martes, 28 de abril de 2015

Guerra a los narcos y diálogo con los rebeldes

Publicado en El Espectador, Abril 30 de 2015

Colombia ha perseguido a quienes viven de negociar e insiste en negociar con los que no saben hacerlo. España hizo lo contrario, y le fue mejor. 


Es meritorio, pero arriesgado, mantener el diálogo con quienes asesinan a mansalva para después invitar a una “reflexión nacional”. Poco antes del sangriento ataque que volvió a poner en vilo el proceso de paz se conocieron otras negociaciones fluidas, cordiales, hasta divertidas. Para acordar beneficios judiciales en los EEUU, los agentes federales se dejaban atender por mafiosos que "conseguían lo que el invitado quería: qué trago le gustaba, qué tipo de mujer prefería”. El contraste entre esas francachelas y el viacrucis con las Farc muestra que es más fácil negociar con quienes tienen ese oficio que con sediciosos empecinados en imponer su visión a rajatabla. 


Se tomó la decisión de perseguir contrabandistas en una guerra a muerte, foránea y forzada, para buscar pactos con políticos armados, dogmáticos y testarudos. El veto a negociar con traficantes surgió de una inesperada alianza entre la izquierda y el imperialismo. La primera, que limita ese privilegio al delincuente político, ha insistido en combatir narcos y dialogar con subversivos, hagan lo que hagan, incluso traficar. El Tío Sam, en su cruzada contra las drogas, saboteó conversaciones con los grandes capos para acabar transando individualmente con cualquier traficante dispuesto a entregar información y dólares. 


El irritante arreglo con el que mafiosos soplones compran impunidad lleva años operando. ‘Nuestro hombre en la DEA’, el excelente trabajo de Gerardo Reyes, relata cómo los gringos negocian con narcos casi desde que impidieron que el gobierno colombiano lo hiciera en bloque con el cartel de Medellín. Con los fundamentalistas, la pragmática justicia norteamericana casi ni respeta los derechos humanos. Las democracias europeas, sin tanta arbitrariedad pero igual contundencia, tampoco toleran la insurgencia armada, incluso menos que a los narcos, que siguen operando.


En el país nunca se discutió la política criminal española, opuesta a la colombiana: poco desvelo por el tráfico de droga, que allá también fue dinámico, para combatir a ETA, tal vez la única estructura narcotraficante acosada en serio. Después de los GAL (Grupos Antiterroristas de Liberación) la ofensiva se hizo con todas las garantías: fue una guerra judicial, no militar. El entronque etarra en el País Vasco es más fuerte que el de las Farc en sus zonas de influencia pero ETA, con raíces anti-franquistas, no logró darle a sus atentados el barniz de lucha por los oprimidos y la intransigencia española con la violencia sí es coherente.


El débil empuje antinarcóticos español no significó legalización sino bajísima prioridad, que sólo se le dio a los estragos del consumo. Salvo los amenazados y abatidos por ETA, los jueces fueron sobornados, un mal menor frente al ahorro de muertes por una guerra contra la droga. Centrados en los rebeldes, los resultados están ahí: cabecillas en la cárcel, ninguna concesión política, ni eternas disquisiciones para arreglar la sociedad. Una clave del éxito fue escuchar a las víctimas, no a los nacionalistas. En Colombia, la izquierda influye sobre los diálogos más que las víctimas, y de manera desproporcionada para su fuerza electoral. 


Las prioridades trastocadas dejaron secuelas: la paz no avanza y la justicia retrocede. Una nueva generación de fiscales y magistrados, con más sensibilidad social, política, y mediática que jurídica minimiza esfuerzos con golpes teatrales. Con el beneplácito progresista, la jurisdicción penal se volvió severísima con la diestra desarmada, y siniestramente laxa con asesinos. Es inaudito que unos comandantes machaquen que no pisarán una celda y posen de líderes tras una masacre mientras unos ex ministros son encarcelados por repartir mermelada buscando apoyo para una decisión. Colombia refinó la noción del crimen de cuello blanco: el peligro insoportable son los políticos de derecha subordinados a un líder prácticamente inmune. La incoherencia se redondea proponiendo impunidad para que los rebeldes sigan dialogando.


La Audiencia Nacional española investigó y condenó delincuentes políticos armados, que confunden negociar con extorsionar y sólo responden bajo presión. La justicia penal no es sanguinaria, ni bárbara, ni vengativa. Es esencial para la democracia. El único argumento que se da para no aplicarla es apaciguar a los violentos. Si las acciones militares contra la organización pueden “desescalarse”, la lucha judicial contra los guerrilleros se debe intensificar e individualizar: los prontuarios delictivos no son inocuos, ni homogéneos. Con arreglos simples -rebaja de penas por verdad y reparación- se respetan las víctimas, no se retuerce el DIH y el proceso de paz se agiliza con respaldo ciudadano. Eso sí, trinará la izquierda y algunos comandantes terminarán de rumba con la DEA buscando que los extraditen, para por fin negociar.







REFERENCIAS

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McGahan, Jason (2015). "Sex, Drugs, and Those DEA Party Animals in Colombia". The Daily Beast, April 10


Minuto30 (2015). "Las Farc llaman a una “reflexión nacional” y manifiestan apoyo a familias de militares asesinados". Abril 15

Reyes, Gerardo (2007). Nuestro hombre en la DEA. Bogotá: Planeta

Rubio, Mauricio (1998). "Rebeldes y Criminales. Una crítica a la tradicional distinción entre el delito político y el delito común". En Arocha Jaime, Fernando Cubides y Myriam Jimeno (1998). Las violencias: inclusión creciente. Bogotá: UN - Colección CES. Versión Digital


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jueves, 23 de abril de 2015

Cuba y el conflicto colombiano

Publicado en El Espectador, Abril 23 de 2015






Nicolás Maduro, el discípulo aventajado de los Castro

Cuba, Estados Unidos y el conflicto 


La última Cumbre de las Américas fue un buen presagio de que se firmará un acuerdo en La Habana. 


“Continuaremos nuestra contribución al proceso de paz de Colombia hasta su feliz conclusión” afirmó Raúl Castro. “Parte de mi mensaje aquí es que la Guerra Fría ha terminado” agregó su nuevo amigo, Barack Obama.


Los pazólogos han hecho lo imposible por desligar el conflicto colombiano del entorno internacional. En ‘Basta Ya’ del Grupo de Memoria Histórica hay cuatro referencias a Cuba: “ejemplo cubano”, “revolución cubana” repetida y “revoluciones triunfantes en China y Cuba”. O sea, como podría aparecer la isla en un libro de historia de cualquier lugar. Nada que permita siquiera sospechar interferencia. Estados Unidos se menciona 18 veces, guerra fría 12, drogas 15 y la palabra tierra 138. Es nítido el mensaje de una confrontación campesina y local. 


A pesar de la pretensión autárquica, la influencia externa sobre el conflicto ha sido determinante, incluso para el final que se aproxima. Cuando el gobierno cubano hizo público el vuelco en sus relaciones con EEUU, la revista L’Express anotó que “el 17 de Diciembre, solamente una hora después del discurso de Raúl Castro, las Farc anuncian un cese al fuego ‘unilateral e ilimitado’. Este timing, que no debe nada al azar, muestra un nuevo orden en la región. Pero las Farc, o sea la Habana, conservan, por su capacidad de hacer daño, la llave del  conflicto”. Para el semanario francés, la decisión del cese al fuego unilateral resultó de la presión norteamericana a Raúl Castro transmitida luego a los comandantes. 


No sería la primera vez que Cuba interviene en el conflicto. Allá nació el ELN, de un grupo de universitarios, pero el vínculo estrecho no fue con ellos, ni con las Farc, sino con el M-19, que renació en la isla después de la Embajada Dominicana. Desde el buque Karina quedó claro el trueque de armas por droga. Según un ex diplomático cubano el embajador en Colombia Fernando Ravelo, acusado por la justicia norteamericana en 1982 por un cargamento de droga, fue el encargado de mantener la triangulación entre el M-19, los narcos y Cuba. Manuel Piñeiro ‘Barbarroja’, espía mayor, cabeza del Departamento América a cargo de operaciones en el continente, es un secreto bien guardado del Eme. Navarro lo considera “nuestro gran amigo”: hasta les guardó la espada de Bolívar que según el hijo de Pablo Escobar también la custodió su padre. Alguna vez le oí a alguien bien informado y fiable que el proceso de paz de ese grupo con Belisario Betancur fue torpedeado por Fidel Castro quien pensaba que todavía había margen para la lucha armada. Evidentemente lo hubo, con la toma del Palacio de Justicia. Pretender que de esa operación no estuvieron enterados previamente los servicios de inteligencia cubanos, casi tan sofisticados como los norteamericanos o los rusos, es como pensar que a la CIA la tomó por sorpresa el ataque contra Allende en 1973. Ahora están demasiado ocupados con Venezuela, que tampoco salió bien librada en Panamá. 


Nunca me ha parecido simple coincidencia que la decisión final del M-19 de firmar la paz ocurriera justo después de la purga que hizo Fidel Castro en 1989 fusilando unos chivos expiatorios para abandonar el tráfico de cocaína, con la misma retórica que la droga estaba ensuciando la revolución. Arnaldo Ochoa y Antonio de la Guardia, los ejecutados, mantenían contacto con Carlos Alonso Lucio, el versátil del Eme. Por el mercado de droga, la crisis de Venezuela también juega contra las Farc. 


De la interferencia norteamericana se sabe más, aunque aún salgan a la luz detalles sobre las travesuras de la DEA. Se ha hecho énfasis en la doctrina de seguridad nacional y el Plan Colombia, pero han faltado conjeturas sobre intervenciones cruciales. Por la época en que Cuba habría bloqueado la paz con quienes marcaban la pauta de la subversión, los EEUU sabotearon una negociación con los narcotraficantes que, de haberse emprendido, hubiera cambiado el curso de la guerra. 


Estas especulaciones sobre lo que “hubiera pasado si…” son irrelevantes frente al mensaje de Castro y Obama desde Panamá: la guerra fría terminó, y el conflicto colombiano se extinguirá. Mientras tanto, el ataque de las Farc en el Cauca recordó que dosificar zanahoria y garrote con halcones no es tan simple como la tautología “es preferible la paz a la guerra”. Se requiere más firmeza y maquiavelismo que habilidad para el póker.



REFERENCIAS


Cardona, María Alejandra (2015). “La sombra de Fidel Castro”. El Espectador, Abril 19

CYT (2013) "Nicolas Maduro creado por el Departamento America". Cuba Ya Twittea, Abr 5

Benemelis, Juan (2002). Las guerras secretas de Fidel Castro. Miami: GAD. Versión digita


EE (2014) “Farc decretan cese al fuego por tiempo indefinido”, El EspectadorDic 17

Gylden, Axel (2014). “Dans la tête de Raul Castro”. L’Express, Dec 23


Iragorri, Juan Carlos (2004). Mi guerra es la paz. Navarro se confiesa. Bogotá: Planeta

Marcano, Cristina (2014). “Las relaciones desmedidas” El PaísMarzo 30

Medina, Carlos (2001). ELN. Una historia de los orígenes. Rodríguez Quito Editores


MN (2015) “Raúl Castro anuncia restablecimiento de relaciones con EEUU”. Martinoticias.comDic 17

Naím, Moisés (2014) “¿Cómo conquistó Cuba a Venezuela?”. El PaísAbril 19

Pardo, Pablo (2015). "'La Guerra Fría ha terminado. Cuba no es una amenaza para Estados Unidos". El MundoAbril 12



Rohter, Larry (1988). “Manuel Pineiro, Spymaster For Castro”. The New York TimesMarch 13

Semana (2015). "El ‘revolucionario’ Castro destaca la ‘honestidad’ de Barack Obama". Semana.comAbril 11

Semana (2015). "Espaldarazo a Santos por su búsqueda de la paz con las FARC". Semana.com, Abril 11

Strong, Simon (1996). Whitewash. Pablo Escobar and the Cocaine WarsLondon: Pan Books

martes, 14 de abril de 2015

Hijos de homosexuales cuentan sus experiencias


Publicado en El Espectador, Abril 16 de 2015


* Mauricio Albarracín, La Silla Vacía, 2014-02-04




REFERENCIAS


Laverde, Juan David (2015). “El sí del magistrado Palacio a la adopción gay”. El Espectador, Abril 6

Lopez, Robert Oscar & Riva Edelman (2015). Jephthah's Daughters. Innocent casualties in the war for family "equality". Los Angeles: ICRI


Stefanowicz, Dawn  (2007). Out from Under: The Impact of Homosexual Parenting. Enumclaw: Annotation Press


miércoles, 8 de abril de 2015

La discutible evidencia científica LGBT

Publicado en El Espectador, Abril 9 de 2015



“Se ha aceptado como un hecho científico que no resulta contrario al interés del menor el crecer en un entorno homoparental” afirma la ponencia favorable a la adopción gay del magistrado Jorge Iván Palacio. 


La evidencia científica es en realidad un conjunto inconexo de estudios exploratorios, sacados de contexto para utilizarlos de manera parcializada como apoyo a lo que se volvió un dogma que se debería matizar y desmenuzar.  


Los primeros trabajos planteando que la orientación sexual de las madres no afecta la crianza tenían como propósito rebatir decisiones judiciales que en los EEUU negaban a las lesbianas la custodia de sus hijos biológicos al divorciarse. Por eso se hicieron comparaciones con hogares de una mujer heterosexual cabeza de familia. El resulltado estándar fue que esos dos tipos de hogares, sin presencia masculina, no implicaban diferencias significativas entre los menores. Posteriormente, algunos centros de inseminación artificial se negaron a atender lesbianas. Los estudios se extendieron a parejas de mujeres con hijos biológicos nacidos en ese hogar para, nuevamente, defender el derecho a la maternidad. 


Siempre se advirtió que la pertinencia para segmentos peculiares de mujeres no implicaba resultados generalizables. Una revisión señalaba “un sesgo de clase media blanca, con muestras pequeñas y procedimientos que no cumplen las condiciones de la investigación rigurosa”. Aún más discutible era que rara vez se observaban los niños; se entrevistaban las madres, con frecuencia activistas interesadas en determinados resultados. Años después persistían esas limitaciones. Los mismos autores advertían que eran esfuerzos exploratorios, rudimentarios. Ni siquiera para la población de lesbianas norteamericanas se consideraban representativos.  


Los poquísimos trabajos con padres homosexuales no tenían grupo de control. Desde entonces se señaló la dificultad para encontrar gays que participaran en los estudios sin sesgar las muestras. Con vinculación voluntaria, los hogares homoparentales problemáticos evadían las investigaciones. Como la preocupación de esa época era la transmisión de la homosexualidad, “el sesgo potencial más importante es que la decisión de los padres de participar puede depender de la orientación sexual de sus hijos”.


Los estudios realizados hasta finales del siglo no se hicieron con entrevistas anónimas, circunstancia que favoreció silenciar factores negativos de los hogares. Los participantes voluntarios, activos en la comunidad homosexual, precisamente pregonaban la ausencia de problemas. La misma metodología eliminaba cualquier diferencia con la crianza heterosexual, atrayendo sólo parejas interesadas en mostrar su idoneidad como cabezas de familia. Algunas mujeres “pueden haber servido de voluntarias para este proyecto porque estaban motivadas por demostrar que las lesbianas son capaces de producir hijos saludables y felices”. 


Las dos principales limitaciones de estos estudios es que sólo excepcionalmente observaron los niños y en la práctica ignoraron los hogares gays, más complicados, limitándose a parejas de lesbianas con la madre biológica. Esa característica no ha cambiado. Un trabajo reciente con “un método de muestreo superior” usa los datos del “Estudio Longitudinal Holandés de Familias Lesbianas”. Muchos de los trabajos norteamericanos se han hecho con información longitudinal de parejas femeninas. Un resumen de la literatura en el 2005 revisó 44 estudios de familias lesbianas, ninguno de gays. 


Un proyecto de la Universidad de Columbia, recogió 71 trabajos que supuestamente demuestran que para la crianza “da lo mismo” una pareja homosexual que una heterosexual. Al revisar los resúmenes la unanimidad es menos obvia y no queda claro por qué se dio el salto de los estudios de lesbianas con hijos biológicos para extender las conclusiones a los hogares de hombres, muy poco analizados. En las familias estudiadas hay casi mil quinientas de lesbianas contra 158 de gays. En los escasos (8%) trabajos con hombres las conclusiones son menos nítidas, más crípticas y contradictorias entre sí. 


Una investigación publicada en Enero de 2015, realizada en Inglaterra con una muestra representativa de la población, más de 200 mil niños, 512 de los cuales viven en hogares monoparentales, concluye que “los problemas emocionales presentan una prevalencia más del doble para menores con padres del mismo sexo que para menores con padres del sexo opuesto … La presencia de los dos padres biológicos se asocia con la tasa más baja de problemas emocionales infantiles por un factor de cuatro relativo al de los padres del mismo sexo”. El diagnóstico en sociedades latinas apenas se inicia. 


La jurisprudencia no tiene por qué basarse en la ciencia, pero si la disculpa para evadir la discusión parlamentaria de temas complejos es una supuesta evidencia científica, esta no puede tener tantas fisuras ni estar completamente desligada de la realidad nacional. Lo que resulta insólito es apoyarse en un conjunto discutible de estudios foráneos para salir a feriar un saldo de menores abandonados disponibles para adopción en Colombia. 


REFERENCIAS


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miércoles, 1 de abril de 2015

Una virtud arcaica, la fuerza de voluntad

Publicado en El Espectador, Abril 2 de 2015
Reproducción de la columna después de la gráfica












"El estado superior en la cultura moral es cuando reconocemos que debemos controlar nuestros pensamientos". 

La noción victoriana de la fuerza de voluntad, implícita en esta sentencia de Darwin, pasó de moda, tal vez como reacción a los distintos estándares exigidos a hombres y mujeres. Las guerras mundiales y los nazis con su “psicología de la voluntad” la desacreditaron aún más y los baby boomers le dieron el puntillazo con el "si le gusta, hágale". El libre desarrollo de la personalidad como derecho fundamental tampoco valoriza el autocontrol, ni la disciplina. 

Los intelectuales reforzaron esa tendencia. Se impuso esa visión tan habanera que los comportamientos reprochables se deben a factores externos al individuo, moldeado y reprimido por el sistema. Es una filosofía cómoda para promover políticas y reformas que supuestamente resuelven problemas de manera global y más ligera que responsabilizando a los individuos. 

El interés por la fuerza de voluntad resurgió por accidente en los sesenta cuando unos psicólogos de Stanford trataban de entender cómo se aprende a resistir la gratificación inmediata. Pidieron a niños de cuatro años quedarse sólos en un cuarto frente a una golosina con la instrucción de no comérsela y la promesa de darles una adicional si aguantaban quince minutos. Algunos resistieron la tentación mientras otros no pudieron. Las hijas de un investigador eran compañeras de los participantes en el experimento y años después le contaron que a los aguantadores les iba mejor en el colegio. Les hicieron un seguimiento sistemático, encontrando que sacaban notas superiores y no se metían en líos. Después, tuvieron mayores puntajes en las pruebas finales del bachillerato y reportaron menos consumo de sustancias. 

A mediados de los noventa dos de los psicólogos presentaron resultados de otros experimentos y propusieron una escala para medir el autocontrol. La variable resultó útil para predecir desempeño académico, adaptabilidad y relaciones personales. Señalaron que “las fallas en la auto regulación son la gran patología social de la época”: afectan los divorcios, la violencia doméstica, el crimen y muchos otros problemas. Las personas con fuerza de voluntad muestran capacidad de empatía, forman relaciones estables, son poco propensas a la ansiedad, depresión, paranoia, comportamientos compulsivos o agresión y reportan menos desórdenes alimenticios o consumo de tabaco, alcohol o droga. Por el contrario, quienes tienen déficit de autocontrol son proclives a los conflictos con familiares, profesores, jefes, compañeros o con la ley. Son vulnerables a las adicciones e incluso a las enfermedades de transmisión sexual. 

En el 2010 se publicaron los resultados del estudio más ambicioso sobre la fuerza de voluntad. Una cohorte de mil neozelandeses fue observada desde su nacimiento y durante tres décadas. Aquellos con sólido autocontrol infantil mostraron de adultos mejores resultados académicos, profesionales, de estado de salud y menor consumo de sustancias. Quienes terminaron con formación profesional deficiente, empleos precarios, dificultades financieras o problemas legales tenían poca fuerza de voluntad en su infancia. 

Estos resultados son coherentes con los hallazgos de la criminología de jóvenes en los que la fuerza de voluntad es una variable clave. Los corruptos han sido menos estudiados que los violentos pero el modelo estándar es aplicable: los problemas empiezan con pequeñas infracciones infantiles por deficiente autocontrol de los impulsos. La honestidad exige no sólo saber lo que es indebido sino tener la capacidad para rechazar, aún sin vigilancia, el provecho personal en detrimento de otros. También se está descubriendo que los corruptos, como los violentos, son hipersensibles a recompensas no monetarias. La afición de los pícaros de la DEA a prepagos suministradas por narcos ilustra la dimensión sexual de la corrupción, tan antigua y eficaz como silenciada. Ojalá con esta campanada a la justicia saliera a la luz el burdel especializado en magistrados del que me habló una funcionaria distrital conocedora del medio, o el descarado reclutamiento de acompañantes en algunas facultades de derecho. 

La frase de Darwin sobre la cultura moral no sugiere que la capacidad de autocontrol sea innata. Actualmente no se descarta la posibilidad de un componente hereditario, pero está claro que es una cualidad que se puede y debe trabajar desde la infancia. Aplazar sistemáticamente recompensas, respetar restricciones, cumplir horarios, hacer tareas no divertidas son hábitos que entrenan la fuerza de voluntad para cualquier contexto. La integridad adulta exige infantes y jóvenes disciplinados, no zánganos pendientes de recompensas instantáneas. Al llegar a un cargo público, o a la magistratura, ya es tarde para adquirir esas destrezas. Los corruptos de hoy seguramente fueron unos carajitos insoportables: consentidos, malcriados, copietas, incapaces de resistir antojos, y bien coquetos.  

REFERENCIAS

Bechara, Antoine (2005). "Decision making, impulse control and loss of willpower to resist drugs: a neurocognitive perspective". Nature Neuroscience

Baumeister, Roy & John Tierny (2012). Willpower. Penguin Books


Moffitt, Terrie et. al (2011). “A gradient of childhood self-control predicts health, wealth, and public safety”. Proceedings of the National Academy of SciencesVersión digital

Rubio, Mauricio (2007). De la Pandilla a la Mara. Pobreza, educación, mujeres y violencia juvenil en Centroamérica. Bogotá: Externado de Colombia. Versión Digital

Semana (2015). “Las bacanales de la DEA”, Marzo 28