martes, 21 de julio de 2015

Vigilar más a las hijas que a los hijos

Publicado en El Espectador,  Julio 30 de 2015
Reproducción de la columna después de las gráficas










“Un viento misterioso apagaba las lámparas de la sala y Úrsula sorprendía a los novios besándose en la oscuridad… Terminó por no aceptar ninguna explicación y se sentó en un mecedor a vigilar la visita”. 

Como los Buendía, conocí familias en las que las hijas sin chaperona no podían recibir visita, o salir. Nunca supe de un hombre que le tocara soportar ese agravio, salvo como pretendiente. Suena increíble, pero más de la mitad de las universitarias bogotanas señalan que en la adolescencia todavía sufrieron diferencias importantes con los hombres en los “permisos para salir de la casa o las horas de llegada”. 

Sería apresurado atribuir ese machismo a padres posesivos. Son las madres quienes, como Úrsula, refuerzan la vigilancia de las hijas. Cuando la joven ha vivido con el padre, sólo o emparejado, hay menos desequilibrio.

Para regular la actividad de las jóvenes, la supervisión especial es no sólo incómoda para todos sino ineficaz: no afecta la edad de inicio sexual, ni el número de compañeros de cama; no disminuye la rumbeadera, ni el gusto por el cigarrillo, el trago o la marihuana. Tampoco tiene efecto perceptible sobre el desempeño académico. 

La excesiva custodia sobre las hijas sí se asocia con el acoso callejero, pero al revés. Las jóvenes más vigiladas que sus hermanos tienen mayores chances de sentirse hostigadas por fuera de casa: reportan más haber aguantado miradas incómodas o piropos en el último mes.

No todo ocurre en la imaginación de estas jóvenes sobre protegidas pues el riesgo de ser pellizcadas o manoseadas en la calle también es superior. Se puede especular que el excesivo celo en la casa produce cierta inseguridad de la joven en el espacio público que de alguna manera perciben los acosadores. En los testimonios que buscan combatir el acoso sexual callejero es palpable ese temor permanente, que sin duda se hace manifiesto en la calle. “Cada vez que salgo sola me estreso y me da tanta rabia porque recibo tanto acoso y solo quiero que se callen” lamenta una bogotana que necesita al novio a su lado para sentirse tranquila en la calle, y que tal vez tuvo menos libertad que sus hermanos. Hasta las promotoras de la penalización de tales conductas señalan ese handicap: “los violadores potenciales seleccionan a sus víctimas fijándose en aquellas mujeres que parecen vulnerables al ataque”. 

La asimilación de cualquier agravio al preámbulo de la catástrofe indica que hoy por hoy la custodia intensa sobre las hijas no busca sólo proteger su virginidad, como en Macondo. A ese tic machista se le debe sumar la obsesión feminista por la violación. "No hay manera de saber qué desconocido resultará ser un violador. Por lo tanto, cada vez que un hombre se dirige a una mujer en la calle, ella debe contemplar la posibilidad de que la puedan violar". ¿Qué se podía esperar de la paranoia promovida por esta sentencia de una jurista norteamericana hace tres décadas? Un elemento crucial del sometimiento de las mujeres por el patriarcado, advierten las agoreras, es meterles el miedo a la violación, que no es una conducta sexual sino un acto político de dominación. Para algunas mujeres, la profecía parece haberse cumplido, con ayuda y papaya del activismo. 

Lo peor es que, contra la violencia sexual extrema, cuidarlas más a ellas que a ellos también resulta inocuo: no altera los chances de ser violada en la calle por un extraño o en una salida por el novio o amigo. En Colombia, la violación por desconocidos viene frecuentemente como añadidura de otros crímenes, como los atracos. El pánico ante un ataque violento puede debilitar a la víctima hasta el punto de hacerla presa fácil de una violación. El cínico testimonio de un atracador violador al que la agredida abrazó del susto por un robo a mano armada ilustra la situación: “apenas le quité la plata que tenía, y como estaba tan asustada quiso estar conmigo, y bueno, no hay que desaprovechar la oportunidad”. La prevención de las violaciones por desconocidos en el país casi entraría dentro del problema global de inseguridad: no son machos haciendo política sino delincuentes sexualmente oportunistas. 

La recomendación para las Úrsulas, tanto chapadas a la antigua como seguidoras de doctrinas feministas gringas, es simple: dejen de joder a las hijas, no sirve para nada. Esta sugerencia y la información anterior se refieren a la sobredosis de restricciones que soportan las mujeres, no a la invaluable supervisión familiar durante la adolescencia. 


REFERENCIAS

Alvarez-Correa, Miguel y otros (2004). Cazadores de Vidas. El Asalto Sexual: Agresores e Instituciones. Bogotá: Procuraduría General de la Nación, Fiscalía General de la Nación.

Bowman, Cynthia Grant (1993) "Street Harassment and the Informal Ghettoization of Women". Harvard Law Review 517, January

EDG (2015) “Encuesta de Discriminación por Género”. Bogotá, Universidad Externado de Colombia

LA ENCUESTA

La encuesta EDG se realizó entre Mayo y Junio de 2015 con los estudiantes del curso de Análisis Económico del Derecho (AED), en la Facultad de Economía de la Universidad Externado de Colombia. Aquí se pueden ver los formularios –uno para mujeres y otro para hombres- que se colgaron en internet para que los diligenciaran, de manera privada y anónima, estudiantes del Externado y de otras universidades bogotanas. La encuesta la respondieron finalmente 497 mujeres y 337 hombres.

Para la elaboración del formulario de la encuesta, los estudiantes del curso de AED realizaron previamente una serie de entrevistas con las que se identificaron y definieron los incidentes que finalmente se incluyeron en el formulario.

El “link” a la encuesta se envió luego a las universidades en las que tengo algún contacto. Participaron en Bogotá, fuera del Externado, Los Andes, la Javeriana, el Rosario, la Tadeo y la Nacional.

El análisis de los resultados será publicado como Documento de Trabajo de la Facultad de Economía del Externado y utilizado como material de ese curso y como base para ejercicios similares posteriores.


Agradezco la participación en este proyecto de los siguientes estudiantes de Economía del Externado: Andrea García, Angelica Niño, Blayer Giraldo, Camila Camaño, Camila Parra, Carolina Ulloa, Daniel Ospina, Juan Pablo Monroy, Julio César Daly, Laura Delgado, Leonardo Quintana, Luisa Sarmiento, Manuel Caro, Manuela Acosta, Michael Rivera, Natalia Reina, Nicolás Mesa, Orlando Romero, Paula Martínez, Santiago Plata y Sebastián Moscoso.



También agradezco la colaboración en difundir el link a Ana María Ibañez, Juan Camilo Cárdenas, Javier Forero, Jaime Tenjo y Patricia Montañez.

domingo, 19 de julio de 2015

Exámenes orales, minifaldas y escotes


Publicado en El Espectador, Julio 23 de 2015
Columna después de las gráficas






REFERENCIAS


En los años noventa, cuando dictaba mi primer curso en una facultad de derecho, casi no reconozco a mis estudiantes el día del examen final. Con corbatas, maquillaje, joyas, minifaldas y escotes generosos, la metamorfosis era total.



Cuando pregunté a qué se debía el nuevo atuendo, dos entusiastas me respondieron que la elegancia hacía parte del protocolo de los exámenes orales. Socarronamente les anoté que de pronto la vaina no era por ahí.

En varias carreras hay exámenes orales y donde es común la práctica, el protocolo es elegante: los dos hábitos se refuerzan. Así lo revela la encuesta realizada hace unas semanas a universitarias en Bogotá. En las facultades protocolarias donde son tan usuales las pruebas no escritas como la minifalda y escote para presentarlas, es más frecuente que se hagan comentarios machistas en clase, que los profesores busquen relaciones con alumnas, que la encuestada haya recibido avances de algún doctor y que conozca personalmente parejas de docentes con estudiantes.

Siendo mayores de edad, la relación profesor alumna universitaria es normalmente consensual, aunque siempre sea pertinente la noción de “abuso de posición dominante”. Pero el asunto es aún más complicado: las discípulas a veces tienen su propia agenda. En las facultades protocolarias también es común la impresión que “algunas alumnas utilizan sus encantos para obtener buenas notas” respaldada con conocimiento personal de tales casos. El ambiente peculiar se extiende a actividades extra curriculares. Las estudiantes de esas facultades rumbean más, en grupos donde se bebe mucho trago. Las mismas encuestadas se emborrachan con mayor frecuencia y han tenido más parejas sexuales que las demás universitarias.

Hace unos meses, la Universidad de Harvard prohibió las relaciones afectivas y sexuales entre profesores y alumnas. “Los estudiantes vienen a la universidad a aprender de nosotros, no para que tengamos relaciones sexuales o románticas con ellos” dice la profesora de historia que redactó la restricción.

No convence el drástico intento de prevenir por decreto el acoso sexual en la universidad, cuya denuncia se debe incentivar pero que requiere consideración caso por caso. Es iluso tratar de impedir que “ciertos profesores utilicen su prestigio y popularidad” para dejarse admirar, o querer. Más cautelosa, la AAUP, una asociación norteamericana de docentes universitarios, recomienda garantizar que la evaluación de los estudiantes no dependa de las relaciones personales, pero su vocera considera que “no se debe echar todo el asunto a la oscuridad prohibiéndolo”. Los datos bogotanos sugieren que es precipitado generalizar sin matices el modelo profesor hostigador con alumna víctima, o incluso héroe intelectual con admiradora ingenua: las mismas estudiantes reconocen mujeres fatales entre sus compañeras.

El argumento de la historiadora de Harvard es falaz. Con la lógica de delimitación precisa de la actividad de una organización, vetando cualquier interferencia y erigiendo la productividad como valor absoluto, se podría justificar la prohibición de relaciones amorosas en cualquier entorno. En un episodio de Grey’s Anatomy, un jefe de departamento del hospital consideró que los romances estaban perjudicando la calidad del servicio y los prohibió. Furiosa, una de las afectadas por la medida señaló la insensatez de ignorar el mercado de parejas en el trabajo, que obviamente afecta el desempeño, pero que es fundamental y no tiene sustituto. "¿Dónde diablos pretenden que consiga novio o compañero sexual? ¿En la calle?". No le falta razón a la damnificada enervándose con una prohibición idealista, con diagnóstico ligero de soporte y sin dientes. Aunque una restricción como la de Harvard no hubiera afectado mi relación, debo aclarar que estoy casado con una ex alumna, y por eso mi visión puede estar sesgada.

Es más fácil proponerlo que hacerlo, pero lo que se debe extirpar, como sutilmente sugiere la AAUP, es el intercambio de notas por sexo, una forma velada de prostitución totalmente fuera de lugar donde debe primar que "ser pila paga”. También sería conveniente, como propuse hace más de veinte años, eliminar el folclórico ritual del cambio de pinta para los exámenes orales, tradición que se mantiene informalmente, para beneplácito de aviones y avionetas. Sería apresurado afirmar que el atuendo especial de exámenes causa tanto problema: es tal vez otro síntoma de un entorno peculiar. De todas maneras, corbatas, escotes, minifaldas y joyas no sólo distraen de cuestiones académicas sino que actúan como mecanismo de selección clasista, algo que en Colombia se debe combatir, no reforzar.

REFERENCIAS

EDG (2015) “Encuesta de Discriminación por Género”. Bogotá, Universidad Externado de Colombia

Lauerman, John (2015). Harvard Tells Profs Not to Sleep With Undergrads
. BloombergBusiness, Feb 5




LA ENCUESTA

La encuesta EDG se realizó entre Mayo y Junio de 2015 con los estudiantes del curso de Análisis Económico del Derecho (AED), en la Facultad de Economía de la Universidad Externado de Colombia. Aquí se pueden ver los formularios –uno para mujeres y otro para hombres- que se colgaron en internet para que los diligenciaran, de manera privada y anónima, estudiantes del Externado y de otras universidades bogotanas. La encuesta la respondieron finalmente 497 mujeres y 337 hombres.

Para la elaboración del formulario de la encuesta, los estudiantes del curso de AED realizaron previamente una serie de entrevistas con las que se identificaron y definieron los incidentes que finalmente se incluyeron en el formulario.

El “link” a la encuesta se envió luego a las universidades en las que tengo algún contacto. Participaron en Bogotá, fuera del Externado, Los Andes, la Javeriana, el Rosario, la Tadeo y la Nacional.

El análisis de los resultados será publicado como Documento de Trabajo de la Facultad de Economía del Externado y utilizado como material de ese curso y como base para ejercicios similares posteriores.


Agradezco la participación en este proyecto de los siguientes estudiantes de Economía del Externado: Andrea García, Angelica Niño, Blayer Giraldo, Camila Camaño, Camila Parra, Carolina Ulloa, Daniel Ospina, Juan Pablo Monroy, Julio César Daly, Laura Delgado, Leonardo Quintana, Luisa Sarmiento, Manuel Caro, Manuela Acosta, Michael Rivera, Natalia Reina, Nicolás Mesa, Orlando Romero, Paula Martínez, Santiago Plata y Sebastián Moscoso.


También agradezco la colaboración en difundir el link a Ana María Ibañez, Juan Camilo Cárdenas, Javier Forero, Jaime Tenjo y Patricia Montañez.

miércoles, 15 de julio de 2015

Zángano o mujeriego, ¿quién es más macho?

Publicado en El Espectador, Julio 16 de 2015
Reproducción de la columna después de las gráficas







                                      Ver al final la metodología para el cálculo del índice




Mi papá murió sin saber hacer un huevo frito pero nunca fue infiel. Tengo amigos muy hacendosos que no han parado de poner cuernos. ¿Cuál machismo es más pernicioso?

Si el criterio fuera minimizar el daño, desprestigiar la infidelidad debería ser prioritario. Los zánganos que no lavan, ni cocinan, ni cuidan niños, dan rabia pero nunca causan los estragos familiares de las aventuras extra maritales cuando se descubren. Más del 60% de las mujeres que se han separado en Colombia lo han hecho por motivo de infidelidad masculina; el “incumplimiento de deberes”, entre los cuales las labores hogareñas son seguramente un rubro menor, apenas alcanza el 18%. Muchas relaciones o matrimonios se rompen por un solo desliz. Sin embargo, un gran caballo de batalla contra el machismo es la repartición de tareas domésticas, mientras los cuernos han sido silenciados, a veces aceptados como conducta progresista.

Los feminicidios, la violencia de pareja, la tendencia a celar, encerrar y sabotearles estudio o trabajo a las mujeres tienen mucho más que ver con mantener la brecha en los privilegios sexuales, que con quien hace qué en la casa. 

Una encuesta reciente a universitarias bogotanas muestra la desproporción entre la infidelidad masculina y la femenina en la generación anterior. En sus familias el “nunca fue infiel” es un atributo más femenino (87%) que masculino (48%). Una de cada cinco estudiantes creció en un hogar con papá mujeriego y mamá que no puso los cuernos. Para sorpresa de cualquier darwinista, o jeque, en la muestra esta manifestación patriarcal es más común en el estrato bajo.

La infidelidad desequilibrada tiene varios efectos sobre las hijas. Multiplica por más de dos la probabilidad de sexualidad precoz. Las estudiantes que la vivieron también tienen más chances de ser muy bebedoras, y de estar extremadamente pendientes de su apariencia personal. Ahí cabrían especulaciones psicoanalíticas sin olvidar que estas son universitarias para quienes el machismo no afectó la educación. 

Además, se perciben huellas ideológicas y políticas: la infidelidad paternal se asocia con que la estudiante se defina totalmente de izquierda y esté muy vinculada a organizaciones feministas. Esta extraña relación admite al menos dos explicaciones. Uno, que la asimetría genera una reacción ante la injusticia que lleva a un deseo de cambiar el mundo militando o dos, si se supone que la orientación política se transmite entre generaciones, que el patrón de hombre mujeriego con mujer fiel es común en la izquierda. Hay ejemplos de ambos escenarios. Simone de Beauvoir tal vez no habría escrito El Segundo Sexo si como adolescente no hubiera sufrido la afición de su papá a las esposas de los amigos y luego a los burdeles. Los mujeriegos de izquierda con esposas amorosas que los aceptan dócilmente incluyen desde amigos mamertos y comandantes del M-19 hasta Dominique Strauss-Kahn, cuyos últimos escándalos podrían marcar el inicio de una era menos tolerante.

El desequilibrio de tareas en el hogar, muy común, tiene menos consecuencias. Con la misma encuesta a estudiantes, un indicador de ese machismo basado en variables como quien era responsable en la casa de la limpieza, el lavado, la cocina, el cuidado de niños o el manejo de cuentas no se asocia con la sexualidad precoz, ni el trago, ni otras conductas problemáticas. Con las ideas de izquierda no aparece ninguna relación, lo que sugiere que los papás que no mueven un dedo en la casa están repartidos en todo el espectro político. 

Contra las predicciones culturalistas, se observa una asociación positiva entre el machismo en las labores domésticas y la percepción que tienen las estudiantes sobre su inteligencia, capacidad de trabajo, desempeño académico y aún las notas en la universidad. Como lo ilustran muchos testimonios, desde Gisèle Hamini hasta Mafalda, una madre hogareña puede incentivar en sus hijas el deseo de estudiar y prepararse para evitar ese tipo de vida. La observación anterior no es una sugerencia para aplicar esa vacuna, pero sí para matizar la idea de condena ineludible y ajustar las prioridades, centrándose en los machismos con secuelas graves, como atentar contra la educación o el equilibrio emocional. Mientras el papá no viva de juerga gastándose las matrículas, con la fiel esposa esperándolo para calentarle la comida cuando llegue borracho, la repartición desequilibrada de tareas domésticas es un mal menor que tiene arreglo sin intervención externa. 


REFERENCIAS
Caricaturas adaptadas de:
Dubuisson, Marc y  Pauline Perrolet  (2010). Le Sexe Fort est en Péril. Paris: Hachette


EDG (2015) “Encuesta de Discriminación por Género”. Bogotá, Universidad Externado de Colombia

El dato del 60% de mujeres separadas motivo infidelidad masculina  y el 18% por "incumplimiento de deberes" se tomó de 
ENDS (2010). Encuesta Nacional de Demografía y Salud. Profamilia

Seymour- Jones, Carole (2008). A Dangerous Liaison.  London: Random House


LA ENCUESTA

La encuesta EDG se realizó entre Mayo y Junio de 2015 con los estudiantes del curso de Análisis Económico del Derecho (AED), en la Facultad de Economía de la Universidad Externado de Colombia. Aquí se pueden ver los formularios –uno para mujeres y otro para hombres- que se colgaron en internet para que los diligenciaran, de manera privada y anónima, estudiantes del Externado y de otras universidades bogotanas. La encuesta la respondieron finalmente 497 mujeres y 337 hombres.

Para la elaboración del formulario de la encuesta, los estudiantes del curso de AED realizaron previamente una serie de entrevistas con las que se identificaron y definieron los incidentes que finalmente se incluyeron en el formulario.

El “link” a la encuesta se envió luego a las universidades en las que tengo algún contacto. Participaron en Bogotá, fuera del Externado, Los Andes, la Javeriana, el Rosario, la Tadeo y la Nacional.

El análisis de los resultados será publicado como Documento de Trabajo de la Facultad de Economía del Externado y utilizado como material de ese curso y como base para ejercicios similares posteriores.


Agradezco la participación en este proyecto de los siguientes estudiantes de Economía del Externado: Andrea García, Angelica Niño, Blayer Giraldo, Camila Camaño, Camila Parra, Carolina Ulloa, Daniel Ospina, Juan Pablo Monroy, Julio César Daly, Laura Delgado, Leonardo Quintana, Luisa Sarmiento, Manuel Caro, Manuela Acosta, Michael Rivera, Natalia Reina, Nicolás Mesa, Orlando Romero, Paula Martínez, Santiago Plata y Sebastián Moscoso.

También agradezco la colaboración en difundir el link a Ana María Ibañez, Juan Camilo Cárdenas, Javier Forero, Jaime Tenjo y Patricia Montañez.



METODOLOGÍA PARA EL CÁLCULO 
DEL ÍNDICE DE MACHISMO

El índice de machismo de tareas domésticas es el primer componente principal , normalizado para que sus valores estén entre 0 y 10, de las siguientes variables de la encuesta EDG: 

4. Tareas y responsabilidades en la casa
Para cada una de las tareas califique, en una escala de 1 (ninguna) hasta 5 (total) cual era la responsabilidad de su mamá, o la figura femenina de su casa, para hacerla directamente, o supervisarla si hecha por alguien de fuera de la casa. (5 se considera muy machista en 41, 42, 44 y 46 y muy poco machista en 43 y 45)

41. Aseo, limpieza de la casa, lavado de ropa.

42. Cocina

43. Mantenimiento de vehículos. Arreglos de aparatos, electricidad o plomería. Obras y reformas

44. Manejo de los gastos corrientes (arriendo o cuota hipotecaria, servicios, mercado, matrículas...)

45. Decisiones de inversión (compra de carro, casa, acciones o participaciónes...)

46. Cuidado de los hijos, supervisión de tareas escolares

miércoles, 8 de julio de 2015

La opinión colombiana sobre los derechos LGBT

Publicado en El Espectador, Julio 9 de 2015










REFERENCIAS

ECV (2005) Encuesta Colombiana de Valores 

Gutiérrez de Pineda, Virginia (2000). Familia y Cultura en Colombia. Editorial Universidad de Antioquia

Rubio, Mauricio (2011) "Geografía del machismo colombiano". La Silla Vacía, Diciembre 4

miércoles, 1 de julio de 2015

Democracia y derechos de las minorías

Publicado en El Espectador  Julio 2 de 2015
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Como en Irlanda, la aprobación del matrimonio igualitario en Estados Unidos respondió a un cambio progresivo de la opinión pública, que ahora lo acepta. 

Para no juristas es bien extraño el principio constitucionalista de que los derechos de las minorías deben defenderse aún en contra de la opinión de las mayorías. La razón para el escepticismo es simple: ¿cómo se escoge la élite facultada para definir qué minorías y qué derechos requieren protección especial contra la voluntad popular? 

En una de sus últimas columnas, Carlos Gaviria señaló dos casos que justifican “sustraerse a la decisión mayoritaria”. El primero, que no suscita comentarios, son “los asuntos técnicos y científicos que reclaman una respuesta concluyente”. El segundo tiene que ver con las creencias religiosas: sería injustificable imponerlas a minorías que no las comparten. Aquí se percibe una estrategia usual del sínodo protector de minorías: despreciar objeciones a sus ideas anotando que se basan en taras religiosas. Fue lo que hizo el mismo Gaviria en su escrito al reducir la posición de Vivian Morales contra la adopción igualitaria a una iniciativa de “creyente militante”.  

Hace unos meses Francisco Barbosa expuso una tranquilizadora versión de constitucionalismo democrático que matiza el esquema de protección de minorías sordo a la opinión. “La Corte Constitucional debe proteger los derechos fundamentales cuando exista una suerte de consenso generalizado sobre el asunto en cuestión”.

Rodrigo Uprimny, defensor y beneficiario de la facultad de reemplazar a la ciudadanía por una selecta concentración de sabiduría, aprovechó la decisión sobre matrimonio igualitario en EEUU para hacer proselitismo. “La Corte Suprema concluyó que no era válida la tesis de que lo más apropiado era que este asunto fuera decidido por las mayorías a través del proceso democrático".

Busqué infructuosamente evidencia para corroborar esa afirmación y encontré precisamente lo contrario: en este tema los magistrados norteamericanos han sido bien sensibles a las mayorías. Desde 1986, cuando la jurisprudencia le dio un duro golpe a los derechos de los gays, el responsable de la sentencia recordó que “la mayoría del electorado cree que el sexo gay es inmoral e inaceptable”.  

El juez Anthony Kennedy que inclinó la balanza a favor de la igualdad tiene tradición de respeto hacia los homosexuales. Más revelador de la progresiva apertura norteamericana es Richard Posner, un juez conservador que en dos décadas modificó radicalmente su posición. En una sentencia de 2014, considerada por algunos el texto jurisprudencial que perdurará, Posner hizo un minucioso balance del debate. Ofreció una revisión de las teorías científicas que permiten concluír que ser gay no es una elección, que se trata de una minoría definida por una “característica inmutable”. Ese aspecto crucial aún no ha sido asimilado por el activismo engolosinado con la teoría de género, poco científica.   

En 1992 Posner se oponía abiertamente al matrimonio gay por considerarlo impopular. “La hostilidad pública hacia los homosexuales está demasiado extendida”. Su rechazo se matizó cinco años después: no se opondría a que un estado legalizara el matrimonio igualitario, pero tampoco respaldaría que las cortes anularan legislación contraria existente. La gran mayoría de norteamericanos rehusaba el matrimonio gay y “el país no estaba listo” para que la jurisprudencia impulsara un cambio. “Esto debe frenar el impulso de una judicatura intelectual para imponerle algo al país a nombre de la Constitución”. En esa época, tan sólo 27% de la opinión pública refrendaba el matrimonio homosexual. En 2005, la cifra alcanzó 37% pero Posner aún consideraba precipitado “un acto político de un pequeño comité representativo de la élite de abogados pero no elegido popularmente”. Para su sentencia de 2014 la favorabilidad ya era mayoritaria. No es coincidencia que el giro en la jurisprudencia llegara después de que en 2011, por primera vez en la historia, más de la mitad de los estadounidenses (53%) manifestaran su acuerdo con que la ley reconociera iguales derechos para el matrimonio homosexual. 

En nuestro país de élites iluminadas que ni entienden ni respetan la opinión pública, el activismo es tan ligero que, en lugar de diagnosticar, trabajar y convencer opositores, propone como estrategia vanguardista imitar a los gringos. Formalmente, por medio de un comunicado, Colombia Diversa, la organización líder LGBT, le pidió a la Corte Constitucional que “siga el digno ejemplo de la Corte de los Estados Unidos”. Un lujo de considerando para un lujo de debate. Después podrían seguir la venta de armas al público y la pena de muerte, que también tienen sus minorías.


REFERENCIAS

Barbosa, Francisco (2015). “¿En favor de la democracia?”. El TiempoFebrero 16

EE (2015). "Que la Corte Constitucional siga el ejemplo: Colombia Diversa". El Espectador, Jun 27

Friedman, Jonathan (2014). “A Conservative Judge Did A Stunning About-Face On Gay Marriage”. Business InsiderSep 8



Gaviria, Carlos (2015). “Un referendo impertinente”. El EspectadorMarzo 2

Newport, Frank (2011). “For First Time, Majority of Americans Favor Legal Gay Marriage” GallupMay 20

Savage, David G (2015) “Justice Kennedy's long road from Sacramento to landmark gay marriage case”. LA TimesApril 27

Stern, Mark Joseph (2014). “Judge Posner’s Gay Marriage Opinion Is a Witty, Deeply Moral Masterpiece”, SlateSep 5


Uprimny, Rodrigo (2015). “Un esperanzador avance igualitario”. El EspectadorJunio 27