandas de inmigrantes. Hubo unas quinientas denuncias, muchas por ataque sexual.

Presionada por los testimonios, la Policía acabó aceptando que unos mil “originarios de áfrica del norte y países árabes” robaron y atacaron mujeres, y que algunos agresores eran solicitantes de asilo. Nadie entiende por qué una ciudad tolerante y “multikulti” sufrió eso. El “héroe de Colonia” en redes sociales fue un musculoso croata de 44 años que les partió la cara a cuatro potenciales violadores que le pedían no inmiscuirse pues esas mujeres ya eran de ellos.

Tras incidentes similares en otras ciudades, la policía federal habló del taharrush, un juego importado en el que tres anillos de hombres rodean a una mujer; los del primer círculo la acosan, manosean o violan, en segunda fila observan el espectáculo y los de atrás campanean. Después de los ataques, muchas alemanas compraron espray de gas para defenderse y una artista suiza desnuda reiteró públicamente que las mujeres no son objetos sexuales.

La violencia de jóvenes en pandilla es más miseria sexual que protesta política, precariedad económica o búsqueda de identidad; y entenderla exige superar doctrinas, y prejuicios religiosos, para pensarla en términos darwinistas. El desconcierto en Colonia confirma que la violencia sexual está mal diagnosticada, con excesivo énfasis en lo político en detrimento de lo obvio, el sexo. Ningún evolucionista se sorprenderá con esta embestida sexual primitiva, salvaje, en parte atribuíble a las bajísimas posibilidades de los victimarios para conseguir pareja, agravadas por su confusión cultural, y la impunidad: estos ataques, como otros anteriores, pueden quedar así.

Nada más explosivo y peligroso que una pandilla de jóvenes cargados de hormonas, sin chances de sexo y con alcohol. Por más doctrina igualitaria que se profese, es imposible imaginar la versión femenina de esas turbas, que no son un artificio cultural, todo lo contrario. Son naturaleza en bruto, manifiesta en varias épocas y sociedades, lo más cercano a una manada de chimpancés sintiendo hembras en celo, cuyo equivalente para machos religiosamente reprimidos son mujeres sin burka y con ánimo festivo, como en Nochevieja. Así piensa un imán de Colonia que culpa a las agredidas por estar disponibles: “medio desnudas y con perfume”.

Un criminólogo alude a la indignacion de los inmigrantes por demoras en sus papeleos, mientras una feminista francesa piensa que pretendían obligar a las víctimas a vestirse púdicamente. Estas explicaciones, rebuscadas e inconducentes, llevarán, si acaso, a aspavientos burocráticos o a unos talleres de género. La visión parsimoniosa, que los agresores buscaban sexo, escaso por el superávit masculino, sugiere no solo la aplicación de drásticas sanciones sino facilitar la inmigración de parejas, no de hombres solteros, como se hace en Canadá.

Colonia no era el escenario pertinente para el show de la artista desvestida. Usufructuó más de un milenio de civilización de machos para predicar igualdad donde es casi redundante hacerlo, ignorando regímenes que siguen responsabilizando a las mujeres por los ataques que sufren. Los incidentes acentuaron la división entre quienes se niegan a debatir el multiculturalismo y consideran racista cualquier mención del origen de los atacantes y quienes reconocen haber ignorado el sometimiento de mujeres en barrios de inmigrantes y acusan a políticos y periodistas de silenciar desmanes por el afán politiquero de mermarle apoyo a la extrema derecha, como ocurrió incluso en Suecia.

Tienen razón las feministas al anotar que los ataques no se explican porque sus autores fueran árabes sino porque son hombres. La falacia está en callar peculiaridades como su juventud, su visión arcaica de las mujeres, su agrupamiento en un país extraño sin ellas y el consecuente desierto sexual, que definitivamente no caracterizan al género masculino, así como el taharrush no representa el acoso sexual callejero. La violencia mal reprimida de Colonia no es aprendida. El homo sapiens nace así y debe ser domesticado, algo que occidente logró con autocontrol individual y sanción selectiva, no con la minuciosa supervisión cotidiana de toda la población. Las violaciones en grupo, corrientes hasta el medioevo, fueron erradicadas de Europa, incluso en enclaves bien conservadores, varios siglos antes del discurso contra la mujer objeto. Salvo excepciones criminales o guerras, allí las mujeres no tienen que esconderse ni taparse para evitar que las violen o rapten. Muchas andan con senos al aire en playas y piscinas públicas. Algunas incluso protestan desnudas frente a una catedral por desafueros viriles comunes en cárceles, cuarteles, zonas de frontera, barrios marginados o donde haya bandas de jóvenes sin pareja, incluso en fraternidades de universitarios gringos bien adoctrinados por el feminismo.


REFERENCIAS


Arpi, Ivar (2016). “It’s not only Germany that covers up mass sex attacks by migrant men... Sweden’s record is shameful”. The SpectatorJan 16

Boutelet, Cécile (2016) “Agressions du Nouvel An : à Cologne, « ce ne sera plus jamais comme avant »”. Le Monde13 Jan

Connolly, Kate (2016) “Tensions rise in Germany over handling of mass sexual assaults in Cologne”, The GuardianJan 7


Malm, Sara (2016) “Muslim cleric says Cologne sex attacks were the victims' fault because they wore perfume”. MailOnline, Jan 20

Minkmar, Nils (2016). “Après Cologne, Angela Merkel doit s’expliquer”. Le Monde13 Jan

Nardi, Yara (2016). ‘Male-dominant migrant wave threatens Europe's gender equality’. RT.comJan 8

PD (2016). “El campeón de kick boxing le parte la cara a cuatro musulmanes que querían violar a dos chicas en Colonia”. Periodista DigitalEnero 14


PD (2016) “El imán de Colonia culpa a las víctimas de los abusos sexuales por usar perfume". Periodista Digital,  Enero 21

RT (2016) “Women shouldn’t hide away: Swiss artist stages nude protest in Cologne after NYE assaults”. RT NewsJan 9


Schmidt, Janek & Emma Graham-Harrison (2016) “If we want Germans to accept Arabs, Arabs must also learn to accept them”. The GuardianJan 16

martes, 19 de enero de 2016

La misteriosa felicidad colombiana

Publicado en El Espectador, Enero 21 de 2016








Bargent, James (2016). “Here’s what we can learn from Colombia — the happiest nation in the world”, January 15

ECV (2005). "Encuesta Colombiana de Valores". Ficha Técnica

García de la Torre, María A. (2016). “El país más infeliz del mundo”. El Tiempo, Enero 19


Gutiérrez de Pineda, Virginia (1968, 2000). Familia y Cultura en Colombia. Medellín: Editorial Universidad de Antioquia


Meléndez, Katheryn (2014). “Colombia, segundo país con más uniones libres”. El Heraldo

Ramirez, Tanisha y Carolina Moreno (2016). “This Country Was Just Named The Happiest In The World, Again”,  The HuffPost,  Enero 5

RCN (2014). "Hinchas colombianos son los que más rezan por su equipo". DeportesRCN.com, Mayo 27


Silva, Ricardo (2016). “Apagón”. El Tiempo, Enero 14

Nacimientos por fuera del Matrimonio en el Mundo



miércoles, 13 de enero de 2016

Pobres gringas, obligadas a pagar más

Publicado en El Espectador, Enero 13 de 2016








Bessendorf, Anna (2015). From Cradle to Cane:The Cost of Being a Female Consumer. A Study of Gender Pricing in New York City. NYC Consumer Affairs, December



ET (2015) “Lo que una líder de empleadas domésticas colombianas dijo en Harvard”. El Tiempo, Mayo 12


Londoño, Ernesto (2015). “A Maid’s Peaceful Rebellion in Colombia”, The New York TimesDec 28

Paquette, Danielle (2015). ”Why you should always buy the men’s version of almost anything”. The Washington PostDecember 22

martes, 5 de enero de 2016

La teoría de género y sus estragos

Publicado en El Espectador, Enero 7 de 2016
Columna después de las gráficas






El Dr Money y el niño sin pene


Una teoría propuesta para transexuales –menos del 1% de la población- fue generalizada a la ligera y manipulada por feministas lesbianas. Ahora despista o irrita a mucha gente.
En los años cincuenta, el sexólogo John Money acuñó el término “roles de género”. Su interés eran los intersexuales, entonces hermafroditas. El género permitía separar la identidad sexual del sexo biológico ante una anatomía ambigua al nacer. Como psicólogo conductista, Money planteó que la educación hace al hombre y a la mujer. Cuando presentó en la TV su teoría, respaldada por una femenina y convencida transexual, Janet y Ron Reimer vieron allí la salvación para su hijo Bruce que, recién nacido, quedó sin pene por una circuncisión malograda. Contactaron a Money, quien los convenció de que Bruce podría ser criado como mujer. Bastaba la educación apropiada y unos ajustes quirúrgicos. Crecería junto a su hermano gemelo Brian, demostrando que el género se construye.
Según la teoría de Money -extensión apresurada de casos excepcionales- todas las personas nacen neutrales con una “puerta al género” abierta por unos años; la oportunidad para probarla eran esos dos gemelos, idénticos al nacer pero uno criado como mujer. Con asesoría de Money, Bruce fue castrado para no producir hormonas masculinas y obligado a crecer como Brenda sin decirle que había nacido hombre. A principios de los setenta Money publicó el caso con los seudónimos de John y Joan. La historia y la teoría ganaron fama de inmediato.
El experimento no funcionó. Aún sin pene, Brenda era masculina, odiaba los vestidos de niña, le gustaban los juguetes de su hermano y hacía deporte con él. No tenía amigas. En lugar de reconocer su error, Money intensificó el tratamiento. Se empeñó en persuadirla y hasta le prometió una vagina. A pesar de las hormonas que le recetó y unos pequeños senos, su voz, espalda y cuello seguían siendo de hombre. A los 13 años su padre le contó la verdad y ella sintió un gran alivio, dejó de sentirse desequilibrada. Inmediatamente empezó a vivir como David. Revirtieron el tratamiento hormonal y con la compensación por la circunsición mandaron reconstruir su pene. Se casó joven y adoptó un hijo. Su salud mental se deterioró hasta una depresión severa que terminó en suicidio.
Esta víctima del género no se hizo pública y la teoría sobrevivió. Encajaba en el célebre postulado de que la mujer se hace. Era la prueba que buscaban las feministas para acallar cualquier pretensión de diferencias naturales entre hombres y mujeres, quedaba claro que nacían iguales y la sociedad las discriminaba. Por la época en que Brenda no hallaba su género, Gayle Rubin, antropóloga cultural, feminista, lesbiana, aparentemente trans, publicaba el que sería un influyente ensayo sobre la dicotomía sexo género. Rubin pretendió identificar los mecanismos sociales, históricos y culturales que producen la heteronormatividad. Adobado con Marx, Engels, Freud y Lacan sugirió un programa político “para eliminar las sexualidades” en una sociedad andrógina. En poco tiempo, feministas académicas gringas, buena parte lesbianas, lograron aclimatar la teoría de género como “el complejo proceso mediante el cual infantes bi sexuales se transforman en dos géneros, masculino y femenino, uno destinado a dominar y el otro a obedecer”. El volantín mental requerido para hacer una inferencia del 1% de transexuales, que nacen así, a toda la población no impidió que se propagara la alucinante doctrina detrás del feminismo de género y el discurso LGBT. En Colombia hay activistas que, sin rubor, insisten que el género es algo que “asigna” el sistema junto con una “norma” heterosexual arbitraria, que se puede alterar. Con esa fábula han sido embaucados burócratas y educadores.
Hace unos meses, ante un llamado del papa Francisco, cientos de miles de italianos salieron a protestar por la educación basada en esa ideología. El “día de la familia” se organizó contra la difusión de la teoría de género en las escuelas. "Decimos no a cualquier forma de educación que niegue las diferencias sexuales" exclamó uno de los manifestantes. Como se trata de católicos azuzados por el pontífice, que también se oponen al aborto y al matrimonio igualitario, es fácil para intelectuales de vanguardia ignorarlos por fanáticos. Pero en algún momento los mismos científicos evolucionistas que, con retraso, tratan de controlar los estragos del creacionismo en la enseñanza gringa, apoyarán manifiestos contra la disparatada idea de que todos los hombres podemos ser Brendas, y todas las mujeres Gayle Rubin.

REFERENCIAS

Bartky, Sandra Lee (1990) Feminity and Domination. Studies in the Phenomenology of Oppression. NY: Routledge. Citado por Sommers (1994) p. 277

BBC (2014). "Dr Money and the boy with no penis". Youtube


Moet, Sophie (sf) "Nature V Nurture: David Reimer Case". Blog 

Montagna, Diane (2015). “Hundreds of Thousands of Italians Hit Streets to Protest Gender Theory Education”,  AleteiaJune 22

Rubin, Gayle (1975): "The Traffic in Women: Notes on the Political Economy of Sex" in Reitter, Rayna (1975). Toward an Anthropology of Women. New York: Monthly Review Press. Versión digital   Traducción de 1986

Ruiz-Navarro, Catalina (2015). “El nombre de la rosa”. El Espectador, Jun 10 

Sommers, Christina Hoff (1994). Who Stole Feminism? How Women Have Betrayed Women. New York: Simon & Schuster